“Yo era un soldado e hice lo mejor que pude; tuve que matar y maté, y no me arrepiento. Tuve que torturar y torturé, con el dolor en el alma, y me cuesta muchas noches dormir acordándome de los tipos que cagué a palo, pero no me arrepiento”. Así habló el coronel retirado Gilberto Vázquez ante un Tribunal de Honor militar en 2006, según las actas a las que accedió la diaria. El documento fue entregado por el Ministerio de Defensa a la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos por un pedido de acceso a la información pública.

Vázquez integró el Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) durante la dictadura. Fue condenado a 25 años de prisión por delitos cometidos en el marco del Plan Cóndor –28 casos de homicidios especialmente agravados– y a 30 años por participar en el secuestro y desaparición de María Claudia García, madre de Macarena Gelman. Actualmente, con 75 años, Vázquez cumple prisión domiciliara en el departamento de Rivera.

En 2006 el coronel retirado fue citado ante un Tribunal de Honor luego de fugarse del Hospital Militar, y de esa comparecencia son las actas a las que accedió Familiares. Allí el militar retirado confesó que fue al Hospital Militar “no por dolencia” sino para escaparse. “Lo llamé al médico, como ya había pasado otras veces. Lo empaqueté: le dije los mismos síntomas por los que otras veces me habían internado. Cuando el tipo me ve, ya es una rutina, y se lo dije con la idea de que me internara. Fue premeditado como acto preparatorio”, sostuvo.


 

Ante esto, uno de los militares del Tribunal de Honor le preguntó si entendió que con la “repercusión periodística” de la fuga logró “su objetivo”, y contestó que están “mejor” porque “por lo menos hay otra campana”. “Estamos en el centro pero estamos en otra campana. Ahora no dicen ‘ejecutar’, dicen ‘asesinar’, nos dicen ladrones y nadie dice nada. Entonces, yo ahora estoy diciendo ‘no, señor, es la verdad: nosotros ejecutamos’, no asesinamos, que son cosas muy diferentes. Nosotros no torturamos; nosotros apremiamos porque no había más remedio; el mínimo imprescindible para sacar la verdad, porque no había otra forma de combatir, y estoy orgulloso de lo que hice”, sostuvo.

Luego Vázquez dijo que estaba “contento” de estar en un Tribunal de Honor, porque siempre andan con “gregre” y les dicen que son “ladrones, asesinos e hijos de puta”, pero en realidad los militares se “rompieron el culo”, dejando a “los camaradas muertos” y a “las viudas y los muertos tirados ahí”, y se “callaron la boca”. Después se refirió a la Comisión para la Paz, creada en el año 2000 por el presidente de entonces, Jorge Batlle, para buscar la verdad sobre los desaparecidos.

“Lo peor fue la Comisión para la Paz, porque no hubo ninguna versión nuestra, fueron dos o tres traidores a declarar por las de ellos, pero el Ejército no dijo nada. Entonces, vamos a quedar para la historia y le enseñan a mis nietos que yo era un asesino, y yo no soy un asesino ni un hijo de puta”, expresó. Luego dijo lo que está en el párrafo con el que empieza esta nota.

”Si algo sale mal, te vas para arriba”

Entre tantas cosas que dijo ante el Tribunal de Honor, Vázquez señaló que tuvo relación con el caso de Adalberto Soba, militante del Partido por la Victoria del Pueblo que fue secuestrado el 26 de setiembre de 1976 en Buenos Aires, y continúa desaparecido. “Yo tuve que ver con el caso Soba, estuve prácticamente dos años trabajando en la Argentina. Tengo que ver con el segundo vuelo, con el primer vuelo, con casi todas las cosas que pasaron allá, menos la Gelman. Esas porquerías no las hubiera permitido de ninguna manera. No hubiera permitido de ninguna manera esa porquería”, dijo Vázquez.

En otra parte, siguiendo con el caso Gelman, el militar retirado dijo que “no fue una operación militar”, que hicieron “mucha cosa” pero “esa porquería” no, y agregó: “El caso Gelman, no sé para qué carajo la trajeron, porque argentino que agarrábamos lo mandábamos para allá; uruguayo que agarrábamos que servía, que le podíamos salvar la vida lo traíamos para acá y sino arriba, y algún otro trajimos”.

Vázquez también dijo que “las cosas no se manejan militarmente así nomás”, y puso como ejemplo que en 1989 la “junta de generales” tuvo información de que iban a “haber atentados”. Por lo tanto, decidieron tener “una respuesta oficial”, y lo mandó a buscar un general en nombre de esa “junta”, al que Vázquez le dijo: “Bueno, vamos a ponernos de acuerdo con los nombres porque esto acá no se puede hacer, no me pueden dar la orden. Me parece muy bien, pero el tema es que si ya estamos a esa altura hablando bien claro, si algo sale mal yo voy en cana por autor material y usted por autor intelectual porque el Comandante en Jefe esto no lo puede bancar. La única forma, nos ponemos de acuerdo con los nombres y hacemos una cosa por convencimiento, porque no hay otra manera”.

Entonces, según Vázquez, “se marcaron cuatro objetivos”: Eleuterio Fernández Huidobro, León Lev, Hugo Cores y otro que en el momento de declarar ante el Tribunal de Honor no recordó quién era, y añadió: “Entonces, los empezamos a marcar a todos en la calle, al final nos saludaban, y al Ñato Fernández Huidobro, que yo tenía conocimiento profundo, le dije: 'Mirá, Ñato, si algo sale mal, te vas para arriba”.

Por último, el coronel retirado fue consultado por el Tribunal de Honor sobre lo que iba a hacer luego de fugarse: “Usted dijo que iba a comunicarse con la prensa, cosa que no podía realizar por su compromiso verbal con el Comandante de la División de Ejército 1”. A lo que Vázquez contestó: “Y además para ejecutar gente, para matar gente, entre ellos el señor Presidente de la República”, que por entonces era Tabaré Vázquez.

>>> Las actas del horror

Natalia Ubal