Lo que dicen las maestras
De Casavalle a Malvín Norte, seis directoras cuentan sus recetas contra el ausentismo y la repetición en las zonas de contexto crítico
Desde el pizarrón
Sebastián Cabrera
Angela Fernández saca del armario un tupper
lleno de medias y le pide a Maikol que se siente en el escritorio de la
dirección y se quite sus desgastados championes. Maikol, un niño de
siete años, vino descalzo a clase y ella le pone medias nuevas.
Fernández es la directora de la escuela 317 de Malvín Norte, tiene 59
años y se jubila en diciembre. Dirige la escuela desde 2001 y sí, parte
de su trabajo es conseguir zapatos y medias para sus alumnos.
La escuela 317, Islas Baleares, fue la segunda escuela
con mayor tasa de repetición en 2012 en Montevideo: recursaron 42 de 202
alumnos de primero a sexto, el 20,7%. Pero en primer año repitió el
40%. La mayoría de los niños que vienen son de asentamientos de la zona.
Esta escuela fue parte de un informe que Qué Pasa
publicó el 3 de agosto, donde se relataba cuáles son las instituciones
con mayor y menor tasa de repetición en Montevideo (ver recuadro).
Ahora, ¿qué se está haciendo en escuelas como la de Malvín Norte -las
que tienen alta tasa de repetición, ausentismo y abandono- para revertir
esa tendencia? La directora de la 317 abrió las puertas de la escuela a
Qué Pasa, para contar cómo trabajan allí. Lo mismo otras cinco
directoras de escuelas en Unidad Casavalle y Cuarenta Semanas, que
también están en zonas de contexto crítico, en barrios donde hay un
clima de violencia y ha habido balaceras. Las poblaciones de las seis
escuelas son similares, pero las modalidades de trabajo son diferentes y
solo en una -la 92 de Cuarenta Semanas- la repetición se redujo a la
mitad en los últimos dos años.
En el discurso de las maestras, de todos modos, hay
algo que se repite: insisten en que recursar no es sinónimo de fracaso,
sino que significa que hay niños que tienen ritmos distintos de
aprendizaje, y más cuando esos niños llegan a clase con hambre, poca
ropa y con padres que no siempre ayudan a que pasen de año.
Malvín Norte.
"Maikol, otra vez viniste descalzo", lamenta
Fernández. Pero Maikol no es el único niño con ese problema: más tarde
le dará un par de zapatos a otro niño, que vino con los championes
rotos. "Todos los días viene alguien sin medias, sin abrigo, sin
bombacha o sin túnica", dice Fernández.
La directora oficia de guía por la escuela, que se
construyó en la década de 1990 pero fue renovada hace poco con un
comedor nuevo. Fernández entra a una clase de primero y muestra el
cuaderno de Tarcis, una niña que recién está empezando a leer. "¿Vos qué
edad tenés?", le pregunta a un nene. "No sé", responde. En tercero
algunas niñas se están pintando las uñas. "Estuvieron jugando a las
modelos", explica la maestra. Hay niños que tienen camperas arriba de la
túnica, hay otro de gorro peruano, y Fernández pide que, por favor, se
saquen todo, porque tiene que verse la túnica. En sexto no lo podrá
hacer: solo cuatro de 19 vinieron con túnica. "Así está el mundo,
amigos", bromea la directora. La maestra de sexto muestra un volcán y
una ciudad en escala que está haciendo la clase durante este año.
Mientras, un niño termina de dibujar en el cuaderno un revolver 38 con
dos balas saliendo. Eso no es raro. En un estudio de 2007 sobre la
población de esta escuela se afirmaba que "estos niños y sus familias
suelen manejar códigos donde la violencia está naturalizada", lo cual
"choca con el bagaje que tienen los docentes".
Ese estudio es de hace seis años pero en la escuela
creen que aún representa a buena parte de la población que llega a la
317. Aquel informe tomó una muestra de 60 alumnos de primer año: el 73%
vivía en asentamientos y el 84% presentaba algún tipo de parasitosis.
Solo el 20% tenía un desempeño esperable para la edad.
En su escritorio, y después de ponerle las medias a
Maikol, Fernández charla con Qué Pasa, acompañada por la maestra
psicóloga Inés Brunetto.
-Desde 2012 esta es una escuela de tiempo completo. ¿Por qué?
Fernández: Primero, porque era una escuela con pocos
alumnos y una capacidad que lo permitía. Y después se valoró el tiempo
que muchos niños estaban en la calle. El barrio está dividido: los niños
que no pertenecen a asentamientos van a la escuela de enfrente, la 267.
El imaginario hace que haya una polarización. A nosotros se nos
potencian los problemas: queda todo homogéneo, tirando hacia abajo.
Entonces ahora de mañana los niños tienen el módulo curricular y de
tarde son talleres lúdico recreativos, que hacen que el niño pueda
jugar, divertirse y ser feliz. Pero es difícil lograr que estos niños
estén escolarizados ocho horas: están acostumbrados a vivir libremente.
-¿El origen de los niños es la explicación para la repetición alta?
Fernández: Es una de ellas. Y después está el alto porcentaje de ausentismo.
Brunetto: El clima influye. Cuando llueve mucho, no pueden salir de la casa.
Fernández: Las casas en general son de piso de tierra y techo de chapa.
-¿Qué estrategia hay para intentar revertir el ausentismo y la repetición?
Fernández: Tenemos una maestra integradora, que se
ocupa en forma individual de todos estos niños que, por faltar mucho,
tienen un rezago. El problema es que en otras escuelas esos niños son
seis o siete: acá son muchos más.
Brunetto: Yo soy maestra de apoyo y focalizo mi
actividad con el primer y segundo año, para fortalecer el índice de
promoción. A primer año muchas veces llegan sin funciones básicas
adquiridas.
-¿Eso qué significa?
Fernández: Trabajamos con niños que no saben abrir
puertas, no saben usar el wáter (que hagan en el wáter es todo un
drama), que al principio no tienen hábitos para comer. Hay que empezar
desde cero, desde lo más básico, básico, básico.
Brunetto: Es variado. Pero hay una población que,
por ejemplo, llega sin saber dibujar una figura humana en forma
esperable para un niño de seis años. O sin la función perceptivo motriz
porque, para copiar su nombre, el niño debe identificar las letras,
discriminar los trazos. Funcionan como niños más pequeños.
Fernández: Porque les faltan estímulos. Y hay un déficit de lenguaje, tienen problemas de pronunciación.
-¿Qué más hacen ustedes para intentar bajar la repetición y el ausentismo?
