miércoles, 5 de agosto de 2020

El regreso de la JUP

Al Negro Andres lo quemaron vivo en la Ciudad Vieja


>>> Incendian a hombre en situación de calle

Los abogados del imputado son de Cabildo Abierto?

▃▃ Un grupo de jóvenes baja de autos nuevos y golpea a adictos a la pasta base con bates de béisbol en la Ciudad Vieja. En el último mes ocurrieron por lo menos tres casos, dijeron cuidacoches a El País. El grupo es conocido por los adictos como “los antipastas”.

En la madrugada del 15 de julio fue quemado “el Negro Andrés” en la Ciudad Vieja. El agresor fue identificado y la Justicia formalizó la investigación penal en su contra por las lesiones sufridas por el cuidacoches.

Días después, en otra noche fría, tres adictas a la pasta base fumaban a poca distancia de la rambla. Ellos denominan el lugar como “el Faro”. Pero ahí no hay ningún faro. Es una chimenea de ladrillos.

Dos autos nuevos estacionaron sobre la rambla. Se bajaron entre seis y siete personas jóvenes. Algunos portaban bates de béisbol. Los recién llegados se acercaron a las tres mujeres y las golpearon con los palos. Una de las mujeres, Mariela (nombre ficticio) logró llamar a un amigo que estaba con otro grupo drogándose a poca distancia. Estos llegaron y comenzaron a pelear con los jóvenes con bates de béisbol. Los adictos eran más. Los agresores corrieron a los autos. Antes de que pudieran partir, los dos vehículos recibieron múltiples golpes. Ese fue uno de los incidentes de mayor gravedad ocurridos en la Ciudad Vieja.

El grupo de agresores es conocido por los cuidacoches del barrio como los “antipasta” o “matapasta”.

Hoy Mariela se encuentra internada en un hospital por una enfermedad. En su rostro se ven las marcas de los golpes.

Otro incidente ocurrió hace dos semanas. “El Rodi” acostumbra dormir en 25 de Mayo y Misiones. Tiene un extenso prontuario. Comenzó a robar a los 14 años y cayó por primera vez a los 22. “El Rodi” se jacta de ello. Luego estuvo 20 años en la cárcel por un homicidio. “Lo importante es cómo entrás a la celda, si con todo puesto, televisor, cocina, luz o con la celda pelada”, explica.

“El Rodi” ya había escuchado hablar de los “antipasta” por otros compañeros hasta que los conoció en persona. Eran cuatro. Uno de ellos se quedó en el asiento del chofer del Suzuki

Celerio de color negro. “Eran dos rubios y uno colorado. Uno de ellos tenía una pistola 9 milímetros desenfundada y los otros dos bates de béisbol. Me los enfrenté”, dice “el Rodi”.

Señala que la pelea terminó cuando los agresores se fueron y él golpeó el auto a patadas.

El cuidacoches no teme a alguien que tiene una pistola desenfundada. Ni siquiera siente miedo si lo apuntan. En enfrentamientos con la Policía, sufrió tres disparos: dos en el tórax y otro en la rodilla. “Sentís solo el golpe de la bala y luego el dolor de la quemadura”, cuenta. “El Rodi” hace seis años que salió de la cárcel y no quiere volver allí. Su problema es la adicción a la pasta base. “Es como una enfermedad”, dice.

—¿Por qué los golpean?

—Porque no quieren que cambiemos. No nos matan. No nos ponen dentro de una cajuela de un auto y nos llevan a otra parte. Solos nos dejan maltrechos a golpes y se van.

Una fuente policial dijo a El País que los cuidacoches no denunciaron estos incidentes. “Ellos (las víctimas) pueden vivir como les parezca. Pero si sufrieron lesiones, es un delito”, agregó. Los cuidacoches coincidieron en que todos tienen antecedentes penales y no van a realizar denuncia alguna.

CORRIDA.

Eva luce el pelo muy corto, casi al rape. El consumo de años de pasta base afectó su organismo. Pesa unos 30 kilos y no se percibe su sexo. Es posible que se trate de una estrategia de sobrevivencia en la calle.

“Soy Eva”, dice y estira su mano con decisión sin importar la pandemia. Invita al cronista a cruzar la calle hasta un muro. Se apoya en la pared.

—¿Escuchaste hablar de los “antipasta”?

—Si. Tuve un problema con ellos no hace mucho. Estaba cuidando la cuadra y uno me gritó: “No servís ni para cuidar autos”. Se bajaron varios. Uno me tiró un puñetazo pero no me dio. Corrí como loca. No me alcanzaron. Llegué a mi casa. A diferencia de otros tengo, esa suerte. No duermo en la calle.

CIUDAD VIEJA. La Policía no recibió denuncias de los cuidacoches sobre golpizas de un grupo de jóvenes, según dijo una fuente a El País.



