Este artículo es el tercero de una serie que se publicará a lo largo de este mes sobre los delitos económicos cometidos por la dictadura. Los anteriores se publicaron el 11 y el 14 de diciembre. Tienen como base una investigación que aporta información inédita sobre los métodos de financiamiento y los principales botines de la represión.

Con sus principales líderes detenidos, militarmente derrotados en 1972 y con el golpe de Estado recientemente instalado, los tupamaros estaban en una situación demasiado compleja. Desde Argentina y con un número muy diezmado, el MLN-T se reagrupó en 1973 y empezó a operar en búsqueda de retomar su actividad guerrillera. Una de las variables más importantes para retomar la lucha armada era la económica. Con el objetivo de volver a la organización autosustentable, uno de los cabecillas del MLN, Lucas Mansilla, se concentró en la búsqueda de negocios rentables en los que invertir.

Para realizar esta tarea, dos piezas clave fueron el abogado José Luis Baumgartner y el fallecido empresario Artigas Uruguay Almandoz. Una parte de la historia de los negocios que hizo el dúo con la plata del MLN-T se encuentra en el expediente del juicio militar que le hicieron a Baumgartner cuando fue detenido, en la sentencia número 144 del Supremo Tribunal Militar del 26 de agosto de 1980. De acuerdo a esta fuente, en principio el encargado de esta tarea fue Almandoz, un empresario de la época que estuvo involucrado en numerosos negocios de rifas en equipos de fútbol de América Latina, entre los que se encontraban Nacional –de hecho, Almandoz es recordado como el ideólogo de la rifa que formó al equipo que se coronó Campeón de América en 1971–, Universidad de Chile y Universidad Católica en Chile, Millonarios y Santa Fe en Colombia.

En 1973, Mansilla y Almandoz tenían un negocio de rifas “en favor de River Plate y de la Cruz Roja Venezolana”, según una publicación de la revista El Soldado, afín al régimen militar. Este dato coincide con el expediente del juicio de Baumgartner, donde aparece que Almandoz y Mansilla tenían un negocio de rifas, pero no se aclara en qué equipos. A finales de ese año, la operación tomó otra dimensión. De acuerdo al expediente mencionado, por medio de una invitación de Almandoz, se sumó a la ecuación José Luis Baumgartner. En diálogo con la diaria, Baumgartner aportó una versión diferente: “Almandoz no era tupamaro, sólo tenía un interés económico en la organización. Él se había conectado en Chile con Mansilla y yo había arreglado con Mansilla que mi actuación estaba al margen de cualquier comentario. No lo cumplió y lo comentó con Almandoz y otra gente”. La versión del abogado y la del expediente difieren en que uno dice que Baumgartner se acercó al negocio por intermedio de Almandoz y el otro que se contactó directamente con Mansilla, sin la intermediación de Almandoz.

La historia relatada en el expediente judicial continúa en un hotel argentino, donde utilizando su seudónimo (doctor Marcelo Blanco), Mansilla le ofreció a Baumgartner hacer negocios con la plata de la organización y funcionar como su testaferro. Le comentó sobre el negocio de rifas que estaban llevando a cabo con Almandoz, pero a Baumgartner no le convenció y propuso una inversión diferente: comprar campos en Uruguay. A Mansilla le gustó la idea y Baumgartner puso manos a la obra.


Asesorado por su cuñado, Rafael Tellerias, en pocos meses el abogado concretó la compra de tres campos: primero, el tambo Liebling, ubicado en el ramal que une a la ruta Interbalnearia con la ruta 8, por el precio de N$ 170.000, con una existencia de ganado de N$ 109.000. El segundo fue un terreno en Empalme Olmos, que adquirió por N$ 110.000. Y el tercero, un campo que se encuentra en La Montañesa, por el costo de N$ 121.000. Ninguno de los tres campos se compró en un pago: se señaron y se acordaron distintas cuotas. El objetivo de la compra de estos terrenos era que se dedicaran a la industria lechera.

Para comprar estos campos Almandoz y Baumgartner utilizaron dos sociedades anónimas, Linser SA y Texor SA. El tambo Liebling era propiedad de Texor SA, según el Registro de Propiedad Inmueble de Pando (Nº de entrada 5.249) y según un pedido de informes al Ministerio de Defensa Nacional (MDN) referente al padrón, realizado para esta investigación. Sin embargo, la documentación que otorgó la Dirección General de Registro (DGR) sobre los otros dos padrones omite los datos de sus compraventas. El expediente del juicio militar a Baumgartner mostró que los derechos de Linser SA se repartían 40% en propiedad de Almandoz, 30% de Baumgartner, 20% de Zabala y el otro 10 % de Blanco. Estos dos últimos eran socios de Baumgartner y, según las declaraciones del abogado al juzgado militar, desconocían en qué estaban invirtiendo su dinero. Según el documento, Baumgartner dijo a Zabala y a Blanco que había recibido 400.000 dólares de un textilero chileno para hacer negocios en un campo.