sábado, 14 de abril de 2012

El 14 de abril

El 14 de abril de 1972, eran ejecutados por las "Fuerzas Conjuntas", Luis e Yvette


14 de abril 2012

El 14 de abril
Escrito por: Alma Bolón
 
I Entre las personas vinculadas a lo que fue el Movimiento de Liberación Nacional, "el 14 de abril" remite inmediatamente al 14 de abril de 1972. En esa memoria, esa fecha se encuentra marcada a fuego, indica el comienzo de una derrota, de una forma del zafarrancho, del descalabro. Una especie de "el 14 de julio" al revés.
Por cierto que todo había empezado hacía mucho, venía de tiempos y de lugares lejanos: la represión, las huelgas, las reuniones, las barricadas, la propaganda armada, las manifestaciones, la crítica social, las marchas de trabajadores, el cine, la música y la literatura no domesticada, los palazos y la picana. Pero para unos cuantos militantes, el comienzo del fin empezó "el 14 de abril", día que con el correr de las semanas les fue trayendo encarcelamiento, tortura y muerte (o huidas y noches a la intemperie para los más afortunados).
Los militares y su máquina arrolladora estaban en todos lados, los militantes encalabozados o desperdigados. Así, el 14 de abril fue experimentado como una derrota, y la inminente victoria que la dialéctica histórica había asegurado se vio pospuesta. Sin embargo, en aquel entonces, nadie pudo sospechar que la verdadera derrota todavía no había sido conocida, y que llegaría bastante más tarde, luego de la dictadura y de la mano del éxito.
La derrota genuina –la derrota para siempre– tuvo varias estaciones, varios momentos en que se condensó y se mostró; fundamentalmente, consistió en convencerse de que la posibilidad de ganar las elecciones justificaba –exigía– todo tipo de sacrificios, en particular el sacrificio de las razones por las que podría valer la pena ganar las elecciones. La historia es conocida: primero hubo que hacer buena letra (mostrar comprensión, hasta su incorporación, con las ideas de derecha) para ganar las elecciones, luego para gobernar, luego para volver a ganar las elecciones. Esto es sabido: se terminó celebrando al bid y al fmi (el ex y futuro presidente es su actual asesor), mandando soldados a Haití, rogándoles a los inversores extranjeros que extrajeran el agua y el hierro, que especularan con la soja (y el pan costara carísimo), con la construcción (y Punta del Este se llenara de torres y Montevideo de casas sin gente y de gentes sin casa). Se terminó promoviendo la venta de títulos universitarios privados, la política educativa de Germán Rama, el pudrimiento del conocimiento. Y el fomento del endeudamiento, vía bancarización, de los ciudadanos. Todo esto es sabido, así que puede hablarse de otra cosa.