Fernández: Primero te respondo del ausentismo,
porque es lo más importante: si no vienen, no pueden aprender. Ahora hay
un programa que quita asignaciones familiares si faltan mucho. Así
hemos recuperado niños. Y, además, tres días a la semana nos quedamos
varias docentes (en forma voluntaria y honoraria) una hora más fuera de
horario con los niños que pensamos que pueden promover de primero y
segundo, pero que están flojos. Nosotros no tenemos apoyo de la casa en
general, hay muchas madres solteras y analfabetas. Hablo en términos
generales, por supuesto que hay excepciones. Pero estamos muy conformes
con nuestro trabajo, por eso nos late el corazón de angustia cuando
aparecemos como la escuela con más repetición. Parece que, porque los
niños son pobres, la educación que se les da es de menor calidad. Y es
al revés: el maestro debe buscar estrategias de donde no hay,
entusiasmar a los niños.
-¿Pero repetir el año es fracasar?
Fernández: No.
Brunetto: Yo entiendo que la repetición es un
derecho del niño a que se respeten sus tiempos y sus necesidades
educativas especiales, sobre todo en el primer año. No podemos exponerlo
a las exigencias de segundo, cuando no ha logrado lo básico y no tiene
apoyo en el hogar.
-¿Cómo se traslada a la escuela la violencia en la que están inmersos ellos?
Fernández: Los niños son muy violentos, tienen baja
capacidad para la frustración. Nosotros trabajamos en el diálogo. Pero
si se muestra solo lo malo, reforzamos esa idea de que somos "la
escuelita del crimen", porque muchos de nuestros alumnos son los que en
determinado momento delinquen. ¿Pero por qué delinquen? Porque nadie les
da la mano.
Brunetto: Nos ponemos tristes cuando sabemos que
algún ex alumno terminó en la Berro, que delinquió. Uno los vio crecer.
Nosotros hicimos lo que pudimos: darle herramientas básicas para la
vida.
Fernández: Pero también tenemos exalumnas que están
en el programa Uruguay Trabaja. Todos son chiquilines adorables. Solo
que no tienen quién los quiera. Acá hay niños que nunca en su vida
fueron a la playa... Nunca.
Brunetto: Yo podría haberme trasladado de esta
escuela. Pero me quedé, porque me encariñé. Y eso que mi primer año fue
difícil: ninguna mamá venía a las citaciones escritas que mandaba: ahora
las agarro en la esquina, las llamo o voy a las casas, nunca más mandé
una citación.
Fernández: Mirá, tenemos una niña que aprendió a
leer en tercero, después de haber repetido dos veces primero y dos veces
segundo. ¡El día que aprendió a leer no te imaginás qué emoción fue!
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Unidad Casavalle.
Varias palas mecánicas mueven la tierra, unos
cuantos obreros van de acá para allá en José Martirené y Aparicio
Saravia. En diciembre inauguran ahí una plaza al estilo de la Líber
Seregni, cerca del complejo de viviendas Los Palomares y del barrio
Borro.
Y frente a las dos escuelas del barrio. Separadas
por un muro (y comunicadas a través de una puerta), cada escuela tiene
dos turnos: de un lado la 178 Martin Luther King y la 319 República
China, y del otro la 320 y 321 (que no tienen nombre). Estas escuelas
salieron en la televisión y en los diarios el año pasado y este año,
cuando hubo balaceras. Son, además, escuelas con alta tasa de
repetición. En 2012, la 319 fue la novena con mayor repetición de
Montevideo con una tasa de 18% de primer año a sexto. La 321 quedó en el
lugar 11, con 17,69%; la 178 decimotercera con 17,54%; y la 320 tuvo
una tasa de 14,88% de repetición, en el lugar 26.
A las 11 de la mañana el barullo es grande en el
patio, es hora del recreo. En la sala de dirección de las escuelas 178 y
319 hay un cuadro con la cara de Martin Luther King y su famosa frase
"sueño con el día en que mis hijos no sean juzgados por el color de su
piel, sino por la integridad de su carácter". La frase es atinada: buena
parte de los cerca de 1.500 alumnos son negros.
Carmen López tiene 36 años de docencia y dirige la
escuela 178 desde hace 15. "Ser directora acá es lo mismo que ser
directora en la mejor escuela de Montevideo", dice López, "solo hay que
tener ganas de trabajar". Y agrega que el problema es que los niños acá
no disfrutan la niñez como deberían. "Tienen que llegar a su hogar y
cuidar a los hermanos menores. Algunos están en situación de calle",
explica. La escuchan la directora de la escuela vecina 320, Adriana
Álvarez, y la inspectora Raquel Casartelli. Luego se sumarán a la charla
las directoras del turno tarde, Rosario Pose (debutó este año como
directora de la escuela 319) y Shirley Young (escuela 321).
-¿Qué importancia le dan ustedes a la repetición?
Alvarez: Quiero sacar esa palabra y voy a decirle
"recursar". Hay niños que necesitan recursar. Cada niño tiene su tiempo.
Se ve la repetición como un fracaso, pero el niño no fracasa: hay
muchas causas que hacen que en esos nueve meses no absorba ciertos
conocimientos.
Casartelli: Lo importante es que el niño avance
respecto a sí mismo. Pero si no hay metas mínimas logradas, hay que
evaluar si debe recursar.
Young: Acá hay más repetición, pero no me preocupo.
Es un indicador engañoso, es manipulable. Lo importante es que, cuando
egrese, tenga todo lo necesario para sostenerse en el segundo ciclo.
-¿Y qué estrategias se aplican?
López: Hay enormes dificultades en el lenguaje y se
está trabajando en eso. Nuestra escuela justo hoy empezó con
"trayectorias protegidas", un proyecto de Primaria que apoya a los
alumnos desfasados en los aprendizajes básicos de la lengua y la
escritura. En la escuela 178 el plan es el siguiente: los maestros de
aula atenderán a unos 50 niños desfasados, cuerpo a cuerpo. Mientras eso
pasa, el resto de los niños estará en talleres de música, danza, canto o
teatro. Cuando los primeros niños terminan su clase especial, se
incorporan a un taller de arte.
Alvarez: En mi escuela el mismo programa se aplica
diferente. Tenemos una maestra a contraturno, que trabaja con 15 niños
de cuarto, quinto y sexto, que -estando en grados superiores- no se
desenvuelven con la lengua como uno desearía. Escriben o leen con
dificultades.
-¿Y en el turno de la tarde?
