Productor de Kiyú resiste el desalojo que le ordena Colonización
Apuesta a la tierra
Gabriel Arrieta ocupó en 2008 con otros productores el predio, formó una cooperativa y el Instituto de Colonización les cedió la tierra. Ahora están en litigio.
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EDUARDO DELGADO09 mar 2014
"Venga por Ruta 1 hasta el kilómetro 61, que es
la entrada a Kiyú. Entre y antes de llegar al mar va a ver un ómnibus
de Cutcsa. Ahí vivo yo", explicó Gabriel Arrieta.
Es un hombre de 46 años, con la piel curtida a la
intemperie, que cultiva cinco hectáreas y cría 10 vacas de raza Holando
en ese lugar de San José. Duerme en ese viejo ómnibus, que ha
acondicionado con cama y heladera. Su joven hijo reside a pocos metros
en un pequeño remolque prestado.
Junto con otras cinco personas formaron una cooperativa
a la que, en 2011, el Instituto de Colonización le otorgó un campo de
32 hectáreas, pero en octubre de 2013 esa institución resolvió que esa
fracción le sea devuelta.
Algunos años antes, en mayo de 2008, Gabriel Arrieta
había armado una carpa en este predio, en la que vivió ocho meses, a la
manera habitual de los ocupantes ilegales. Luego construyó un rancho muy
humilde y húmedo -en el que los ratones eran la presencia habitual-
hasta que se trasladó al viejo ómnibus donde vive.
Arrieta dice que en reiteradas ocasiones informó al
INC que la cooperativa "no funcionaba como tal" y que él era el único de
los seis miembros que cumplía con los requisitos del colono, entre
ellos el de vivir en el terreno. "Estoy con mi familia en el campo y los
otros hacen lo que quieren sin vivir acá, plantan soja y trigo y tienen
negocios por fuera de este campo. Si les quitan este campo no se
verán afectados económicamente, mientras yo y mi familia quedaríamos en
la calle", dijo.
Por eso reclama que se le permita seguir viviendo en
el lugar, del que no se quiere ir y donde dice que ya tiene vínculos con
otros pobladores.
La presidenta del Instituto Nacional de Colonización,
Jacqueline Gómez, dijo a El País que no puede haber marcha atrás en la
resolución de que la cooperativa devuelva la tierra, ya que incumplió
con las condiciones acordadas (ver nota aparte).
El campo donde está asentado Arrieta era parte del
fondo de recuperación de activos tras el cierre del Banco de Crédito y
por ley debía pasar al INC, pero como esto no se concretaba, él decidió
instalarse en el terreno el 12 de mayo de 2008, dijo.
Comentó que se le recomendó que hablara con un grupo
de productores de Libertad, que también pretendían un campo, para formar
una cooperativa.
"Así lo hice, y la cooperativa anduvo muy bien
durante un año. Al segundo sólo quedamos trabajando tres de los seis,
luego quedamos dos, plantando y cosechando papas, con lo que ni siquiera
sacábamos para los costos", contó Arrieta.
Entonces, él les comunicó a los otros
cooperativistas que se abría, y que en su predio haría quinta. Plantó
zapallito, zucchini, zapallo criollo y boniato. Pero los números tampoco
le cerraron. "Sin un vehículo para comercializarlo y venderlo me
liquidaba la intermediación. Pero quise ver qué pasaba".
Ahora tiene alfalfa que en parte vende y en parte
utiliza para alimentar a las 10 vacas que cría. El dinero no le da para
mantener a la familia, dijo, por lo que junto a su hijo realiza changas
en campos de la zona y su esposa realiza trabajo doméstico en
Montevideo.
Aseguró que para tener un proyecto "serio y
productivo" necesita más hectáreas, por lo que pide que el INC "acceda a
dialogar, que sepa el proyecto que tengo para el campo".
"Dicen que el campo fue dado a seis familias pero no
es así; fue dado a una familia y a cinco personas que nunca se
instalaron en el lugar", añadió.