>>> ¿Qué fueron la JUP y los escuadrones de la muerte? La extrema derecha en los 70

Gabriel Bucheli
La Juventud Uruguaya de Pie y su relación con la violencia política en la coyuntura previa el golpe de Estado (1970-1973)

La detención del empresario fascista Miguel Sofía, prófugo durante una década, por su  participación en dos homicidios y una desaparición en 1971, volvió a hacer sonar el nombre de la organización de extrema derecha que habría integrado cuando ocurrieron los hechos que se le imputan: la Juventud Uruguaya de Pie. En esta investigación, el historiador Gabriel Buchelli cuenta la trayectoria de un movimiento que “quedó marcado por su complicidad en el anticipo de las prácticas del terrorismo de Estado”.

La Juventud Uruguaya de Pie1 fue fundada en octubre de 1970 como resultado de la convergencia de agrupaciones juveniles de todo el país autodenominadas “demócratas”, enfrentadas a la creciente influencia del estudiantado izquierdista, hegemónico además en la capital. De fuerte impacto público hasta su autodisolución en 1974, la JUP se manifestó a través de un amplio repertorio de acciones colectivas (propaganda escrita y radial, activismo estudiantil, actos públicos en todo el país) y movilizó a un amplio sector de la población tras un discurso que conjugaba el patriotismo con el anticomunismo militante. Así, esta organización dio voz al sujeto social de derechas en un espacio simbólico fundamental en la disputa con las izquierdas, el ámbito juvenil, aunque su convocatoria trascendió a ese espacio generacional. A partir de un cauteloso discurso de respeto a las dos tradiciones partidarias (blanca y colorada), fue afianzando desde 1972 un tono crítico a la conducción de sus dirigentes. Con ánimo de constituirse en un movimiento político autónomo, la JUP enunció un proyecto caratulado como “revolución nacional”, de neta resonancia falangista, que la condujo a apostar al ajuste por la vía del golpe militar. Desde ese discurso y esa práctica, este movimiento se vio envuelto en múltiples episodios de la violencia política que marcaron a la época. La violencia derechista no estatal que desde 1971 sacudió al país, encontró en la JUP un depositario natural de todo señalamiento, por ser el movimiento social de derecha de mayor visibilidad. Así, la JUP ha quedado marcada por su complicidad en el anticipo de las prácticas del terrorismo de Estado.

Tribuna Salteña, 5 de marzo de 1970, p.1 Los 4 mosqueteros juveniles del Norte”, Salto, Uruguay

Imágenes del desfile inaugural del Congreso fundacional de la JUP. La Mañana, Edición del Interior, 29 de octubre de 1970, p. 1. Salto, Uruguay

Imágenes de actos de la JUP. La Mañana, Edición del Interior, 4 de marzo de 1971, p. 4.
La Mañana de hoy, el diario de  Manini

En nuestra investigación de largo aliento pretendemos mostrar que la JUP fue más que un mero instrumento de violencia política, y que se trató de un movimiento social que aglutinó detrás de las banderas del “patriotismo” y el “anticomunismo” a una vasta “reacción conservadora” frente a los portavoces del “caos”. En este artículo nos proponemos indagar en el grado de protagonismo que esta organización adquirió en el escenario de violencia de los años 1971-1973 a partir de fuentes primarias (prensa de izquierda y jupista, archivos desclasificados de Inteligencia policial e informes del embajador francés en Montevideo a su cancillería) y entrevistas a protagonistas hechas para esta investigación.
Desde un tiempo a esta parte los voceros del comunismo pretenden confundir a la ciudadanía desprevenida del país con una andanada de ataques contra el movimiento de la Juventud Uruguaya de Pie. El más manido es la de imputarle todos los disturbios acaecidos en Secundaria. La JUP sería algo así como aparcera de la feroz policía en la provocación de conflictos, contra inocentes estudiantes de izquierda...
Debemos preguntarnos, ¿fue la violencia física un componente del repertorio de acción colectiva de la JUP?
Hubo tres escenarios claves donde la violencia política derechista no estatal (o paraestatal) se manifestó: en el escenario estudiantil (sobre todo a nivel secundario); en el escenario pre-electoral (setiembre a noviembre de 1971); y por último, en un escenario más difícil de clasificar, en torno a la acción de los denominados “escuadrones de la muerte”. Entendemos que estos tres niveles fueron parte de un continuo que, del primer al tercero, iban acentuando su carácter cruento, ilegal y por ende terrorista.

