Revista Insurrección N.397
Entrevista exclusiva al comandante Nicolás Rodríguez Bautista
El ELN acaba de liberar a tres secuestrados y quiere
intervenir en el proceso de paz. Desde la clandestinidad, su jefe
adelanta que no aceptarán desmovilizarse. El narcotráfico y Santos.
Los diálogos entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que tienen lugar en La Habana, Cuba, son un acontecimiento de gran relevancia tanto a nivel internacional como en nuestro continente. Hasta el momento en esas negociaciones, que podrían poner fin al conflicto armado, hay un gran ausente: el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la fuerza guerrillera inspirada en el sacerdote Camilo Torres Restrepo que lleva casi medio siglo de lucha insurgente sin que el ejército y los paramilitares hayan podido liquidarlos. La última novedad referida a este grupo guerrillero es que entregaron al Comité Internacional de la Cruz Roja a tres contratistas de la empresa Termo Técnica –que presta servicios para el denominado Oleoducto Bicentenario de Colombia–, quienes estaban secuestrados desde el pasado 10 de septiembre. Veintitrés entrevistó en forma exclusiva al comandante Nicolás Rodríguez Bautista, jefe máximo del ELN, quien se encuentra en la clandestinidad y respondió sobre por qué continúa con la lucha armada, una polémica metodología muy criticada tanto en Colombia como en el resto del mundo. Desde algún lugar de la Serranía de San Lucas, en el departamento de Bolívar, contestó las preguntas mediante un mail encriptado. Es decir, un correo electrónico escrito de forma codificada para que quienes no conozcan el código no puedan leerlo.
–¿Están dispuestos a entrar en un proceso de paz?
–Siempre hemos sido amantes de la paz, pero para que haya paz es necesario que los señores del poder entiendan que esa es la única salida posible a este conflicto de más de sesenta años. La clase dominante y los imperialistas que son sus amos nos declararon la guerra. Nosotros lo que hemos hecho es responder dignamente, resistir y seguir luchando por la justicia, la soberanía y la paz porque todas ellas nos pertenecen. Cuando estas realidades se hayan alcanzado viviremos en paz, se reconstruirá el país, habrá fraternidad y tendremos patria. Las luchas de hoy son continuación de las luchas de nuestros indígenas contra los invasores, de Bolívar contra el imperio español, de tantos luchadores del siglo pasado y de este, todos con los mismos ideales, sueños y esperanzas que seguiremos sembrando. Y si para esos logros la vida no nos alcanza, marcharemos plenos a los otros niveles de la existencia, sabiendo que hemos aportado a la felicidad de las futuras generaciones y ellas disfrutarán de nuestros sueños e ideales que son también los suyos.
–Ustedes dicen “el pueblo habla, el pueblo ordena”. ¿Creen que el pueblo no quiere lucha armada?
–Cuando el pueblo no quiera la lucha armada, esta desaparecerá indefectiblemente. El que en estos 50 años las guerrillas se mantengan activas y en todo el país, demuestra que esta forma de lucha tiene plena vigencia y que el pueblo la respalda. Si no fuera así habríamos desaparecido. Lucha revolucionaria que no cuente con el apoyo popular, fracasa. Los más interesados en que se abran los cauces políticos para que sea por esa vía que se alcancen las grandes transformaciones que el pueblo reclama somos los insurgentes, por ello planteamos la urgencia de una salida política al conflicto.
–¿Qué opinión le merece hasta ahora el proceso de conversaciones de La Habana?
–Hay asuntos de la confidencialidad de dicho proceso que no permiten mayores precisiones. Sin embargo, el gobierno pretende alcanzar en la mesa de diálogo lo que no ha logrado en el campo de batalla y eso es un grave escollo para un acuerdo real y duradero. Las pretensiones de Santos son que la guerrilla se desmovilice y entregue las armas y estoy convencido firmemente de que los compañeros farianos no caminan por allí, ni lo haremos nosotros cuando estemos en los diálogos. Si el gobierno no acepta un proceso incluyente, donde se reconozcan y respeten las partes en su carácter y el acuerdo incluya la reconstrucción del país, cualquier esfuerzo fracasa. A los compañeros de las FARC les hemos reiterado nuestro apoyo moral y los mejores deseos por sus avances en este esfuerzo. Valoramos que lo hacen con altura y madurez.
