PENSEMOS QUE EL DÍA DESPUÉS YA EMPEZÓ Y QUE EL NARCICISMO
ES DERROTABLE
"El régimen que impera en nuestro país tiene una cara y
una careta. La careta es esa apariencia de libertad y democracia que sólo
experimenta la gente rica y que se muestra para el exterior. Pero la democracia
burguesa en nuestro país, como la democracia burguesa en todos lados, no resiste
la prueba de fuego de la lucha de clases. Aquí ha caído por completo la careta
y ha quedado al descubierto una cara siniestra, que evoca las macabras fauces
del fascismo” (Raúl
Sendic Antonaccio / allá lejos, allá cerca, por los ´60 / ´70)
La alternativa cierta y contundente que deslegitime de
una buena vez el mito de una “democracia” que es en realidad la máscara de la
dictadura burguesa, no es otra que la abolición drástica del capitalismo.
Es una verdad “de Perogrullo”, se dirá con razón.
Pero lo que no es verdad es que hasta que se produzca la
revolución que destruya todos los mitos “democrático”-burgueses destruyendo la
sociedad del robo y el crimen organizados, tendremos que estar necesaria e
invariablemente involucrados en cuanta rebatiña electoral nos caiga del cielo, como
tampoco lo es que necesaria e invariablemente debamos estar completamente ajenos
a ellas.
El proceso de deslegitimación de las “reglas de juego” impuestas
por la clase dominante, culmina, naturalmente, con la revolución, pero se
inicia y se va acentuando cuando estas mismas “reglas de juego” resultan insuficientes
para que el sistema pueda mantener silenciado y encorsetado a un movimiento
popular para el que los opresores solamente concibieron la esmirriada acción
política de participar periódicamente en el bendito e infecundo sufragio
universal de los dados cargados por los que siempre ganan por este camino de
engaños y fantasmagorías mediático-propagandísticas que por sí solo no representa
peligro alguno para la clase dominante.
Empieza como autodeslegitimación vanguardizada por una
burguesía irremediablemente condenada a ir eliminando de hecho las diferencias
entre formas y contenido de su propia dominación.
Los primeros movimientos de desenmascaramiento dictatorial
del capitalismo y de exhibición plena del carácter falaz de todos los mitos
burgueses, proceden de la misma burguesía que los ha creado, e inducen al
pueblo a considerar formas y contenidos de lucha que rebasan los propios
límites estériles de la trampa “democrática”.
El proceso deslegitimador empieza cuando la naturaleza
esencial e inmodificablemente reaccionaria del Estado burgués ya no puede contenerse
a sí misma y estalla en sus propios desbordes de exacerbación del poder ante la
evidencia de que los pueblos terminan descubriendo más tarde o más temprano la
acción política directa y no intermediada por el idílico espíritu conciliador
de sectores que proclaman “un nuevo mundo” y apañan el existente.
“(…) AQUÍ HA CAÍDO POR
COMPLETO LA CARETA (…)”
Esto que decimos no es historia de otros pueblos, solamente.
Es también nuestra propia y joven historia, que enseña
que, para el pueblo trabajador, recoger o no el guante “democrático-electoral”
es algo estrechamente condicionado por factores que, obviamente, se presentan
mucho más complejos y difíciles de analizar en condiciones de dispersión, atomización
y crisis de sus organizaciones político-sociales enfermas de sectarismo, ausencia
de voluntad unitaria y escasa conciencia de clase.
Es decir, la norma, casi, mientras sea muy fuerte la
hegemonía ideológica de la burguesía, es que no haya posibilidades de llegarse
a una visión más o menos consensuada respecto a si participar o no, y cómo, de
cada reedición del gran-pequeño mito sagrado que en “condiciones normales”
adquiere la apariencia de razón de ser tanto para los opresores como para los
oprimidos.
La norma es que lo electoral refleje nítidamente la
correlación de fuerzas verdadera y no ideal, de la porfiada y muy desigual lucha
de clases.
