lunes, 20 de octubre de 2014

El mundo no sabe lo que pasa en México

Protestas por los 43 estudiantes desaparecidos toman Atapulco







Los sicarios cofiesan la muerte de 17 estudiantes y los llevan a otra fosa cumún donde yacen otros muertos 
No se sabe de quien son los cuerpos 
 


Los quemaron vivos 

Seis fosas comunes, 28 cadáveres calcinados, 43 estudiantes desaparecidos, 22 policías detenidos, un alcalde fugado... Son las escalofriantes cifras de un escabroso suceso ocurrido en Iguala, en el estado mexicano de Guerrero.





Lo que vio y escuchó el padre Solalinde

Era un joven normalista de Ayotzinapa, uno entre los que se salvaron, de facciones indígenas. De pronto se soltó a llorar desconsoladamente. “Y yo con él, lloramos mucho rato juntos”, recuerda el padre Alejandro Solalinde. Eso ocurrió el miércoles 15.
El domingo anterior, el 12 de octubre, el sacerdote pudo entrevistarse con algunos de los policías y gente que participó en el secuestro de los 43 estudiantes que, supuestamente, el gobierno sigue “buscando”, pero que fueron eliminados en las primeras horas del 27 de septiembre. “No le puedo decir quiénes son, porque su vida peligra, porque están llenos de miedo, porque son gente de conciencia, gente de nuestro pueblo que fue testigo de ese horror (la verdad, más que testigos, acota). Gente que me dijo que, estando heridos algunos de los estudiantes, los quemaron; que no estaban muertos”.
Solalinde le preguntó a uno de los informantes que le transmitía de viva voz el horror: “¿Por qué no lo denunciaste?”.
–¿Pero a quién, si todos son juez y parte? Yo no puedo ir a decir algo sabiendo que a mí, en primera, me van a matar. Mi testimonio no llegaría a ninguna parte –le respondió.
En entrevista, Solalinde recapitula: “Es una información muy dolorosa que me llena de pena y de dolor. De confirmarse revelaría no solamente la saña de todo un sistema, sino también su hipocresía y el mal manejo de la tragedia. En lugar de darle un enfoque humanitario se le dio uno político, como si la tragedia pudiera ser un recurso político para canalizarlo (ventajosamente) a los partidos”.
–¿De confirmarse? ¿Tiene usted alguna duda de esos testigos? –se le pregunta.
–No. En absoluto. Me dieron detalles, pero son como los policías que en Oaxaca hicieron cosas contra su voluntad y reventaron por conciencia, por arrepentimiento. Ya no le sirven al Estado.
–¿Le informó primero a los obispos, a la jerarquía católica?
–Aún no hablo con ellos, pero lo haré. Soy amigo del obispo de Acapulco y de los demás, y sé que la Iglesia tiene mucha información, porque la gente se acerca a sus ministros y les confía lo que les atormenta por dentro.
–¿Por qué hizo pública esta masacre cuando el gobierno dice que sigue buscando a los 43 normalistas vivos?
–Porque me lo exige mi conciencia. No me puedo callar. Me indigna escuchar al gobernador Ángel Aguirre Rivero diciendo que tiene la esperanza, que confía en que se van a encontrar a los normalistas con vida. ¿Por qué administran políticamente la verdad? Ellos lo saben antes que yo y otros sacerdotes a quienes la gente se acerca. En el gobierno, desde el primer momento, reciben información de todas partes, y solamente están fingiendo con oportunismo politiquero.
El Estado tiró a matar y secuestró
–Se le puede venir encima el poder entero –se le menciona a Solalinde.
–Primero está mi conciencia, mi deber como sacerdote, que esas consideraciones. Y yo no me manejo como los políticos. Se tiene que llegar al fondo de la verdad y no estarla manipulando políticamente.
“Se tiene que llegar a transparentar todo”, agrega el conocido defensor de los derechos de los migrantes, porque el Estado “persiguió a los normalistas, los baleó, tiró a matar en dos ocasiones, y a los sobrevivientes que pudo los secuestró, los entregó a la delincuencia y fueron quemados de manera cruel”.