II. La segunda estación de la derrota tuvo por protagonista a José Mujica, héroe de la más exitosa operación mediático-ética de la que haya registro en estas tierras. Desde hace dos mil quinientos años, la Retórica aristotélica sostiene que, a los efectos de la persuasión, el ethos del orador es fundamental. Por ethos puede entenderse el carácter, la seña que distingue, un estilo (la marca que deja un estilete o un punzón) de acción que impide que se confunda al Quijote con Sancho, o a Tom con Jerry, o a Astori con Mujica. En ese sentido, el ethos de José Mujica Cordano es, por obra y gracia de los medios de comunicación, altamente distintivo, reconocible en la marca "el Pepe", santo y seña que permite transitar del pasado al futuro.
En efecto, la marca "el Pepe" reúne el pasado guerrillero de Mujica Cordano (la generosidad de su entrega personal, el desinterés material de su accionar, la firmeza de sus convicciones, el altísimo precio pagado por ellas) junto con el presente de José Mujica (la continuidad del desinterés material, la reconsideración de las convicciones, la consiguiente voluntad de enmienda, el afán de advertir a quienes se sintiesen tentados de creer en lo que él dejó atrás, el deseo ardiente de ser alabado por los poderosos que antes combatió). La marca "el Pepe" reúne el alocado pasado de joven guerrillero con el sensato presente de viejo sabio.
Esa es su fuerza: su doblez. Porque de viejos sensatos de derecha, preconizadores de un sentido común que aconseja doblar el lomo y laburar, puesto que se es pobre, chiquito y feo, está lleno Uruguay. También lo está de viejos guerrilleros, generosos y desinteresados, que antaño también pagaron caras sus convicciones y que hoy siguen preconizando que doblar el lomo no es programa vital para nadie. Pero el gran hallazgo de los medios de comunicación, su enorme golpe de suerte, es haber encontrado a quien reúne ambas dimensiones, a quien puede, desde su condición de guerrillero, legitimar la obligación moral de ser ex: el Pepe.
Para distinguir entre los buenos "sindicatos" y las abominables "corporaciones" ¿quién más apropiado que un presidente que luchó en las filas populares? ¿Quién más adecuado que un presidente desprendido con sus haberes, cuando se busca la aceptación de sueldos de 10 mil pesos? Para aconsejarles a los pobres que permitan a los poderosos hacer su juego y, llegado el caso, se anoten algún garbanzo ¿quién más apropiado que un presidente introducido, como de carambola, en el patio de los poderosos? ¿Qué mejor que la sabiduría de boliche para condenar a los intelectuales de café? ¿Quién mejor que un incontinente filósofo de la lleca y del rioba cuando se debe predicar la inutilidad de Aristóteles para quienes no deben salir de su lleca y de su rioba si no es para levantar paredes en calles y barrios ajenos?
(Filosofó Mujica en la televisión: "Por ejemplo, cualquier muchacho que aprende hoy un oficio es macanudo, pero tiene que empezar por entender inglés para entender el manual. En lugar de explicar al tipo Aristóteles, no jodas, vamos a enseñarle al tipo inglés y lenguaje digital aunque el tipo vaya a levantar paredes" [Canal 12, 15-I-12]. ¿Cabe mayor programa de educación para la sujeción a un –supuesto– destino, a un puesto de trabajo, a un lugar? ¿Cabe mejor programa de instrucción para levantar las paredes –de edificios puntaesteños o de calabozos– detrás de las cuales la existencia de muchos quedará apostada?)
El pensamiento de izquierda quedó tan desmantelado que ahora se revela, como gran novedad, que tras las denuncias que realizan los profesores de Secundaria sobre las condiciones materiales en que estudian los liceales uruguayos del sistema público existe una intencionalidad política inconfesable y por ende camuflada en protestas por temas edilicios. ¿Desde cuándo las condiciones materiales en que trabajan docentes y estudiantes no son consecuencia de convicciones y decisiones políticas? ¿Desde cuándo el pensamiento político –y sindical– debe desentenderse de la diferencia entre las condiciones materiales en que estudian los que pagan y los que acuden a la enseñanza pública? ¿Desde cuándo hay que admitir como palabra santa el punto de vista tecnocrático que atribuye a "la mala gestión" el origen de los problemas educativos? ¿Acaso "la mala gestión" no se sostiene en un cúmulo de mecanismos –con sus correspondientes criterios– políticos e ideológicos? ¿Acaso esa "mala gestión" no se materializa en formas de control y de disciplinamiento que sólo producen frustración, impotencia, desidia y sometimiento en quienes quedan atrapados en ellos?)
"El Pepe" fue el regalo con el que la derecha uruguaya nunca se había atrevido a soñar.


III. La tercera estación tiene que ver con las firmas que Pedro Bordaberry anuncia que entregará el 17 de abril, tres días después del 14. Esas firmas de ciudadanos reclaman mano dura, mayor represión hacia los menores de edad. Este reclamo supone sucesivas reducciones: los abundantes, variados y dolorosos problemas del vivir son reducidos a "la inseguridad", a su vez reducida a los "robos", a su vez reducidos a los "menores delincuentes". Esas firmas ilustran el proceso de concentración del mal en una única figura, la de "el menor". Una vez que "el menor" esté encerrado, castigado, rehabilitado, educado o reventado, la sociedad se encontraría en paz.
Ahora bien, mientras tanto, en abundantes comercios de Montevideo se sufrió un proceso exactamente opuesto: un proceso de ampliación del campo de la inseguridad. En efecto, es moneda corriente en muchos negocios de 18 de Julio la obligación de dejar bolsos o mochilas a la entrada, so pena de tenerla vedada.
Por este trámite, que trata por igual –sin discriminación alguna– a todos los clientes como eventuales delincuentes siempre a punto de delinquir, se contradice la reducción que el reclamo de Bordaberry y otros firmantes realizan, ya que bajo el rótulo de "cliente" puede caer cualquier persona, tenga la edad que tenga. ¿Cualquiera?
No, por cierto. Los ladrones de alto vuelo, los especuladores de grueso calibre, los estafadores inimputables, los sobornadores y sus sobornados, los tecnócratas mercenarios, los científicos embusteros, los coimeros y sus coimeados, los que se llenan los bolsillos gracias a la televisión chatarra y la prensa amarillista, los que están lucrando con la construcción, la enseñanza y la salud (y los que permiten esto por convicción y/o conveniencia) no suelen andar con bolsos o mochilas por 18 de Julio, tengan la edad que tengan.
Publicado el Jueves 12 de Abril de 2012



El peor día de la guerra sucia 
Policías y militares del Batallón Florida rodean la manzana donde vivía el matrimonio Martirena que desarmados los ejecutan. 

