lunes, 29 de noviembre de 2021

No se hacen cargo

Los hijos en la miseria que dejaron los uruguayos en Haití
 

Defensa rechazó condenas de Haití a pagar pensión a hijos de cascos azules

 A principios de abril de este año, la Misión Permanente de Uruguay ante Naciones Unidas recibió una denuncia por la actuación de un casco azul durante una misión en el Congo. La notificación hacía referencia a un caso viejo, del año 2002, pero traía un cambio:
Esa novedad, que no estaba presente cuando se investigó hace 20 años, obligó al Ministerio de Defensa a reabrir la investigación. El Sistema Nacional de Operaciones para el Mantenimiento de la Paz (Sinomapa) designó a un oficial que debió ubicar al efectivo en cuestión, que ya no forma parte del Ejército, y realizó una investigación preliminar que está en su etapa final para contestarle a la ONU si es necesario seguir trabajando o si consideran que puede cerrarse
el caso.
El ministerio ya había hecho algunas actuaciones pero este caso tiene algunas particularidades. La política de tolerancia cero a la explotación y abuso sexual de la ONU (con su correspondiente código de conducta) es de 2003 y el caso es anterior. Además de temas de prescripción", aseguró a El Observador la abogada de Sinomapa Carina de los Santos.
Sin embargo, lo ocurrido en esta misión en el Congo no es un hecho aislado. Desde que se implementó la política de tolerancia cero, Uruguay recibió 47 denuncias por la actuación de soldados en misiones de paz. El 80% de esas notificaciones fueron por casos de abuso o explotación sexual, según surge de la respuesta a un pedido de acceso a la información pública al Ministerio de Defensa realizado por El Observador.
La mayoría de esos casos están vinculados a la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah).
En nueve de ellos (incluido el del Congo) existió una atribución de paternidad y existen al menos cuatro casos confirmados por pruebas de ADN. Sin embargo, casi ninguno de los efectivos se hizo cargo de sus hijos.
En 2018, el Ministerio de Defensa rechazó nueve sentencias de la justicia de Haití que condenaban a soldados uruguayos a 'servir pensiones alimenticias a presuntos hijos". "Las sentencias no cumplían con los aspectos de forma y procedimiento requeridos por la normativa nacional e internacional, haciéndose inviable en el sistema penal uruguayo", dice la respuesta del ministerio.
"No hubo notificación a las partes, ni comunicación oficial. Pedían un dinero que era superior al salario de un soldado. Eran copias simples sin certificar que no cumplían con los estándares internacionales", explicó De los Santos. La resolución de Defensa fue comunicada a la ONU y esos casos no generaron nuevas actuaciones a nivel judicial pero sí hubo otros movimientos.
"Hola, papá. Soy la hija que abandonaste", fueron las palabras escritas por una niña haitiana de 9 años a través de Facebook a principio de este año a un efectivo de la Armada que estuvo en una misión de paz en ese país. "¿Qué hicimos para que nos trates de esta formar, agregó según consigna una nota de Buzz Feed publicada a fines de agosto.
Esa paternidad, según corroboró El Observador, fue confirmada por un examen de ADN y la justicia haitiana determinó que el efectivo debía pasar una pensión alimenticia. Hasta ahora, la víctima no ha recibido ni un solo peso.
"No hubo ningún progreso en el caso. Continúo con las acciones, es decir entablar negociaciones con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Haití, pero nada ha cambiado", dijo desde el país centroamericano a El Observador Mario Joseph, abogado de la madre de la niña.
La decisión de someterse a un examen de ADN es totalmente voluntaria al igual que las responsabilidades que deben asumir aquellos a los que se les confirma la paternidad. Aunque, en general, los cascos azules uruguayos no asumen la manutención, también existe la excepción que confirma la regla.

En 2011 un casco azul uruguayo que participaba de la Minustah se "relacionó con una mujer local" y fue denunciado por explotación sexual. El Ministerio de Defensa realizó una investigación administrativa que comprobó los hechos, adoptó medidas y pasó el caso a la justicia militar, que lo condenó por desobediencia. El efectivo se sometió voluntariamente a un examen de ADN que dio positivo en un caso de paternidad de mellizos.
En este caso también hubo una sentencia de la justicia haitiana por pensión alimenticia declarada inaplicable por Defensa. Sin embargo, el efectivo decidió hacerse cargo de la manutención de sus hijos. El caso sigue abierto para el Estado uruguayo, ya que prosiguen las actuaciones a través de la Dirección de Derechos Humanos de la Cancillería, que actúa en los casos de atribución de presunta paternidad.
"Se trabajó con nueve casos hasta el momento, en algunos (4) se sometieron a test de ADN confirmándose la paternidad y en otros no se han querido someter al test (el cual no es obligatorio), así como otros no han podido ser identificados como efectivos uruguayos", explicaron fuentes de cancillería a El Observador.

