Puerto Príncipe, 17 oct (EFE).- El senador opositor haitiano Moises Jean Charles se desmayó hoy a causa de los gases lacrimógenos lanzados por la Policía contra una ruidosa manifestación encabezada por el legislador para exigir la salida "inmediata" del poder del presidente de Haití, Michel Martelly.
Los manifestantes contra Martelly retomaron las calles de Puerto Príncipe para exigir su renuncia, el día en que el país celebró el 208 aniversario de la muerte del emperador Jean Jacques Dessalines, uno de los fundadores de la nación caribeña.
El senador Charles fue auxiliado por asistentes al sufrir el percance, del que se recuperó minutos más tarde, según comprobaron periodistas presentes en la manifestación, quienes también resultaron afectados por los gases.
La manifestación recorrió varias avenidas y calles de la capital haitiana antes de que fuera dispersada por la Policía con gases lacrimógenos, barricadas y chorros de agua. Los manifestantes lanzaban a su vez piedras contra los agentes.
El senador opositor Charles anunció tras la disolución de la marcha, que sus organizadores volverán a las calles el 26 de octubre próximo y criticó duramente la forma en que la Policía disolvió la manifestación, al recordar que la Constitución garantiza el derecho de los ciudadanos a protestar.
El parlamentario llamó a la población, especialmente a la que vive en los desvencijados barrios populares de las periferias, a organizar manifestaciones espontáneas hasta conseguir la marcha de Martelly.
La mayoría de los manifestantes portaban carteles contra Martelly con emblemas de la Fuerza Patriótica para la Observancia de la Constitución.
La manifestación recorrió varias avenidas y calles de la capital haitiana antes de que fuera dispersada por la Policía con gases lacrimógenos, barricadas y chorros de agua.
La prensa haitiana –tal vez más nadie– ayer destacó la noticia que
los llamados “donantes internacionales”, convocados a comprometerse con
el Plan de erradicación del cólera en Haití, habían ofrecido apenas USD
52,5 millones de los USD 310 millones necesitados para los próximos tres
años. Agregaron que la reunión en Washington fue convocada por el Banco
Mundial, a iniciativa de las Naciones Unidas.
Hoy, probablemente sea también apenas la prensa haitiana que
destaca que el Consejo de Seguridad de esas mismas NN.UU., votó esta
mañana para autorizar un año más de permanencia de la MINUSTAH, su
Misión para la Estabilización de Haití, establecida hace ya 10 años en
ese pequeño país caribeño, cuna de grandes aportes a la historia de la
humanidad como el fin de la esclavitud. Tal vez agregan que el
presupuesto anual de USD 500 millones ya ha sido aprobado para el
mantenimiento de esta fuerza de ocupación, responsable, entre otros
despropósitos, por la introducción de la bacteria del cólera que ha
matado a más de 9000 haitianos y haitianas y continúa causando estragos,
sin que NN.UU. reconozca su responsabilidad o menos aún, asegure la
reparación del verdadero crimen cometido.
Este desorden de prioridades es un profundo equívoco que sufre hoy
el pueblo haitiano, como tantos otros, con graves consecuencias para su
futuro y el de nuestro mundo entero.
Centenares de organizaciones y personas de América latina, el
Caribe y otras partes del mundo, en vísperas de la votación, nos
dirigimos nuevamente a las autoridades y gobiernos intervinientes en la
ocupación de Haití, para reclamar la no-renovación de esta Misión
llamada de “Paz”[1]. Pero el mismo Consejo de Seguridad, que el hermano
Evo Morales recientemente bautizó de “Inseguridad”, sigue afirmando que
Haití es un peligro para la paz de la región, y contra toda evidencia
renueva la presencia de esta fuerza tutelar que lejos de “estabilizar” a
la sociedad haitiana, ha violado sus derechos humanos más básicos,
socavado el funcionamiento de sus instituciones y sometido por completo
su soberanía y autodeterminación.MinustahHai
En la misiva que además dirigimos a las instituciones de la
integración regional, como la UNASUR y la CELAC, repudiamos
especialmente el hecho que los gobiernos y parlamentos de muchos de
nuestros países latinoamericanos –responsables de la mayor parte del
contingente de la MINUSTAH– acepten participar en la tercerización de
esta ocupación y el proceso de recolonización en marcha, haciendo caso
omiso de la voluntad del pueblo y los dos pedidos del Senado haitiano.
Pese al ejemplo dado por otros países como Cuba y Venezuela, que siguen
mostrando que una cooperación respetuosa de la soberanía, los derechos y
necesidades del pueblo es posible.
Reiteramos nuestro llamado por el retiro inmediato de todas las
tropas ocupando Haití. En su lugar, generemos una verdadera fuerza de
solidaridad, dando vuelta el desorden de prioridades establecido,
escuchando a las demandas y propuestas de las organizaciones populares
haitianas y contribuyendo en la construcción de nuevos paradigmas de
cooperación hacia un nuevo pacto de civilización.
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