sábado, 16 de noviembre de 2013
Entre dos fuegos
Por Hugo Bruschi
En los últimos días, los sectores más conscientes y por ende sensibles de la sociedad uruguaya, se han visto conmovidos por algunos hechos de violencia, que han puesto de manifiesto, como prácticas que creimos desterradas y en deshuso por antipopulares, vuelven a la escena nacional como la receta más adecuada para combatir los resultados de políticas económicas, contrarias a los intereses del país y de su gente. Y lo que es más grave aún: estos hechos cuentan con el respaldo silencioso de miles y miles de ciudadanos que víctimas de una histérica campaña mediática, creen ver en cada joven mal vestido, en cada pibe de barrio pobre, a un delincuente a combatir con los medios que correspondan, entre los que se destaca el plomo, como uno de los más efectivos. Sin descuidar, que en esta escalada represiva, víctimas inocentes han pagado con su vida.
Los hechos de Santa Catalina son prueba de ello y si bien las circunstancias que rodean la muerte del jóven Sergio Lemos aún no están muy claros, sabemos sí que además de ser inocente de asalto alguno, tampoco estaba armado. El barrio con su reacción inmediata nos hizo saber que se trataba de un buen muchacho trabajador y nó de ningún "sospechoso" que nos vendía la prensa libre, después de las primeras declaraciones del Ministro del Interior. Y ese mismo barrio nos hizo saber sí, que el victimario conocía perfectamente a su víctima, cosa que arroja muchos interrogantes que sólo los testigos presenciales podrán ir allanando. Canal 10 entrevistó a un testigo muy interesante, que incluso pidió un careo con el victimario. El vió cómo y cuando le disparó y dice además no tener miedo alguno para desenmascarar una mentira.Lo han citado? No lo sabemos.... También se pudo saber que una "asonada" - esa sí en serio no como las que denuncia Zubía y aprueba Merialdo - tuvo lugar en el barrio, cuando cual escenas extraidas de algún film, entran motorizados exhibiendo armas y disparando cartuchos de gases. Con que fines? Declararon a todo un barrio como sospechoso de haber asaltado a una almacén? Que sentido tienen estas prácticas?
Y es aquí donde el Ministro del Interior pasa a jugar un papel, en el que seguramente no se siente demasiado cómodo. Difícil tarea la de pertenecer a un gobierno que dice luchar por los más necesitados y al mismo tiempo romperles el cuerpo a palos como lo hicieron con una chica, que llegó hasta una policlínica a preguntar por su amigo baleado, a esa altura ya fallecido. Y al mismo tiempo tratar de enmendar algunos "desaciertos", confesando prácticas "non santas" de sus subordinados y recibir crítica de éstos, condenándolo a una pérdida de autoridad, que no se resuelve con decir "el presidente me apoya". Seguramente que el Presidente lo seguirá apoyando, hasta que se haya gastado y se haga imprescindible el recambio. Por aquello del limón exprimido. Y luego vendrá seguramente una carita fresca y así seguiremos hasta que nuevamente sucedan nuevos Santas Catalinas y seguiremos concurriendo al Parlamento a calcular cuantas balas y cuantos balines se dispararon en el COMCAR o a escuchar como su colega del Ministerio de Defensa no dice " que estas son consecuencias inevitables del neo-liberalismo capitalista, nos hable de Bronx y otras yerbas que llegaron para quedarse". Y nos hablan como si ellos no fueran responsables, como si ellos no pertenecieran al mismo equipo de Gobierno. Se trata de una falta de respeto a la inteligencia de la gente, bueno, por lo menos de los que aún siguen pensando.
El Ministro del Interior está entre dos fuegos, y solamente de él, será la elección, porque los incendios no se apagan con nafta. Hoy como ayer apelamos al único recurso que tanto dolor le ocasionó, a la sociedad uruguaya. Al mismo tiempo, deberíamos preguntarnos que hubiera pasado, si estos hechos que hoy nos enluta a todos, hubieran sido durante gobiernos Blancos o Colorados. Tal vez invirtiendo el modo de ver las cosas encontremos la explicación. De como un poco más de lo mismo y aún más agravado, hoy es recibido con aplauso y gritos de tribuna satisfecha. De como la venta de nuestra soberanía, está disfrazada de proyectos que el pais reclama, de como el clientelismo y la corrupción que tanto criticamos en el pasado, hoy es aceptado y llevado adelante sin mayores disimulos. No hablaremos de PLUNA ni de las regalías a las multinacionales en donde el estado renuncia a millones y más millones de dólares. Y pobres de aquellos que acierten a cuestionar estas conductas. Serán señalados como enemigos del sistema y por tal perseguidos y sancionados. Se volverá en el corto plazo, a condenar la crítica y el "delito de opinión" funcionará como una mordaza que el propio individuo se adjudicará, para no caer en la lista negra. Por eso hoy más que nunca, se hace imprescindible, vencer la indiferencia que se ha instalado en todos los ámbitos de la sociedad. Mañana puede ser tarde......
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