Young: Tenemos talleres extra horario, hasta las
siete y media de la tarde, de patín, murga, circo, teatro y ajedrez para
los niños. Y hay un curso para las madres en peluquería y maquillaje
artístico.
Pose: Y estamos con una experiencia linda en los
primeros años. Shirley empezó un proyecto hace tres años y yo, como
tengo experiencia en la metodología natural integral, la apoyé.
Young: Es un proyecto de abordaje integrado de los
dos turnos de la tarde, donde flexibilizamos los grupos, lo que permitió
avances en los aprendizajes, en la calidad de la lectura y la
escritura. En primer año tenemos tres grupos con niveles de desempeño e
intervención docentes distintos, pero algunos niños ya están
prácticamente cursando segundo. Si un niño está en un grupo en el que se
transita hacia la escritura silábica y él ya logró eso, entonces lo
recibe la maestra del grupo que está en el proceso de la escritura
alfabética.
Un rato después, Young muestra eso en la práctica.
Entra a una clase de primer año, donde buena parte de los alumnos
presentan avances pero aún no cumplen metas para pasar de año; algunos
repetirán. Luego, entra a otro grupo donde hay niños que se encuentran
en un nivel más alto. Muestra un cuaderno a principios de año y ahora:
la evolución es evidente. Y, finalmente, pasa a otra clase donde están
mezclados alumnos de segundo año con otros de primero que están en un
nivel acorde. Young sonríe, sale al patio y cambia de tema: dice que el
clima de tranquilidad de hoy es el que hay casi siempre, "acá no hay
peleas ni heridos".
-¿Pero cómo fue lo de las balaceras?
López: La del año pasado comenzó con un desencuentro
de dos mamás frente a un aula. Intervenimos y separamos. Pero una de
ellas entró a la secretaría, tomó una tijera y cortó a la otra. Yo llamé
a la policía, solo por eso. Porque parto de la teoría de que estas
agresiones entre padres son problemas barriales, no escolares. Luego
hubo una balacera fuera del local y se veía desde las ventanas.
Alvarez: A raíz de este entredicho, llegaron otras
personas y se produjo un enfrentamiento entre el 222 y tres personas
armadas. El 911 respondió rápido. Pero no pudimos prever la situación,
estábamos en pleno recreo. Era más peligroso retirar a los niños de la
escuela, que dejarlos. Muchos padres nos agradecieron, nosotros -sin
hablarnos- hicimos lo que teníamos que hacer, ni más ni menos.
Alvarez dice eso y se emociona, le brillan los ojos.
Cuando la entrevista ya terminaba, pide otra vez la palabra y dice que
la opinión pública debe saber que "acá hay gente muy comprometida, que
brinda lo mejor para que sus niños salgan adelante". Y que los maestros
son respetados y queridos en el barrio: "Yo trabajo acá hace 23 años y
te lo puedo decir".
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. Cuarenta semanas.
La escuela 92, Arturo Carbonell y Migal, está a
pocos minutos de Unidad Casavalle, al lado del Cuarenta Semanas y con
una población similar a las otras cinco escuelas. Casi la mitad de los
200 alumnos viven en la rambla costanera sobre el arroyo Miguelete.
Según la directora María Elizabeth Machín, cerca de un 70% de los niños
son de asentamientos o de poblaciones realojadas de asentamientos, en
toda la zona cercana al Cementerio del Norte.
La escuela fue construida en 2010 (antes estaba en
otro sitio) y desde ese momento es de tiempo completo. En la puerta hay
un pizarrón que dice "bienvenido, welcome" y todo luce ordenado,
colorido y limpio. Los salones son luminosos, con amplios ventanales,
pero también tienen unas molestas rejas en las ventanas. Y el portón de
entrada está casi siempre con el candado puesto, por seguridad.
Las paredes de la clase de los niños de cinco años
están tapizadas de mensajes. Por ejemplo, se leen las palabras
"valores", "honestidad" y "responsabilidad". También "No: pegar,
empujar, tirarse, mojarse, correr, romper, patear, morder, arañar". Y
"Sí: saludar, cuidar, escribir, trabajar, juntar, ordenar, jugar".
También hay dos "muñecos sexuados", con órganos genitales.
Machín y Piana ven pasar a un niño sin moña y le
dicen "la moña, te falta la moña". En la huerta plantan acelga, tomate,
romero, cebolla, morrón y perejil. Unos niños trabajan allí y otros
posan para el fotógrafo. Dos de ellos se quieren pegar y la directora
les pide que estén "contentos, felices".
Ya en su oficina, Machín saca una carpeta con los
números de la escuela y dice que en 2010 había una repetición de 37% en
primero, "estábamos en alerta roja". La inspectora se agarra la cabeza
cuando la directora lee los números. La repetición de primero a sexto
era de 14% en 2009 y 12,3% en 2010.
Pero esas cifras bajaron mucho por el trabajo
académico, dicen. La repetición en primero bajó a 14,8% en 2011 y 11,5%
en 2012. La repetición de primero a sexto bajó a 7, 9% en 2012. Es
decir, por debajo del promedio de Montevideo, de 8,5%. ¿Y cómo se logró?
Machín habla de un trabajo individualizado que se inició en 2011 cuando
ella asumió y se hizo un diagnóstico de cada alumno. Todo el personal
docente actual entró a la escuela en aquel entonces y no ha habido
rotación, hoy están todos efectivos.
Además, se realizan talleres internivelares,
mezclando alumnos de diferentes años. Y se hicieron "promociones
extraordinarias": apelando a un mecanismo previsto en Primaria, se pasan
niños de un grado a otro en cualquier momento del año, después de una
valoración del desempeño. En 2011 se hicieron 10 promociones
extraordinarias, y funcionaron bien nueve de ellas. "Si el niño empezó
en tercero y la segunda parte del año la hizo en cuarto, para nosotros
es exitoso si pasa a quinto a fin de año", explica Machín.
Y hay otros proyectos. Se dan charlas de prevención
de accidentes y sobre cómo actuar cuando hay balaceras. Este año hubo
dos episodios a unos metros de la escuela. "Ya los niños saben que deben
ir al piso cuando se da una señal y la dirección toca el timbre", dice
Machín.
-Ahora, ustedes tienen una población parecida a la de otras escuelas. ¿Por qué los resultados son, en apariencia, mejores?
Machín: Es el compromiso del docente, el vínculo con
el alumno y el trabajo desde el convencimiento de que el alumno tiene
potencialidades.
Piana: Nosotros creemos en el niño, no importa el
contexto de dónde provenga. Todos pueden llegar a los mismos
conocimientos. Sí se puede.