–¿No lo habrán querido engañar con información falsa o exagerada para hacer un escándalo nada más?
–Todo puede ser. Hasta una trampa para mí. Solamente que uno sabe y tiene experiencia con la gente. Preferiría que se lanzaran contra mí a seguir engañando a la gente con una falsa esperanza, cuando el gobierno tiene ya toda la información.
Al padre Solalinde le gusta responder con preguntas:
“Y ojalá estuviera yo equivocado, pero no lo creo. A ver: si los estudiantes de Ayotzinapa estuvieran vivos, ¿tú crees que dejarían pasar la oportunidad de soltarlos para ya no hacer crecer más el problema? Es la mejor confirmación de que fueron liquidados. Esa es la razón por la que su compañero soltó el llanto cuando le empezaba yo a platicar los otros testimonios, porque les alimentaron la esperanza de que encontrarían vivos a los estudiantes desaparecidos.
“A todas luces se ve que los partidos están haciendo tiempo para que todo quede en la duda y ganar tiempo electoral. El gobierno, el primero. Y el PRD lo hace para no perder ese bastión tan importante, porque le incumbe el capital político. El PAN, aunque no ha tenido nunca incidencia en el sur del país, pues no ha tenido interés por la gente pobre, también puede sacar provecho de los dos que ya están calados, porque un tercero quizás pudiera pegar en la sociedad guerrerense.”
El sacerdote asegura que desde el nivel federal, pasando por el estatal y, por supuesto, a escala municipal, “todo lo que sucede en Guerrero es un parche. Todo lo que se haga es un parche, pero igual sucede en Veracruz, en Tamaulipas, en Michoacán, en todos lados. Lo que se necesita es la refundación de México, el país en que por todos lados aparecen cadáveres. México es una fosa. ¿Por qué no se hace un pacto nacional, un diálogo nacional, por qué no tomamos lo mejor que tenemos y refundamos el país?
“Porque las autoridades invierten más en los poderes para el dominio”, se responde el sacerdote, “y porque están al servicio de otros intereses neoliberales, capitalistas. Nosotros no les interesamos. No les preocupamos”.
Los políticos “aparecen en la televisión, el pueblo los ve allí, en fotografías, en la prensa, son personas que parecen serias, responsables, parecen de verdad preocupadas por nosotros. Y la verdad es que estamos solos”.
El sacerdote afirma que en Michoacán, en Veracruz, en Nuevo León, en los demás estados, solamente se aplican paliativos. El gobierno ya no sabe qué hacer “y el problema es que la violencia está de frontera a frontera y de costa a costa”.
Lo políticamente útil
Otra pregunta a bocajarro del fundador y director del albergue para migrantes Hermanos en el Camino, ubicado en Ixtepec, Oaxaca:
–A ver, ¿qué es más redituable, políticamente hablando? ¿Decir “aquí están torturados, calcinados, enterrados, destruidos”? ¿O manejar que están desaparecidos?
Y no espera la respuesta, que se ha repetido a sí mismo varias veces: “A los políticos les es más útil la conservación de la esperanza, porque así no hay evidencia, todavía, que exhiba la criminalidad del propio Estado”.
Solalinde comenta que fue providencial perder el avión que lo llevaría de Nayarit a Guerrero, porque a cambio tuvo la oportunidad de que lo conectaran con testigos que presenciaron todo.
–¿Testigos solamente? –se le inquiere.
Duda unos segundos y responde: “Algo más que eso”.
No es muy explícito. No quiere poner en peligro a esas personas. Sabe que el gobierno checa todos sus movimientos. Dice que por teléfono prefiere no hablar de ciertas cosas. Pero suelta:
“Obviamente siguen temerosos. Yo no puedo decir nada más, porque créemelo, no sólo son ellos, sino también sus familiares los que están amenazados si cuentan lo que vieron.”



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