jueves, 7 de octubre de 2010

El verso

Ricardo Infante Caminal 





ANÁLISIS PORMENORIZADO DE LA ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE UNA IMPRESCINDIBLE Y NO MUY PONDERADA  HERRAMIENTA SIEMPRE PRESENTE EN LA AZAROSA DISPOSICIÓN DE APORTAR NUESTRO MEJOR ESFUERZO


Siempre estuvo "ahí" como el Biorse, (bien vale con este ejemplo, la frase ya  que  había  un compañero en el Penal; en el 2º B (pesados) que le decían BIORSE. A mí  siempre me parecía el más alegre y popular. En una visita de familiares le pregunté a ÁNGEL YOLDI por él y me dijo: "excelente compañero"; lo que pasa es que como el "biorse" (escusado) ¡siempre está ahí!  VERDADERO ELOGIO A UN COMPAÑERO QUE ESTA DONDE SE LO NECESITA.
 Creo que aún ostenta orgulloso el nombre que le pusieron los COMPAÑEROS)
Pensando en ello a través del tiempo, me sobrecoge la humildad de su permanencia.
Como el mejor de todos nosotros, cumplió su heroica función sin dejar pistas que lo ubiquen, con total desinterés. Es muy curioso que analistas, opinólogos e  historiadores preocupados por enterar al público (por razones variopintas) de los intrincados mecanismos, sucesos y aconteceres que afectaron durante tantos años sus intervenidos albedríos, hayan desestimado y hasta ignorado la principal  herramienta tupamara:
EL HEROICO VERSO.
Me cumple incursionar en estas disquisiciones por el lamentable hecho que muchos compañeros no se enteraron (o no fueron informados), que era una herramienta clandestina y militante  no aplicable a la vida real. Como toda arma de guerra.
Por tanto, estas reflexiones son un llamado desesperado a esos "compañeros" para que cesen en su aplicación sistemática y combativa, pues como toda arma usada fuera de su contexto, puede resultar  peligrosa. 
El Verso siempre fue lo primero. El picaporte de la puerta a la clandestinidad.
 Al cruzarla, ya nada era igual. Como toda arma de guerra, si se usaba correctamente nos daría ventajas en situaciones de aparente  desamparo. Por el contrario, su incorrecta aplicación nos ocasionaba siempre serios disgustos.
Su aparente sencillez no explicitaba la muy elaborada estructura de su mecánica.
Para explicar a todos aquellos que puedan no comprender sus alcances, adornaremos este relato con algunos ejemplos.
Su metodología y aplicación era precisa. Expondremos  aquí, en forma sencilla, alguna de las características del Verso.
Un militante podía estar o no armado, ser clandestino o legal, periférico, político, militar o de servicios.  Podía vivir en un cantón militar o una casa de familia. Lo único que siempre estaba presente y todos debían tener "a la mano" era VERSO.
En un contacto, siempre era lo primero: "cualquier cosa, nos conocimos en la parada del ómnibus etc." Conocíamos en detalle los procedimientos del enemigo. Por su compleja estructura, ellos debían implementar normas muy elaboradas (ellos la llamaban "subjetivas") para resolver situaciones imaginadas.
 Nuestros métodos eran lo opuesto.
Se apuntaba siempre a la objetividad. Ellos estudiaban como "debía presentarse" una situación para ser normal. Nosotros nos esforzábamos generosamente en brindársela, puliendo al máximo los detalles. Poníamos un gran empeño en la tarea.
 La experiencia nos fue indicando reglas muy precisas para su elaboración. Una de ellas (sino la principal) era la relación inversa que determinaba su permanencia en el tiempo.
 A mayor tiempo de aplicación, menor complejidad. Esto ocurría con la familia de uno. Para justificar horarios extravagantes, compañías extrañas o situaciones poco usuales, se debía tener un verso siempre a mano con características muy especiales. Debía ser sencillo y creíble.
 En su compañía transitábamos seguros, diferenciando rápida y claramente lo que se podía decir y lo que no. Pero cuando el verso incursionaba en su prueba mayor, "zafar" de una situación comprometida o de un interrogatorio,  las reglas cambiaban.
 ¡Ahí sí que había que afinar la punta del lápiz! Se elaboraba el verso y uno se integraba al verso. Debía tenerse en cuenta, ¡sine qua non!,  que todo sería confrontado. Pero en ocasiones extremas, en las que solo aspirábamos a "un poco de alivio", esto no se cumplía del todo.


