lunes, 29 de agosto de 2011

La izquierda y el abajo que no se mueve

"Pero ¿acaso el hombre, en el curso de sus miles de años de vida en la Tierra, ha obrado siempre al dictado de su interés? ¿Qué haremos entonces de esos millones de hechos que atestiguan que los hombres, aún advirtiendo cuál es su interés, lo relegan a un segundo plano y siguen un camino completamente distinto, lleno de riesgos y azares?" 
Fedor Dostoiyevsky


¿Hacia dónde mira la izquierda?
http://www.kaosenlared.net/noticia/hacia-donde-mira-la-izquierda

Aquella mañana el maestro preguntó: "¿quién hizo el mundo?". A lo que mi amigo El Pesetas respondió: "los albañiles, maestro". Nadie de los presentes lo dudó ni un momento. El mundo lo estaban haciendo nuestros padres y hermanos mayores, de oficio albañiles, encofradores, carpinteros...

En aquella escuela provisional que duró nueve años, hecha de ladrillo de hueco doble, sin cámara de aire y cubierta de uralita (hoy ponen prefabricados a los que llaman caracolas), el único que no compartía la afirmación era el maestro. Y estaba dispuesto a hacérnoslo comprender al precio que fuera. Tan grande fue la resistencia como la represión que se transmitía a través de una regla de madera (regalo de aquel régimen, este es más sutil) y vaho pegajoso a tabaco y aguardiente desprendiéndose del aliento del diplomado. Él tampoco quería estar allí.

Ese fue el recuerdo que me vino a la cabeza (sin ninguna ira ni rencor, porque a pesar de todo yo tuve una infancia feliz) cuando al final de los escalones y de espaldas a la entrada de la catedral vi a un señor de gesto sereno y serio, con indumentaria de clase media, que portaba un cartel con la leyenda: "¿Hacia dónde mira la izquierda?". Buena pregunta -me dije-, y a la memoria me vino una pintada hecha en un barrio de Buenos Aires, Villa Carlos Gardel, que decía: "Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas". Con aquella incógnita a despejar aquel señor hacía temblar mis cimientos ideológicos. Y yo, para colmo, no sabía dónde había dejado mi manual. Tal vez el hombre orquesta que tocaba al final de la avenida una vieja melodía de Jimmy Hendrix, Machine gun, lo sabría.

La izquierda, la no neoliberal, la que no está gobernando para los banqueros y la élite global, cada vez que elige un camino va de regreso al mismo lugar, su castillo, en ruinas pero su castillo. Lleno de estanterías, de manifiestos, de proclamas, de viejas recetas y métodos, de unidades y de rupturas, de puñales nuevos. Donde romper con el pasado es una traición y sin embargo su pasado, nuestro pasado, no el de la resistencia, sino el de la colaboración, nos arrastra al abismo.

La izquierda, mi vieja izquierda, aún no ha llegado a comprender que no se trata de una rencilla de "nosotros contra ellos". Porque en ese nosotros contra ellos queda excluida la sociedad.

No podemos, viendo como estamos viendo que el Imperio y su guardia pretoriana, la UE, en una nueva cruzada de colonialismo humanitario van dejando muerte, destrucción y desigualdades sobre las naciones y pueblos que apenas tienen capacidad de resistencia, y que se nos arrebatan las conquistas sociales de los dos últimos siglos, tener como objetivo estratégico unas elecciones que además tienen las cartas marcadas. No podemos seguir mirándonos hacia dentro.

Yo reivindico que el mundo lo hicieron los albañiles. Y que hay que desnudarse en las plazas, en estas que nos traen ahora o en las del futuro. Dejar que el agua nos caiga en el rostro y que el viento seque nuestra piel.

A la izquierda no la salvará ni el 20N, ni el 21N ni el Dios de los ateos que es el único verdadero. A la Izquierda o la salva su fusión con la sociedad o está muerta.


Marcos González Sedano


Carta a las izquierdas
Boaventura de Sousa Santos
28/08/2011
No pongo en duda la existencia de un futuro para las izquierdas, pero su futuro no será una continuación lineal de su pasado. Definir aquello que las izquierdas tienen en común equivale a responder a la pregunta: ¿qué es la izquierda? La izquierda es un conjunto de posiciones políticas que comparten el ideal de que todos los seres humanos tienen el mismo valor y constituyen el valor supremo. Este ideal es puesto en duda siempre que hay relaciones sociales de poder desigual, es decir, de dominación. En este caso, algunos individuos o grupos satisfacen algunas de sus necesidades transformando a otros individuos o grupos en medios para sus fines. El capitalismo no es la única fuente de dominación, aunque es una fuente importante.