Difícil de controlar

Los solados que van en misiones de paz llegan a una cultura diferente, no tienen una especial afinidad con la población local y en general su día a día es tedioso. Al mismo tiempo, llegan a los países más pobres, donde la gente "solo trata de sobrevivir. "Un dólar o simplemente un dulce es un poderoso elemento para manipular a mujeres locales o incluso hombres", explicó a El Observador Chen Kertcher, investigador de la Universidad de Ariel (Israel) especializado en relaciones internacionales y resolución de conflictos.
Uno de los principales problemas, dice el investigador, es que es muy difícil acceder a información en este tipo de casos y, según entiende, los incidentes que se conocen son apenas "la punta del iceberg".
A fines de 2019, un estudio académico elaborado por las docentes Sabine Lee (Universidad de Birmingham) y Susan Bartels (Universidad de Queen), indicaba que el 28,3% del personal involucrado en casos de abuso en Haití era uruguayo. El país quedaba así como uno de los principales señalados en estos casos. El Ministerio de Defensa de la época respondió rápidamente alegando que las denuncias hechas hasta entonces eran 24.
"No tenemos reportes, no es información pública, para los investigadores es muy difícil conseguir datos o llegar a esos mismos lugares, porque son peligrosos. Es un ambiente cerrado, no sabemos realmente lo que está pasando allí", resumió.

Las denuncias

Uruguay ha desplegado 43 mil cascos azules en misiones de paz desde el 2003, cuando se aprobó el protocolo de la ONU. En ese tiempo, recibió 47 denuncias y 37 de ellas fueron por casos de abuso o explotación sexual.
Según la información a la que accedió El Observador, en 30 de las denuncias vinculadas a abuso o explotación sexual se tomaron medidas (arresto a rigor en la mayoría de ellas), mientras que en otras 7 se concluyó que la denuncia era infundada. Las restantes 10 (accidentes de tránsito, ausentarse sin permiso, mal manejo de municiones) recibieron sanciones.
Sin embargo, entre esas denuncias que no están englobadas como ataques sexuales se incluye una como "violencia privada", por ese delito fue procesado por la justicia uruguaya, en el que el motivo dice "denuncia por presunto abuso sexual a joven haitiano".
La "punta del iceberg" muestra aue al menos cuatro cascos azules uruguayos son padres de los denominados "niños Minustah", un problema que, según • la formación academica. involucra a 265 menores.

>>> Una nación devastada

Esos niños de tez mas clara son uruguayos abandonados en Haití
 
Decenas de mujeres preñadas por los "cascos azules" en Haití

 

 El personal de mantenimiento de la paz de la ONU engendró a decenas de niños en Haití. Las mujeres que explotaron están tratando de obtener manutención infantil.


Un fallo histórico en un tribunal haitiano ofrece algo de esperanza a las familias que buscan manutención infantil, pero los padres pacificadores no tendrán que pagar a menos que intervengan sus países de origen.

Karla Zabludovsky BuzzFeed News Reporter

Reportando desde
Jacmel, Haití

30 agosto 2021

JACMEL, Haití - Una noche de noviembre pasado, Jui abrió Google Translate en su iPad y comenzó a redactar su primer mensaje para su padre.

“Hola, papá”, escribió en criollo, las palabras aparecieron en español en el lado derecho de la pantalla. "Soy la hija que abandonaste".

La niña de 9 años le dijo al pacificador uruguayo de Naciones Unidas que la dejó cuando apenas había salido del hospital que no albergaba ningún odio y que solo buscaba la respuesta a una sola pregunta: ¿Qué hicimos para que nos atendiera? ¿Por aquí?

Nueve meses después, sigue revisando Facebook Messenger en busca de una respuesta de su padre, Héctor Dilamar Silva Borges.