-¿El de ustedes es un modelo a seguir para otras escuelas en barrios similares?
Machín: Sería pretencioso decir eso.
Piana: Nosotros tenemos esta fórmula, esta forma de
hacer escuela, y nos ha dado resultados. Pero hay otras experiencias
exitosas.
SEIS DIRECTORAS DE SEIS ESCUELAS EN TRES BARRIOS DISTINTOS
Adriana Álvarez
DIRECTORA DE LA ESCUELA 320 - UNIDAD CASAVALLE
"Hay niños que deben recursar. Se ve la repetición como un fracaso, pero cada uno tiene sus tiempos".
Carmen López
DIRECTORA DE LA ESCUELA 178 - UNIDAD CASAVALLE
"Las agresiones entre padres (como pasó con las balaceras)son problemas barriales, no escolares".
Ángela Fernández
DIRECTORA DE LA ESCUELA 317 - MALVÍN NORTE
"Muchos de nuestros alumnos son los que luego delinquen. ¿Por qué? Porque nadie les da una mano"
Elizabeth Machín
DIRECTORA DE LA ESCUELA 92 - CUARENTA SEMANAS
"Nuestros niños tienen muchos inconvenientes para venir cuando llueve. Una cantidad vive sobre el Miguelete".
Rosario Pose
DIRECTORA DE LA ESCUELA 319 - UNIDAD CASAVALLE
"Hablamos de recursar. Repetir sería repetir todas las mismas situaciones y nunca es así. Siempre hay avances".
Shirley Young
DIRECTORA DE LA ESCUELA 321 - UNIDAD CASAVALLE
"Acá se repite más que en otros lados. Pero no me preocupa: es un indicador engañoso, manipulable".
La elección de las seis escuelas
La elección de las seis escuelas que Qué Pasa visitó
fue consensuada con el director de Primaria, Héctor Florit. El jerarca
prefirió que en la lista de entrevistas no se incluyera a la escuela 131
de la Ciudad Vieja (la que tuvo repetición más alta en 2012) porque
está en proceso de cambio y en 2014 será de tiempo completo, ya que
cambió el origen social de los alumnos.
Estímulos visuales y afectivos
La Unidad de Estadística y Evaluación de ANEP
elaboró un informe interno donde se rechaza la comparación entre
escuelas que Qué Pasa realizó el 3 de agosto. Porque "unos llegan luego
de una primera infancia vivida con infinidad de estímulos visuales y
afectivos, (...) otros llegan luego de una primera infancia donde las
prácticas de leer y escribir sólo ocurren en forma excepcional".
El ranking secreto de las escuelas
El sábado 3 de agosto Qué Pasa publicó "Dos mundos",
donde se informaba cuáles son las escuelas con mayor y menor tasa de
repetición en Montevideo. Eso en base a las estadísticas de Primaria,
que se consiguieron tras apelar a la ley de acceso a la información
pública.
-ESCUELAS
En 2012 la escuela con mayor índice de repetición
fue la 131, en Maldonado casi Ciudadela (22,9%). La siguió la escuela
317 en Malvín Norte (20,7%). En el otro extremo, están las escuelas 83 y
39, una en Pocitos y otra en Punta Carretas, con 0,51% y 0,55%.
73%
de los niños de la escuela 317 de Malvín Norte son de asentamientos, según un estudio de 2007.
43%
de sus madres tienen Primaria incompleta. Solo el 19% cursó el Ciclo Básico, dice el mismo estudio.
84%
La repetición refleja la brecha entre los dos Montevideo: el que tiene indicadores similares a Europa y el que tiene indicadores de África. El rico y el pobre. ¿Cuáles son las escuelas con más y menos repetidores y por qué?.
Sebastián Cabrera
En la calle Maldonado, casi Ciudadela, está la
escuela 131 República de Chile. Justo ahí donde se unen el Barrio Sur y
la Ciudad Vieja. Carlos y Martina, dos niños de nueve años de edad,
están sentados en un murito, esperando que sea la hora de entrar a
clase. Los dos cursan tercer año pero, en realidad, deberían estar en
cuarto. Carlos (su nombre, como el de los demás niños que aparecen en
este artículo, es falso) dice que hizo dos veces primero porque no había
aprendido a leer ni escribir.
-¿Y por qué?
-Porque me aburre leer. Pero después aprendí -contesta, serio-. Y pasé de primero y de segundo, con sobresaliente.
Martina repitió tercero el año pasado. Aparentemente no
logró hacer bien algunas pruebas que eran definitorias. "La maestra me
dijo que iba a ver si me pasaba o no... Pero me repitió", cuenta ella.
Otros cuatro niños que a esta hora, un poco antes de la
una, juegan entre la calle y la vereda, también han repetido algún año.
En esta escuela en pleno centro montevideano -que hasta hace no mucho
era una institución casi modelo- en 2012 repitieron 25 de los 109
alumnos que cursaban de primero a sexto en el turno tarde. Eso dicen las
estadísticas del monitor educativo de Primaria a las que accedió Qué
Pasa tras apelar a la ley de acceso a la información pública. Se trata
del 22,9% del total de alumnos, la tasa de repetición más alta de
Montevideo. Es mucho: uno de cada cinco. Ese 22,9% está muy lejos del
5,6% de promedio nacional e inclusive del 8,5% de repetición en
Montevideo.
Hoy, muchos niños que vienen a esta escuela provienen
de familias que viven en pensiones y refugios de Barrio Sur y Ciudad
Vieja. También, de hogares del INAU. Y, según cuentan las maestras, en
el correr de la última década la mayoría de los vecinos de la zona y
muchos afiliados al club de AEBU, fueron sacando a sus niños de esta
escuela, porque no querían que convivieran con esos otros chicos que
están acostumbrados a un ambiente más marginal.
Esto no se da solo en la 131. En casi todos los
barrios hay escuelas que adquieren fama de "complicadas", y muchos las
evitan. Otras ganan fama de "buenas", son muy requeridas por las
familias y también por los docentes.
La repetición no es el único indicador, pero sí es
una las señales que muestra cuando las cosas andan bastante bien o
bastante mal. Y refleja la enorme brecha que hay entre los dos
Montevideo: el rico y el pobre. En Uruguay la repetición en Primaria se
concentra sobre todo en el primer y segundo año de escuela, en los
hogares más pobres y en el área metropolitana. Viene acompañada de alto
ausentismo y se da más en zonas donde hay otros problemas sociales
importantes.
Pero no siempre es un sinónimo de fracaso escolar,
dicen muchos maestros. Y explican que la repetición muestra que hay
niños que, por su origen y el contexto en el que viven, precisan más
tiempo para aprender ciertos conceptos.
