viernes, 27 de septiembre de 2013

Los nuevos sumergidos: "catorcemilpesistas"


Rompamos con las pautas de rebaja salarial, no a los salarios de hambre 
Pa´l debate
FUECYS/PIT-CNT.


El pasado mes de junio, el gobierno marcó las pautas de negociación para los consejos de salarios. Pura rebaja salarial, tal como lo hace con los docentes, funcionarios de la salud, municipales (congelando los salarios y atacando sistemáticamente las luchan por romper con el techo que se quiere imponer al salario. Es la política de “Gasto cero” ajuste de hasta un 3% y un adicional de 2% a los que percibimos menos de $10.000.
Esto es absurdo si verificamos las superganancia que han generado las multinacionales del sector del comercio y servicios bajo el gobierno del FA. Para rematar la escena el gobierno ha sumado medidas antisindicales decretando la esencialidad a la salud (sólo cuando los trabajadores luchan). Se transforma en un centro a la olla para las patronales que colocan en los consejos de salarios un régimen que viola los derechos sindicales de los trabajadores.
La dirección de FUECYS concentra su denuncia en las que los cámaras patronales y se olvida del gobierno –al que quieren proteger.
El dirigente de Fuecys que ataca en la prensa la lucha docente y marca voto en contra de la propuesta del paro de 24 horas, que dijo: ”que la misma de aprobarse era hacerle una jugada a favor de las patronales, que han sacado un documento marcando un programa de gobierno para la derecha”, desprecia la posibilidad de unificar las luchas por salario, educación, salud y vivienda, ¿eso es hacerle el juego a la derecha?
Es hora de que se respete la voluntad de los trabajadores, la lucha es por el salario mínimo de $ 15.000 retroactivo al 1º de julio, y en varios sindicatos por un salario mínimo más alto.
No se puede aceptar que sindicatos de la FUECYS, como el de limpieza haya firmado convenios que violentan el mandato del congreso de FUECYS (a 5 años y por un salario de $ 11.708 – si trabajas todo el mes-) y el gas, todavía por menos, convenios de miseria salarial.
Los trabajadores del comercio y servicios debemos ir a fondo con el reclamo de los aumentos generales de los salarios, y romper con el techo que se nos quiere imponer, en momentos en que se agudiza la crisis capitalista, los precios de los bienes de consumo popular suben todos los días, y la inflación se come nuestro pobre salario. El aumento del costo del petróleo se traslado al precio del boleto a partir del 15 de septiembre.
El gobierno ya ha dicho que si Brasil devalúa la moneda, se irá por el mismo camino, está claro que vamos a una mayor carestía y conto de vida para la clase obrera y el pueblo en general. Esto demuestra el carácter del gobierno, que posterga las reivindicaciones y reclamos obreros por mantener el negocio capitalista, subsidios a las multinacionales, pago de la deuda externa, impuesto al salario. Mientras la bancada parlamentaria del FA, con los votos Partido Nacional e Independiente ha votado la Ley de Minería (Negocio para Iratiri), mientras duermen los 4 proyectos de Ley de FUECYS (Nocturnidad, Licencias especiales, Regulación del horario comercial y Call center), desde hace más de dos años.
Esta caracterización política debe tener como estrategia para los trabajadores la unificación y profundización de las luchas, por: Salario, Educación, Salud y Vivienda. Fuera el impuesto –IRPF- al salario, sustituyendo por impuestos a las ganancias. Que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores.
Salario mínimo ahora de $ 15.000 para todos los trabajadores, convenios salariales hasta elevar el salario a la media canasta familiar.





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 26 Septiembre 2013
Escrito por: Mariana Contreras
"Catorcemilpesitas"
El conflicto que enfrentan los trabajadores de los supermercados es tan sólo uno de los elementos de tensión en la nueva ronda de consejos de salarios. En este subsector abundan los trabajadores que ganan menos de 14 mil pesos por 40 horas semanales de trabajo y que forman parte de los “sumergidos”, una categoría en la que está casi el 50 por ciento de los asalariados, según el pit- cnt.