Su ausencia se ha cernido sobre su joven vida. Durante tres años, ella y su madre, Phanie, esperaron que su caso de manutención infantil pasara por los tribunales de Haití. Luego, en diciembre, más de dos años después de que la ONU confirmara que Borges es el padre de Jui a través de una prueba de ADN, un juez emitió un sin precedentes fallo , ordenándole pagar $ 3,590 por mes, una decisión histórica con el potencial de impactar a familias de todo el país con problemas similares. casos.

Jui y su madre, Phanie

El personal de mantenimiento de la paz de la ONU engendró decenas de niños mientras estaban estacionados en Haití entre 2004 y 2017, a menudo con mujeres a las que les proporcionaban dinero y alimentos: comportamiento de la política de la ONU " fuertemente desalentado " debido a la "dinámica de poder inherentemente desigual". Inicialmente desplegados en respuesta a un intento de golpe de Estado y al derrocamiento del ex presidente Jean-Bertrand Aristide, su fuerza creció tras el catastrófico terremoto de 2010. Pero ninguno se quedó mucho tiempo, y cuando terminaron sus rotaciones, abandonaron a sus bebés, dejando atrás a una generación de niños nacidos en una nación que luchaba por reconstruirse, con acceso limitado a alimentos, educación y atención médica.

Los llamamientos a la ONU para nuevos cascos azules resonaron en que envíe todo el mundo después de que el asesinato en julio del presidente Jovenel Moïse amenazara con causar confusión en el país, y antes de que un terremoto de magnitud 7,2 azotara la costa sur en agosto, matando a más de 2.200 personas y destruyendo pueblos enteros. .

Para algunas de las mujeres en Haití que aún buscan el apoyo de las fuerzas de paz que entraron hace una década, la posibilidad de una nueva afluencia de ellas provocó resentimiento. Todos menos uno de sus reclamos de manutención de niños por parte de las fuerzas de paz de la ONU se han estancado en los tribunales de Haití. Los abogados que representan a las mujeres dijeron que la ONU y las naciones de origen de las fuerzas de paz están reteniendo algunos de los documentos necesarios para seguir adelante, y que los jueces son reacios a fallar en contra de una institución internacional o países que están proporcionando a Haití recursos críticos, incluidos fondos, capacitación, y trabajos que ofrecen un camino fuera del país, o un buen salario.

En respuesta a las preguntas para esta historia, un portavoz de la ONU le dijo a BuzzFeed News que la organización tiene una política de tolerancia cero para la explotación y el abuso sexuales, y dijo que se relaciona con las comunidades locales para alentar a las personas a presentarse si tienen reclamos, incluso a través de la reciente distribución de 6.000 folletos sobre el tema en Puerto Príncipe. El portavoz dijo que el fallo a favor de Jui era "muy importante" y que la ONU estaba dispuesta a cooperar más con las autoridades nacionales.

La oficina de Uruguay a cargo de supervisar la capacitación de las fuerzas de paz y la vinculación con la ONU, el Sistema Nacional Uruguayo de Apoyo a las Operaciones de Paz, dijo a BuzzFeed News que no ha recibido una notificación sobre el fallo contra Borges y que el sistema judicial del país “no permite la entrada. convicciones en ausencia ".

El bufete de abogados que representa a Phanie y Jui, Bureau des Avocats Internationaux, con sede en Puerto Príncipe, inició reclamos de manutención de menores de las fuerzas de paz de la ONU en nombre de otras nueve familias en 2017. No está claro cuántos casos de este tipo siguen pendientes en los tribunales de Haití.

“Crucé los dedos para obtener este fallo porque si hay uno, obtendremos más”, dijo Mario Joseph, abogado gerente de la firma. “Abrirá puertas en otros tribunales”.

Sin embargo, incluso esa esperanza era limitada. En agosto, ocho meses después del fallo, Jui y Phanie aún no han recibido un solo dólar de Borges, quien sigue siendo un miembro activo de la Armada uruguaya y no respondió a una solicitud de comentarios. 

 


Desde 1948, los cascos azules característicos del personal de mantenimiento de la paz de la ONU se han convertido en un espectáculo común en los escenarios de devastación y agitación en todo el mundo. Aquellos que visten el uniforme de la organización suelen ser miembros del ejército de su país de origen, que la ONU reembolsa con una tarifa por cada persona que alista. Al presentarse a sí mismos como una fuerza independiente que alimenta a los hambrientos e interviene en genocidios, el personal de mantenimiento de la paz desarrolló credibilidad en la mayor parte del mundo como una especie de brújula moral para la era global. Pero la evidencia de abuso en varias misiones en los últimos años ha empañado su reputación, quizás en ningún lugar más que en Haití, donde las fuerzas de paz estaban a cargo de construir refugios y distribuir alimentos después del terremoto del 12 de enero de 2010, que mató a más de un cuarto de millón. gente y arrasó mucho el país.