El primer juez de la causa y un capturado recuerdan la peor jornada de la historia moderna. Hoy la Justicia vuelve a indagar el asesinato del matrimonio Martirena.

ALEJANDRO PÉREZ
"Vamos ocho a cuatro y ganamos nosotros". David Cámpora escuchó con resignación el irónico parte del día anterior de la boca de un soldado.
Estaba tirado en una cama del Hospital Militar después del momento más duro de la guerra sucia. En ocho horas habían muerto 12 personas, ocho del lado guerrillero, cuatro del otro bando. Hubo también seis detenidos y siete heridos.
Cámpora era jefe financiero de los tupamaros. Estaba libre desde el escape masivo de Punta Carretas en 1971. En los últimos meses, el MLN había concentrado en atacar los escuadrones de la muerte. El secuestro del fotógrafo policial Néstor Bardesio les permitió conformar una lista de sus cuadros. Bardesio delató a Armando Acosta y Lara, Oscar Delega, Hugo Campos Hermida, Ernesto Motto y Víctor Castiglioni. Los cinco serían ejecutados en tres días consecutivos de abril.
Desde febrero, David Cámpora y Eleuterio Fernández Huidobro vivían en un escondite (berretín, en la jerga tupamara) armado en el hogar del matrimonio Martirena-Giménez en Amazonas 1440.
El 14 de abril la estadía clandestina iba a terminar de manera abrupta. A las 13:55 oyeron por la radio de alta frecuencia que la Policía andaba cerca. Afuera había dos camiones del Batallón Florida con 40 soldados al mando del capitán Carlos Calcagno y policías liderados por el comisario Hugo Campos Hermida. Un helicóptero interrumpió la tranquilidad de Malvín.
Cinco minutos después, llovió fuego de artillería durante varios minutos. Las balas atravesaron la pared de la finca y dieron en el berretín armado por Cámpora y Huidobro, situado entre el cielorraso y el techo de la casa. Un impacto dio en el cuello de "El Ñato" Huidobro. El dueño de casa gritó: "no estamos armados, no disparen". El escribano Luis Martirena militaba en el sector legal del Movimiento de Liberación Nacional.
Pocos segundos más tarde se escuchó otra ráfaga y el quejido mortal de Martirena en el primer piso. Su esposa había caído en el comedor. Las Fuerzas Conjuntas entraron a la casa y la vaciaron como si fuera una mudanza. Un rato después, llegó el juez en lo criminal Daniel Echeverría. Pidió para hacer una inspección ocular.
Por pura casualidad, el comisario Bergeret encontró en el placar del baño la entrada al berretín. Tanteando el techo pudo levantar con facilidad una tapa de 70 kilos que Cámpora olvidó trancar por socorrer a Fernández Huidobro.
Pensaron que les había llegado su hora. "Yo trataba de no moverme, pero temía que el ruido de las tripas me delatara", dice Cámpora, 35 años después.
La Policía no sabía aún el tesoro que había encontrado. Fernández Huidobro sí se dio cuenta del peligro que estaba corriendo. Dio la orden a Cámpora de entregarse. Herido y con un hilo de voz, le dijo a su compañero: "gritá que somos dos y que estamos desarmados".
Cámpora no estaba convencido."Gritá, las pelotas", pensó. "A mí de acá me sacan muerto". Igual, dejó los dos chumbos en el suelo. Pensaba fugarse por el fondo, pero el estado de "El Ñato" hacía imposible el plan. Sabía que ninguno de los dos saldría con vida.
Sin la ayuda de Cámpora, Fernández Huidobro cantó rendición. Primero pidió por el juez y después por Campos Hermida. Ambos estaban allí.
Campos Hermida se vanagloriaba de ser uno de los integrantes de las Fuerzas Conjuntas que no practicaba apremios físicos. Ese día dio garantías y cumplió el deseo de alto al fuego pedido por "El Ñato", a quien conocía de otra tragedia: el asalto de Pando. En 2004, el policía confirmó la historia al semanario Brecha .
El ex tupamaro Cámpora tiene otra teoría sobre la caballerosidad del policía: "Campitos era totalmente comprable. A la hora de una futura fuga iba a ser pieza clave. Además, se sintió amenazado por la organización. Sabía que estaba en nuestra mira por integrar los escuadrones. Cuidando nuestro pellejo, cuidaba el suyo".