–¿Cómo plantean que tiene que ser la participación popular en el proceso de paz?
–En las centenarias luchas populares han quedado definidas demandas, propuestas y acuerdos que luego los gobiernos han desconocido o incumplido, allí están las demandas de diversos sectores populares y sociales. La paz se alcanza si tales demandas se hacen realidad. Es indispensable para ello establecer mecanismos que retomen tales demandas convirtiéndolas en agendas que se lleven a cabo tal como las gentes las plantean. La inmensa mayoría de tales petitorios no son imposibles, sino que hacen parte de realizaciones sociales indispensables. Tanto esas demandas como los acuerdos que resulten de un proceso de diálogos con la insurgencia son la base de la Asamblea Constituyente que hemos planteado en diálogos con gobiernos anteriores, donde todo se refrende conforme a la verdadera democracia. Estos mecanismos están consagrados en la Constitución Nacional, por lo tanto no se le están pidiendo peras al olmo sino que haya voluntad política de los señores del poder.
–¿Cómo imaginan la devolución de las tierras a los que ustedes sostienen que son los dueños originales?
–Es difícil imaginarlo porque hasta ahora, cuando latifundistas y terratenientes han visto amenazadas sus propiedades y no se han sentido satisfechos con la protección que les brindan las fuerzas armadas gubernamentales, han conformado y pagado bandas criminales que asesinan a los legítimos dueños que siempre han reclamado sus tierras. Sólo la lucha popular y revolucionaria hará posible las conquistas de los humildes. Al campesinado no le queda otro camino para tener de nuevo las tierras que les han robado. El reciente paro agrario y popular de agosto y septiembre puso de nuevo en alto las banderas de lucha del campesinado colombiano.
–¿Por qué aplican la pena de muerte a quienes consideran traidores?
–Nuestros códigos disciplinarios y sancionatorios definen que son traidores aquellas personas que siendo miembros activos del ELN, desertan de sus filas para pasarse a las del enemigo y ponerse a su servicio. A estos elementos se les aplica la pena de muerte y estamos convencidos de que es una necesidad proceder así en aras de defender la integridad de nuestra organización y la lucha misma.
–En enfrentamientos con fuerzas militares dan muerte a soldados que provienen de sectores populares. ¿Qué dicen ante esto?
–En nuestros acumulados guerrilleros ubicados en vastas regiones del país las fuerzas armadas actúan como un ejército de ocupación, precisamente porque ven a la población como su enemigo. Dolorosamente los soldados del ejército, así como todo el componente base de las fuerzas armadas del Estado, son jóvenes de los estratos más humildes de nuestra población, arrastrados a engrosar las filas militares y policiales, ante la carencia de un empleo digno y para tener derecho a la Libreta Militar que es un documento de identidad indispensable acá en nuestro país. Asimismo, ser militar o policía es estar bien remunerado económicamente, por ello no le es difícil al Estado tener hoy unas fuerzas armadas de medio millón de personas. Recuérdese los mal llamados “falsos positivos”: asesinaron a miles de personas civiles luego de ser engañadas con falsas promesas de empleo y luego muertas en falsos enfrentamientos armados y presentadas como guerrilleros muertos en combate para obtener como recompensa remuneración económica, vacaciones o ascensos. En consecuencia con todo lo anterior, les envío un saludo a todos los miembros de las fuerzas armadas de Colombia, decirles que en la lucha por la independencia contra el imperio español, oficiales y soldados al mando de Bolívar, y los demás próceres independentistas, demostraron su heroísmo, su patriotismo y su condición de pueblo aguerrido, pero luego de ello la oligarquía los ha conducido por el camino de la antipatria para servir a intereses foráneos y defender los inmensos capitales de propiedad de los potentados.
–¿Qué responden ante la acusación de ser una “narcoguerrilla”?