Incluso cuando las réplicas continuaban retumbando, algunos miembros del personal de mantenimiento de la paz comenzaron a intercambiar comida por sexo en las tiendas de campaña que surgieron para albergar a los cientos de miles de familias desplazadas y en las áreas alrededor de las bases de la ONU.

"Traté de señalar con el dedo tanto como pude y hacer sonar la alarma", dijo Lina AbiRafeh, una activista por los derechos de las mujeres que coordinó la respuesta de la ONU a la violencia de género tras el terremoto de 2010. Recibió informes de abuso y explotación con frecuencia y "actuó en cada informe, a través de todos los canales disponibles", pero los funcionarios de la ONU no los tomaron en serio ni los investigaron de manera oportuna, dijo.

El abuso y la explotación se hicieron comunes. Los pacificadores comenzaron a “ir a la playa, actuar como turistas, beber, perseguir a las niñas”, según un estudio publicado el año pasado por Stability: International Journal of Security and Development. Dos de los autores del estudio, Sabine Lee y Susan Bartels, supervisaron una 2017 encuesta de de aproximadamente 2500 haitianos. De ellos, 265 dijeron que tenían un hijo con un pacificador de la ONU o conocían a alguien que lo tenía. Casi la mitad de las fuerzas de paz de la ONU informadas en la encuesta eran de Uruguay y Brasil.

De los 120 informes de abuso o explotación sexual que la ONU dice haber recibido en Haití desde 2007, ha abierto 88 investigaciones y enviado a casa a 41 uniformados, según la de la organización base datos de . De ellos, 12 han pasado una cantidad de tiempo no revelada en la cárcel en sus países de origen, nueve han sido expulsados ​​del ejército de su país y dos han enfrentado sanciones financieras en casa.

El problema de las fuerzas de paz que abusan sexualmente o explotan a las mujeres locales no es exclusivo de Haití: ha habido 1.143 denuncias desde 2007, en al menos una docena de países, según la base de datos. Pero Haití, uno de los países más pobres del mundo, ha sufrido múltiples escándalos, incluido una red sexual en la que más de 130 cascos azules de Sri Lanka explotaron a nueve niños haitianos, según una investigación de Associated Press. No fue hasta 2015 que la ONU comenzó a exigir a los países de origen de las fuerzas de paz que certificaran que el personal militar desplegado no tenía denuncias previas de violaciones de derechos humanos, según el portavoz de la ONU.

Y no es solo la ONU: en 2011, el personal superior de Oxfam GB no actuó ante los informes de que sus trabajadores humanitarios abusaron sexualmente de niñas haitianas de 12 años. Varios misioneros estadounidenses han sido encarcelados por abusar sexualmente de niños en Haití.

Las luchas privadas de las familias abandonadas por las fuerzas de paz de la ONU tienen lugar contra las luchas más amplias de una nación que ha sufrido una serie aparentemente interminable de tragedias.

Rose Mina Joseph, que entonces tenía 16 años, conoció a Julio Cesar Posse, un marino uruguayo de 35 años, en una fiesta en la playa en la ciudad costera de Port-Salut, en el suroeste, unos meses después del terremoto de 2010. Posse presionó a Rose Mina para que tuviera sexo, dijo.

“No entendía lo que estaba haciendo”, dijo Rose Mina durante una entrevista en su casa este mes. Según la ley haitiana en ese momento, se consideraba un estupro.

Poco después, Rose Mina se dio cuenta de que estaba embarazada, y pocos meses después del nacimiento de su hijo Anderson, Posse regresó a casa. Rose Mina dependía de familiares para alimentar a su recién nacido. Una vez, Posse le dio alrededor de $ 100 a través de un servicio similar a Western Union. Fue, dijo, la única vez que envió ayuda.