Sin muchas opciones, los dos capturados bajaron las escaleras. "El Ñato" le dio un fajo con 29.400 dólares al juez y le dijo: "me los pagó una periodista francesa a cambio de un reportaje".
Luego Huidobro abrazó a Cámpora. "Bueno, hermano, esta vez zafamos", le dijo y se desmayó. Tenía un gran agujero en el costado izquierdo de la garganta. Su piel estaba de color gris por la pérdida de sangre.
"El Ñato" y Cámpora zafaron. Los Martirena no pudieron. Ivette Giménez yacía en la cocina. Tenía el mentón hundido, como si se lo hubieran aplastado con un pisotón. En un corredor de la planta alta, estaba el cuerpo del escribano Martirena. Sostenía una metralleta.
El juez Echeverría dudó de la forma en que estaba colocada el arma y miró a Campos Hermida. "Eso es todo, doctor", respondió el policía. El forense Guaymirán Ríos constató el fallecimiento de Martirena.
Había un gran nerviosismo en la casa. Los policías y militares estaban todos de civil con brazaletes amarillos. Cámpora recuerda oficiales fumando marihuana y bromeando entre ellos. También recuerda los ojos oscuros de dos policías que los custodiaban. "Estaban prontos para limpiarnos", cuenta Cámpora.
El juez Echeverría recrea el clima a su manera: "los agentes parecían fuera de sí, gritaban como locos, gritaban cualquier cosa. El odio que se respiraba en esa casa podía palparse. Yo pensé que no salíamos vivos. Se estaban matando entre ellos y nosotros estábamos en el medio", asegura.
La vida no valía nada
Huidobro y Cámpora coinciden: el juez de Instrucción les salvó la vida con su sola presencia. Dice Cámpora: "Si Echeverría no hubiera estado allí, no sé si no nos pasaban por los dientes. Era relativamente fácil. Bastaba declarar: `tupas asediados iniciaron tiroteo y..`.".
El juez también piensa lo mismo: "creo que si no estábamos nosotros en el momento en que el comisario Bergeret descubrió el berretín, Huidobro y Cámpora no contaban el cuento. Los mataban ahí mismo".
El doctor Echeverría era uno de los cinco jueces de instrucción criminal de Montevideo. Los turnos de cada juzgado eran semanales. Entre los lunes 10 y 17 de abril de 1972, su juzgado (el de tercer turno) estaba a cargo de toda la justicia penal en la capital uruguaya.
No se puede decir que el tema le cayó en suerte.
"El 14 de abril de 1972 fue el peor día de mi carrera judicial", dice sin dudar. Hoy a los 80 años, retirado de la administración de justicia, dedica tiempo al estudio del cosmos y de la genética.
Aquella jornada, probablemente la más sangrienta del Uruguay del siglo XX, había amanecido bajo una garúa. Echeverría prendió la radio y se enteró que un comando sedicioso había asesinado al capitán de la Armada, Ernesto Motto, integrante de Inteligencia naval.
El marino fue ejecutado a las 9:10 de 12 balazos en la parada del ómnibus. Los disparos fueron realizados desde una pick-up blanca con cuatro hombres en la parte trasera. Era el último día de trabajo antisubversivo para Motto. Había conseguido pase como oficial un buque de guerra.
El asesinato ocurrió en plena avenida Roosevelt de Las Piedras. No caía en la jurisdicción de Echeverría.
El juez supo poco después que la tragedia había comenzado más temprano y que había caído dentro de su competencia. Mientras desayunaba, la primera llamada de alerta fue del comisario Campos Hermida.
"Esto viene bravo, doctor", le advirtió. A las 6:50 un Ford Maverick conducido por el subcomisario Delega, el agente Leites y otro policía, había sido interceptado en Bulevar y Ponce por una camioneta Chevrolet verde. Delega y Leites murieron bajo el fuego de metralleta.
Suficiente para un mismo día, pensó el juez. Pero no. A las 10:20, un francotirador tupamaro asesinó al ex subsecretario del Interior, profesor Armando Acosta y Lara, en el momento ue salía de su domicilio. Los disparos provenían de la parte trasera de la iglesia metodista de San José y Barrios Amorín, copada desde las 8 de la mañana por un comando tupamaro.
