miércoles, 26 de mayo de 2021

El padrino de Almagro

Controvertido camaleón (cambia de colores según la ocasión)
 


La reflexión y mensaje de Pepe Mujica a los colombianos en Paro Nacional


 

23 mayo 2021 - Por: Diego Aretz

 

 

El expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, aseguró que, en el marco del Paro Nacional en Colombia, no hay una solución a la vuelta de la esquina, pero hay esperanza.

Las reflexiones del expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, se han convertido en un faro de reconciliación y humanidad en todo el mundo. En entrevista con El Espectador, el exmandatario manifestó su posición con respecto al Paro Nacional y envió un mensaje no solo a las personas que están manifestándose, sino a las personas más jóvenes que viven de otra forma el momento histórico por el que atraviesa el país.

Mensaje a las personas que están manifestándose

Me hago cargo de la situación a la distancia. Colombia tiene una historia muy dura, trágica, que está seguramente metida en la cultura somática de una sociedad, a la cual se suman los problemas contemporáneos duros de nuestra América Latina: desigualdad creciente, pero en un mundo cada vez más rico, aparece la riqueza más concentrada y genera como una llama, como una explosión. No la lacerante desigualdad, sino la creciente conciencia en las nuevas generaciones de la dolorosa desigualdad.

¿Por qué? Porque las sociedades contemporáneas pierden la resignación, pierden aquel tranco cansino, casi medieval, cuando soportaban y soportaban. Por otro lado, las mieles de la modernidad, el desarrollo tecnológico, desparraman una serie de apetencias que están metidas en la sociedad de mercado que están bombardeando permanentemente, y entonces la desigualdad se transforma en una sensación insoportable, particularmente para la gente joven y mucho más para la gente joven con cierto grado de cultura, estudiantes universitarios, gente de la secundaria.

Esos son cambios que nos comprometen. Y después, está la historia de Colombia, que, por supuesto, ha vivido de todo, desde aquella muerte de Gaitán para adelante, que ha dejado su rastro hasta hoy.

Me doy cuenta de las dificultades que ha tenido un proceso de paz, hay una fuerte resistencia, a veces cultural, pero en otros casos de intereses que no comulgan mucho con la paz, o que se han acostumbrado a vivir en semiguerra y en las tensiones de la sociedad.

En ese panorama se da esta cuestión que expresa también la desigualdad, pero al estilo colombiano. Al final, la respuesta siempre es política, de alta política, de política que cambie algunos horizontes, y eso significa la construcción de fuerzas colectivas, que les sirvan de herramienta para que la sociedad pueda hacer frente a un tiempo de cambios, que están cantados… repartir un poco mejor la torta.

Pero claro, no tienen por qué los jóvenes entender con claridad estas cosas, están haciendo su propia experiencia y la paciencia de construir colectivos, partidos, movimientos, o llámese como quiera, de herramientas que les permitan luchar por cambios en las relaciones de poder, es difícil, no es mágica, no se logra de un día para otro y naturalmente la gente pierde la paciencia y sale a las calles y por eso la desgracia que se está produciendo.

Para colmo, daría la impresión de que el Gobierno ha errado, esto no se arregla con propuestas represivas, no se resuelve aplastando, se resuelve entendiendo que hay reclamos a los que hay que abrirles puertas de esperanza. Sé que ningún gobierno hace magia ni tiene todas las soluciones en la mano. Desde el punto de vista de las manifestaciones, necesariamente hay siempre hay un grupo de gente que se pasa de la raya, que comete el error de caer en la violencia, crea condiciones para que “justifiquen” la respuesta dura, y entonces estamos en una lógica infernal.

Vuelvo a decir, a la larga, esto necesita respuestas de carácter político. No parece que el Gobierno abra una puerta para empezar a negociar alguna de esas transformaciones. Quizá los cambios necesitan más tiempo y una fuerza política meramente organizada, que va más allá de manifestaciones en la calle, que les pueda dar una alternativa, una esperanza, a las grandes mayorías del pueblo colombiano. Esto, visto de lejos, cometo el error de poder equivocarme a la distancia…

 

Por eso, la cosa es una larga lucha. No quiero mentirle a la gente. No hay una solución a la vuelta de la esquina, pero hay esperanza. Hemos estado tapados de dictadura, sin poder abrir la boca; hemos tenido en esta América Latina esclavos perseguidos por ejércitos de esclavos, a los tropezones, con caídas, pero se va avanzando en la medida en que hay gente que dedica su vida a construir fuerzas colectivas que pueden abrir un camino de esperanza al pueblo.