 

Rose Mina Joseph y su hijo, Anderson Joseph

 

Posse fue miembro de la Armada de Uruguay hasta 2018, dijo a BuzzFeed News el portavoz de la Armada, Alejandro Chucarro. Carina de los Santos, asesora legal del Sistema Nacional Uruguayo de Apoyo a Operaciones de Paz, dijo que a Posse se le impusieron “severas sanciones que restringen su libertad”, pero que su retiro de la Marina no guarda relación con su caso de paternidad en Haití. No especificó qué implican las sanciones. Posse no respondió a una solicitud de comentarios.

Aunque el terremoto de 2010 trajo una variedad de organizaciones internacionales a Haití, su impacto fue a menudo abrumador y, en ocasiones, dañino.

Mientras Anderson todavía estaba amamantando, el cólera, introducido por las fuerzas de paz de la ONU nepalesas a través de una fuga de aguas residuales en una de sus bases, se convirtió en una epidemia, matando al menos a 10,000 personas y enfermando a más de 800,000. Al mismo tiempo, las donaciones internacionales para los esfuerzos de reconstrucción comenzaron a evaporarse sin explicación: con los 500 millones de dólares que recaudó la Cruz Roja Americana, construyó solo seis casas, según una investigación de ProPublica. Un parque industrial de 300 millones de dólares inaugurado por los Clinton y Sean Penn, que fue muy promocionado cumplió lo suficiente , no , lo que generó pocos puestos de trabajo y atrajo a menos inquilinos. Mientras tanto, el gobierno haitiano desfalcó gran parte de un préstamo de $ 2 mil millones de Venezuela destinado a ser invertido en educación, iniciativas sociales y de salud, e infraestructura, lo que involucró a una administración tras otra en escándalos de corrupción.

En 2016, cuando Anderson se preparaba para ingresar al jardín de infancia, el huracán Matthew se abalanzó sobre Haití, matando al menos a 1.000 personas y destruyendo 30.000 casas a lo largo de la costa sur, incluida la de su familia. Se vieron obligados a trasladarse a una pequeña cabaña a lo largo de un camino sin pavimentar, una habitación individual con paredes de bloques de cemento y un techo de hojalata ondulada.

En los últimos meses, cuando Anderson terminó el cuarto grado y el país atravesó las secuelas del asesinato del presidente, el crimen ha aumentado drásticamente, ya que las pandillas han tomado el control de las rutas de transporte clave dentro y fuera de Puerto Príncipe, obligando a miles de personas a mudarse. en otra parte.

“Cada día se vuelve más difícil”, dijo Rose Mina en una entrevista este mes, mientras se sentaba en la cama que compartían con su hijo, secándose el sudor de la frente mientras él tomaba una siesta a su lado.

El único objeto que lo vincula con su padre, una fotografía de Posse, yace escondido en una maleta en un rincón de la habitación. Ella dijo que solo lo saca cuando Anderson le pregunta dónde está su padre. 

Becheline Appoliner, la madre de Dominic Antonio Cortez, cuyo padre era un pacificador de la ONU de Argentina

Los recién nacidos se convirtieron en niños pequeños y los niños pequeños en la escuela. Pronto, comenzaron a hacer preguntas.

¿Donde esta mi padre? ¿Por qué no me parezco a los otros niños?

La piel leonada de Dominic Antonio Cortez y el nido de rizos de 2 pulgadas de alto en su cabeza resaltaban en marcado contraste con la tez más oscura y los cortes de pelo de los otros chicos del vecindario. En la escuela, dijo, los compañeros de clase susurraban sobre él a sus espaldas y se burlaban de él en la cara, llamándolo con desdén, "Pequeña Minustah", por el nombre de la misión de la ONU en Haití: MINUSTAH.

“No les agrado a los profesores”, dijo. "Otros niños no me quieren en la escuela".

El niño de 9 años dijo que prefiere estar en casa, donde duerme en un colchón delgado que comparte con sus dos hermanos en la sala de estar y, a menudo, se acuesta con el estómago vacío.

En un ataque de ira, Dominic acusó recientemente a su madre, Becheline Appoliner, de impedirle encontrar a su padre y amenazó con hacerse daño. El niño dice que quiere ser un pacificador de la ONU cuando sea grande.

En 2011, Appoliner conoció al pacificador argentino Marcelo Cortez mientras caminaba hacia un mercado local en Puerto Príncipe, y él la invitó a Jet Set, un club nocturno popular entre los extranjeros, dijo. Pronto, él estaba pasando tiempo con su familia y durmiendo en su casa. Cuando ella le dijo que estaba embarazada, Appoliner lo recuerda feliz, pero solo dos meses después, cuando terminó su rotación, se fue de Haití y poco después la bloqueó en Facebook. Cortez no respondió a una solicitud de comentarios.

