Montevideo, sábado 19.07.2014
El Hospital de Clínicas, uno de los edificios más grandes del país, pretendió ser ejemplo y medida de todas las cosas. Ahora, en caída, sólo lo sostienen el tesón y el fervor.
Miguel Arregui 19 jul 2014
Es un paisaje de rudos contrastes: en blanco y
negro, casi sin matices. La atención a los pacientes suele ser muy
buena, aunque voluble y descoordinada. Los internados pueden sentir que
permanecen en depósito mucho más de lo necesario por lapsus burocráticos
incomprensibles. Médicos solícitos conviven con los arrogantes que no
se sienten obligados a informar a los familiares, que son casi siempre
personas de humilde condición; el cuidado preciso convive con el
abandono; el orden con el furor de una interna sindical que se pelea en
cada rincón y se resume en el hall de ingreso; una alimentación adecuada
incluye papas crudas y hamburguesas petrificadas; la limpieza de pisos
constante y esmerada cohabita con vidrios turbios, salas atestadas y
baños escasos, rotosos y sucios; la calefacción generosa hasta la
asfixia, en el piso siguiente parece temperatura de congelación.
Es el raro paisaje del Hospital de Clínicas, el centro
médico de la Universidad de la República que un día quiso ser escuela y
patrón de todas las cosas. Pero 60 años después de su apertura es un
enfermo ciertamente grave que lucha por su vida.
En caída.
Se ha optado por "el abandono de muchos pisos", dice
Hugo Masi, viejo dirigente de la Unión de Trabajadores del Hospital de
Clínicas (UTHC), quien perteneció al Partido Comunista y ahora integra
el ala disidente o "radical".
Masi trabaja en el Clínicas desde hace 23 años.
"Entonces éramos 3.000 funcionarios y había 650 camas. Ahora hay unos
2.200 funcionarios y 336 camas. A inicios de la década de 1990
atendíamos entre 200.000 y 250.000 personas por año y pronto pasaremos a
no más de 100.000 personas, con 100 camas".
Del Clínicas egresan por año entre 7.000 y 9.000
pacientes, que permanecen internados un promedio de 14 días. Esta cifra
cae año a año. Se evacuan más de 40.000 consultas de emergencia y unas
140.000 consultas externas anuales. También realizan cursos miles de
estudiantes de medicina, enfermería y otras especializaciones.
"Si funcionara a pleno, con las 800 camas que tenía
en origen, acabaría con muchas mutualistas", dice Hugo Masi. "Sería el
fin del poder médico, porque la salud es un gran negocio".
Pero muchos no confían en el Estado como
administrador total de nada. No conciben al Clínicas como un monstruo
todopoderoso, sino como hospital de referencia y docencia y con
especializaciones de alta complejidad.
El Clínicas no recibe dinero del Fondo Nacional de
Salud (Fonasa) porque no forma parte del Sistema Nacional Integrado de
Salud (SNIS), aunque sí es una pieza más del sistema sanitario nacional.
Algunos proponen integrarlo al SNIS, lo que le permitiría captar
recursos por fuera de la Universidad de la República; otros creen que
ese sería el camino hacia el caos definitivo.
El director del Hospital, el médico Víctor Tonto,
quien dirige el Clínicas desde diciembre de 2010 tras suceder a Graciela
Ubach, acepta que "el hospital está en una situación comprometida desde
el punto de vista presupuestal, lo que repercute evidentemente en las
prestaciones", le dijo a Ser Médico, revista del Sindicato Médico del
Uruguay en junio.
El doctor Tonto, quien bromea que de tonto sólo
tiene el apellido, no navega el más calmo de los mares. Su presupuesto
ronda el 30% del necesario, debe someter sus decisiones al endemoniado
cogobierno universitario, ha chocado con la corporación médica y, de
postre, padece un sindicato imprevisible.
Abundan los carteles de actividades sindicales
Feo rostro.
En el plan presupuestal 2010-2014 se propuso
"restablecer la confianza en el Hospital de Clínicas" y "trabajar en
condiciones" e "innovado".
El presupuesto ejecutado en 2013 sumó 1.880 millones
de pesos, unos 83 millones de dólares, destinados a salarios, bienes de
uso, obras y equipamiento. Equivale al 22-24% del total del presupuesto
de la Universidad de la República. La Administración de los Servicios
de Salud del Estado (ASSE) proporciona algunas partidas a cambio de
servicios.
Pero esos ingresos no permiten reciclar las enormes
instalaciones del hospital y darle un empujón cualitativo a los
servicios. La Universidad pidió 109 millones de pesos por año durante
ocho años para un reciclaje decoroso: algo de inversión y la mayor parte
en obras. A cambio recibió en la Rendición de Cuentas unos 35 millones
de pesos.
Ciertas mejoras comenzaron en la década de 1990.
Entre 2004 y 2005 se reconstruyó la fachada del cuerpo central del
edificio (Curtain wall, o muro cortina) con materiales de última
generación. Pero el resto del rostro del Clínicas sigue feo.