Claro,
siempre es más fácil tener buenos rendimientos si, a la vuelta a su
casa, al niño lo espera una familia que lo contenga y un buen plato de
comida. En las últimas décadas, de todos modos, han bajado los índices
de repetición en todo el país, debido en parte a políticas como las
escuelas de tiempo completo, las escuelas de tiempo extendido y los
maestros comunitarios (ver páginas 8 y 9).
Detrás de la escuela Chile en la lista de escuelas
con mayor repetición, está la 317 Islas Baleares, en Malvín Norte. Allí
los alumnos son, básicamente, de asentamientos. Y esa escuela tuvo la
segunda tasa de repetición más alta en 2012: 20,7%. La sigue la escuela
277 en Punta de Rieles, la 167 en la Unión, la 378 en Casavalle, la 9 en
La Teja, la 271 en el Cerro, la 227 en Villa Prosperidad, la 319 en
Casavalle y la 125 en Peñarol. Son escuelas que tienen tasas de
repetición superiores a los promedios del África Subsahariana, 12,9% en
2009.
En el otro extremo, hay escuelas con tasas de
repetición similares a los promedios de Europa y América del Norte.
Primero está la 83 Martín Echegoyen, en la calle Simón Bolívar entre
Silvestre Blanco y Rivera, Pocitos. Dos de 386 niños repitieron en 2012:
el 0,51%. Luego la escuela 39, en Ellauri y 21 de setiembre (Punta
Carretas) con 0,55%. Dos de 360 repitieron allí. Después, la escuela 3 y
121 en Punta Carretas, la 70 en la Aguada, 366 en Paso de la Arena, 161
en Sayago, 98 en Pocitos, 27 en el Prado y 189 en Carrasco.
Para repetir, antes había un límite del 20% de las
inasistencias no justificadas sobre el total de días lectivos. Pero
desde hace ya unos años hay cierta flexibilidad respecto a las faltas,
que no son en sí misma una causa de repetición. Se estudia cada caso con
el maestro y la dirección. Se evalúa qué conviene más: que apruebe o
que no apruebe.
En las dos escuelas con más repetición en 2012 (la
131 y la 317) la cantidad de alumnos que faltó más de lo teóricamente
permitido (ese 20% de clases) es más alta que la cantidad de niños que
repitió, según comprobó Qué Pasa. Y, en cambio, en una las dos escuelas
con menos repetidores (la 39) no hubo un solo alumno que haya tenido más
de un 20% de faltas.
Las autoridades del Codicen son reticentes a que
estos datos -las enormes desigualdades entre las escuelas públicas,
vinculadas a la repetición y el ausentismo, entre otros resultados- se
informen públicamente porque, como ha pasado en Chile (donde sí se
difunden), puede ayudar a que haya centros a los que nadie quiera ir y
otros a las que todos quieran ir. Esa estigmatización, de todos modos,
ya se da en la práctica. En casi todos los barios, los padres manejan el
dato de cuáles son las escuelas con mejores indicadores y las que no
los tienen.
Barrio Sur.
La escuela 131 cumplió 102 años. Antes tenía entre
sus alumnos a muchos hijos de bancarios. Y artistas que luego fueron
famosos -como el pintor José Gurvich, el músico Jaime Roos y el director
teatral Omar Varela- pasaron por sus aulas, según cuenta una maestra en
una entrevista en la web de AEBU.
Hoy la fachada del viejo edificio luce nueva: hace
poco fue pintada y todo está en obras. A unos metros de donde Carlos y
Martina esperan la hora de inicio de la clase, dos muchachos más grandes
juegan a los golpes, en la mitad de la calle Maldonado. Uno es Marcos,
tiene 12 años y pinta de preadolescente. "No descanses, pajero", le
grita Joaquín, un compañero al que Marcos le tiró algo que sacó de un
contenedor.
Marcos está en sexto y dice que ya sabe que este año
repite. Pero luego se arrepiente: "No, no… Me tengo fe". Hasta ahora ha
repetido solo segundo. Joaquín dice que él repitió porque se porta mal y
encima estuvo un mes enfermo, sin ir a clase. "Así que no sabía nada",
resume.
La mayoría de los niños llegan solos, caminando.
Unos pocos en camioneta o traídos por los padres. Una maestra que cuida
la puerta (y la tiene entornada) sale y le pregunta a los niños si van a
entrar al comedor. Le dicen que no. "Yo ya comí", explica Martina.
Allá llega un padre con su hijo, que repitió primero
el año pasado. Ellos viven en el Cerro pero él trabaja vendiendo
antigüedades en la peatonal Sarandí. Lleva una campera de Peñarol y dice
que el problema es que el chiquilín no había hecho el pre-escolar y eso
le complicó el primer año. Le parece bien que haya repetido, ahora sí
aprendió a leer y escribir.
A las 13.15, Guido, un abuelo, mira cómo su nieto
entra a la escuela. El niño lleva la túnica impecable y una linda
mochila atrás. Cuando se saludan, se nota el acento chileno. Llegaron
este año a Uruguay y Guido es educador, por lo que sabe del tema. Los
vecinos del barrio le contaron de la problemática de la escuela y de la
alta tasa de repetición. A su juicio, incide una falta de compromiso de
las familias de muchos alumnos y opina que "no puede ser" que haya niños
de ocho o nueve años que aún estén en primero.
No es la situación de su nieto, un caso raro en esta
escuela: como en Chile empiezan antes, él está adelantado. Acaba de
cumplir 11 años y ya promedia sexto. En la escuela están asombrados.
Mientras él habla, dos muchachitos de 12 o 13 años de edad salen por una
ventana que tiene roto el tejido de alambre. Saltan, dan unas vueltas y
entran otra vez por la misma ventana. Se ve que no usan la puerta.
Primaria no autorizó a Qué Pasa a ingresar a esta
escuela ni a las demás mencionadas en el artículo. Y tampoco autorizó a
las directoras a realizar declaraciones. De todos modos, algunos
docentes de esta y otras escuelas dieron su testimonio, con la condición
de no ser identificados.
Una maestra que trabajó en la escuela 131 en dos
períodos distintos dice que esta no es la escuela Chile de antes, cuando
-para empezar- había más del doble de alumnos que ahora. Además,
convivían niños de distintos estratos sociales. "Acá quedó solo el nivel
de más abajo", responde. "Todo lo bueno se fue... Ahora hay mucha
problemática social, intelectual y también emocional". Y explica: "Al
final casi todos los niños son de las pensiones, de hogares del INAU, de
refugios, o de casas ocupadas de la Ciudad Vieja y son niños
complicados. También tenemos niños en situación de calle".
