Ante estas graves situaciones, es imprescindible hacer algo por la jueza Mariana Mota.
Lo que no hagamos hoy, lo lamentaremos mañana.
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Compañeros:
No sé si están al tanto de la campaña desatada contra la jueza Mariana Mota, a raíz de declaraciones que hizo al diario Página 12, con motivo de su concurrencia a un Seminario organizado por el CELS en Buenos Aires, donde estaba invitada.
Esas declaraciones fueron "entresacadas" por Búsqueda de la semana anterior, El País se hizo eco y se sumó a la campaña mediática y la Suprema Corte de Justicia le solicitó informes en 72 hs., que ella ya contestó. No hay nada en esas declaraciones que pueda ser reprochable del punto de vista de la función, se le preguntó sobre el estado de los juicios en Uruguay, y queda claro cuáles son las condiciones en las que trabajamos acá, los recursos con que contamos y el sistema procesal.
Si un juez no puede decir eso, entonces hay que ponerles mordaza a todos.
Lo que hay detrás todos lo conocemos, Mariana es la juez que se ha tomado el tema de las graves violaciones a los derechos humanos en serio, con respeto y dedicación, es estudiosa y trabajadora, llega a resultados y eso molesta.
Lo grave es que hay un Ministro en especial, de la SCJ, que quiere su cabeza. Sacarla del Poder Judicial o al menos de ese cargo, donde lleva a adelante las investigaciones con eficacia.
Mariana está sola, en la Tertulia de El Espectador dijeron cosas realmente alarmantes y muy tristes para la democracia uruguaya. Se llega a la conclusión de que hay una gran hipocresía y que todo ese discurso de la libertad de expresión y de información es solamente para ciertos tema y ciertas cosas.
Enviamos esta alerta porque pensamos que debemos hacer algo, procurar que se oigan otras voces de apoyo, para preservar la independencia de la justicia y la posibilidad de seguir adelante con las investigaciones.
El Espectador. com Viernes 30.03.2012
La SCJ tiene a estudio un informe de la Jueza Mota sobre las declaraciones que hizo al diario argentino Página 12
Entrevista a Mauricio Rossencof y Matilde Rodriguez LarretaACOSEN A LOS JUECES
No es un tema nuevo, y tampoco es exclusivo de ningún lugar en particular. Cuando uno recorre la prensa mundial, se da cuenta que la persecución a los jueces es una forma más de manifestación del poder, y que se aplica en todas partes en forma más o menos desembozada. Desde la convulsionada Colombia, pasando por los jueces de Túnez, o por Honduras, y más recientemente las 17 organizaciones de jueces y fiscales que hicieron público un comunicado contra la persecución al juez Baltasar Garzón por haber investigado "los crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura franquista", y más específicamente, los delitos de desaparición forzada, comunicado que también fuera suscrito por la Federación de Asociaciones de Jueces para la democracia de Latinoamérica y del Caribe.
POR CASA COMO ANDAMOS
En
junio del año pasado, escribimos un artículo en el que hablábamos de la
indignación popular en el tema de los derechos humanos, y señalábamos
lo siguiente, en función de la presión que se ejerecía sobre la jueza
Mota:Hasta donde sabemos, nuestra Constitución de la República en su artículo 77, numeral 4º establece: “Los magistrados judiciales… deberán abstenerse, bajo pena de destitución e inhabilitación de dos a diez años para ocupar cualquier empleo público, de formar parte de comisiones o clubes políticos, de suscribir manifiestos de partido, autorizar el uso de su nombre y, en general ejecutar cualquier otro acto público o privada de carácter político, salvo el voto”. Es evidente que cualquier juez que concurra a una Marcha en defensa de los derechos humanos no está formando parte necesariamente de ninguna comisión o club político, ni está suscribiendo ningún manifiesto (de hecho la marcha del silencio ni siquiera cuenta con una parte oratoria, y menos un manifiesto, y menos aún partidario), ni está ejecutando ningún acto público de carácter político. Un juez que concurra a una marcha en defensa de los derechos humanos universales, está manifestando su adhesión a esos principios universales, que deben estar por encima (y lo están) de cualquier bandería política. Lo que debería suceder, y lo que enorgullecería a la gran mayoría de los uruguayos, y lo que incluso les llevaría tranquilidad y confianza en la Justicia, sería que todos los jueces de nuestro país participaran de una marcha en defensa de los derechos humanos, por la verdad y la justicia.