En el papel, la cifra: 1,25 por ciento de crecimiento anual del salario real es la propuesta de la Cámara de Comercio para los empleados de los supermercados. En plata, significa un incremento de 130 pesos y fracción para sueldos que alcanzan un máximo de 14.674 pesos nominales por 44 horas semanales de trabajo, de lunes a sábado, según el laudo vigente. El empleado que gana menos en un supermercado obtiene por esas horas de trabajo 10.478 pesos, y eso si se le paga de acuerdo al laudo. Son los exponentes de lo que años atrás se llamó “diezmilpesistas”, para designar a los trabajadores con salarios sumergidos.
De hecho, el comercio en general es una de las áreas donde los salarios aún se consideran “sumergidos”, ya que, teniendo en cuenta el aumento de los precios, ese concepto varió su cifra y hoy la central de trabajadores considera sumergidos aquellos sueldos por debajo de los 14 mil pesos por 40 horas de trabajo. Los diezmilpesistas pasaron ahora a una categoría que bien podría llamarse la de “ahogados” o “aplastados” salariales.
Al analizar estos cambios, un trabajo del Instituto Cuesta-Duarte encontró que el 47,9 por ciento de los asalariados (562.836 personas) hoy están en esta categoría en Uruguay. Si se toma sólo el subsector de los supermercados la cifra sube al 72, 6 por ciento (casi 29 mil personas). Y si se mira a los asalariados de todo el sector comercio que no aportan a la previsión social, la cifra crece hasta el 85,5 por ciento. Vale decir aquí que, para definir el universo de sumergidos, el instituto tomó el valor hora del principal salario declarado por las personas en la Encuesta Continua de Hogares y luego lo multiplicó por 40 horas de trabajo. Eso significa que aquí no están contemplados quienes pudieran estar ganando menos de 14 mil pesos por un trabajo de 10 o 20 horas semanales.
El sábado pasado los empleados de los supermercados ocuparon las entradas y estacionamientos de 16 locales en varios puntos del país. Intentaban hacer oír su reclamo en el marco de la negociación colectiva. Exigen llevar todas las categorías al mínimo de 15 mil pesos, además de una serie de mejoras en las condiciones de trabajo (véase recuadro).
La acción de los trabajadores parece haber tenido algún efecto, puesto que una reunión prevista para el pasado lunes en el marco de los consejos de salarios fue suspendida a pedido de las patronales, que intentarán ahora mejorar la oferta. De todas formas, los trabajadores esperan con poco entusiasmo ese día, porque aunque los empresarios “duplicaran la oferta actual estaríamos lejos de lo que el gremio pide”, le dijo a Brecha Gerardo Castro, trabajador del supermercado Géant y uno de los negociadores del sector.
DESDE EL FONDO DE LOS TIEMPOS. En la anterior ronda de consejos de salarios también la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (fuecys) tuvo un protagonismo importante. Aquella vez fueron las empleadas de las tiendas quienes se hicieron oír en las calles, cobrando una fuerza inesperada en un sector caracterizado por la alta represión sindical y su contraparte, la escasa participación gremial.
En aquella oportunidad el sector mostraba “un fuerte dinamismo en la mayoría de los sectores, impulsado por el crecimiento de la demanda interna, principalmente de bienes de consumo y de las exportaciones en un contexto de expansión del comercio exterior”. Pero pese a esta confesión que se leía en la Encuesta de Bienes y Servicios de la propia Cámara de Comercio, las negociaciones fueron extremadamente duras, con salarios base que rondaban los 5.200 pesos y una patronal negada a cualquier avance en ese sentido. Cuánto más dura puede ser ahora la pelea, cuando la cámara asegura que las ventas reales del sector, durante el primer semestre de 2013, se mantuvieron “prácticamente estancadas” en comparación con el mismo semestre del año pasado, y que en el subsector de supermercados la caída de ventas fue de 1,4 por ciento para el segundo trimestre de este año. Pero para fuecys, y según los datos que maneja –tomados del Banco Central–, lo anterior es insignificante ante el hecho de que el comercio significó en 2012 más de 14 puntos del pbi, explicó Castro al semanario. En la interpretación de los trabajadores, la presión para no aceptar mejoras salariales proviene del grupo Casino –el conglomerado internacional integrado por Géant, Devoto y Disco–, en cuyos locales se respiran aires de represión sindical, y al que sin embargo no le tembló la alcancía en el momento de invertir 70 millones de dólares en el quinto shopping que tendrá Montevideo (el Nuevo Centro, ubicado en Luis Alberto de Herrera y bulevar Artigas), y donde se ubicará una sucursal del Géant de más de 6.500 metros cuadrados.