A partir de 2005 se realizaron reformas y mejoras
que sólo alcanzaron a la tercera parte del edificio. Una cuota de las
obras se realizó con dinero que donó Hugo Chávez cuando a Venezuela
parecía sobrarle.
Maternidad. un área funcionando modernamente
Maternidad. un área funcionando modernamente
Gobierno endemoniado.
La dirección del hospital depende de una Comisión
Directiva integrada con representantes de docentes, egresados,
estudiantes y funcionarios no docentes. A su vez la comisión directiva y
la dirección están sometidas al Consejo de la Facultad de Medicina, que
a su vez obedece al Consejo Directivo Central de la Universidad de la
República, que casi no genera recursos y está pendiente de los dineros
públicos que le otorgan los gobiernos.
La más mínima situación que involucre a un
funcionario se debate y negocia hasta el hartazgo, y puede ser revisada.
El resultado es un politicismo integral y una escasa ejecutividad
administrativa, cuando no la tendencia a mirar hacia otro lado. El
"comité de obstáculos", al que hacen referencia algunos directivos,
termina por cansar al más guapo. En cualquier otra institución médica
las cosas ruedan con mucha mayor fluidez.
El doctor Víctor Tonto, director del Clínicas,
admitió en Ser médico que el hospital tiene "una organización que fue
fijada en la década de 1960 que tiene que ser revisada. El cogobierno es
un emblema y es un sistema que no entorpece en la medida que ejerza el
rol que debe ejercer. El cogobierno enlentece cuando asume funciones que
no le competen, como son las de gestión".
Un clásico: las colas para los ascensoresDe otro tiempo.
Uno de los arquitectos suecos que contribuyó al
diseño del edificio del Centro Uruguayo de Imagenología Molecular
(Cudim), que dirige el médico Henry Engler y se inauguró en 2010,
preguntó un día qué era esa mole que se levantaba en el predio contiguo.
"¿Un hospital? ¡Pero si no se hacen con más que pocos pisos de
altura!", exclamó.
El Clínicas, un edificio que fue hermoso y a su
manera funcional, hoy es otra cosa. Fue diseñado por el arquitecto
Carlos Surraco en 1930 y su construcción demoró 23 años. Tiene 23 pisos
que ocupan casi 11.000 metros cuadrados, equivalentes a 11 hectáreas
(ver recuadro).
Muchos técnicos y médicos creen que el empinado
edificio no se presta para la atención médica propia del siglo XXI. Los
hospitales modernos suelen desarrollarse en sentido horizontal, para
facilitar su mantenimiento y el tránsito de pacientes, funcionarios,
equipos e insumos. De hecho, frente a los ascensores del Clínicas cada
día se forman largas colas.
Muchos espacios han sido reciclados, mal que bien, e
incluso se ven cuadrillas del Mides pintando paredes a ritmo cansino.
Otras áreas están desvencijadas y vegetan entre la niebla medieval. Los
internados suelen gozar de una buena atención aunque deben armar sus
espacios hogareños, incluyendo ropa de cama y tendederos improvisados, y
disponen de muy pocos baños para muchos.
Una pared alegórica
Algo que mostrar.
El Clínicas incumple las normas del Ministerio de
Salud Pública en un sinfín de aspectos. En la sala 1 del piso 8 del
hospital "los pacientes se mueren porque todo el lugar está lleno de
hongos", denunció una catedrática el año pasado y lo publicó El
Observador. El director, Víctor Tonto, dijo en enero que la peligrosa
bacteria Clostridium difficile, que hace honor a su nombre, ya se había
dispersado por otros centros hospitalarios.
Desde 1991 el Clínicas es el único sitio en que se
realizan cambios de sexo, pero el programa está en fase de abandono por
falta de dinero. Los centros de quemados y de trasplantes renales lucen
adecuados.
El segundo piso del Clínicas es la joya de la
corona. Allí funciona el Centro Cardiovascular Universitario, construido
con algunos millones de dólares que donó el fallecido caudillo
venezolano Hugo Chávez. (En las escaleras, en cada piso, un militante se
encargó de escribir "Viva Chávez" con crayón y letra rápida, aunque la
mayoría de los grafiteros optan por expresar su amor a alguien o clamar
por sexo).
A fines de 2013 la Facultad de Medicina resolvió que
el Centro Cardiovascular tendrá una mayor independencia financiera. Es
una prueba de desconcentración a favor de la "microgestión". Si es
exitosa, podría extenderse a otras dependencias del hospital
universitario.
Algunos lugares están mucho mejor que otros
Muerte lenta.
Álvaro Danza, consejero de Facultad de Medicina, se
refirió en la revista del Sindicato Médico (SMU) a la responsabilidad de
la Universidad de la República por el estado de su hospital. "A los
rectores el Clínicas les pasó por encima siempre", afirmó. "Ni (Jorge)
Brovetto en su momento (1990-1998), ni Rodrigo Arocena (desde 2006)
pudieron con el Hospital de Clínicas. Creo que quisieron pero menos de
los necesario".