"Recuerdo un charco de sangre impresionante frente al zaguán de la casa", recuerda el juez, que hizo acto de presencia en el lugar junto al comisario Campos Hermida. Acosta y Lara cayó fulminado en el acto.
El juez volvió a su despacho. Otra llamada del comisario Campos Hermida lo llevó de recorrida. A las tres de la tarde se enteró que los enfrentamientos habían continuado. Cada agresión respondía a la anterior.
A las 12:30, vecinos de la calle Francisco Plá denunciaron la sospechosa presencia de una camioneta. Hacia allí transitaba el subcomisario Juan J. Reyes en un Ford Maverick. Pero la emboscada salió mal.
La providencial llegada de dos vehículos blindados (las famosas "chanchitas" verdes) desató un violento tiroteo en el que murieron dos tupamaros. El subcomisario Reyes resultó gravemente herido.
Buscando revancha, un equipo de Inteligencia comandado por el inspector Víctor Castiglioni irrumpió en un cantón tupamaro de la calle Pérez Gomar 4392. El dueño de casa fue capturado. Murieron su hijo de 18 años, el jefe tupamaro Jorge Candán Grajales y dos militantes más.
El juez Echeverría todavía no puede creer la cantidad de diligencias que debió desarrollar esa jornada. Para terminar aquella agenda de terror, ya entrada la noche, tuvo que actuar ante un operativo de la seccional 5° de Policía. La denuncia provenía de la sede del Partido Comunista, en Fernández Crespo y Uruguay. Habían disparado al local desde un patrullero.
"El lugar era aterrador. Un montón de gente tirada boca abajo. Los policías rodéandolos con las metralletas. Ordené el desalojo y la libertad de los detenidos", recuerda el magistrado.
A pocas cuadras del lugar, el Parlamento votaba el estado de guerra interno y la supresión de las garantías individuales. La votación parlamentaria resultó afirmativa. A partir del 15 de abril de 1972, los hechos de sedición pasaron a la órbita de la justicia militar. Por puro formalismo, Cámpora y Huidobro fueron los últimos sediciosos procesados por la justicia civil.
Aquella horrible madrugada, el senador frenteamplista Enrique Erro leyó un informe enviado por los tupamaros que intentaba explicar las ejecuciones. Un grupo de la ultraderechista Juventud Unida de Pie (JUP) se enfrentó en la barra legislativa con obreros de Alpargatas y estudiantes de la Facultad de Química.
Algunos cabos sueltos de aquel día todavía están en la mira, entre otros la muerte del matrimonio Martirena-Giménez que nunca había sido investigada.
El expediente fue archivado por la Ley de Caducidad. Pero la Suprema Corte de Justicia recibió en 2003 un escrito con la firma de 200 personas solicitando la reapertura del caso. Entre los solicitantes figuran Ana y Laura Martirena, hijas del matrimonio asesinado. La petición fue aceptada y hoy está bajo la competencia del juez penal de 10° turno, Rolando Vomero.
Fueron indagados Huidobro, Cámpora y el actual general Carlos Calcagno, cuya actuación en dictadura es objeto de otras investigaciones judiciales.
También declaró un funcionario policial que ese día vio una escena atroz: mientras un soldado robaba comida de la cocina, el inspector Castiglioni tenía el pie sobre el rostro de Ivette Giménez, le puso el revólver en la boca y disparó.
El juez Echeverría dice no haber visto a Castiglioni en la escena del crimen, pero él y su actuario llegaron una hora y media después del ataque.
Muy lejos de la causa, el ex magistrado todavía se pregunta cosas: "si no agarraban en la calle Amazonas a Huidobro y a Cámpora, ¿cómo hubieran justificado las Fuerzas Conjuntas el asesinato de los Martirena?".
Es una pregunta que se hace hoy la Justicia uruguaya. Castiglioni, Campos Hermida y muchos otros están muertos. Y ya se sabe: los muertos no declaran.