Cuando Dominic tenía 3 meses, Appoliner dijo que fue a una de las oficinas de la ONU en Puerto Príncipe, desesperada por recibir ayuda financiera. Anotaron su información, pero no hicieron seguimiento hasta que Dominic tenía 7 años, según Appoliner.

Un conocido que vivía cerca de ella en 2016, consciente de que ya no podía enviar al hermano mayor de Dominic a la escuela, le sugirió que se pusiera en contacto con cierto abogado que podría ayudarla. 


 Omése Theódore, con sus hijos, Carl Michel Armand (izquierda), Jacques Andre Theódore (centro) y Jean Christ Theódore (derecha)

 

Pronto, Appoliner se encontró sentada frente a Mario Joseph en su oficina, en un edificio sin señalizar a lo largo de una de las calles estrechas y sinuosas de la capital. Para entonces, Joseph, junto con el Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití, con sede en EE. UU., Se había acostumbrado a luchar contra la ONU: habían presentado una demanda colectiva en un tribunal federal de EE. UU. En nombre de las víctimas de la epidemia de cólera, un caso perdieron cuando el tribunal confirmó la inmunidad de la ONU por daños y perjuicios.

Joseph, de 58 años, ha trabajado en algunos de los casos de derechos humanos más emblemáticos del país, en representación de víctimas de la masacre de Raboteau y del ex dictador Jean-Claude Duvalier . Creció en una casa sin electricidad ni agua corriente y cree que muchas de las injusticias cometidas en Haití son el resultado del racismo y el imperialismo, endémico no solo entre los forasteros que interfieren en el país, sino también dentro del gobierno haitiano.

Tomó el caso de Appoliner y comenzó a armar un archivo para Cortez. En agosto de 2016, el bufete de abogados de Joseph envió notificaciones legales a la MINUSTAH informándoles que planeaban presentar demandas por manutención infantil y solicitando información sobre los presuntos padres, incluida cualquier investigación relacionada con casos de paternidad por parte de la Unidad de Conducta y Disciplina de la ONU y los resultados de ADN. pruebas, algunas de las cuales se habían presentado a la organización ya en 2014. La respuesta, dijo Joseph, era opaca e incompleta . No proporcionaron detalles sobre las investigaciones internas de los casos de los demandantes ni certificación de que la inmunidad del personal de mantenimiento de la paz no impidió que estos casos avanzaran en los tribunales haitianos.

En diciembre de 2017, Joseph presentó demandas en nombre de 10 mujeres en tribunales de Haití.

"Dicen que están promoviendo los derechos humanos, pero están violando los nuestros", dijo Joseph sobre la ONU.

Un portavoz de la ONU dijo a BuzzFeed News que la organización ha proporcionado "documentación e información a las madres, así como a las autoridades nacionales de Haití", y que 31 mujeres haitianas y 36 niños están recibiendo asistencia que "varía de acuerdo con sus necesidades individuales". e incluye fondos para el próximo año escolar.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, que es la entidad que se corresponde directamente con la ONU, ha mantenido a Joseph al margen, dijo, incluso manteniendo reuniones con las mujeres sin la presencia de sus abogados. Claude Joseph, quien inicialmente asumió el cargo de primer ministro después del asesinato de Moïse y ahora se desempeña como ministro de Relaciones Exteriores, rechazó una solicitud de entrevista de BuzzFeed News.

Los casos de mujeres se han estancado en gran medida en sus respectivos tribunales. Mario Joseph piensa que parte del problema es que los jueces son reacios a fallar en contra de la ONU o sus países miembros porque muchos de ellos han recibido capacitación de la ONU o esperan conseguir un trabajo allí algún día.

Durante una entrevista, Bernard Saint-Vil, decano del Tribunal de Primera Instancia en Puerto Príncipe, inicialmente dijo que el temor a represalias por parte de la ONU "también puede ser un factor" en la demora de estos casos, pero luego retrocedió, diciendo los jueces deben aplicar la ley. Sentado en su oficina a pocas cuadras del Palacio Nacional, que fue parcialmente destruido durante el terremoto de 2010 y nunca reconstruido, Saint-Vil aclaró que la presión para que los casos avancen debe provenir del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Después de casi cuatro años, solo un juez, en el caso de Jui, ha emitido un fallo favorable para una mujer que presenta una demanda de manutención infantil contra un pacificador de la ONU. Pero debido a que es casi imposible hacer cumplir el fallo en Uruguay, Joseph dijo que todo lo que puede hacer ahora es informar a otros países miembros de la ONU sobre el fallo con la esperanza de que aumenten la presión diplomática.