–Todos nuestros Congresos, que son los eventos de máxima expresión democrática, han definido y ratificado un deslinde categórico del ELN con el narcotráfico y en esto no hay cabida para otra postura. Preferimos tener muy escasos recursos materiales antes que involucrarnos en tan detestable negocio. Somos de principios, de escrúpulos y nunca hemos aceptado eso de que el fin justifica los medios. Respetamos a las personas y familias que han sido empujadas al trabajo en los cultivos de uso ilícito, ellos no son narcotraficantes sino trabajadores de una actividad ilícita a la que los empujaron las circunstancias. Esa es responsabilidad del Estado colombiano que convirtió a Colombia en una narco-república, no sólo por lo de los cultivos, procesamiento y comercio de los narcóticos, sino porque sus instituciones lo estimularon y se involucraron en él, al punto que no existen instituciones estatales y gubernamentales que no hayan estado involucradas en ello y eso es de conocimiento público. El ELN no es dueño de cultivos ilícitos, ni de procesamientos, ni tiene rutas de narcotráfico. Nada más elocuente que los hechos y lo decimos con autoridad moral.
–¿Qué rol cree que pueden cumplir los países de Unasur y en especial el gobierno de la Argentina en lograr una paz duradera?
–Nosotros defendemos la tesis de que hoy es imposible la lucha en solitario de un solo pueblo y una sola sociedad porque sus enemigos están dentro y fuera de las fronteras. Asimismo los amigos y compañeros de lucha de los pueblos y las sociedades están dentro y fuera de las fronteras, y con ellos hay que contar en el desarrollo de la lucha. Estamos seguros de que para un auténtico proceso de paz contamos con todos los pueblos del continente y del mundo y con los gobiernos democráticos y revolucionarios agrupados en Unasur. La presidenta Cristina Fernández ha expresado de manera pública su disposición de contribuir al proceso de paz de Colombia. No tenemos ninguna duda de su voluntad. Hoy de manera particular le enviamos a ella toda nuestra fuerza positiva y solidaridad, con la seguridad de que pronto tendrá buena salud para seguir al frente de su pueblo y su gobierno. Nuestro saludo hoy y siempre al pueblo de la hermana república de San Martín, de Evita Perón, Néstor Kirchner, Darío Santillán. Especial alusión hacemos en este octubre al guerrillero heroico nacido en Argentina y uno de los más grandes internacionalistas, fuente de inspiración de todos los revolucionarios del continente: Ernesto “Che” Guevara.
–¿Qué consideración hacen del Papa argentino Francisco? ¿Puede aportar a la paz en Colombia?
–Sentimos admiración por las acciones y prédicas a favor de los pobres del mundo del papa Francisco, es valiente para desafiar los inmensos poderes de las jerarquías ricas y tradicionales de la Iglesia. Dios quiera que su paso por el papado de Roma favorezca las luchas de los auténticos cristianos del mundo. Asimismo su máxima autoridad como jerarca de la Iglesia Católica le permite aportar en la búsqueda de la paz de Colombia junto a otros pastores que han mostrado disposición en ello. Bienvenidos los aportes del papa Francisco.
–A lo largo de toda esta lucha, ¿le ha tocado dar muerte a alguien?
–He participado junto a decenas y centenas de guerrilleros en varias confrontaciones militares contra las fuerzas armadas del Estado colombiano y en otras donde ellos nos han atacado; en ellas ha habido militares muertos y heridos y también han caído guerrilleros. De manera individual o fuera de combate no he dado muerte a ninguna persona y espero que no me toque vivir esa experiencia; asumo la guerra porque me han obligado a ella los señores del poder, pero no quisiera que nadie muriera, no tengo odios individuales con nadie, pienso que todos los humanos debemos vivir largamente y no morir violentamente. Nadie merece morir, todos merecemos vivir.
–¿Cómo sería la reconversión del ELN en fuerza puramente política no armada? En ese caso, ¿usted qué haría? ¿Sería candidato a elecciones?