 "Escribió  Sanguinetti, en la primera de sus crónicas sobre el allanamiento de la calle Amazonas, 
...en Malvin, donde son muertos —al resistirse al allanamiento— el escribano Luis Martirena y su mujer, tesoreros del movimiento sedicioso…’
"Así no sucedieron las cosas, y Sanguinetti lo sabe. La que sigue es la verdad, terrible verdad de la cual es cómplice el ex ministro devenido en periodista.

 "El 14 de abril de 1972, integrantes del Departamento 5 de la Jefatura de Policía, llamaron a la casa de la familia Martirena. Los atendió Ivette Giménez de Martirena, quien les expresó que allí nada escondían, invitándolos a entrar. Algunos pasaron por el garaje y, en la sala de estar, colocaron a Ivette de cara a una pared, matándola de un tiro en la nuca. De inmediato empezaron a disparar, tanto los que estaban dentro como los que quedaron afuera. Luis, desde un balcón, agitó un pañuelo blanco. Pese a ello fue herido de bala, arrastrándose llegó hasta una escalera, donde fue rematado por los policías.

 "Las otras dos personas que estaban en la casa, lograron permanecer ocultas hasta la llegada del juez. La hija mayor del matrimonio había partido una hora antes hacia el Liceo, pero tan sólo unos minutos antes la menor se había alejado hacia su escuela. Ambas niñas, también providencialmente, salvaron sus vidas.

 "No hubo resistencia alguna, no podía haberla. ¡En toda la vivienda no tenían una sola arma de fuego!
 Abel Alexis Latendorf  30 de julio de 1976


 El 14 de abril de 1993, LA REPULBICA publicó una entrevista con el ex agente de inteligencia policial, Winston Silva Cordero, quien narró su participación 31 años antes en el asalto a la casa de la calle Amazonas de Malvín, donde funcionaba el secretariado del MLN.

Silva Cordero dijo: "El inspector Castiglioni metió el caño de su arma en la boca de Ivette Martirena y la ejecutó". La denuncia de LA REPUBLICA en abril de 1993 contra Castiglioni. El 14 de abril de 1993, LA REPULBICA publicó una entrevista con el ex agente de inteligencia policial, Winston Silva Cordero, quien narró su participación 31 años antes en el asalto a la casa de la calle Amazonas de Malvín, donde funcionaba el secretariado del MLN. Silva Cordero dijo: "El inspector Castiglioni metió el caño de su arma en la boca de Ivette Martirena y la ejecutó". El ex agente agregó que el entonces jefe de inteligencia policial, Víctor Castiglioni, "le colocó un arma en la mano, después de muerta y a su marido una metralleta Pam, después de muerto". "Cuando tomamos la casa por asalto --narró Silva Cordero-- encontramos a la señora de Martirena, que corría histérica de un lado para otro, con las manos en alto; en la casa no había ningún tipo de arma, pero nosotros efectuamos cientos de disparos".
Campitos soy yo!
También participó en los procedimientos del 14 de abril de 1972, especialmente el que culminó con la detención de Eleuterio Fernández Huidobro y la muerte, entre otros, del matrimonio Martirena en una casa de la calle Amazonas, en el barrio montevideano de Malvín.


En esa oportunidad, Fernández Huidobro, herido de bala, solicitó la presencia de Campos Hermida para rendirse a las fuerzas policiales.


Consultado por LA REPUBLICA sobre las razones de tal petición (el ex inspector de la Policía contaba la anécdota como demostración de que nunca cometió ningún tipo de atropello a los derechos humanos, pues de lo contrario --sostenía-- nunca un jefe del MLN hubiera pedido su presencia para entregarse), el senador dijo que lo hizo no por el hombre sino por el cargo. "La única posibilidad de que no me mataran era entregarme a quien estaba al mando del operativo. En todo caso si lo hacían que lo hiciera el jerarca. Era costumbre en esas acciones que los 'milicos" dispararan sin contemplaciones, para luego saquear las casas o al muerto. En realidad creo que la vida me la salvó el juez Daniel Etcheverría, que ya estaba en el lugar, lo mismo que el médico forense", precisó Fernández Huidobro.
El dirigente del MLN agregó que Campos Hermida fue responsable de la muerte del matrimonio Martirena. 
http://www.midiaindependente.org/en/blue/2003/10/265327.shtml

 DOMINGO 22 de abril de 2007 
 "No se olvida"

 
 Hace 35 años eran asesinados Luis Martirena y su esposa Ivette. Las autoridades uruguayas no dudaron, en ese momento, en calificar la matanza como un enfrentamiento. Pero aún hoy, con el Frente Amplio en el poder, no se recuerda a la pareja acribillada el 14 de abril; mientras desde el Gobierno se planea reparar a las familias de los militares caídos, en lo que algunos llaman, la "lucha contra la sedición".

El 14 de abril de 1972, Ana Martirena y sus primos almorzaban - como era habitual- en la casa de la calle Amazonas del barrio de Malvín. Graciela Martirena había llamado a las 13.30 desde la oficina para saber cómo estaban los chicos. "Mirá, quedate tranquila: Ya comieron y se fueron para el colegio. Está todo bien", había escuchado de su cuñada Ivette Giménez.