Hay alta incidencia de violencia doméstica y mucha
rotación: los alumnos cambian bastante de un año a otro porque la
población de pensiones y refugios suele ser cambiante. Una maestra que
tiene varias décadas de trayectoria dice que las cosas que vio en la
escuela Chile no las vio en ningún otro lado, y eso que ha estado en
escuelas en barrios muy pobres. "Acá no es solo pobreza. Es miseria
humana y dejadez", opina. "No todos, pero sí de muchísimos".
El año pasado casi todas las semanas había que
llamar a la Policía comunitaria ante distintas situaciones de violencia,
cuenta. "Este año eso se depuró un poco, por suerte", dice la maestra.
Igual, todo indica que en 2014 la escuela131 será de tiempo completo.
Malvín Norte.
Cinco policías patrullan a caballo la calle Mataojo,
ahí cerca del Instituto Pasteur. A dos cuadras está la escuela 317
Islas Baleares, en la calle Iguá, junto al INVE 16, un complejo de
edificios de paredes despintadas. En frente de la escuela está Euskal
Erría 70 y a unos metros dos contenedores incendiados y sin tapas. En
los alrededores, varios asentamientos. Esta escuela es de tiempo
completo desde 2012, cuando repitieron 42 de 202 alumnos, el 20,7%. Pero
en primero repitió el 40%. Luego la cantidad de repetidores baja, como
pasa en todas las escuelas, hasta llegar a un 7% en sexto.
Son las 8.15. Casi todos los niños, incluso los más
chicos, llegan solos, igual que en la escuela 131. Algunos con la túnica
sucia y sin moña, otros prolijos. La inmensa mayoría de los niños que
pasan por la vereda acompañados de un familiar mayor siguen de largo:
van a otra escuela, la que está adentro de Euskal Erría 70. Incluso las
familias que viven en el INVE 16 prefieren mandar a los hijos a la
escuela de en frente (algunos piden "prestadas" direcciones de vecinos
que viven en Euskal Erría).
"Estamos guetizados", dice una maestra de la escuela 317, resignada. La suya es "la escuela del cante".
Tanto es así que cuando se inauguró la escuela 317
en la década de 1990, muchos niños entraban por un hueco al fondo y no
por la puerta. Buena parte de la población viene del asentamiento Boix y
Merino, del Aquiles Lanza y del Isla de Gaspar, el cantegril más
antiguo de Montevideo. Pero no todos son de allí. A esta hora de la
mañana, una de las pocas madres que acompaña a sus hijos es del Euskal
Erría 70. En rigor, sus dos hijos deberían haber ido a la escuela de ese
complejo, pero no había lugar. "Ahora ellos se adaptaron acá, el año
pasado los quise sacar y no quisieron", se ríe la mujer.
La alta tasa de repetición en esta escuela tiene una
explicación simple. A veces en primer año es más importante enseñar
hábitos elementales de higiene (muchos niños no saben siquiera cómo usar
un wáter y hasta le tienen miedo) que enseñar a leer o escribir. Es
habitual que los niños tengan que cursar dos veces primer año. "A veces
hasta tres", reconoce una maestra. Ese es el tope: hacer repetir a un
niño más de tres veces seguidas no tiene sentido, coinciden todos.
A Teresa de Armas, una docente de la Facultad de
Psicología que visita cada semana la escuela, los alumnos la conocen
como "Tere". Y ella cuenta que muchos niños llegan a primero de escuela
sin saber diferenciar entre el número dos y el número tres pero sí entre
el bronce y el cobre, porque reciclan y salen con el carrito.
O roban. Hace un tiempo un chiquilín llegó un día
llorando mucho, decía que estaba gordo y que por eso no podía salir más
con los tíos. "¿Qué tienen que ver tus tíos con que estés gordo?", le
preguntó De Armas. Resulta que como él estaba más gordo, ya no pasaba
por banderolas o pequeñas ventanas y no podía salir a robar.
"Los modelos identificatorios acá son ser narco o
chorro", dice la psicóloga. También relata casos de madres de 15 años y
niños a los que sus padres les dan Risperidona (un antisicótico que, en
rigor, está indicado para la esquizofrenia) o Ritalina (indicado para el
déficit de atención por hiperactividad), comprados en la feria, para
que "bajen las revoluciones".
Eso sí, el edificio de la escuela está lindo. Los
salones fueron reformados y hay un comedor nuevo, a donde también vienen
liceales y estudiantes de UTU.
El menú hoy es leche con cocoa y pan con mermelada
de desayuno, fiorentina (una especie de carne con verduras) de almuerzo,
ojitos a la merienda. Ahora las autoridades y los vecinos buscan
recursos para techar la cancha de basquetbol. Y también reciben
donaciones de medias.
Porque hay niños que, en pleno invierno, llegan descalzos a clase a las ocho y media de la mañana.
Punta Carretas.
A unos metros del parque de Villa Biarritz, ahí en
Ellauri y 21 de setiembre, está la escuela Grecia, la 39. Fue la segunda
con menor porcentaje de repetidores en 2012. A las cuatro de la tarde
unos 50 niños escuchan sentados al escritor Federico Ivanier en un
salón. En la biblioteca, que tiene una enorme televisión de pantalla
plana, trabaja el presidente de la comisión fomento, Gustavo Roche. En
el patio, algunos chiquilines hacen gimnasia.
Una maestra cuenta que durante 13 años trabajó
también en un colegio privado de la zona. "Y te digo que acá competimos
perfectamente, si es que no estamos mejor", dice, orgullosa. "Todas las
escuelas públicas deberían ser así", sonríe. El contexto, obvio,
influye. Los padres acá suelen estar presentes y apoyan a sus hijos. "En
esta escuela vienen a consultarte aunque vos no los hayas llamado",
dice una maestra. "En otras escuelas los podés llamar todo el año y
nunca van a venir".
También hay aportes económicos, que hacen la
diferencia: cada familia colabora, en promedio, con 150 pesos, lo que
hace unos 63.000 pesos mensuales si se cuenta a los alumnos de jardinera
a sexto. Con ese dinero se compran materiales, se hacen obras y se
contratan especialistas (psicólogo, profesora de danza y de plástica,
profesor de canto). Primaria solo paga el sueldo de la profesora de
gimnasia. La diferencia, dice Roche, está en ese compromiso de los
padres. "Fijate la hora que es y nosotros estamos acá trabajando",
sonríe el presidente de la comisión. Son las cuatro y poco de la tarde y
él está haciendo números en la biblioteca porque se viene la rifa
anual.