–Es muy difícil esa aproximación por lo hipotética; en todo caso la lucha nos ha enseñado a actuar en las más particulares circunstancias y nada de lo que haya que hacer en cumplimiento de la lucha revolucionaria nos será extraño.
Los diálogos entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que tienen lugar en La Habana, Cuba, son un acontecimiento de gran relevancia tanto a nivel internacional como en nuestro continente. Hasta el momento en esas negociaciones, que podrían poner fin al conflicto armado, hay un gran ausente: el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la fuerza guerrillera inspirada en el sacerdote Camilo Torres Restrepo que lleva casi medio siglo de lucha insurgente sin que el ejército y los paramilitares hayan podido liquidarlos. La última novedad referida a este grupo guerrillero es que entregaron al Comité Internacional de la Cruz Roja a tres contratistas de la empresa Termo Técnica –que presta servicios para el denominado Oleoducto Bicentenario de Colombia–, quienes estaban secuestrados desde el pasado 10 de septiembre. Veintitrés entrevistó en forma exclusiva al comandante Nicolás Rodríguez Bautista, jefe máximo del ELN, quien se encuentra en la clandestinidad y respondió sobre por qué continúa con la lucha armada, una polémica metodología muy criticada tanto en Colombia como en el resto del mundo. Desde algún lugar de la Serranía de San Lucas, en el departamento de Bolívar, contestó las preguntas mediante un mail encriptado. Es decir, un correo electrónico escrito de forma codificada para que quienes no conozcan el código no puedan leerlo.
–¿Están dispuestos a entrar en un proceso de paz?
–Siempre hemos sido amantes de la paz, pero para que haya paz es necesario que los señores del poder entiendan que esa es la única salida posible a este conflicto de más de sesenta años. La clase dominante y los imperialistas que son sus amos nos declararon la guerra. Nosotros lo que hemos hecho es responder dignamente, resistir y seguir luchando por la justicia, la soberanía y la paz porque todas ellas nos pertenecen. Cuando estas realidades se hayan alcanzado viviremos en paz, se reconstruirá el país, habrá fraternidad y tendremos patria. Las luchas de hoy son continuación de las luchas de nuestros indígenas contra los invasores, de Bolívar contra el imperio español, de tantos luchadores del siglo pasado y de este, todos con los mismos ideales, sueños y esperanzas que seguiremos sembrando. Y si para esos logros la vida no nos alcanza, marcharemos plenos a los otros niveles de la existencia, sabiendo que hemos aportado a la felicidad de las futuras generaciones y ellas disfrutarán de nuestros sueños e ideales que son también los suyos.
–Ustedes dicen “el pueblo habla, el pueblo ordena”. ¿Creen que el pueblo no quiere lucha armada?
–Cuando el pueblo no quiera la lucha armada, esta desaparecerá indefectiblemente. El que en estos 50 años las guerrillas se mantengan activas y en todo el país, demuestra que esta forma de lucha tiene plena vigencia y que el pueblo la respalda. Si no fuera así habríamos desaparecido. Lucha revolucionaria que no cuente con el apoyo popular, fracasa. Los más interesados en que se abran los cauces políticos para que sea por esa vía que se alcancen las grandes transformaciones que el pueblo reclama somos los insurgentes, por ello planteamos la urgencia de una salida política al conflicto.
–¿Qué opinión le merece hasta ahora el proceso de conversaciones de La Habana?
–Hay asuntos de la confidencialidad de dicho proceso que no permiten mayores precisiones. Sin embargo, el gobierno pretende alcanzar en la mesa de diálogo lo que no ha logrado en el campo de batalla y eso es un grave escollo para un acuerdo real y duradero. Las pretensiones de Santos son que la guerrilla se desmovilice y entregue las armas y estoy convencido firmemente de que los compañeros farianos no caminan por allí, ni lo haremos nosotros cuando estemos en los diálogos. Si el gobierno no acepta un proceso incluyente, donde se reconozcan y respeten las partes en su carácter y el acuerdo incluya la reconstrucción del país, cualquier esfuerzo fracasa. A los compañeros de las FARC les hemos reiterado nuestro apoyo moral y los mejores deseos por sus avances en este esfuerzo. Valoramos que lo hacen con altura y madurez.