Diez minutos más tarde, Graciela recibía el llamado de un vecino que le pedía verla porque tenía que comunicarle algo. Al cortar la comunicación, la llamaba su hermano menor: "Hubo tiros en lo de Coco (Luis) y parece que hay heridos. Yo traté de pasar y no me dejaron. Está toda la manzana rodeada de milicos".
Como un rompecabezas, Graciela iba reconstruyendo lo que había pasado. Mientras su hermano menor iba a buscar a los chicos al colegio, el teléfono volvía a sonar. "Mi marido, que estaba en la Marina, me llamó para decirme que uno de los muertos era mi hermano. No sabíamos quién era el otro muerto. Yo deseaba que- por favor- no fuera mi cuñada". La confirmación llegaba desde el Palacio Legislativo: la otra asesinada era Ivette.
La pareja, que estaba desarmada, había sido asesinada a sangre fría en su casa, a minutos de que Ana- la hija menor de Luis e Ivette- y los hijos de Graciela se hubieran marchado hacia el colegio. Al día siguiente, Graciela le comunicó la noticia a Ana y desde ese momento se hizo cargo de sus dos sobrinas, Ana y Laura. "Nos quedamos en el país. Mandamos a los chiquilines al mismo colegio. Había gente que ni sabía que no eran mis hijas".
Las autoridades no dudaron en caratular la masacre como un "enfrentamiento". Sin embargo, la matanza quedó retratada en la película Estado de sitio , que estrenó meses después de los homicidios el director Costa Gavras, gracias a la información recibida del Ángel Benítez Segovia, un policía de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, quien- en realidad- era un militante tupamaro.
También, fueron testigos de la matanza dos dirigentes tupamaros que estaban escondidos en la casa del barrio de Malvin. "En lo de mi hermano estaba en un berretín arriba toda la información del MLN. Y había dos tupamaros - David Cámpora y Eleuterio Fernández Huidobro- que sintieron la entrada de los policías, cuanda mataron a mis hermanos, escucharon todo, todo", relata Graciela.
"Yo creo que ellos tendrían que haber hecho desaparecer esa información. Inmediatamente después caen todos: Cae Raúl Sendic, cae la cárcel del pueblo", explica. "Entonces, quiere decir que hubo algo que no estuvo bien hecho", sostiene la hermana de Martirena, quien ha intentado que el MLN Tupamaro les rindiera un homenaje a su hermano y a su cuñada, quienes fueron asesinados antes de que desatara la dictadura en el Uruguay.
Este 14 de abril se cumplió un nuevo aniversario de los asesinatos. Graciela decidió pasarlo en la Argentina. "Todo el mundo me dice: ’Tenés que mirar hacia delante, hacia el futuro’. Pero qué futuro o qué presente", se interpela. "Esto no se olvida", sentencia.



Carta abierta de Laura Martirena a Jorge Batlle (*) “Deje actuar a la justicia para que aclare el crimen de mis padres”
05-Diciembre-2003