Pero eso significa que hay que cultivar también mucho el sentido de la unidad, y no creer que uno tiene la verdad absoluta. Hay que tratar de juntar a la mayor cantidad de gente posible en esta lucha. No es sencillo, porque hay muchos obstáculos y algunos son los medios contemporáneos que operan en la conciencia subliminal de la gente.

El camino frente a los abusos por parte de la autoridad

Creo que hay una resistencia con las manos. Hay una resistencia pacífica, que es durísima. Un pueblo que no se deje estropear le crea una crisis a un gobierno que tiene que intentar dar una respuesta positiva. Yo no creo que pueda resistir un mes o dos meses una Colombia bloqueada, con dificultad de abastecimiento, con esto o con lo otro, tiene que haber un desenlace político, por lo menos de abrir un diálogo y un camino de esperanza. Lo imposible cuesta un poco más, dicen los asiáticos.

Consejo para las personas más jóvenes

Que la vida es hermosa y vale la pena vivirla, pero vivirla no para pagar cuentas nada más. En una gran avenida de Bogotá donde pasan muchos autos y tú no puedes evitar que pasen, pero tienes que aprender a cruzar la calle, sin que te atropellen. Esa es la imagen de la vida. Tú no puedes cambiar el mundo, pero puedes manejar tu conciencia y puedes lograr que el mundo no te arrastre con una campaña de marketing. No, es posible aprender a vivir con sobriedad y lo necesario, y garantizarte tiempo para vivir. ¿Y qué es vivir? Gastarte parte de ese tiempo en aquellas cosas que te gratifican, sin joder a otro. La libertad no se ejerce cuando voy a cumplir una obligación, la libertad se ejerce cuando gasto tiempo de mi vida, que no puedo reponer, en algo que me gusta, sin ofender a nadie.

Lo que más nos gusta a los seres humanos es cultivar los afectos con otros seres vivos. A veces, puede ser otro ser humano, si sos joven, hay que darle tiempo al amor, pero hasta acariciar una mascota es una satisfacción afectiva. ¿Por qué? Porque los afectos no los dan solo las cosas vivas, las cosas inertes cuando te sugieren afecto no son por sí mismas, son un rebote de tu propio afecto, como yo, que guardé un martillo que era de mi padre, el martillo es insensible, pero soy yo quien le transfiero esa sensibilidad. Por eso vuelvo a lo que te dije de vivir con causa, elegí un rumbo que puede ser el de la investigación científica, puede ser el deporte, puede ser lo que fuere, pero elegí un rumbo.

En el caso de los luchadores sociales, algunos creen que somos gente sacrificada, sacrificados son los que viven para pagar cuentas, los que gastan su vida pagando créditos… porque no puedes ir a un supermercado y comprar años de vida, la vida se te va y en realidad tú no compras con plata, compras con el tiempo de tu vida que gastaste para tener esa plata… si te vuelves muy gastador y no sabes vivir con sobriedad vas a tener que enajenar mucho tiempo de tu vida por esa plata y no te va a quedar tiempo para cultivar los afectos para tu cariño, para tus hijos, para tus amigos y puedes caer en esa cosa… yo no quiero que a mi hijo le falte nada, puede que no, pero le terminas faltando tú, porque nunca tienes tiempo para andar por un sendero de la mano con tu hijo. No te olvides que estás hablando con un viejo estoico.

 Pepe Mujica, Paro Nacional y su opinión sobre venezolanos en Colombia

 

El exmandatario de Uruguay, Pepe Mujica, habló en entrevista con este diario sobre su visión de las manifestaciones en Colombia, los choques entre la población civil y los manifestantes, sobre la situación en Venezuela y su visión de lo que debería hacer el gobierno colombiano y la sociedad. Entre otras cosas, apeló a los cerca de cinco millones de colombianos que alguna vez estuvieron en Venezuela para hacer referencia a ese vínculo de hermandad que une a los dos países.