–¿Cómo plantean que tiene que ser la participación popular en el proceso de paz?
–En las centenarias luchas populares han quedado definidas demandas, propuestas y acuerdos que luego los gobiernos han desconocido o incumplido, allí están las demandas de diversos sectores populares y sociales. La paz se alcanza si tales demandas se hacen realidad. Es indispensable para ello establecer mecanismos que retomen tales demandas convirtiéndolas en agendas que se lleven a cabo tal como las gentes las plantean. La inmensa mayoría de tales petitorios no son imposibles, sino que hacen parte de realizaciones sociales indispensables. Tanto esas demandas como los acuerdos que resulten de un proceso de diálogos con la insurgencia son la base de la Asamblea Constituyente que hemos planteado en diálogos con gobiernos anteriores, donde todo se refrende conforme a la verdadera democracia. Estos mecanismos están consagrados en la Constitución Nacional, por lo tanto no se le están pidiendo peras al olmo sino que haya voluntad política de los señores del poder.
–¿Cómo imaginan la devolución de las tierras a los que ustedes sostienen que son los dueños originales?
–Es difícil imaginarlo porque hasta ahora, cuando latifundistas y terratenientes han visto amenazadas sus propiedades y no se han sentido satisfechos con la protección que les brindan las fuerzas armadas gubernamentales, han conformado y pagado bandas criminales que asesinan a los legítimos dueños que siempre han reclamado sus tierras. Sólo la lucha popular y revolucionaria hará posible las conquistas de los humildes. Al campesinado no le queda otro camino para tener de nuevo las tierras que les han robado. El reciente paro agrario y popular de agosto y septiembre puso de nuevo en alto las banderas de lucha del campesinado colombiano.
–¿Por qué aplican la pena de muerte a quienes consideran traidores?
–Nuestros códigos disciplinarios y sancionatorios definen que son traidores aquellas personas que siendo miembros activos del ELN, desertan de sus filas para pasarse a las del enemigo y ponerse a su servicio. A estos elementos se les aplica la pena de muerte y estamos convencidos de que es una necesidad proceder así en aras de defender la integridad de nuestra organización y la lucha misma.
–En enfrentamientos con fuerzas militares dan muerte a soldados que provienen de sectores populares. ¿Qué dicen ante esto?
–En nuestros acumulados guerrilleros ubicados en vastas regiones del país las fuerzas armadas actúan como un ejército de ocupación, precisamente porque ven a la población como su enemigo. Dolorosamente los soldados del ejército, así como todo el componente base de las fuerzas armadas del Estado, son jóvenes de los estratos más humildes de nuestra población, arrastrados a engrosar las filas militares y policiales, ante la carencia de un empleo digno y para tener derecho a la Libreta Militar que es un documento de identidad indispensable acá en nuestro país. Asimismo, ser militar o policía es estar bien remunerado económicamente, por ello no le es difícil al Estado tener hoy unas fuerzas armadas de medio millón de personas. Recuérdese los mal llamados “falsos positivos”: asesinaron a miles de personas civiles luego de ser engañadas con falsas promesas de empleo y luego muertas en falsos enfrentamientos armados y presentadas como guerrilleros muertos en combate para obtener como recompensa remuneración económica, vacaciones o ascensos. En consecuencia con todo lo anterior, les envío un saludo a todos los miembros de las fuerzas armadas de Colombia, decirles que en la lucha por la independencia contra el imperio español, oficiales y soldados al mando de Bolívar, y los demás próceres independentistas, demostraron su heroísmo, su patriotismo y su condición de pueblo aguerrido, pero luego de ello la oligarquía los ha conducido por el camino de la antipatria para servir a intereses foráneos y defender los inmensos capitales de propiedad de los potentados.
–¿Qué responden ante la acusación de ser una “narcoguerrilla”?