Además del precepto constitucional, está también la Ley Nº Ley 15.750 (Ley Orgánica de la Judicatura y de Organización de los Tribunales), la que establece en su Artículo 94 que los Jueces se abstendrán: 1º) De expresar y aun insinuar su juicio respecto de los asuntos que por ley son llamados a fallar, fuera de las oportunidades en que la ley procesal lo admite.
2º) De dar oído a cualquier alegación que las partes o terceras personas a nombre o por influencia de ellas, intenten hacerles en forma distinta de la establecida en las leyes.
Y en este caso, menos se puede aún decir que el participar en una marcha en defensa de los derechos humanos, de la verdad y la justicia, sea expresar su juicio respecto de los asuntos en los que el juez o la jueza están llamados a fallar. Porque en el juicio, el juez se manifestará en cuanto a la culpabilidad o no del acusado, pero es de suponer que no se manifestará en cuanto a la pertinencia o no de los derechos humanos universales protegidos, y que todos los jueces tendrán en cuenta esto último.
NUEVAMENTE LA PRESION SOBRE MOTA
Nueve
meses después, vemos con sorpresa (o no tanto) que desde diferentes
ámbitos se vuelve a presionar a la jueza Mota, esta vez, por las
declaraciones echas en una entrevista al diario Página 12 de Argentina, a
donde la magistrada viajó invitada por el Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS) y el Centro Internacional para la Justicia Transicional
(ICTJ), para hablar sobre su experiencia como jueza penal de séptimo
turno en donde investiga los delitos cometidos por la dictadura.¿Y qué cosas tan graves expresó la Dra. Mota en esa entrevista? Habló por ejemplo del delito de desaparición forzada y de su tipificación como tal en nuestro país, habló de la dictadura uruguaya , de los muertos, desaparecidos y presos políticos. Dijo que según un informe de Amnistía, uno de cada cincuenta uruguayos había sido interrogado, que los funcionarios públicos eran calificados según su vinculación con organizaciones sociales o políticas que fueron ilegalizadas, etc. Explicó lo ocurrido luego de la marcha del 20 de mayo pasado: “Dijeron que había cometido delito al manifestarme políticamente y que debían excluirme de continuar conociendo en las causas. Antes que eso, cuando proceso a Calcagno, como no estaban de acuerdo con la tipificación del delito, el ex presidente Balle y el ex vicepresidente Gonzalo Aguirre fueron a hablar a la Corte para que me sancionaran. Señalaron, ante la prensa, que era una jueza hitleriana. La Corte no me sancionó, pero dijo que había faltado a la ética judicial, cuando en realidad la marcha es convocada por organizaciones sociales y de derechos humanos, sin ningún tinte político”.
Y bien, de acuerdo a lo que informó la prensa días pasados, “El presidente José Mujica afirmó que le "llamó la atención" que "ni la Suprema Corte de Justicia (SCJ) ni nada parecido" se haya pronunciado sobre los dichos de la jueza penal Mariana Mota, quien elogió al gobierno argentino por su política de derechos humanos y cuestionó al uruguayo”.
Y ¿qué fue lo que molestó al presidente y por lo cual esperaba un pronunciamiento de la SCJ o de “algo parecido”?
El periodista argentino le pregunta: “¿Cómo analiza el apoyo del gobierno uruguayo al proceso de Verdad y Justicia en su país?”, a lo cual la jueza Mota respondió: “No hay una promoción de los derechos humanos para que esta situación, que es nacional y nos marcó a todos, se esclarezca. Es bien diferente al gobierno argentino en esa materia. Mujica y el ministro de Defensa fueron rehenes de la dictadura. Tal vez por eso no puedan ver con objetividad un proceso dictatorial que los tuvo como víctimas”.
Y la pregunta que nos hacemos es: ¿Hay alguna duda que en nuestro país no hay un interés real por parte del gobierno de que estas cosas se esclarezcan? ¿Hay alguna duda de que la actitud del gobierno argentino es bien diferente a la del uruguayo? Una prueba contundente es que mientras en la Argentina, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación dictaminó que un juez está “inhabilitado éticamente” para desempañarse en el alto tribunal “por su acreditada participación en organismos de poder” durante la última dictadura militar, en nuestro país queremos inhabilitar a una jueza por su compromiso con los derechos humanos. ¿Se puede dudar de que Mujica y Huidobro pierden objetividad en estos temas?
Pero la pregunta fundamental es: ¿Son estas declaraciones político partidarias? Claro que no. Y como lo no son, lo que habría que averiguar es qué hay detrás de la presión que se quiere ejercer sobre la jueza Mota.
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