Las diferentes formas de entender este ideal han provocado varias divisiones. Las principales han surgido de respuestas opuestas a las preguntas siguientes. ¿Puede el capitalismo ser reformado con el fin de mejorar la suerte de los dominados o esto sólo es posible más allá del capitalismo? ¿La lucha social debe ser conducida por una clase (la clase obrera) o por diferentes clases o grupos sociales? ¿Debe llevarse a cabo dentro de las instituciones democráticas o fuera de ellas? ¿El Estado, en sí mismo, es una relación de dominación o puede ser movilizado para combatir las relaciones de dominación?

Las respuestas opuestas a estas preguntas estuvieron en el origen de violentas divisiones. En nombre de la izquierda se cometieron atrocidades contra la izquierda; pero, en su conjunto, las izquierdas dominaron el siglo XX (a pesar del nazismo, el fascismo y el colonialismo) y el mundo se volvió más libre e igual gracias a ellas. Este corto siglo de todas las izquierdas terminó con la caída del Muro de Berlín. Los últimos treinta años se han caracterizado, por un lado, por una gestión de ruinas e inercias y, por el otro, por la emergencia de nuevas luchas contra la dominación, con otros actores y lenguajes que las izquierdas no pudieron entender.

Mientras tanto, libre de las izquierdas, el capitalismo volvió a mostrar su vocación antisocial. Vuelve a ser urgente reconstruir las izquierdas para evitar la barbarie. ¿Cómo recomenzar? Con la aceptación de las siguientes ideas:

1) El mundo se ha diversificado y la diversidad se ha instalado dentro de cada país. La comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo; no hay internacionalismo sin interculturalismo.

2) El capitalismo concibe la democracia como un instrumento de acumulación; si es necesario, la lleva a la irrelevancia y, si encontrara otro instrumento más eficiente, prescindiría de ella (el caso de China). La defensa de la democracia de alta intensidad es la gran bandera de las izquierdas.

3) El capitalismo es amoral y no entiende el concepto de dignidad humana; su defensa es una lucha contra el capitalismo y nunca con el capitalismo (en el capitalismo, hasta las limosnas sólo existen como relaciones públicas).

4) La experiencia del mundo muestra que hay muchas realidades no capitalistas, guiadas por la reciprocidad y el cooperativismo, a la espera de ser valoradas como el futuro dentro del presente.

5) El siglo pasado reveló que la relación de los humanos con la naturaleza es una relación de dominación contra la que hay que luchar; el crecimiento económico no es infinito.

6) La propiedad privada sólo es un bien social si es una entre varias formas de propiedad y todas están protegidas; hay bienes comunes de la humanidad (como el agua y el aire).

7) El corto siglo de las izquierdas fue suficiente para crear un espíritu igualitario entre los seres humanos que se distingue en todas las encuestas; éste es un patrimonio de las izquierdas que ellas mismas están dilapidando.

8) El capitalismo necesita de otras formas de dominación para florecer (del racismo al sexismo y la guerra) y todas deben ser combatidas.

9) El Estado es un animal extraño, mitad ángel, mitad monstruo, pero sin él muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables en busca de ángeles indefensos. Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca.

Con estas ideas seguirán siendo varias las izquierdas, aunque ya no es probable que se maten las unas a las otras y es posible que se unan para detener la barbarie que se aproxima.

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Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas.

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).

Fuente original: http://www.cartamaior.com.br/templates/colunaMostrar.cfm?coluna_id=5169



La tecnología cambia las reglas del juego
Los organizadores ya no conciben las protestas sin cámaras, móviles o redes sociales. Las convocatorias por internet desbordan a la Policía