Ocurría muy a menudo que se "cantara" en tortura un local inexistente, un berretín falso o  contactos fantasmas. Se ganaba tiempo, pero las consecuencias.... ¡se sentían en el lomo!
O tenía derivaciones insospechadas.
Derivaciones insospechadas de un verso.


Así me ocurrió con el "viejo" Campal, ya que lo que resulto fueron derivaciones insospechadas de un VERSO
Debo reconocer que de los 3 ejemplos que relataré, el  de "mi verso" que me involucra es el más pobre. Pero lo salva la situación posterior y el hecho que mi gran amigo y COMPAÑERO Campal murió en la cárcel. Sirva pues como homenaje a su integridad y entereza. ¡Salud viejo lindo!
Tendría como setenta años. Su hija Laura era de mi grupo. Yo no sabía que él también era compañero. Por eso cuando en alguna circunstancia iba por su casa, nunca pasé del living.
No tenía ni idea como era la casa por dentro. Cuando lo llevaron preso, me sorprendí un poco, pero saqué conclusiones que no debía estar muy comprometido. "Un tiempito y se va", me dije. Me equivoqué. Nunca salió de la cárcel.
En los interrogatorios, buscando un poco de "respiro",  a mí se me ocurrió "cantar" un berretín en la casa de Campal, en el fondo, enterrado en el gallinero. Por supuesto que yo no sabía si Campal tenía fondo y menos un gallinero. Pero... ¡vamos a ver qué pasa!
Me aflojaron un poco, y me empecé a preparar para la correspondiente "biaba". Esperé y esperé... y no pasó nada. "Qué raro" me dije. En fin... problema de ellos.
Nos habían puesto varias mesas para distintos usos. A la hora de comer nos sentábamos de a cuatro. Campal estuvo desde el primer día en mi mesa, al igual que compartíamos la cucheta. Por alguna razón vino a sentarse un día Daniel, que tenía grandes problemas de convivencia con algunos compañeros, incluido Campal. Su familia le enviaba muchas cosas en el paquete, por lo que gozaba de ciertos "lujos" que no era muy afecto a compartir. Uno de ellos era un frasco grande de Savora. Cuando venía puchero, iba hasta su cucheta con el plato y se ponía Savora a gusto y placer. Daniel me respetaba mucho, por lo que desde que se sentó a mi mesa,  no se animó con el "viaje al frasco". Democráticamente lo trajo y lo puso en la mesa.
Como nadie se sirvió, para no quedar pegado invitó: "sírvanse si quieren". Yo acepté encantado, lo mismo el otro compañero que nos acompañaba. Pero cuando le tocó a Campal... ¡metió el cuchillo hasta el fondo y lo sacó lleno!
Daniel se puso furioso y le increpó que era un grosero. Campal siguió comiendo tranquilo y no le dio bolilla. Daniel lo seguía aleccionando con los "modales que había que tener en la mesa". Campal solo le contestó: "Yo como así, que le vamos a hacer" Daniel siguió y siguió, hasta que terminando una frase dijo: "...y sepa que yo tengo razón". Campal lo miró bastante molesto y le contestó: "usted no tiene razón señor, lo único que usted tiene es Savora"
Un día que estaba yo leyendo en la cucheta, se me acerca Campal, y en tono confidencial me empieza a hablar despacito, casi susurrando:
- Tengo que preguntarte algo Ricardo.
- Dale nomás viejo.
- ¿Podrá ser que los milicos tengan detectores de metal?
Me sorprendió bastante la pregunta, pero le expuse mis dudas de que así fuera. Lo que me dijo a continuación ¡me dejó helado!
- ¿Te acordás que te conté que mi hermano que falleció era asimilado a capitán? y trabajaba en       
Topografía del ejército Bueno, un día junté unos recuerdos que tenía de él...pocas cosas, pavadas que yo quería conservar. Tenía una caja de esas de balas de ametralladora y la llené con planos topográficos, balas de fusil, los lentes de mi hermano, todo eso. Como no quería que se lo llevaran los milicos si allanaban, ¿sabés que hice? Sin decirle nada a nadie, de noche, enterré la caja... ¡en el gallinero del fondo! ¡Y podrás creer que la encontraron!
Cuando le conté que el que había cantado el "berretín" era yo, casi se muere de risa.
Fue nuestro secreto. Nos hicimos más amigos todavía, el verso nos unió