 Sr.Presidente de la Republica Oriental del Uruguay, Dr.Jorge Batlle Ibáñez
Presente
Le escribo en Presente, porque ya le escribimos y Ud. no responde. Le escribo con todo respeto, porque Ud. es el presidente de los uruguayos.
Le escribo, Señor Presidente, para decirle que no me cite, pero que si me cita, me cite bien. Hace tres años el diario La República, el 8 de julio del 2000, en su tapa me nombraba como vocero de Familiares de Asesinados por Razones Políticas, manifestando que en este país había, y debía dejar de haber, muertos clase A, y muertos clase B.
Ud. ahora usa el mismo razonamiento para contestarle al poeta Juan Gelman, que aquí no hay desaparecidos clase A, y clase B. Debió aclararle, Sr. Presidente, que sí hay muertos clase A, y clase B. Y que todos juntos forman la clase C. Porque la clase AA esta formada por los torturadores que mueren en sus camas de lujo, enriquecidos por premio a su labor, sin haber estado un solo día en la cárcel.
Sr.Presidente, yo también soy poeta. Y uruguaya. Mi padre, Luis Martirena Fabregat, era un intelectual reconocido internacionalmente, al que Ud. seguramente conoció como cronista parlamentario.
Era un intelectual con todas las credenciales posibles.
Mi madre, Ivette Giménez Morales, era su esposa. Y eran uruguayos. Y su caso no entra dentro de la ley de caducidad. Y Ud no nos recibió nunca, Sr. Presidente.
A Ud. le consta, Sr. Presidente, si vive en este país, que mis padres fueron fusilados, que en mi casa no hubo ningún tiroteo. Si no lo sabe, debió mandar investigar. Y si lo sabe, con mas razón, debió mandar investigar, para que lo sepan todos.
Sr.Presidente. Sabe Ud que lo estamos reclamando desde 1985. Yo se que Ud sabe todo esto, no solo por la prensa, sino por los vínculos interfamiliares que ambos tenemos. Porque este es un país familiar, pequeño y grande al mismo tiempo. Pero no hubo Comisión para la Paz en nuestro caso. No hubo ni el mas mínimo respeto hacia nosotros.
Sr.Presidente, el mismo tiro que mató a mis padres, mató a mis abuelos maternos, la única familia que yo tuve y que se ocupaba de mi. Crecí sola y en la mas absoluta miseria. No pude estudiar en tiempo y forma, Sr. Presidente, que era lo que más me importaba. Quizás por tradición familiar, quién sabe. ¿Cada uno sabe lo que mas le duele, verdad? A mi no fue el hambre, ni el frío, ni el desamparo, fue eso.
Sr.Presidente, exijo saber como murieron mis padres y Ud. puede ayudarme. Exijo saber quien los mato, porque no entra dentro de la ley de caducidad. Exijo la prisión de los responsables, porque no entra dentro de la ley de caducidad.
Presidente Batlle, Ud llama a Gelman mercenario. Ud que lo conoce, como lo conozco yo. ¿No le da vergüenza?. Los poetas no son mercenarios, Sr. Presidente, ni siquiera son comerciantes; es mas, son incapaces hasta de vender libros de poesía. Claro, eso Ud no lo sabe.
Pero hay otros que trafican con la muerte. ¿Verdad?
Sr.Presidente, Ud sabe que por estos días el diario La República ha realizado una crítica al diario El País. ¿Tiene idea, Sr. Presidente, de lo que la prensa, en especial el diario El País y en su momento el diario El Día, Acción, La Mañana y Ultimas Noticias junto a la televisión y sus radios nos hicieron a los familiares de los Asesinados por la represión? ¿Tiene idea de lo que fue soportar tantas mentiras, humillaciones, agresiones, difamaciones? Son tan responsables como los que tiraron del gatillo, o más. Ocultaron la verdad, difundieron, adornaron e inventaron mentiras. Encubrieron y promocionaron a los asesinos y torturadores. Y peor aun, tomando en cuenta el hecho de que muchos familiares son blancos o colorados. Y desde siempre leían esa prensa
Por eso le pregunto, Sr.Presidente: ¿Cuándo el Partido Colorado va a realizar una autocrítica? ¿Cuándo lo van a hacer ciertos sectores del Partido Nacional?
He oído a los Tupamaros realizar autocríticas. He oído a muchos militares realizarlas. Pero jamás he oído al Partido Colorado que Ud. representa realizar una autocrítica de todos los crímenes que realizaron y mandaron realizar en el pasado. ¿No cree que ya es hora?
Esa falta de autocrítica creo yo que tiene mucho que ver con que haya muertos clase A y clase B en nuestro país.
Con que no se investiguen los crímenes ni se tome en cuenta a los familiares de los fusilados por los gobiernos de Jorge Pacheco Areco y J. M. Bordaberry, amén de los asesinados luego en las cárceles por la dictadura del 73.
Pero todos sabemos que la dictadura comenzó mucho antes.
¿Ud sabe como mataron a Ibero Gutiérrez? Sabe como mataron a este poeta adolescente? Lo mataron torturándolo a balazos, en las manos, en los pies, en los brazos, en las piernas. Lo mataron hombres organizados por su partido en escuadrones de la muerte. Lo dejaron desangrar. Escribieron con su sangre una burla a su poesía. No hubo juicio. No hubo investigación. No hubo derecho.
¿Qué es lo peor que le puede pasar al Partido Colorado si se hace una autocrítica? Una autocrítica es liberadora, no se puede crecer sobre mentiras. Las mentiras regresan. Siempre.
Pero pensando y pensando ¿qué es lo peor que podría pasar? Yo me respondo que nada.
Que sería muy bueno para ese partido frente a la gente. Entonces, si seguimos pensando, lo único que a uno se le puede ocurrir es que las razones para no hacerlo, no sean morales, sino económicas. Quizás ese partido no este dispuesto a cambiar, por razones económicas. Y si las razones son económicas, ¿quién es el traficante Sr. Presidente?
Sr.Presidente: Deje actuar a la justicia para que aclare el crimen de mis padres de una buena vez.
Y como dijo el poeta en uno de sus textos, Sr.Presidente: “guarda abajo” porque abajo esta la gente, la gente honesta de todos los partidos, que nos apoya a nosotros, y quiere saber la verdad.
Mire para abajo.
Laura Martirena Giménez

(*)La Comisión de Familiares de Asesinados Políticos de Uruguay, convoca a los uruguayos que estén de acuerdo con la carta escrita en este mail, envíe un mail y/o un fax a Presidencia de la República

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