Las 4 caripelas
"Debemos avanzar con las negociaciones con EEUU"
Hay que ingresar
Hay que ingresar
Nos estamos perdiendo el futuro, hay que ingresar
Gonzalo Ferreira - 12.09.2014
Será una de las decisiones más importantes que tendrá para tomar el próximo gobierno. La propuesta formal no vendrá desde Estados Unidos para evitar conflictos ideológicos, sino que está previsto que lo propongan Chile y Perú, dos países de la región con quien incluso la izquierda tiene buena sintonía política. Se trata de la oportunidad de sumarse a lo que se va consolidando como una de las mayores zonas de libre comercio del mundo.
Así como hace ocho años la sigla TLC (por un Tratado de Libre Comercio) se metió en el imaginario político, económico y social uruguayo, la sigla que se instalará en la discusión pública es TPP, por el Trans-Pacific Partnership. Se trata de una asociación económica de libre comercio con los países del Pacífico y que tienen un peso económico muy fuerte.
De acuerdo a datos procesados por la Unidad de Análisis Económico de El Observador, las importaciones del conjunto de los 12 países que integran el TPP representaban el 8,1% del PIB mundial en 2013. Estados Unidos es el mayor importador con compras anuales por US$ 2.855 mil millones, seguido por Japón con
US$ 833 mil millones, y Canadá con US$ 402,7 mil millones.
El TPP fue firmado en 2005 por Chile, Nueva Zelanda, Singapur y Burnei, pero ahora están a punto de sumarse Estados Unidos, Japón, Australia, México, Canadá, Perú, Vietnam y Malasia. Firmar el acuerdo implicaría en la práctica TLC con todos esos países.
Si bien la respuesta la deberá dar el gobierno entrante el año que viene, luego la negociación llevará mucho tiempo. Por esto EEUU quiere una rápida respuesta.
El que más fuerza hace para meter a Uruguay es Estados Unidos. Según creen en ese país, esta será la última posibilidades de tener un acuerdo comercial de peso. Hace ocho años se estuvo cerca de empezar a negociar un TLC, pero todo se empantanó por dos motivos: los frenos que le impuso el Mercosur (sobre todo a través de Brasil que presionó en contra) y por la negativa del Frente Amplio.
El entonces presidente Tabaré Vázquez quería avanzar, pero encontró resistencias en su partido y por tanto en su gabinete.
Para evitar esas resistencias políticas es que Chile y Perú pueden ser los países que inviten a Uruguay.
Hoy estará de visita en Montevideo la presidenta chilena Michele Bachelet. El asunto no está en la agenda previa porque el tiempo para tomar la decisión será el año que viene.
El embajador chileno en Montevideo, Eduardo Contreras Mella, dijo a El Observador que “Chile vería con muy buenos ojos y con simpatía incorporar” a Uruguay a ese acuerdo. Aclaró que no tiene ninguna instrucción concreta aún para hacer una propuesta, pero dijo que “el espíritu de Chile en relación a los nuevos bloques es actuar para procurar incorporar a países latinoamericanos”. “Eso es una política clara”, agregó.
Cuando Mujica estuvo en Estados Unidos el tema fue tratado. En ese momento, el gobierno uruguayo no estaba muy dispuesto pero con el correr de los meses eso cambió. La embajadora Julissa Reynoso declaró en mayo al semanario Búsqueda que “hay un interés del gobierno norteamericano para que países como Uruguay puedan entrar a las negociaciones”.
El presidente uruguayo dijo en ese momento al semanario que el tema estuvo en la conversación con el secretario de Estado John Kerry. “Es una decisión crucial que tiene Uruguay por delante, porque está claro que tenemos que tratar de estar en la mayor cantidad de lados posibles. Le va a corresponder al gobierno que viene”, dijo Mujica.
Los candidatos
Las relaciones exteriores y los eventuales acuerdos comerciales a los que se pueda adherir Uruguay, o con los que pueda romper, no son un tema de campaña.
Por ahora solo Pedro Bordaberry hizo punta con el asunto. Hoy, los candidatos tendrán una buena oportunidad para hablar del tema, porque una de las seis preguntas que recibirán en el evento organizado por la Cámara de Comercio será sobre el asunto.
Bordaberry y Luis Lacalle Pou están de acuerdo en avanzar en ese bloque. El candidato colorado lo tiene en su programa de gobierno. Además, dijo a El Observador que quiere pedirle al Mercosur rever la decisión número 32 de ese bloque, que no permite acuerdos por afuera.
“Si el Mercosur no lo revé tenemos que irnos”, dijo el presidenciable colorado.
El comando de Lacalle Pou derivó la respuesta de este asunto a Pablo Labandera, líder de los equipos técnicos blancos en política exterior. “Es un acuerdo comercial realmente interesante”, dijo. “Para el próximo gobierno, constituye un mandato plantear a nivel del Mercosur la revisión de la Decisión Nº 32 del Consejo del Mercado Común”, agregó Labandera.