Bien, mal y a lo milico
A los tres o cuatro meses, ya procesados, pasamos a quedar depositados en un local ideado para dormitorio de la guardia, esto no es un verso, pero si una flor de reflexión, con los mismos protagonistas de esos días .Veníamos de la carpa que habían levantado en la plaza de armas.
Dicho local fue acondicionado precipitadamente por la inminente visita del general Zubía, comandante de zona. Es costumbre en estas circunstancias, pintar, carpir, acondicionar, limpiar y toda acción imaginable que conlleve mérito para el comandante. Cuando nos pusieron en la guardia, el local se había terminado el día anterior. El olor a pintura era insoportable.
El cabo Pedro ((Pedro Rodríguez era un tipo excepcional. Nunca nos dio una orden. Llamaba a uno de nosotros y le decía: "dígales a sus compañeros, tal cosa". Resultó que mi madre lo conocía de Palermo, donde se crió. Siempre amable y sonriente, nosotros cuidábamos en no "dejarlo pegado". Era respetado por toda la tropa, y siempre me pregunté por qué.)
 Nos había instruido en el comportamiento que debíamos tener en presencia de tan alto exponente militar. Como a media mañana entró el personaje, seguido de un par de coroneles y dos o tres comandantes entre los que se encontraba el "charabón", "nuestro" comandante.
El último, detrás de todos, era el cabo Pedro. Nos paramos con las manos detrás y Zubía nos quedó observando un rato. Dio dos pasos hacia nosotros... y... ¡sorpresa!, un metro de revoque del techo, ¡precisamente del lugar que había estado  Zubía, se precipito al suelo! Zubía se dio vuelta... miró el revoque... miró a todos los oficiales... y continuó su marcha. Nosotros pudimos apreciar, con gran regocijo,  la cara de espanto de todos. Solo el cabo Pedro sonreía. Más tarde le pregunté por qué y me contestó: "Lo que pasa es que el único que "zafa" del arresto soy yo que no tenía nada que ver, los demás marchan todos presos" En relación al revoque, me aportó una reflexión de gran sabiduría que es la siguiente: "Hay tres formas de hacer las cosas: bien, mal y a lo milico".
Ejemplo de  2º GRAN VERSO magistral
En el Penal de Libertad, teníamos la "Flor y Nata" de la medicina del país. En la enfermería estaba el "perro" Vázquez (hermano de Tabaré) Mi compañero de celda era el Pepe Aren (integrante del grupo de cirujanos de Fiandra), el "canario" Bonilla era uno de los mejores cirujanos del país (fue quien operó a Zitarrosa cuando todo estaba perdido) También estaba el "gaucho" Etorena (primo hermano de Onetti), profesor de cirugía de la Facultad. Además teníamos a Silva Antuña,  que se había especializado en Organización de Hospitales. Había muchos más que no recuerdo sus nombres, por ejemplo Zacchi, sabio profesor Ginecólogo, que (supuestamente) para humillarlo lo llevaron para asistir el parto de una chancha con problemas. El lo hizo encantado.
No nos podíamos quejar.
Pero ellos estaban muy preocupados. No sabían cómo hacer para ayudar a una cantidad de compañeros con severos problemas de salud. Síquica y física. La dirección del Penal, (quizás por indicaciones precisas de mi pariente, el sicólogo Dolcey Britos) no permitía llegar a ellos.
La ocasión se presentó por casualidad. Dos compañeros contrajeron Hepatitis.
Silva Antuña, Etorena, Bonilla y otros, pidieron  una entrevista al capitán Costa (ex-integrante del barco Alférez Cámpora que dio la vuelta al mundo, junto con Fírpo y NADER, (gran torturador)
Habían elaborado minuciosamente un VERSO magistral.
Parece que Costa los escuchó atentamente, pero no quedó muy convencido. Cuando la perspectiva inmediata era el fracaso... ¡toma la palabra Silva Antuña!
-Capitán -le dice- Usted es marino y conoce perfectamente lo que es un ICEBERG.
Asiente Costa, intrigado por las derivaciones del ejemplo.
-Ud. Sabe, es un bloque de hielo del que puede apreciarse solo una pequeña partecita que asoma en la superficie del mar. Cualquier marino sabe que por debajo.... ¡es una masa enorrrrme!
Adornaba el relato con grandes y ampulosos gestos, sobre todo cuando indicaba la parte del iceberg que no se veía: con un enorme gesto circular y hacia abajo con las dos manos que Costa seguía con mirada perpleja.
-¡Esto es lo que está pasando acá comandante! ¡Estos dos casos de hepatitis, son la parte que se ve del iceberg! ¡Pero...por debajo...! ¡Imagínese cuantas personas tuvieron contacto con ellos sin saber! ¡Todos son potenciales transmisores! ¡Usted sabe que incluso los soldados de los cuarteles pueden estar incubando el virus! ¡Le puedo asegurar comandante que si en esta población se contagian ocho personas, SE ESTÁ BATIENDO EL RECORD MUNDIAL!
Costa quedó pensativo un momento, y le preguntó a Silva Antuña:
-Usted es especialista en Organización de Hospitales, ¿no? ... ¿qué me aconseja?
Con gran seguridad, Silva Antuña le informó sin dudarlo un segundo:
-Acá la prioridad inmediata es ir celda por celda e interrogar a cada uno con quien tuvo contacto,  en los cuarteles y acá. Segundo, aislarlos para que no contagien a otros, y  tercero, tratar a los que se enfermen.
- Bueno, vayan organizando las recorridas, y voy a dar la orden a partir de mañana.
Objetivo cumplido.
El verso no duró mucho, claro, (Costa debe haber hablado con algún médico que le dijo que todo era un bolazo enorrrrrme)  pero cumplió su heroica función: poder llegar a todos los compañeros que necesitaban ayuda urgente.
Debo dejar bien claro que Costa era Capitán de Navío. Para nada estaba disminuido en su capacidad intelectual (como algún despistado podría suponer) Por el contrario debe haber sido uno de los oficiales más inteligentes que ocupó la dirección del Penal de Libertad. Pero precisamente por esa causa era totalmente predecible. Su puntillosidad era tal, que siempre investigaba  en nuestros expedientes las capacidades de cada uno, buscando excelencia en todos los trabajos. Así solicitó a la "bruja" Lazo (Comandante LUIS LAZO, ex sub.-Secretario del Ministerio de Obras Públicas, ascendió a General por reestructura.) que era ingeniero civil, los cálculos para la construcción de un horno de panadería, mirá vos uno de los Maestros de Pala, es el actual Ministro de Defensa Nacional Luis Rosadilla)
 Y esto da lugar al  tercer ejemplo el  del  VERSO MÁS SABROSO