Dejando de lado consideraciones clásicas acerca de la vía
electoral como medidor o calibrador del estado de ánimo popular y de sus
potencialidades (se supone que no para “estar informados” únicamente, sino
fundamentalmente para tener una idea realista de qué estrategia masiva de intención
revolucionaria es posible ensayar), en el Uruguay de hoy, concreto y nada
abstracto, ha asomado en el horizonte el fenómeno “espontáneo” NBA, que no
responde a los resultados de ningún gran debate en las filas del pueblo y sus
organizaciones políticas, sino a algo que estaría muy bueno que todos
tratáramos de entender para vislumbrar posibilidades de rectificación de posicionamientos
que en última instancia son también un portentoso reflejo del gran-pequeño mito
burgués imperante con más bríos de lo que desearíamos, a pesar de todo, aún
entre quienes predicamos la necesidad de romper esquemas de acción política y
aventurar alternativas que vayan desacomodando la prolija estrategia burguesa.
No es, pues, nada sorprendente que luego de estos treinta
años de paréntesis “relegitimador” de la legalidad burguesa posterior a la
despiadada deslegitimación de su propia careta democrática materializada con el
golpe de Estado ´72/´73 (su golpe de Estado, el de la burguesía
blanqui-colorada) y una docena de años de persecución y terror, haya asomado a
la superficie político-social, ahora, una nueva expresión de tímida
deslegitimación, esta vez desde bien abajo, inorgánica, casi insignificante,
diversísima, no vanguardizada ni vanguardizable por nadie, muy orejana y
chúcaramente desconfiada de “los políticos” y “la política”, pero sí admirablemente
masiva y pertinaz en su resolución de decir “gracias; recién tiré”…
No han sido treinta años precisamente de avances
populares sintetizados en los sucesivos “comicios”, aunque, por cierto, los
resultados de los últimos sugirieron una importante voluntad mayoritaria de
ensayar tímidas reformas políticas de signo “progresista”.
“(…) Y HA QUEDADO AL
DESCUBIERTO UNA CARA SINIESTRA (…)”
La pura y dura verdad, es que estas tres décadas significan
la patética y fraudulenta consolidación de un modelo de capitalismo
absolutamente funcional a los intereses imperialistas más nocivos y un masivo
desaliento, apenas disimulado por el empuje atrevido y la “fama progre” de sus
principales exponentes mediáticos en pleno “mercado libre” de la enésima
campaña proselitista del “democrático paisito”.
No es ni de lejos algo semejante a la deseada
deslegitimación revolucionaria que algún día llegará; pero tiene una carga
subjetiva que sí es significante, pues pone el acento en el rasgo más sobresaliente
de la vigente y súper maquillada legalidad burguesa, como lo son, sin dudas,
las intermitentes instancias electorales con sus consabidos torneos de alardes
transformadores para el definitivo y postergado “bienestar de los más infelices”,
cuando en realidad son la forma de existencia “normal” de una sociedad para la
que la democracia auténtica es sencillamente impracticable por más urnas que
encontremos por doquier y por más geniales que sean los discursos programáticos.
Habría que saber magia o tener una encuestadora propia
para payar una aproximación a las muy diversas y sutiles motivaciones de cada
quien o de cada sector social resueltos a la movida que hemos dado en llamar
vagamente NBA (nulo, en blanco, abstención).
Es palpable, sin embargo, que el grueso de esta pequeña
masa crítica que podrá pasar inadvertida en las encuestas previas aunque no en
la jornada y las postrimerías del 26 de octubre de 2014, es en su inmensa
mayoría principalmente de frenteamplistas desencantados y no convencidos por
los planteos electorales de izquierda, y un número nada desdeñable de jóvenes
habilitados para votar por primera vez, menos propensos todavía a considerar seriamente
propuestas que significan apenas volver a ocupar escaños en un parlamento que
no tiene drama alguno en despedir a algún nuevo Germán Araujo que se atreva a
socavar los cimientos y los buenos modales “republicano-democráticos”.
Obsérvese que desde el súper matizado espectro NBA no hay
prácticamente respuestas públicas a las a veces muy duras y gruesas “críticas”
que le llegan desde algunos sectores que no comparten la alternativa “gracias;
recién tiré” dentro del espacio no oficialista / no “opositor”. Se intuye
fácilmente que cada cortar grueso en contra, venga de donde venga, parecería
reforzar la voluntad por este “voto inútil” (¿?); es como si se olfateara que no
responder tiene que ver también con la deslegitimación del mito, desde bien
abajo y bien al margen de las formas clásicas del “debate” político al santo
cuete.