"No existe".
Arrieta es crítico de cómo el INC se comportó. "En
una reunión de directorio le dije a (el entonces presidente del INC,
Andrés) Barterreche que esto no era una cooperativa, sino un grupo de
productores que buscaban una forma jurídica para agarrar un campo de
Colonización. La cooperativa no existe, no tiene ni hojas de trabajo ni
actas. Faltaron formalidades y la cooperativa cayó", expresó.
Está en muy malos términos con los otros
integrantes. "Yo me peleé con ellos, lo que incluyó denuncias policiales
y judiciales", dijo. Por esto, "el año pasado le envié otra nota al
INC y les dije que la cooperativa no existe. Les pedí que intervinieran,
que hagan algo".
Comentó que recientemente dialogó por teléfono con la actual presidenta del INC quien le solicitó que salga de la fracción.
"El INC siempre quiere que la familia esté afianzada
en la tierra y yo he cumplido", dice Arrieta. "No es cuestión de que te
den un campo y vivas en Punta del Este", acotó.
A Arrieta no le han informado aún del plazo que
tiene para abandonar el campo, pero sabe que la medida de desalojo se
puede ejecutar en cualquier momento.
"A mí me sacarán con la Republicana o con los
GEO. No negocio con ir al frente, a los costados o a Punta del Este.
Tengo los lazos acá", dijo y se volvió para mirar el campo
sembrado de alfalfa.
INC: "Es difícil para nosotros también"
"En este caso, lamentablemente no logramos cambiar
la situación; para nosotros también es difícil pero tenemos que cumplir
con nuestras responsabilidades", dijo la presidenta del Instituto
Nacional de Colonización (INC), Jacqueline Gómez, sobre la decisión de
intimar la entrega del campo en el que reside Gabriel Arrieta.
Aclaró que la decisión del INC "no tuvo relación con
su persona sino con la cooperativa, y no podemos meternos en la interna
del grupo".
La jerarca dijo que los afectados recibieron un
cedulón con la notificación de que deben devolver el predio y que la
propuesta del INC será acordar cuándo se concretará su salida del lugar.
Pero "si no se soluciona por una vía razonable y de negociación,
tendremos que recurrir al formato que corresponde", en este caso una
orden judicial de desalojo.
Gómez hizo hincapié en que el INC tomó la decisión
sobre un colectivo. "No podemos tomar decisiones sobre cualquiera de
las personas que integra el grupo, porque el terreno fue entregado en su
momento a una cooperativa, integrada por seis personas".
Cuando el campo sea devuelto, afirmó, el INC
dispondrá un mecanismo para que las personas interesadas en instalarse
en él como colonos se presenten. "Y quienes están actualmente, si tienen
el perfil, pueden presentarse".
Compromisos.
Gómez comentó que cuando un grupo accede a un campo
del INC "asume distintos compromisos", entre ellos hacer frente a una
renta, avanzar en un proceso de formalización de la figura legal que
se presentó (en este caso una cooperativa), la residencia en el
medio y el cuidado del medio natural. En este caso, varios
requisitos no se cumplieron.
Sostuvo que existen unos 5000 colonos y que para el
INC "es importante cuidar que los recursos del Estado, en este caso
tierras, sean usufructuados en cumplimiento de obligaciones que asumimos
el INC y los colonos. Es de justicia también con los otros colonos".
RÍO NEGRO | DANIEL ROJAS16 mar 2014
Las familias asentadas en campos de Río Negro
dicen sentirse perseguidas a tal punto que algunos se han enfermado por
la presión psicológica que supone recibir un cedulón tras otro,
conminándoles a dejar las tierras. Incluso, la esposa de un colono
intentó quitarse la vida después de recibir la notificación judicial.
Sostienen que les están buscando "la quinta pata al
gato" y que, para ello, han recurrido a "falsear" los informes elevados a
Montevideo, dando cuenta de casas vacías y campos descuidados. No
descartan presentar una denuncia penal.