 Era muy meticuloso,  como decimos Costa, por lo que vino a enterarse que Armando Blanco era ingeniero químico. Se le ocurrió que era la persona ideal para el mantenimiento de la caldera.
Armando, era el padre de ARMANDO HUGO BLANCO KATRAS, fusilado junto a tres compañeros el 14 de abril de 1972. Nos contaba siempre  que su hijo era gran admirador de Camilo Cienfuegos y en la cabecera de su cama tenía pegado en retrato grande de Camilo con una leyenda.  Y nos relató que al parecer en una ocasión, Camilo y sus hombres fueron rodeados completamente por el enemigo, quedando en total inferioridad numérica. Le plantearon que lo más conveniente era rendirse ya que sería una locura resistir. La respuesta de Camilo, fue: AQUÍ NO SE RINDE NADIE CARAJO, al tiempo que avanzó hacia el enemigo descargando su fusil. No hubo más remedio que acompañarlo, resultando que sorprendieron al enemigo, pudiendo abrir una brecha que fue su salvación.
Cuando fusilaron a Armando Hugo con Schroeder, Candan y Rovira, los cuerpos estaban tan destrozados que confundieron los cadáveres y le llevaron a Chichita (madre de Armando Hugo) el de Schroeder. Chichita no dijo nada y comenzaron a velarlo en su cama. Al rato, ¡gran alboroto! Llegó la madre de Schroeder llorando y le dijo a Chichita:
-¡¿No te diste cuenta que no era tu hijo?!
-¡Claro que me di cuenta pero yo sabía que a él lo estaban velando compañeros!
Cambiaron los cuerpos, y siguió el velorio. Chichita sabía que lo más importante de su hijo no  estaba  allí. Lo mejor de Marcos  seguía peleando con los compañeros.
Pero ocurrió algo muy extraño.
La foto de Camilo Cienfuegos con la leyenda "AQUÍ NO SE RINDE NADIE CARAJO" en la cabecera de la cama, sorprendía a quienes se acercaban a brindarle sus respetos.
Chichita les explicaba con mucha amabilidad: "miren que la foto no la puse yo, LA PUSO EL"


Una frase de Camilo lo va nombrando
Aquella que en la pared aún sigue gritando
¡AQUÍ NO SE RINDE NADIE CARAJO!