Son tres los grupos grandes (Casino, Macro Mercado-Tienda Inglesa, y Tata-Multi Ahorro). Mientras los dos últimos han mostrado “disposición a encontrarle la vuelta, Casino es el que se mantiene firme en no moverse de los lineamientos dados por el Ejecutivo”, explicó Jorge Peloche, dirigente de fuecys. El sindicalista se refiere a los pisos marcados desde el gobierno: según cómo esté el sector (bien, regular o mal) se propone un 4, un 2 o un 1 por ciento de recuperación del salario real por encima del ajuste por inflación. La bonanza del sector se mide según si su crecimiento estuvo o no por encima del aumento del pbi, y aunque la patronal se ubica en el escalón del medio, los trabajadores señalan que “el sector superó el 5 por ciento de crecimiento, mientras que el del pbi global rondó el 4 por ciento”.
Es justamente en los grandes supermercados donde los trabajadores encuentran mayores resistencias. Peloche remarca que en algunos supermercados pequeños la situación es incomprensiblemente mejor que en los grandes. Por ejemplo en Pando, donde el Súper Pando, que tiene sólo un local y tres o cuatro cajas, paga los mismos salarios que Devoto, que tiene diez cajas en su sucursal de aquella ciudad. Incluso el Súper Pando cierra los domingos al mediodía, mientras que su competencia sigue abierta. Pero además de compararlo con las ganancias patronales, los trabajadores contrastan su salario con la realidad: 9.500 pesos de un alquiler promedio, otros mil pesos de transporte al mes, 2.200 pesos de servicios (luz, agua, teléfono, etcétera) hacen un total de 12.700 pesos de gastos fijos. Con un salario que luego de los descuentos no alcanza los 10 mil pesos, la realidad no se torna muy luminosa.
La situación de las grandes cadenas tiene su excepción en Tienda Inglesa, al menos mínimamente. Allí las condiciones salariales, sin ser maravillosas, son un poco menos duras. La familia Henderson paga alrededor mil pesos por encima del laudo, además de dar una serie de incentivos y beneficios a sus funcionarios, que también redundan en una mejora del sueldo. Entre ellos, Tienda Inglesa paga los boletos, ofrece el menú del almuerzo a 50 por ciento del precio real, y el año pasado repartió un porcentaje (“aunque fuera mínimo”) de sus utilidades entre los trabajadores.
CUESTIÓN DE MEDIDAS. Si uno se atiene al 50,3 por ciento de los trabajadores (asalariados, cooperativistas, cuentapropistas) que en Uruguay gana menos de 14 mil pesos por 40 horas de trabajo, puede interpretar que, a pesar del reconocido crecimiento que experimentó el salario en estos años, la situación sigue siendo crítica. En particular en algunos sectores, donde los porcentajes de trabajadores sumergidos son en exceso elevados. El 60 por ciento de los asalariados de la industria y el 61 por ciento de los del comercio están en esta situación, con puntos peores en algunos subsectores. Tres ejemplos, más allá de los supermercados: 77,7 por ciento de los trabajadores de la vestimenta, 65 por ciento de los ocupados en la ganadería vacuna y el 88,9 por ciento de los trabajadores de la horticultura están en esa situación.