“(…) QUE EVOCA LAS
MACABRAS FAUCES DEL FASCISMO (…)”
Pero obsérvese, además, que los comprometidos en la
defensa a ultranza del democratismo burgués tradicional, permanecen muy
callados, sin mostrar preocupación por una ola NBA que no se verá jamás
reflejada creíblemente en los datos de encuestadoras claramente vendidas al
poder político, no porque sí, por supuesto (de hecho, sus jefes son parte de la
clase dominante).
La casta profesional del modus vivendi burgués /
pequeñoburgués tiene muy clara la significación de la opción NBA contraria a la
inercia electoralera del “mal menor” y cuanto más pueda invisibilizar su
existencia, tanto mejor; menos riesgo correrá de “tentar al diablo”…
Y será así aún cuando los escrutinios del 26/27 de
octubre revelen la impactante novedad de la existencia de una fuerza política imberbe
pero audaz, a la que se querrá silenciar con métodos de ninguneo que sólo
funcionan cuando los movimientos políticos dependen de la caja de resonancia
mediática controlada por la clase dominante.
Muestran preocupación quienes no debieran tenerla sin
miraran un poco más agudamente y más allá de octubre; no la muestran los que sí
se justifica que la tengan, los que ya tienen muy claro que en el nuevo bingo
que se avecina, la fuerza inorgánica e “indiferente” NBA, terminará decidiendo
por la vía más peligrosa para los poderes consagrados como inamovibles: la deslegitimación
de sus reglas de juego, el tránsito tímido pero cierto por un camino que se
sale de los carriles históricamente controlables por la burguesía.
Al día siguiente de la elección, la casta privilegiada
pasará raya sin titubeos y sumará NBA más todo lo demás sumable a lo que para
ella será un todo idéntico contrario al engaño burgués; para ella sí esta vez
el sufragio funcionará como termómetro del estado de ánimo popular presente y
potencial y tratará de dar con la adecuada estrategia anti.
Estaría bueno –muy bueno- que del lado del pueblo no se
esperara al día después para rectificar apasionamientos actuales que después de
tanta experiencia acumulada, no deberían conducirnos ni a la ceguera política
ni a una fatua petulancia de fanatismo de fútbol de campito… Estaría bueno que
cada quien defienda su punto de vista con firmeza respetable, pero no estaría
bueno que desde ya, dos meses antes del día después, los métodos (los métodos,
siempre ellos) colocaran de antemano absurdos escollos ante una realidad que es
promisoria no gracias a un exceso de optimismo populachero marca NBA, sino que
lo es porque ni siquiera se necesita el 26 de octubre para visibilizar lo bien
visible:
Cada cual se posicionará según su leal entender, pero la
democracia burguesa se agotó, y no porque lo hayamos decretado una manga de
locos del diablo que gritamos “votamos luchar”. Tras las mil deslegitimaciones
burguesas, ha llegado la hora de la pequeña-gran deslegitimación del pueblo trabajador
y ella se expresará no solamente en las urnas bendecidas del sistema
capitalista también agotado, sino también en otras expresiones que un día
hallarán su punto culminante en la destrucción de toda la mitología antigua de
esta sociedad de la injusticia y la mentira, totalmente caduca y que, caduca y
todo, hecha carozo, infecunda completamente, sigue pretendiendo convencernos de
que eternamente habremos de bailar al son de sus también caducas reglas de
juego.
El día después está cerca y será verdaderamente un día
histórico que merecerá el festejo de los que de un modo u otro siguen chapuleando
en el barro sin enterrarse en él; para que sea así, sinceramente así y sin
ínfulas de iluminados, también seria saludable que así como surgió, sin caudillajes
ridículos ni falsos profetas, la fuerza NBA se mantenga alejada, lo más lejos y
distante posible, de viejas muletillas sectarias que enferman y destruyen los
necesarios senderos de la deslegitimación burguesa y postergan la
imprescindible legitimación del poder popular en aras de pueriles narcicismos
que deben morir junto al mismo poder burgués y sus bestiales mitos narcicistas.
Gabriel –Saracho- Carbajales / Montevideo, 8 de setiembre
de 2014 / Año de la Dignidad
0 comentarios:
Publicar un comentario
No ponga reclame, será borrado