DANIEL AYLLÓN | 28/08/2011
El vídeo de la agresión policial a Katerina, de 17 años, en la manifestación del 18 de agosto difundido de forma masiva en internet logró que el Ministerio del Interior abriera una investigación interna en menos de 24 horas para identificar al agente que le asestó un duro golpe en la cabeza, en las inmediaciones de la Puerta del Sol (Madrid).
Un día después, al término de una nueva segunda protesta contra la violencia policial, Público fue testigo de cómo otro chico, Alejandro López, de 21 años, recibió una descarga de porrazos de cuatro agentes durante la carga con que disolvió la manifestación. En un hospital de campaña en la Gran Vía, los sanitarios le cerraron, con seis grapas metálicas, la brecha abierta en su cabeza con una porra y dieron parte de los hematomas que tenía en la espalda, brazos y piernas.
El escáner para pinchar la emisora de la Policía fue el artefacto pionero
Su agresión no fue grabada en vídeo y la Jefatura Superior de Policía de Madrid, a diferencia del caso de la chica, no abrió una investigación interna. Alejandro reconoce que la falta de pruebas juega en su contra. "Tengo menos derechos que ella porque no tengo un vídeo de la paliza", lamentaba el martes mientras presentaba su denuncia en los juzgados de Plaza de Castilla.
Con el objetivo de fichar a protestantes violentos o denunciar a policías que se extralimitan en sus funciones, la presencia de cámaras y móviles de última generación es cada vez más frecuente. Pero no son los únicos recursos tecnológicos con los que manifestantes y policías se han armado para desarrollar su particular combate urbano.
El escáner de frecuencias con el que se pinchaban las emisoras de la Policía fue uno de los pioneros hace décadas. Manifestantes y periodistas lo utilizaban para espiar a los agentes y anticiparse a sus movimientos. Entonces, las protestas eran minoritarias: "Se tomaba el centro de Madrid con 30 ó 40 pequeños focos y los policías no sabían cómo atajarlos", recuerda el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Fermín Bouza.
Las redes sociales han jugado un papel clave en las revueltas de los países árabes
Se pinchaba la emisora y el manifestante siempre iba por delante: "Cuando llegaban los agentes, no quedaba nadie porque el grupo se había trasladado ya a otro lado", explica Bouza, que considera que los manifestantes actuales "no son tan estrategas porque no tienen la necesidad: están más protegidos por la ley y, en teoría, por la Policía".

Del Magreb a Londres

Tras los pinchazos y las cámaras de vídeo, el tira y afloja de policías y manifestantes ha dado un nuevo salto en 2011 con el boom de la telefonía móvil y las redes sociales.
En enero, los tunecinos se unieron en Facebook, se movilizaron en Twitter y difundieron las imágenes de su revolución a través de YouTube esquivando el bloqueo informativo que trató de imponer el régimen de Ben Ali, que sucumbió ante la revuelta popular y terminó huyendo del país el 14 de enero.
Dos semanas después del derrocamiento de Ben Ali, el Gobierno egipcio de Mubarak vetó el acceso a internet en todo el país para tratar de reavivar su régimen agónico, que apenas aguantó 14 días más.
Para burlar la censura en Egipto, los jóvenes opositores utilizaron el sistema SayNow
Para burlar la censura en Egipto, los jóvenes opositores utilizaron el sistema SayNow, que puso a disposición de los tuiteros varios números de teléfono a los que podían llamar y dejar 140 caracteres en un buzón de voz que convertía el mensaje en texto y publicaba en Twitter con el hashtag #egypt.
En Siria y en la primera fase de la guerra de Libia, el veto a la entrada de medios de comunicación internacionales también se salvó con los vídeos que mandaban los rebeldes a través de YouTube.
Otro ejemplo son las revueltas de Londres de principios de agosto, que no se pueden analizar sin hacer alusión al sistema de mensajes BlackBerry Messenger (BBM). El 37% de los adolescentes británicos utiliza este smartphone, según un estudio reciente de la Oficina de Comunicaciones (Ofcom) de Londres. A diferencia de las redes sociales de acceso público, los mensajes gratuitos, instantáneos y masivos de BBM dejaron a la Policía fuera de juego e incapaz de prever la localización de las convocatorias.

La información cotiza al alza

En España, a las unidades especializadas de la Policía en delitos informáticos se une la vigilancia de las convocatorias en las redes sociales y las alertas que llegan de los confidentes. En la era de la comunicación, la cotización de la información se ha disparado. "Saber qué piensan en cada momento, por ejemplo, los chicos del 15-M es una información muy valiosa", añade Bouza.
"Los chicos del 15-M es una información muy valiosa"
En ocasiones, la falta de información o la velocidad de las convocatorias desbordan las previsiones de la Policía. Según la Delegación del Gobierno en Madrid, esto es lo que ocurrió la víspera de la llegada del papa, en la manifestación contra la financiación de la Jornada Mundial de la Juventud con dinero público, que superó los 15.000 asistentes, pese a las previsiones de organizadores y Gobierno, de menos de 5.000.
La falta de efectivos propició, según los convocantes, que peregrinos y laicos se enfrentasen acaloradamente en la Puerta del Sol. Para su desalojo, la Policía actuó con tácticas "prehistóricas", en opinión de Bouza, del mismo modo que las dos noches siguientes: "Esperan una provocación o cargan cuando se lo indica un jefe o un miembro del Ministerio del Interior". La semana pasada, la Delegada del Gobierno en Madrid, María Dolores Carrión, explicó a este diario que la intervención policial siempre va "relacionada con la violencia recibida".
A juicio del catedrático, la Policía debería aplicar un "ritmo más lento en las disoluciones, con pequeñas cargas no violentas, sin necesidad de apalear". Ahora, los agentes son "más brutos"; antes, eran "más ágiles e inteligentes", opina Bouza.

Una selección de:
Tierra de ratones


Una idea de Mau mau



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