Pero hay otro factor. Cerca del 90% de los maestros
son efectivos, hay baja rotación. Claro, las escuelas que están mejor
son las más requeridas por los docentes. Y acá los rostros de las
maestras reflejan distensión y alegría, lo que contrasta con las caras
de tensión, y a veces angustia, en la 131 y en la 317.
Pocitos.
Faltan 20 minutos para las cinco de la tarde y ya
hay unos cuantos padres esperando en la puerta de la escuela 83, en la
calle Simón Bolívar. Esta es la escuela que en 2012 tuvo menor
repetición de Montevideo: solo repitió un niño en primero y otro en
segundo de los 386 que cursaron de primero a sexto.
Ricardo y Eduardo son dos padres que están esperando
a sus hijos, mientras charlan en la vereda. Los dos son del barrio y
eligieron esta escuela porque sabían que era buena. Dicen que lo mejor
es la dirección y el plantel docente, que rota poco. Lo mismo cuenta el
cantante Eduardo Larbanois, quien vino a buscar a su hija Luana, de
siete años, a quien apenas se le ve la cara por la bufanda. "Ta divina
la escuela", sonríe Larbanois.
Unos metros más allá está Noelia Campo, la actriz y
conductor de televisión. Ella vino a esta escuela de chica y ahora trae a
su hijo Valentín, un inquieto rubiecito que está en segundo año. Campo
lo sigue con la vista, mientras él corre de un lado para el otro.
Después le roba las llaves del auto.
Ella le pide que se quede un poco quieto y, sin
perderlo de vista, resume las bondades de la institución: está en un
barrio con un contexto económico favorable, es una escuela "de práctica"
(por lo que, en cada clase, hay practicantes además de maestras), los
padres están presentes en las decisiones, participan en las reuniones y
en actividades.
Campo toma de la mano a su hijo y enfilan hacia el
auto. Guzmán, otro padre, todavía espera que salga el nene, que está en
sexto. Él no sabía que esta es la escuela con menor repetición de
Montevideo pero tampoco le asombra el dato, porque en las clases en las
que estuvo su hijo nunca ha repetido nadie. Ni uno.
"Yo soy hincha de la escuela pública", dice Guzmán.
Eso sí, no es lo mismo ser hincha de la escuela pública en Simón Bolívar
y Silvestre Blanco que en Iguá y Mataojo.
.
Ver cuáles son las 10 escuelas con tasa de repetición más alta y las diez con tasa más baja en un mapa ampliado
EL COMEDOR HACE LA DIFERENCIA
La sexta escuela con menos repetidores el año pasado
fue la 366 en Ortiz y Camino Cibils, Paso de la Arena. El dato
sorprende porque no está en una zona de clase alta o media-alta. Allí el
año pasado repitieron dos de 178 alumnos. Una maestra de esa escuela
dice que un factor diferencial es que allí no hay comedor y por eso la
selección es natural.
"Los padres acá se preocupan mucho", cuenta. "No hay
solo un chiquilín que venga despeinado o en mal estado. Todos vienen
preciosos".
ESCUELAS SIN UNO SOLO REPETIDOR
El año pasado no hubo ninguna escuela pública
montevideana con cero repetidor. En el interior es más común que haya
escuelas "cero repetidor" y en 2012 una de ellas fue la 120 de Salto,
que tiene 404 alumnos. En el interior, además, es menos habitual
encontrar una brecha tan grande entre escuelas como la que existe en el
área metropolitana.
Respecto a la escuela 120 de Salto, el director de
Primaria, Héctor Florit, dijo al programa No toquen nada de Océano FM
que parte del secreto es que tiene una estrategia de acompañamiento
individual a unos 56 niños en situación de riego. "Esos niños participan
en diversos grupos. Porque si la dificultad de un niño es la
lectoescritura, quizás pase una parte de la jornada en primero o en
segundo", explicó Florit.
¿Y LAS ESCUELAS PRIVADAS?
La Asociación Uruguaya de Educación Católica no
tiene estadísticas sobre repetición pero su director, Marcelo Fontona,
dice que el índice de promoción es alto en los 150 colegios afiliados,
"incluso en los barrios más humildes". La otra agremiación (Asociación
de Institutos de Educación Privada) no respondió la consulta.
TRES DÉCADAS ATRÁS
Yo fui a la escuela 131
Gonzalo Terra (*)
Hace 30 años los amplios y luminosos salones de la
escuela 131 República de Chile recibían a niños de todas las clases
sociales. Sin contar las excepciones, los humildes hogares de la Ciudad
Vieja y la Aduana, muchos de ellos monoparentales, eran los que nutrían
de niños el turno de la mañana. Hijos de trabajadores, de desempleados o
de prostitutas. Cursé los primeros años en ese turno, hasta que el asma
obligó a las autoridades a concederle a mi madre el reclamado -y
postergado- pase a la tarde, donde nunca había lugar. El turno
vespertino me mostró otra cara. Había decenas de hijos de bancarios que
por la mañana concurrían al club deportivo de AEBU, a tres cuadras de la
escuela, y que hasta allí eran trasladados en bañaderas. Y compartí
aula con hijos y nietos de políticos y embajadores.
La diferencia entre el capital cultural y económico
de un turno a otro era enorme, pero la exigencia del cuerpo docente era
pareja para todos. En aquel entonces la Escuela Chile garantizaba
educación. No sé qué pasó en los últimos 30 años, pero hoy vivo a tres
cuadras de allí y, como muchos excompañeros de clase, elegí un colegio
privado para mi hija.
FERNANDO RAVSBERG La Habana 14/09/2013 Cuba, donde saber no cuesta nada
Es el único país de Latinoamérica donde todos los niños y niñas en edad escolar van al colegio y la enseñanza es gratuita, incluyendo la universitaria, la artística y la especial
Esta semana más de dos millones de cubanos acudieron a las
aulas para iniciar o continuar sus estudios. Se trata de la sexta parte
de la población de la isla y está compuesta por niños, jóvenes y hasta
abuelos. Cuba es el único país de América Latina en el que todos los chicos en edad escolar, sin excepción, van a la escuela, donde toda la enseñanza es gratuita, incluyendo la universitaria, la artística y también la especial, para aquellos niños que sufren minusvalías.