Naturalización de la violencia en la enseñanza secundaria
18Resulta imposible hacer un recuento de las acciones violentas adoptadas por núcleos estudiantiles de izquierda y de derecha contra sus rivales. Los enfrentamientos a golpes de puño, con cachiporras e incluso con armas de fuego fueron frecuentes según numerosos testimonios.
19Para los militantes de izquierda, la convicción de que los grupos “demócratas” actuaban con la protección, sino con la decidida participación de la policía (uniformada o encubierta) reforzó la radicalidad de sus acciones.
 22 En el lenguaje cotidiano de la militancia de izquierda, lo habitual era tildar de “facho” a quien s (...)
 23 Soca era dirigente de la JUP en Montevideo y estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas. Rati (...)
 24 En carta dirigida al Ministro de Educación y Cultura y publicada en la prensa, Bruno Manini decía q (...)
 25 Entrevista a Hugo Manini.
20Distintas fuentes (“neutrales” y de ambos bandos) dan cuenta de uno de los mecanismos privilegiados por las gremiales estudiantiles (tanto liceales como universitarias) para penalizar a quienes definían como “fachos”22 activos: la desgremialización. Si bien se trataba de una medida de carácter simbólico, su discusión y resolución en asambleas debió ambientar no pocos enfrentamientos. Hugo Manini dijo para este trabajo que “La violencia que soportaban los militantes de la JUP era mucho más moral que física. Como el caso de [Mario] Soca23 que fue juzgado y desgremializado en la Universidad. Mi hermano Bruno que fue desgremializado en Agronomía y no pudo seguir estudiando Agronomía24, infinidad de casos…”25
 26 Sofía fue señalado en 1972 por Nelson Bardesio como integrante del “escuadrón de la muerte” y de la (...)
 27 El País, 7/5/1971.
21El diario blanco conservador El País informó sobre un caso particular. Se trató de un ataque con pintura roja arrojada sobre la cabeza de un conocido militante “demócrata”, Miguel Sofía26. Fotografiado en color en el patio de un Liceo, resultaba una imagen de corte impresionista, con la pintura roja corriendo por su barba y mejilla.27 Sofía era un militante de derecha conocido desde hacía ya algún tiempo en los ambientes de la militancia estudiantil.
 28 Los testimonios de tres estudiantes de ese liceo, Gustavo, Miguel y Rodó (el primero militante de l (...)
22Desde la última semana de abril de 1971 se vivieron disturbios entre estudiantes en varios liceos. El Liceo Bauzá se constituyó en el principal nicho de “resistencia” de la derecha a la hegemonía izquierdista en el conjunto de los liceos de la capital. Si bien los enfrentamientos entre facciones opuestas en ese liceo venían de tiempo atrás28, los incidentes de abril-mayo y setiembre de 1971 marcaron un mojón en esa situación.
 29 Se trata de un oscuro personaje, señalado por muchos testimonios como agente policial encubierto, q (...)
23El periódico socialista El Oriental, bajo el título “Los fascistas en acción”, responsabilizó a militantes de la JUP de haber ingresado el 27 de abril “con los revólveres en la cintura o con garrotes” al liceo Bauzá en momentos en que se realizaba una asamblea estudiantil “donde se trataba, precisamente, los manoseos y provocaciones que por parte de esos mismos elementos eran objeto muchachas y muchachos”. Según esta crónica, los atacantes dispersaron a los asambleístas a balazos, no habiendo “heridos graves de casualidad”. Al día siguiente, “la gente de la JUP” ocupó el local de estudios mientras padres y alumnos opuestos realizaban en la puerta un acto de desagravio por los hechos de la víspera. Los ocupantes dispararon nuevamente, y la policía intervino para apresar a varios de los estudiantes que protestaban por la ocupación al grito de “fascistas, fascistas”. El relato del medio socialista señalaba que tras estos hechos, los agredidos marcharon hasta el Viaducto del Paso Molino, donde unos individuos volvieron a dispararles desde un auto VW. Los tiradores fueron vistos luego conversando con los ocupantes del Bauzá. Las víctimas de esos atentados identificaron a trece de sus atacantes, entre los cuales figuraba el “manco” Ulises Fernández29, “conocido agente policial, protagonista de graves sucesos desde hace tiempo en el Bauzá”. Se informaba luego de sendos comunicados de los gremios estudiantil y docente, denunciando la responsabilidad del Consejo Interventor en este tipo de incidentes.
 30 Semanario El Oriental, 7/5/1971, p. 6.
24En el análisis del órgano socialista, la policía y la JUP actuaban en connivencia, siendo la comisaría próxima al liceo “la base de operaciones” del grupo. “Bajo el alón protector del pachecato, al fascismo se le hace el campo orégano…”30
 31 Ministère des Affaires étrangères. Dossier 50, Politique intérieure. Ambassade de France en Uruguay (...)
25Interesa conocer el punto de vista que el Embajador francés comunicó a las autoridades parisinas. Según él, el Liceo Bauzá “a été le théâtre d’actes de violence d’une certaine gravité puisque certains étudiants de tendances opposées se sont affrontés en jouant du pistolet (une trentaine de coups de feu ont été tirés, heureusement sans atteindre personne). À cette occasion est entrée en action une organisation nouvelle, la ʻJeunesse uruguayenne deboutʼ (JUP) groupement [manuscrito : d’extrême droite, sobre tachado: de tendance fasciste], dont la formation aurait été suscitée par les partisans de la réélection du Président PACHECO et qui serait encouragée par la police.” El informe agregaba que “certains prétendent que les armes à feu qu’elle détient lui seraient parvenues par le canal du Ministère de l’Intérieur.”31 Desconocemos qué fuentes manejaba el Embajador, pero las referencias al vínculo JUP-gobierno-policía sugieren la existencia de un cierto sentido común al respecto, incluso en los circuitos de poder.







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