CI 4398065-9
“Las
gestiones hechas por el Poder Ejecutivo y por el Sindicato, han fracasado”,
esta era la frase que un dirigente nacional del Sindicato Obrero de la
Industria de la Madera y Anexos (SOIMA) utilizó para abrir la asamblea de
trabajadores de la empresa maderera Urupanel, realizada en la tarde de este
viernes 5 de diciembre, en Tacuarembó.
Parecían
sacadas de un guión estipulado para después del domingo 30 de noviembre, fecha
de las elecciones generales; nunca antes de esa fecha, esa frase hubiera sido
expresada, porque de seguro restaría algunos votos a una determinada fuerza
política.
De las
muchas organizaciones políticas, de la decenas de políticos que se que se
habían acercado a Urupanel a llevar sus programas, sus consignas, sus arengas,
sus sonrisas, sus mejores trajes y su peticiones de voto, de todos ellos no
había ninguno en esta asamblea, en la que la tristeza y la impotencia por una
realidad oscura, era el común denominador entre todas y todos nosotros.
Nada ha
resultado satisfactorio para dar respuesta a los más de 400 obreros y obreras,
ni las gestiones hechas por el presidente de la República, José Mujica, ni las
realizadas por el Ministro Roberto Kreimerman, tampoco las realizada por el
Ministro Luis Almagro, nada de eso ha surtido efecto, tampoco las gestiones en
la búsqueda de un inversor por parte del sindicato.
Todavía
suena el eco de las palabras del presidente Mujica “aunque demore algún tiempo
vamos a encontrar la salida” y que nos respaldáramos “en el pueblo de Tacuarembó todo lo más que
puedan, solos, aislados, difícil que hagan roncha. Con toda la gente, no se les
puede dar la espalda". Hoy, esas bonitas palabras son un brindis al sol,
música celestial.
Mi esposo
era un trabajador más de esta empresa, y junto a muchos más, apostó mucho por
defender esa fuente de trabajo, sumamos junto a muchas otras familias, el
trabajo colectivo y solidario para resistir y sacar adelante la idea de una
reapertura de la fábrica de paneles de madera. Luchamos mucho, se hicieron
todos los esfuerzos con el sindicato y con la sociedad de Tacuarembò, pero no
fue suficiente.
Anoche nos
enteramos, en esa asamblea informativa, que los trabajadores de Urupanel y por
extensión sus familias, seguimos transitando solos y por una camino lleno de
espinas, solos sí, pero unidos. Caminamos dentro de un laberinto que extiende
la incertidumbre de los obreros.
La situación
atravesada por esta empresa, que es parte del motor económico de esta región,
es fiel reflejo de cómo funciona el sistema político y económico, sólo
existíamos mientras duraba la campaña electoral; por otro lado, refleja la
impunidad de las empresas extranjeras, respaldadas por el gobierno de turno,
para cometer este tipo de tropelías, cargando la responsabilidad de sus
fracasos de gestión y por ende de los costos, sobre los hombros de la clase
trabajadora y sus familias. Estas son las bondades de una economía neoliberal,
del libre mercado, como la de nuestro país. Esto es lo que entre salones o
quinchos de la casta político-empresarial de este país, se sociabilizan las
pérdidas y se busca siempre privatizar las ganancias.
El panorama
para los trabajadores de Urupanel es desolador y sombrío, por decirlo menos.
La única propuesta
llega de un consorcio empresarial, conformado por las empresas
FRUTIFOR-KAPPESBERG.
La propuesta
de estos capitalistas extranjeros es de comprar de activos de Urupanel y asumir
los créditos laborales de los trabajadores.
Mantendrían
operativa una parte de la planta (la fabricación de paneles de mediana densidad
o MDF) comprometiéndose a contratar algunos obreros (entre 50 y 70
aproximadamente del total de 418) para esta parte de la maderera. Por otro
lado, desmantelarían la Planta fabricadora de paneles contrachapados (Plywood),
otorgando en comodato a los obreros las máquinas de este sector, para que
puedan desarrollar un proyecto de autogestión, eso sí, las tareas y costos de
este desmontaje corre por cuenta y obra de los trabajadores. Allí se instalaría
un aserradero que ocuparía a 34 operarios, ninguno de ellos de Tacuarembó ni de
Urupanel.
Suma y
sigue.
De los
créditos laborales, que en total sumarian algo más de 3 millones de dólares,
proponen pagar en la siguiente forma: el 50 % al contado y el otro 50 % en
cómodas cuotas bimensuales. Así las cosas, proponen dar un anticipo de pago
antes del 24 de diciembre de este año de un 5% y el 45 % restante entre los
meses de abril o mayo del año 2015. El 50 % restante lo pagarían en 6 cuotas
bimensuales (a un año plazo).
De los 418
trabajadores, 26 de ellos no llegan a cobrar la liquidación por despido, debido
a su ingreso reciente, antes de cerrar Urupanel, sólo cobran la liquidación por
egreso.
De un corte,
más de 300 trabajadores se quedarían en la calle, sin posibilidades concretas
de una inserción laboral en esta región y sin el dinero de sus créditos laborales
en mano.
Tacuarembó
ya se ha resentido por el cierre de Urupanel, lo notan muchos comerciantes, más
de 600 mil dólares han dejado de circular mensualmente en esta ciudad, y para
muestra de la verdadera tasa de desempleo, en un reciente llamado a cubrir 3
vacantes de peones de la construcción, se presentaron 1017 personas. Eso habla
a las clara de la alta tasa de desocupados que hay aquí.
Así las
cosas, nada alentador es el futuro de unos 300 trabajadores y sus familias.
Inefop, con
sus 85 millones de pesos destinados a capacitación, nunca llegó. Otro fracaso
más.
4 meses
después del cierre de esta empresa, el sindicato promueve “ahora en serio” un
proyecto de autogestión, cual si fuese la solución inmediata a toda la problemática
de los trabajadores. En hechos consumados, llegan tarde.
Poco margen
de maniobra le quedan a los trabajadores, en este escenario, sólo pueden elegir
con que salsa pueden ser consumidos por este sistema capitalista, aderezados
con pizcas de ilusiones de un gobierno y políticos cómplices de un fracaso
anunciado.
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