La idea de “diezmilpesistas” comenzó a sonar en 2011, cuando a pesar de los buenos indicadores de consumo, crecimiento y mejora salarial (que el pit-cnt reconocía y celebraba) la central quiso advertir, en el marco de la ronda de consejos de salarios, que no todo era alegría, y que el ítem “valor del trabajo” era una mancha notoria en los avances. Ciertamente, y siguiendo los números de la central, en dos años el número de sumergidos bajó en casi 100 mil personas,1 pero el nuevo trabajo del Instituto Cuesta-Duarte vuelve a mostrar que aún falta un largo camino.
Desde el Ministerio de Economía y Finanzas (mef) se relativizaron estos números y se aportaron otros. En una presentación realizada el 27 de agosto en la Comisión de Hacienda del Senado, el ministro Fernando Lorenzo expuso sus datos. Los diezmilpesistas son –según el mef– 183.192 (casi 142 mil personas menos que lo que dice el pit-cnt para esta franja). Las cifras del ministerio resultan de sumar al salario las transferencias que el Estado realiza (Fonasa, asignaciones familiares, tarjeta Uruguay Social), y dejar sólo dentro del grupo a aquellos que, habiendo sumado todos los ingresos, no alcancen los 10 mil pesos. Lorenzo recordó también que el 80 por ciento de ellos no pertenece a hogares pobres. De esta forma el mef centra la discusión en el bienestar asociado a los ingresos de las personas.
Estrictamente, el mef tiene razón, pero de esa forma se aleja del eje que pretenden resaltar los trabajadores, que es el valor del trabajo en el Uruguay de hoy, un ítem nada menor a la hora de medir su calidad. Así las cosas, un mismo concepto (diezmilpesistas, que en definitiva es la palabra que pretendió en su momento agrupar a los trabajadores sumergidos) está siendo empleado de dos maneras diferentes y para cosas diferentes, con un alto riesgo de que los ciudadanos comunes no entiendan bien ni quiénes ni cuántos uruguayos tienen un salario sumergido, y el porqué de las diferencias en los números.
Brecha consultó a Pedro Apesteguía, director general del mef, quien agregó que las dos terceras partes de quienes forman el grupo de diezmilpesistas están por fuera del mercado formal de trabajo. Por lo tanto, en el análisis del ministerio, la política necesaria para atacar el problema no pasa tanto por lo salarial –aunque reconoció, claro está, la necesidad de las mejoras– sino por la incorporación de esas personas a la seguridad social. Según su entender, con la realidad descripta, el planteo de la central sindical de llevar el salario mínimo a 15 mil pesos sólo atendería a una parte muy menor de los trabajadores diezmilpesistas, desplazando así el eje hacia la necesidad de formalizar el empleo. Brecha también consultó al jerarca sobre el motivo de centrarse en los sueldos menores de 10 mil pesos y no en los de 14 mil, cifra en que se ubican hoy los salarios sumergidos, a lo que respondió: “Nosotros no hablamos de salarios sumergidos o no sumergidos. Establecimos un compromiso de gobierno, que es llevar el salario mínimo nacional a 10 mil pesos (en enero de 2015) y en eso nos concentramos, de ahí que tomemos a esa franja como referencia”.
“El ministerio quiere aproximar el concepto a una medida de bienestar, nosotros no pretendemos eso”, afirma Hugo Bai, miembro del equipo del Cuesta-Duarte. “Lo que decimos es que hay gente que por 40 horas de trabajo gana menos de 10 mil o de 14 mil pesos (porque el término diezmilpesista no puede quedar limitado a una cifra nominal) y eso es muy poco.” Lo que persiste en el fondo de la discusión –y en los énfasis que cada uno hace– es que para poder vivir del trabajo en el Uruguay de hoy un porcentaje extremadamente alto de ciudadanos debe enfrentarse a jornadas dobles o triples (12, 14, 16 horas) para poder hacerlo sin lujos pero con dignidad. n
1. Esta afirmación tiene en cuenta que en 2011 los sumergidos eran quienes ganaban menos de 10 mil pesos, y que en 2013 esa categoría alcanza a quienes tienen un salario menor a 14 mil pesos.






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