El médico Martín Rebella, ex presidente del SMU,
opinó que no podrá ir más allá del próximo gobierno la definición de si
Uruguay tendrá un hospital universitario o no. "Creo que sí, pero que no
es admisible tenerlo en estas condiciones".
No existen propuestas concretas con amplio respaldo
en la Universidad y en el frente político para "refundar" el Hospital. Y
entre dilemas, debates e indiferencia el Clínicas muere de a poco.
Presencia sindical.
Más carteles en los pasillos
SALUD Y NEGOCIOS
Demasiados pacientes del Centro Cardiovascular del
Hospital de Clínicas se derivan hacia Institutos de Medicina Altamente
Especializada (IMAE) privados, en los que los médicos cobran mucho más
por sus intervenciones.
En octubre del año pasado el director del Clínicas,
el médico Víctor Tonto, dijo al portal 180 que todo gira en torno a
cinco sanatorios, y "todos los que están en el Clínicas trabajan en las
cinco; a buen entendedor sobran palabras". (No hay un solo IMAE en el
interior del país).
Al llamar a las cosas por su nombre, Víctor Tonto provocó olas que lo enemistaron con una parte de sus colegas.
Estos conflictos de intereses médicos son frecuentes
en Uruguay, donde los casos de implicancias no están regulados con
precisión.
Además, la productividad del IMAE del Clínicas es
baja. En promedio realiza una operación cada cuatro o cinco días, que no
alcanzan siquiera al 5% de las cirujías cardíacas del país.
SINDICATO RUDO
La Unión de Trabajadores del Hospital de Clínicas es cosa seria.
El año pasado formalizó 34 paros. La mayoría se
realizó en horas pico. Las distorsiones fueron enormes, incluyendo la
paralización de intervenciones quirúrgicas. El 17 de diciembre un grupo
de familiares de pacientes insultó y tomó a golpes de puños a dirigentes
sindicales. En octubre de 2013 el director de la Emergencia del
Clínicas, Norberto Liñares, publicó en su cuenta de Twitter que seguían
con camas bloqueadas por sindicalistas y que estaban "llenos de
pacientes graves sentados porque el gremio no los deja acostar".
"Es muy difícil dialogar con el actual gremio. Son
diferentes fracciones con diferentes posiciones", dijo entonces a El
País el director del Hospital, Víctor Tonto.
El Clínicas, un gigante que siempre está dando pelea
El Clínicas, un gigante que siempre está dando pelea
"No hacemos paros porque sí", explica el
sindicalista Hugo Masi; "es el único lenguaje que la dirección atiende,
porque no te da bola nadie".
Muchas facciones de la UTHC se aferran a un
radicalismo típico de los funcionarios públicos, en tanto otras tratan
de alinearse con las políticas oficiales.
En las elecciones del 26 de junio, en las que
votaron 678 funcionarios (el 30% del total), las listas más afines al
gobierno obtuvieron una mayoría apretada: seis cargos en 11.
UN EMBLEMA DE LA CIUDAD
Por ley de 1926, un tiempo de bonanza económica y
optimismo, se resolvió la construcción de un gran Centro Médico que
incluiría el Instituto de Higiene, la Escuela de Odontología y el
Hospital de Clínicas. Sería responsabilidad de la Universidad de la
República y se financió con la emisión y venta de papeles de deuda
pública.
El proyecto fue desarrollado y dirigido por una
comisión que lideró el médico Manuel Quintela, entonces decano de la
Facultad de Medicina quien, tras su muerte en diciembre de 1928, daría
nombre al Hospital de Clínicas.
En 1927 se compró un predio de 12 hectáreas al
costado del entonces Parque de los Aliados, una zona central de
Montevideo, comunicada por grandes avenidas.
El joven arquitecto Carlos A. Surraco ganó el
concurso por el diseño. Antes había viajado a Estados Unidos para
conocer los hospitales en altura, que tomó como modelos. Surraco también
diseñaría luego el Instituto de Higiene, los consultorios externos del
Hospital Pereira Rossell, el Instituto de Traumatología y el Pabellón
Martirené del Hospital Saint Bois.
Resultó un edificio sistematizado, de fácil
circulación, muy bien iluminado y ventilado. Cada piso incluyó una
clínica con anfiteatros, consultorios y bibliotecas que facilitarían el
aprendizaje de los alumnos.
La piedra fundamental se colocó en 1930 aunque las
obras se iniciaron en 1931. Tras muchas cancelaciones, la obra demandó
23 años, sin contar las reestructuras posteriores. Fue inaugurada con el
ingreso de los primeros pacientes el 21 de setiembre de 1953.
Pese a su decrepitud, aún hoy es una referencia física fundamental de Montevideo.
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