 (esto es de una  canción de Aníbal Sampayo compuesta en el Penal de Libertad, con datos proporcionados por el propio Armando Blanco; y  que  con mucho orgullo, quien escribe esto puede decir, que fue el primero que la escuchó, por  ser compañero de celda de Aníbal)


 Armando nunca pudo sobreponerse al dolor, y aunque hacía lo imposible por no trasladárselo a otros, siempre se le escapaba la frasecita: "Es antinatural que un padre sobreviva a su hijo"


Volvamos al ejemplo del magistral verso de Armando Blanco
El capitán Costa lo nombró pomposamente "encargado de calderas". 
El, ¡encantado! Aprovechaba para conversar con otros compañeros, ya que era un hombre muy alegre.
En las tantas recorridas que hacía Costa por el penal, llegó un día a la caldera. Allí estaba Armando tomando mate.
-¿Cómo anda la cosa Blanco? -Por lo general llamaba a los presos por su nombre y no por su número-.
Armando venía fraguando un verso desde hacía tiempo, y consideró que era la oportunidad de ponerlo en práctica.
-¿Sabe que estoy preocupado capitán? 
-¿Por qué? -le preguntó Costa intrigado.
-Por esto -le dijo mostrándole una manchas en la parte interna de la caldera (yo creo que era herrumbre nomás).
-¿De qué son esas manchas? -preguntó Costa.
-Ese es el problema, creo que es una formación que ve adhiriendo a la chapa por falta de mantenimiento. En la Ancap pasaba lo mismo y teníamos que tratarla para evitar la acumulación de.... (Aquí le puso un nombre complicado que ya tenía elegido)
 -¿Y si se acumula que pasa Blanco?
-¡Explota capitán! ¡Ese es el peligro! Lo que pasa es que para solucionarlo se necesitan unos productos que no son fáciles de conseguir. Si usted quiere, yo le puedo pedir a los compañeros de la sección calderas de la Ancap, que no van a tener problemas en mandarnos un poco.
-¿Le parece que no tendrán problema en darnos?
-¡Que van a tener problema si yo era el jefe de todos ellos!
-Acompáñeme Blanco que ya vamos a solucionar el problema.
Fueron hasta la oficina de Costa, a la entrada del penal y Costa cerró la puerta.
-Yo llamo por teléfono, y usted habla con ellos.
-Bueno, dijo Armando. Número tal, interno tal, pida para hablar con fulano.
Así lo hizo Costa y le pasó el teléfono a Armando.
Los compañeros de Ancap, entrañables amigos de Armando, saltaban de gozo y no podían entender cómo era posible que estuvieran hablando por teléfono con él.
Armando los saludó a todos (Costa estaba presente, por supuesto) y empezó a explicarles el motivo de la llamada.
-Sabés que estoy encargado de la caldera del penal, y resulta que tenemos el mismo problema que habíamos detectado en las calderas de ahí, ¿te acordás? Acá con el capitán Costa queremos solucionar el problema por lo que les voy a pedir que me envíen unos productos. Anoten.
Y empezó a describirles productos y cantidades específicas de cada uno. Cuando terminó, le preguntó a Costa:
-¿Usted puede pasar a buscarlos por Ancap, Capitán?
-¡Por supuesto! -le contestó- mañana cuando venga para acá paso por ahí.
-Bueno che, los pasa a retirar el capitán Costa, que es un "amigo", así que preparen el paquete bien envuelto con especificaciones y rótulos de los productos.
Al otro día Armando recibió una caja grande, muy bien envuelta, de manos del mismísimo Capitán Costa. Cuando se la entregó sin abrir, le dijo:
-Sus compañeros me dieron cartas para usted. Me las entregaron abiertas, pero yo les pedí que las cerraran tranquilos que no pasaban por censura. Aquí están.
Cada compañero le mandaba una. Costa siguió la recorrida y el "encargado de calderas" quedó solo... leyendo con lágrimas en los ojos,  cartas de entrañables compañeros.
Todas tenían ese sabor especial de no haber pasado por la censura. Pero aunque así hubiera ocurrido, no creo que nadie se hubiera alertado por frases como: "no perdés las mañas viejo bandido", o "¡que memoria que tenés para las fórmulas!" O quizás "que disfrutes de tu trabajo".
Porque lo que le habían enviado, era la totalidad de productos que, mezclándolos apropiadamente, se convertían en ESPINILLAR, fruto de su trabajo en Ancap.
Quizás la más sabrosa de todas, la que nació de un VERSO y ¡se la trajo el director de la cárcel! 
Ricardo Infante Caminal 
ricardoinfante366@hotmail.com
postaporteñ@_____________________________________

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