Algunas de las mujeres intentan localizar a los padres de sus hijos ellas mismas. El 8 de febrero de 2020, Appoliner le escribió al hijo de Cortez, Jorge, en Facebook Messenger: “Soy un niño de 8 años. Quiero conocer a Marcelo Antonio Cortez, mi padre ”.

Al día siguiente, Jorge respondió: “¿Qué tengo que ver con esto? Encuéntrelo y escríbale. "

Unas semanas más tarde, Appoliner le envió un mensaje nuevamente. “Tu padre tenía un hijo conmigo, mira la foto”, y adjuntó una foto de Dominic. Al mes siguiente, Jorge respondió: "Hablé con él y dice que estás mintiendo". 

 

Appoliner se aferra a cualquier esperanza que pueda. En su bolso, lleva una tarjeta de visita vieja y desgastada que pertenece a Carla Pessanha Loque, una ex funcionaria de derechos de las víctimas en la ONU, aunque no recuerda la última vez que Pessanha atendió su llamada. Aún así, "siento que es un apoyo", dijo.

A principios de agosto, estaba atrasada en el pago del alquiler y a punto de ser desalojada.


 

Sobre las colinas de Port-au-Prince, Jalousie luce vibrante.

El barrio pobre, ubicado en el medio de Pétionville, un vecindario exclusivo donde muchos diplomáticos viven en villas escondidas detrás de altos muros de concreto, fue pintado por el gobierno con verdes pasteles, púrpuras y rosas en 2013 como un intento de mejorar la vista de los ricos. alrededores. Pero detrás de las paredes brillantes, se hizo poco para mejorar el saneamiento, introducir agua corriente o proporcionar más electricidad a los residentes.

En una pequeña choza azul en una de las calles empinadas de Jalousie, Omése Théodore vive con sus tres hijos, cada uno engendrado por un pacificador de la ONU diferente, dijo.

En 2009, Théodore estaba estudiando comunicaciones en la universidad y cuidaba de su primer hijo, un hijo que dice es de un pacificador camerunés que había abandonado recientemente el país. Cuando ocurrió el terremoto, perdió su casa y se vio obligada a dormir en la calle durante un mes.

Con las tasas de desempleo por encima del 50% y un niño pequeño que criar, Théodore comenzó a “buscar a alguien más que me ayudara con mi hijo” con dinero para la comida y la escuela. Encontró a un pacificador de Ruanda que le ofreció dinero "y una cosita para el niño". Cuando se enteró de que estaba embarazada de su hijo, poco después, la instó a abortar, lo cual es ilegal en Haití. Unos meses más tarde y seis meses después de su embarazo, su rotación terminó y se fue a casa, dijo Théodore.

Al año siguiente, Théodore conoció a otro pacificador de Benin. Quedó embarazada, él le ordenó que abortara y ella se negó. Esta vez, amenazó con dispararle, dijo.

Théodore fue a la base de la ONU en Puerto Príncipe para pedir dinero para sus hijos. La organización debe brindar “asistencia y apoyo para abordar las consecuencias médicas, legales, psicológicas y sociales que surgen directamente de la explotación y el abuso sexuales” por parte del personal de la ONU, según un documento de la Defensoría de los Derechos de las Víctimas. Pero Théodore y otras tres mujeres le dijeron a BuzzFeed News que solo han recibido apoyo monetario limitado e intermitente, incluido un estipendio único de $ 1,500 para vivienda y alrededor de $ 660 para la escuela cada año.

Théodore dijo que la organización solo hizo pruebas de ADN en dos de sus tres hijos, y que solo ha publicado los resultados de uno de esos dos. A través de una organización sin fines de lucro con sede en Italia, la ONU envía dinero para ayudar a pagar la comida y la educación de sus hijos, pero dijo que no ha recibido ningún apoyo desde marzo. La ONU le dijo a BuzzFeed News que no puede abordar casos individuales debido a problemas de confidencialidad.