–Todos nuestros Congresos, que son los eventos de máxima expresión democrática, han definido y ratificado un deslinde categórico del ELN con el narcotráfico y en esto no hay cabida para otra postura. Preferimos tener muy escasos recursos materiales antes que involucrarnos en tan detestable negocio. Somos de principios, de escrúpulos y nunca hemos aceptado eso de que el fin justifica los medios. Respetamos a las personas y familias que han sido empujadas al trabajo en los cultivos de uso ilícito, ellos no son narcotraficantes sino trabajadores de una actividad ilícita a la que los empujaron las circunstancias. Esa es responsabilidad del Estado colombiano que convirtió a Colombia en una narco-república, no sólo por lo de los cultivos, procesamiento y comercio de los narcóticos, sino porque sus instituciones lo estimularon y se involucraron en él, al punto que no existen instituciones estatales y gubernamentales que no hayan estado involucradas en ello y eso es de conocimiento público. El ELN no es dueño de cultivos ilícitos, ni de procesamientos, ni tiene rutas de narcotráfico. Nada más elocuente que los hechos y lo decimos con autoridad moral.
–¿Qué rol cree que pueden cumplir los países de Unasur y en especial el gobierno de la Argentina en lograr una paz duradera?
–Nosotros defendemos la tesis de que hoy es imposible la lucha en solitario de un solo pueblo y una sola sociedad porque sus enemigos están dentro y fuera de las fronteras. Asimismo los amigos y compañeros de lucha de los pueblos y las sociedades están dentro y fuera de las fronteras, y con ellos hay que contar en el desarrollo de la lucha. Estamos seguros de que para un auténtico proceso de paz contamos con todos los pueblos del continente y del mundo y con los gobiernos democráticos y revolucionarios agrupados en Unasur. La presidenta Cristina Fernández ha expresado de manera pública su disposición de contribuir al proceso de paz de Colombia. No tenemos ninguna duda de su voluntad. Hoy de manera particular le enviamos a ella toda nuestra fuerza positiva y solidaridad, con la seguridad de que pronto tendrá buena salud para seguir al frente de su pueblo y su gobierno. Nuestro saludo hoy y siempre al pueblo de la hermana república de San Martín, de Evita Perón, Néstor Kirchner, Darío Santillán. Especial alusión hacemos en este octubre al guerrillero heroico nacido en Argentina y uno de los más grandes internacionalistas, fuente de inspiración de todos los revolucionarios del continente: Ernesto “Che” Guevara.
–¿Qué consideración hacen del Papa argentino Francisco? ¿Puede aportar a la paz en Colombia?
–Sentimos admiración por las acciones y prédicas a favor de los pobres del mundo del papa Francisco, es valiente para desafiar los inmensos poderes de las jerarquías ricas y tradicionales de la Iglesia. Dios quiera que su paso por el papado de Roma favorezca las luchas de los auténticos cristianos del mundo. Asimismo su máxima autoridad como jerarca de la Iglesia Católica le permite aportar en la búsqueda de la paz de Colombia junto a otros pastores que han mostrado disposición en ello. Bienvenidos los aportes del papa Francisco.
–A lo largo de toda esta lucha, ¿le ha tocado dar muerte a alguien?
–He participado junto a decenas y centenas de guerrilleros en varias confrontaciones militares contra las fuerzas armadas del Estado colombiano y en otras donde ellos nos han atacado; en ellas ha habido militares muertos y heridos y también han caído guerrilleros. De manera individual o fuera de combate no he dado muerte a ninguna persona y espero que no me toque vivir esa experiencia; asumo la guerra porque me han obligado a ella los señores del poder, pero no quisiera que nadie muriera, no tengo odios individuales con nadie, pienso que todos los humanos debemos vivir largamente y no morir violentamente. Nadie merece morir, todos merecemos vivir.
–¿Cómo sería la reconversión del ELN en fuerza puramente política no armada? En ese caso, ¿usted qué haría? ¿Sería candidato a elecciones?
–Es muy difícil esa aproximación por lo hipotética; en todo caso la lucha nos ha enseñado a actuar en las más particulares circunstancias y nada de lo que haya que hacer en cumplimiento de la lucha revolucionaria nos será extraño.
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