El papel juegan los políticos y los jóvenes hoy en el cambio a nivel global

Las revoluciones siempre son esfuerzos de los pueblos, pero necesitan expresarse políticamente. Ahí está el asunto. Es que multitudes que se han movido desesperadamente ha habido muchas en la historia, pero dar los pasos como para construir una nueva realidad necesita una construcción, y ahí es donde está la mayor dificultad. Creo que sobra fuerza para un estallido, falta la paciencia del trabajo firme en el largo plazo para poner todos los minutos de nuestra vida al servicio de una causa y organizarla con otro. Ahí es donde está la cuestión. No es sacarse la rabia en un momento, es cuestión de transformar la rabia en una pasión que termina construyendo un ser colectivo que nos permite cambiar las relaciones de poder. No es sencillo, por supuesto, ni fácil. La primera lección que tendrían que aprender es saber juntarse y para juntarse hay que tolerarse y tolerarse significa tener una gran apertura.

 

Uno de los problemas de las fuerzas progresistas es que se hacen muchas capillas, demasiados caciques, y lo que necesitamos son muchos indios, multiplicar la cantidad de indios organizados.

Ojalá que Colombia pueda transformar esta realidad en una causa colectiva, importante, que le pueda asegurar en mediano plazo cambios, que es lo que necesitan: lo importante es que se pueda lograr la enseñanza pública para todos, lo importante es que haya servicios de salud, que se encaminen a atender a toda la gente, sin ver cuánto tienes, lo importante es construir políticas de bienes públicos que ayuden a mitigar las grandes diferencias, porque de lo contrario hay un mundo para los poderosos con todo y hay un desafío para los pobres y un eterno vacío entre vacilar, entre volver a caer en la pobreza de los sectores medios, que son también víctimas en estas circunstancias, están un paso más adelante y a punto de volver atrás, y esas contradicciones son las que mueven en el fondo el compás de la sociedad en el largo plazo.

Quisiera que, desde luego no voy a convencer a ningún muchacho de los que están calientes en la calle, porque yo fui muchacho y lo viví, pero que esa rabia la transformara en un compromiso. No compromiso para un día o dos o veinte. Compromiso para el resto de la existencia. Vivir con una causa es darle un contenido a la vida. De lo contrario, en nuestra vida nos volvemos pagadores de cuentas, pagadores de crédito, absorbidos por la sociedad consumista… Porque vas a envejecer, si te dejan, y el problema es que no envejezcas traicionando lo que llevas dentro.

Colombia ha recibido cerca de 1′700.000 hermanos venezolanos migrantes...

Sí, yo sé todo eso, y sé que la historia también llevó a que hubiera 4 o 5 millones de colombianos viviendo en Venezuela hace muchos años. Venezuela y Colombia son más que pueblos hermanos, tienen un padecimiento histórico.

La dura situación en Venezuela

Creo que el diablo metió la cola en Venezuela. Ese país tiene la desgracia de ser muy rico, con mucho petróleo, y no le perdonan ningún gesto de independencia, y creo que hay una diferencia muy grande desde la época de Chávez y lo que vino después, por supuesto. La estatura de visión de Chávez y todo lo demás me parece que resultó irreparable, pero para el mundo exterior tiene mucho que ver con lo que pasó en Venezuela. No la han dejado vivir y la fueron acorralando y cuando más la acorralan peor, más necia se pone la situación por los dos lados, no le perdonan a Venezuela los recursos que tiene y se ha caído en una desgracia colectiva. No merece el pueblo venezolano lo que está sufriendo.

 


 

Las críticas de Colombia a Venezuela

Ahora está siendo peor. Es fácil criticar al de al lado, sí, es así, y además empiezan los fantasmas del terrorismo, esto y lo otro. Yo me doy cuenta, porque fui joven, de que en las manifestaciones populares es muy fácil que haya gente joven que haga algún desaguisado. Esas cosas pueden pasar, son inevitables, porque cuando se mueven multitudes no existe la prolijidad, pero cuando se saca el poder policial y militar a la calle, a reprimir, se prende una mecha incendiaria, que es muy difícil que tenga retorno. Creo que la mejor respuesta es no sacar la fuerza la calle y pedirle a la gente que se controle a sí misma. Creo que las organizaciones populares tienen poder para eso. Pero ahora la cosa está desmadrada, porque hay muertos, hay desaparecidos y esto es una espiral que no sé cómo se puede apagar.

Cuando uno piensa en el impacto que su vida y su trabajo y su voz ha tenido en el mundo y en nuestra región, es inevitable pensar en el otro lado, el político tradicional, el dinero, el poder y la corrupción… ¿Qué hacer en Colombia, que es uno de los países más corruptos? Eso no sirve para nada, si nos comen los gusanos. Somos un puñadito de silencio en la inmensidad del silencio, por favor, la vida se nos va…

 

 

 

 

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