 

 

En los últimos años, la ONU comenzó a tomar medidas para abordar la historia de la explotación sexual entre sus filas.

En 2019, la Misión de Apoyo a la Justicia de la ONU en Haití organizó un programa en varias ciudades del país para crear conciencia sobre los abusos sexuales perpetrados por su personal. Denominado “Teatro de los oprimidos”, animaba a los espectadores a subir al escenario para ofrecer soluciones al problema.

En 2020, más de una década después de que las mujeres haitianas comenzaran a denunciar el abuso de las fuerzas de paz, la ONU aprobó un fondo fiduciario para sobrevivientes de explotación sexual por parte de su personal en Haití. Hasta junio, Uruguay y Brasil, los dos países con más denuncias de explotación sexual en Haití, no habían aportado dinero.

El fondo fiduciario "está tan mal financiado que es una vergüenza para la ONU", dijo Paula Donovan, codirectora de Code Blue Campaign, una organización que aboga por las sobrevivientes de abuso sexual por parte del personal de la ONU. Agregó que si bien la ONU ha alentado a los países que aportan tropas a hacer cumplir la legislación sobre manutención infantil, no ha logrado establecer ningún requisito.

“Simplemente ya no es un obstáculo cuando las mujeres reclaman la paternidad”, dijo Donovan.

El portavoz de la ONU dijo que la organización pide "a quienes engendraron a estos niños en Haití que asuman su responsabilidad parental individual hacia ellos", y que ha proporcionado a "varias madres haitianas los resultados de las pruebas de ADN". El portavoz agregó que la ONU apoya los acuerdos de intermediación entre los padres, aunque estos "no siempre son posibles ya que dependen de la cooperación del padre".

Chucarro, vocero de la Armada uruguaya, dijo que el país adoptó “una serie de medidas para implementar la política de tolerancia cero de la ONU ante el abuso y la explotación sexual” en 2003, y remitió BuzzFeed News al Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay para obtener respuestas a preguntas específicas. La cancillería uruguaya no respondió a una solicitud de información.

Durante una tarde reciente, los hijos de Théodore se reunieron en su sala de estar, que era lo suficientemente grande para dos sillas, una cómoda y una pequeña nevera. Jean Christ, de 4 años, se sentó en el regazo de su madre. Jacques Andre, que acababa de perder su tercer diente, cantó descaradamente una canción que escuchó en la radio. Carl Michel Armand, de once años, sostenía un cuaderno de bocetos que representaba el universo de "Macsi Puissant", la familia de superhéroes que él había creado, dando a cada miembro un poder diferente: uno podía hacer árboles, otro podía armar robots y un tercero podía reunir suficiente electricidad para alimentar su casa.

Siempre que tenían hambre, los tres chicos le pedían a Théodore que buscara a sus padres.

La nevera a la altura de las caderas estaba vacía, excepto por cuatro recipientes de hojalata llenos de agua. 

 

Los videos que Jui publica en TikTok generalmente la muestran cantando o bailando frente a un mural pintado por su madre, Phanie. Vienen de una familia de artistas y amantes del arte. Las pinturas de algunos de los maestros del aceite más famosos de Haití yacen apiladas contra las paredes de su casa. Édith Piaf y el jazz suenan a menudo de fondo. Jui está aprendiendo a tocar el piano.

Pero no fantasea con convertirse en artista cuando sea mayor. Recientemente, Jui decidió que quiere ser enfermera.

Ella cree que cuando sea mayor, Borges, su padre, algún día enfermará, y ella quiere ser la que le devuelva la salud. Sueña con el momento en que trabaja en un turno en el hospital y ve el nombre de su padre en la lista de pacientes. Ella tiene todo planeado: Cuando esto sucede, ella pedirá a ser su enfermera, salir a comprarle las medicinas que necesita, y luego ver que se sintiera avergonzado de que él no ayudó a su .

Por ahora, la estudiante A estudia mucho más en su clase de ciencias, asegurándose de memorizar qué hierbas medicinales tratan qué enfermedad y cuál es la mejor manera de administrarlas. Da largos paseos con su tío en un jardín cercano, donde él le enseña qué hojas se pueden usar para preparar tés curativos.

Jui todavía posee lo único que tiene de Borges: los $ 120 que le dio a Phanie antes de irse hace una década, escondidos debajo de la funda de su almohada. ●

 

 

 

 

 

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