Estudiar en Cuba es bastante fácil, no se paga matricula ni siquiera en la universidad y los libros son entregados gratuitamente por cada escuela, secundaria, preuniversitario o facultad, con el único compromiso de devolverlo en buen estado al finalizar el curso escolar. Hay universidades en todas las capitales provinciales y estas cuentan con residencias gratuitas para albergar a los estudiantes que viven en el campo. Semejantes facilidades masificaron la enseñanza y transformaron la economía nacional.
Hoy los mayores ingresos de Cuba provienen de la venta de servicios profesionales, médicos, maestros, ingenieros, entrenadores deportivos y un largo etc.. Pero la historia comenzó en los primeros años de la revolución, cuando la educación se convirtió en prioridad de la nación y se impulsó una campaña de alfabetización masiva que llegó hasta los lugares más intrincados de las montañas para enseñar a todos los cubanos a escribir y leer. Fue el cimiento sobre el que se construyó un sistema general de educación que graduó a más de un millón de profesionales.
La enseñanza primaria hasta 9º grado es obligatoria y se considera un derecho de la infancia, al punto que incluso sus padres tienen la obligación de respetarlo. Los trabajadores sociales vigilan que todos los niños acudan a la escuela y no enviarlos puede implicar la perdida de la custodia del menor. Para estos casos y otros de desamparo filial existen escuelas-residencia donde el Estado les garantiza la manutención hasta los 18 años o más si están estudiando en la universidad.
Durante la crisis económica de los años 90, cuando desaparecieron todos los socios comerciales de Cuba de un día para otro, la educación fue uno de los sectores que más sufrió. Miles de maestros dejaron las aulas en busca de mejores salarios, sus sustitutos no tenían la preparación adecuada y los centros docentes se deterioraron fiscalmente. Sin embargo, nunca se quedaron niños sin escuela, ni siquiera los que viven en las montañas, donde las aulas funcionan con paneles solares porque no hay electricidad.
En estos momentos las reformas también llegan a la educación en Cuba, pretenden hacerla sostenible, con un uso más racional de los recursos. Se vincula la universidad a las posibilidades de la economía cubana, lo cual quiere decir que se dejarán de formar filólogos para que terminen de porteros de hotel, mientras el país necesita médicos, ingenieros, carpinteros o albañiles. En ese sentido aumentan las plazas en los tecnológicos y se crean escuelas de oficios donde poder formar mano de obra especializada, una especie casi extinta en el país.
Dentro de esos cambios se le da un especial impulso este año a la formación de médicos y trabajadores de la salud, hay 80.000 alumnos, 10.000 de ellos extranjeros que estudian también de forma gratuita. Esta inversión cubana es bastante lógica dado que la venta de servicios médicos en el extranjero representa el mayor ingreso del país, mucho más que el turismo y las remesas familiares juntos. La reciente contratación de 4.000 galenos para Brasil parece indicar que también en el futuro continuará siendo el sector económico más importante.
Pero más allá de las dificultades, las crisis y los cambios, lo cierto es que este año se mantienen todos los cursos regulares, 800 niños recibirán clases profesionales de ballet sin que les cueste un centavo, seguirá funcionando la Universidad del Adulto Mayor para que los abuelos inicien estudios de todo tipo y decenas de miles de chicos con minusvalías acudirán a las escuelas especiales, donde se les enseña a descubrir sus habilidades y a sacar el máximo partido de ellas.
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Estudiar en Cuba es bastante fácil, no se paga matricula ni siquiera en la universidad y los libros son entregados gratuitamente por cada escuela, secundaria, preuniversitario o facultad, con el único compromiso de devolverlo en buen estado al finalizar el curso escolar. Hay universidades en todas las capitales provinciales y estas cuentan con residencias gratuitas para albergar a los estudiantes que viven en el campo. Semejantes facilidades masificaron la enseñanza y transformaron la economía nacional.
Hoy los mayores ingresos de Cuba provienen de la venta de servicios profesionales, médicos, maestros, ingenieros, entrenadores deportivos y un largo etc.. Pero la historia comenzó en los primeros años de la revolución, cuando la educación se convirtió en prioridad de la nación y se impulsó una campaña de alfabetización masiva que llegó hasta los lugares más intrincados de las montañas para enseñar a todos los cubanos a escribir y leer. Fue el cimiento sobre el que se construyó un sistema general de educación que graduó a más de un millón de profesionales.
La enseñanza primaria hasta 9º grado es obligatoria y se considera un derecho de la infancia, al punto que incluso sus padres tienen la obligación de respetarlo. Los trabajadores sociales vigilan que todos los niños acudan a la escuela y no enviarlos puede implicar la perdida de la custodia del menor. Para estos casos y otros de desamparo filial existen escuelas-residencia donde el Estado les garantiza la manutención hasta los 18 años o más si están estudiando en la universidad.
Durante la crisis económica de los años 90, cuando desaparecieron todos los socios comerciales de Cuba de un día para otro, la educación fue uno de los sectores que más sufrió. Miles de maestros dejaron las aulas en busca de mejores salarios, sus sustitutos no tenían la preparación adecuada y los centros docentes se deterioraron fiscalmente. Sin embargo, nunca se quedaron niños sin escuela, ni siquiera los que viven en las montañas, donde las aulas funcionan con paneles solares porque no hay electricidad.
En estos momentos las reformas también llegan a la educación en Cuba, pretenden hacerla sostenible, con un uso más racional de los recursos. Se vincula la universidad a las posibilidades de la economía cubana, lo cual quiere decir que se dejarán de formar filólogos para que terminen de porteros de hotel, mientras el país necesita médicos, ingenieros, carpinteros o albañiles. En ese sentido aumentan las plazas en los tecnológicos y se crean escuelas de oficios donde poder formar mano de obra especializada, una especie casi extinta en el país.
Dentro de esos cambios se le da un especial impulso este año a la formación de médicos y trabajadores de la salud, hay 80.000 alumnos, 10.000 de ellos extranjeros que estudian también de forma gratuita. Esta inversión cubana es bastante lógica dado que la venta de servicios médicos en el extranjero representa el mayor ingreso del país, mucho más que el turismo y las remesas familiares juntos. La reciente contratación de 4.000 galenos para Brasil parece indicar que también en el futuro continuará siendo el sector económico más importante.
Pero más allá de las dificultades, las crisis y los cambios, lo cierto es que este año se mantienen todos los cursos regulares, 800 niños recibirán clases profesionales de ballet sin que les cueste un centavo, seguirá funcionando la Universidad del Adulto Mayor para que los abuelos inicien estudios de todo tipo y decenas de miles de chicos con minusvalías acudirán a las escuelas especiales, donde se les enseña a descubrir sus habilidades y a sacar el máximo partido de ellas.
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