El coronel Paulo Malhães murió cuando 3 hombres entraron a su casa.
“Lo que surge de la declaración de Malhaes es que él habría estado
involucrado en el secuestro de los militantes argentinos Campiglia y
Pinus, en 1980”, declaró a Página/12 Aline Borges, miembro de la
Comisión de la Verdad de Río. “No descarto que tenga alguna relación con
la detención de Norberto Habegger.”
La abogada Borges estuvo presente y formuló preguntas durante las 23
horas de confesiones de Malhaes, que tuvieron lugar en marzo y cuya
transcripción acaba de ser divulgada. En esas horas de confesión, el
militar contó cómo espió y secuestró argentinos cuando formaba parte del
Centro de Informaciones del Ejército brasileño, vinculado con el
Batallón de Inteligencia 601 de Campo de Mayo.
Los militantes Horacio Domingo Campiglia y Mónica Pinus de Binstock
fueron secuestrados por elementos brasileños y argentinos el 12 de marzo
de 1980 cuando arribaron, procedentes de Venezuela, al Aeropuerto
Internacional del Galeao, de donde planeaban seguir viaje hacia
Argentina. Dos años antes, en algún momento de julio o agosto de 1978,
Norberto Habegger, también miembro de Montoneros, fue raptado en la
misma aerostación. Los tres continúan desaparecidos.
En su confesión, el militar, hablando a veces en tercera persona
sobre sí mismo, dijo que “Malhaes capturó a un argentino y lo mandó de
vuelta para Argentina, el tipo era un montonero importante... el tipo
vino a Brasil no sé para qué... yo secuestré, realmente secuestré y
mandé hacia Argentina... lo agarré saliendo del aeropuerto”.
Borges cuenta que Malhaes no trasuntaba arrepentimiento: “El sentía
que cumplió su misión en la guerra era acabar con el comunismo”. Durante
un encuentro preliminar con miembros de la comisión, el ex agente
aseguró haber enseñado a sus colegas argentinos cómo infiltrarse en las
organizaciones armadas. Luego, en su declaración formal se jactó de que
“me volví famosísimo en Argentina, me dieron una medalla de Argentina”.
Un mes antes de morir de una manera todavía no esclarecida, el
represor relató que “descubrí que tenía un montón de argentinos en Río
de Janeiro. Unos eran exiliados políticos amparados por la ONU, otros
no. Entonces ordené (a mis subordinados) que fueran a fotografiar a todo
el mundo... así yo sabía que este argentino es Fulano, este Mengano,
este mató a no sé quién...”.
En las 232 páginas de la desgrabación, el septuagenario Malhaes
demuestra conservar la memoria, aunque por momentos vacila y parece
confundir lugares hacia dónde iban o de dónde venían sus víctimas.
Tampoco aporta fechas precisas sobre las acciones contra los
guerrilleros de Montoneros y del ERP, a quienes elogia por su coraje.
“Nuestros guerrilleros eran flojos, yo tengo experiencia, pero los
guerrilleros argentinos eran completamente diferentes... yo aprendí eso.
Los argentinos eran de una convicción... algo que espantaba. Para mí
fueron una sorpresa porque yo estaba acostumbrado a lidiar con
brasileños.”
Por seguridad, venganza o vanidad, lo cierto es que Malhaes quería
hablar, lo cual hizo de él una amenaza a la omertá que atraviesa toda la
corporación castrense, que hasta hoy reivindica la ley de autoamnistía
sancionada en 1979 y denunciada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. “Nosotros constatamos que una parte importante de lo que dijo
Malhaes es cierto. Todo esto es valioso para la Comisión de la Verdad y
podría resultar incómodo para quienes estuvieron en la represión”,
apunta la abogada Borges.
El ex coronel comenzó a hablar en 2008, cuando dio una entrevista en
la que contó detalles sobre cómo se financiaban las operaciones de
infiltración para desarticular organizaciones armadas locales o grupos
argentinos en Brasil. Según Malhaes, estas operaciones continuaron hasta
1985, poco antes del retorno de la democracia. A partir de 2012 recibió
en su chacra de la Baixada Fluminense a periodistas e investigadores, y
siguió hablando de su pasado.
Para la Comisión Nacional de la Verdad creada en 2012 por la
presidenta Dilma Rousseff, y para la Subcomisión de la Verdad del
Senado, el fallecimiento de Malhaes se parece a una “quema de archivo”.
Según la investigación, tres hombres invadieron su domicilio y durante
diez horas revisaron cada rincón del lugar y se llevaron archivos y
armas. El dueño de casa murió de un paro cardíaco que pudo haber sido
causado por el pánico o por haber sido asfixiado por su captores.
Lo curioso para senadores y especialistas es que la causa está bajo
secreto de sumario y que el comisario a cargo de la instrucción la haya
caratulado como un delito común, robo seguido de muerte accidental, sin
connotaciones políticas.
Malhaes fue el primer cuadro militar destacado que aceptó contar en
extenso los secretos de la represión y aportar datos sobre uno de los
momentos cruciales del capítulo argentino-brasileño del Plan Cóndor.
“La muerte de Malhaes nos perjudica bastante, pero sus denuncias tal
vez puedan ser tomadas por la Justicia argentina en la causa por la
Contraofensiva. Se podría citar a algunos de sus cómplices en los
secuestros. Sabemos que algunos aún están con vida”, ponderó Borges.
Traducción automática http://www1.folha.uol.com.br/poder/2014/03/1430795-coronel-admite-que-torturou-matou-e-ocultou-corpos-na-ditadura-militar.shtml
Ocultó los restos del diputado Rubens Paiva en 1963
.
sábado, 5 de julio de 2014
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El que murió hace dos diás es el coronel José Nelson Chialanza.
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