Algunos arrendatarios indicaron que los relevamientos
son diametralmente opuestos cuando los técnicos son enviados desde
Montevideo y aclararon que la decisión de desalojarlos no pasa
necesariamente por deudas en la renta.
Hasta la puerta.
La familia de Álvaro Lorduguín ocupa desde 1954 la
fracción 122 de Colonia Herrera. Su hermano Juan denunció serias
irregularidades "en algunos informes que no concuerdan con la realidad
de varias fracciones. También nos sentimos presionados por los
reiterados cedulones que nos mandan. Incluso ha llegado el juez hasta la
puerta de las casas", expresó el productor.
Juan indicó que a pesar de la adversidad planteada
existe voluntad "de solucionar los problemas, en un grupo donde algunos
tienen deudas pero también existen casos de colonos que no deben nada e
igualmente están en la misma situación".
Su hermano José contó que hace algunos años sufrieron
cuantiosas pérdidas por la muerte de las vacas de ordeñe como
consecuencia del llamado "hongo de la pradera".
El tambo se vio reducido a unos pocos animales que se
vieron en la necesidad de vender. Eso generó deudas, pero a principios
de este año, pagaron US$ 10.000 sobre un total de US$ 35.000 y se
comprometieron a saldar el resto antes de fin de año. Aun así, el
Instituto de Colonización los quiere fuera.
"Hicimos una propuesta de pago, se pagó una
importante suma y a los tres días el informe fue muy malo, recomendando
que no se dé andamiento a la propuesta de pago", informó a El País, Juan
Lorduguín.
De bebé.
Otro caso es el de la familia Pons Kasmenko.
Francisco llegó allí con 8 meses y hoy tiene 78 años. El instituto le
pide que entregue el campo.
"Con Colonización no tenemos deudas, nos encontramos
al día. Vivimos con nuestros hijos y trabajamos la fracción como nos
pide el Instituto. El tema es que hace un tiempo recibimos una
notificación por una inspección ocular de un ingeniero que falta a la
verdad y nos quieren obligar a cosas que no están dentro del
reglamento", indicó Raquel Kasmenko a El País.
Dijo que el mismo técnico redactó en el informe que
su esposo padece una enfermedad. "Nosotros pedimos que certifique eso
porque no es verdad", indicó.
Leonel Vidart, otro de los colonos, dijo que
recibió tantas presiones que entregó uno de los dos campos que tenía
para lechería. Al poco tiempo se enteró que fue destinado a la
siembra de soja.
Admitió que en su tierra también tiene una
plantación de soja, 15 hectáreas para verdeo de invierno, además de
vacunos, lanares y yeguarizos.
"Vivo ahí y vivo de eso. Como seguían insistiendo
opté por entregarle uno de los dos campos. Tenía un atraso que saldé
hace 7 meses pagando todo al contado y ahora me siguen pidiendo el
campo que me queda", dijo indignado el productor.
Grave.
Diego Henderson, presidente de la Mesa Nacional
de Colonos, dijo que éste es el resultado de un largo proceso de
delegaciones regionales "que marchan muy mal", como la de Paysandú, a
cargo de Ana Fernández, "que ya tiene antecedentes de mala gestión en
Artigas donde tiempo atrás ocurrió una situación similar".
Henderson denunció que en un caso "tildan de loco a
un colono sin ninguna constancia, cuando para hacer lo mismo con un
funcionario público hay que hacer, por lo menos, una pericia
psiquiátrica".
"Desde que asumí como presidente de la Mesa, vengo
sosteniendo que el lápiz de un técnico es más peligroso que una
ametralladora. Es muy perverso", añadió.
Cuando se le preguntó cuáles son las razones por las
que se intenta despojarlos de la tierra, Henderson respondió que él se
formula la misma pregunta. "Así como a lo largo y ancho del país hay
colonos para defender y otros que no, hay funcionarios públicos que
rayan con la delincuencia", expresó.
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