Tabaré Vázquez no ha opinado, pero el eventual ministro de Economía de su gobierno, Danilo Astori, ya ha dado señales para ir en ese camino, al plantear la necesidad de acuerdos extra Mercosur. El programa de gobierno establece que se debe “negociar acuerdos comerciales con otros bloques y países”, pero lo suscribe al “ámbito del Mercosur”. El programa no implica un corsé (ver recuadro)
Los sectores más radicales del FA ven a esta alianza del TPP como creada para excluir a China y son más favorables a acuerdos con este país y Rusia.
Tiempo se agota
Por ahora, la única negociación de libre comercio que está planteada y en la que se avanza es con la Unión Europea. Pero al realizarse en el ámbito del Mercosur viene muy lenta y será muy difícil de concretar.
En una mesa de debate bajo la consigna “Acuerdo comercial entre Mercosur y Unión Europea después de las elecciones ¿sí o no? ¿Qué beneficios trae para Uruguay?” organizada por la Eurocámara Uruguay en la embajada alemana la pasada semana, referentes en política exterior de los cuatro partidos con representación parlamentaria se mostraron poco optimistas en cerrar un TLC con la UE en el corto plazo, y consideraron clave repensar la estrategia de relacionamiento del país ante el estancamiento y los problemas de funcionamiento interno que presenta el Mercosur.
El panel estuvo integrado por el excanciller y actual senador Sergio Abreu (Partido Nacional), el exdirector general de Asuntos de Integración y Mercosur del Ministerio de Relaciones Exteriores, Álvaro Ons (negociador por la Cancillería uruguaya en temas Mercosur-UE), el excanciller Didier Opertti (Partido Colorado) y el experto en comercio internacional Marcel Vaillant (Partido Independiente).
Ons precisó que a diferencia de hace 10 años, hoy en la agenda del comercio mundial el acuerdo UE-Mercosur no es el que domina, sino que el TLC entre la UE y EEUU y el propio TPP son más relevantes.
Por su parte, Vaillant advirtió que la situación de acceso a mercados de Uruguay “es grave” ya que el país está quedando marginado. “Necesitamos a todo el sistema político para cambiar su status quo”, sugirió.
El asesor del PI y experto en comercio internacional, dijo que el “mundo se está construyendo en base a “acuerdos preferenciales de comercio”. Por ese motivo, indicó que Uruguay tiene que repensar su estrategia y si no funciona un acuerdo del UE-Mercosurdebe buscar negociar en forma bilateral con el bloque europeo.
En tanto, Opertti alertó que mientras la negociación UE-Mercosur sigue pendiente, Europa avanza en un acuerdo con EEUU. “Europa tiene TLC con 11 de los 19 países de Latinoamérica y Estados Unidos con 11 países de América Latina. Tenemos (por Uruguay) que movernos”, planteó.
(Producción: Gonzalo Charquero, Andrés Oyhenard, Leonardo Pereyra y Martín Viggiano)
2012-09-21
El TPP: un proyecto neoliberal a ultranza
Sally Burch
El
6 de septiembre de este año inició la 14ª ronda de negociaciones de la
Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés) que, según el
presidente Obama, constituiría el modelo de acuerdo comercial “de alto
nivel” para el nuevo siglo, que pronto podría aplicarse en todo el
mundo. En estas negociaciones han venido participando nueve países que
bordean el océano Pacífico: Estados Unidos, Perú, Chile, Australia,
Nueva Zelandia, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam. En la última
ronda, en julio, se aceptó en principio el ingreso de los otros dos
socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte -Canadá y
México- con lo cual el TPP podría convertirse en una especie de TLCAN
ampliado y reforzado. Japón también ha expresado interés por ingresar,
pero no ha realizado aún un pedido formal, debido, entre otras razones, a
la oposición que enfrenta internamente. Toda vez, estos tres países
–como otros que se sumen luego- no podrán incidir en el contenido de las
negociaciones.
De
lo poco que se conoce al respecto –pues los documentos de negociación
se mantienen bajo estricta reserva- el TPP es un modelo altamente
preocupante, pues va aún más allá de la mayoría de tratados
precedentes. Exigirá la modificación de numerosas leyes internas de los
países signatarios respecto a derechos de propiedad intelectual,
inversión y protección ambiental y otros temas. Permitiría a las
empresas extranjeras enjuiciar a países soberanos si imponen
restricciones que afecten sus intereses. Amenazaría el acceso a
medicamentos esenciales en los países en desarrollo, y haría peligrar el
libre acceso a la información en Internet. Pero sobre todo, el TPP se
negocia con una falta total de transparencia, que hace que la ciudadanía
no pueda opinar sobre decisiones fundamentales que comprometerían a sus
respectivos países y su soberanía durante las próximas décadas.
¿Fomentar el comercio o liberalizar el marco regulatorio?
El
TPP inició como un modesto acuerdo comercial entre Singapur, Nueva
Zelandia y Chile. Los países ahora participantes lo ven como una
oportunidad para ampliar sus intercambios comerciales, con costos
reducidos, debido al enredo actual de acuerdos comerciales múltiples que
-según un análisis publicado por la Council on Hemispheric Affairs
–COHA- (1)- incrementan el costo de las transacciones en un promedio de
5%. Con la entrada de EEUU, evidentemente el TPP cambió de carácter y
de dimensión.
En
2011, los nueve países parte del TPP generaron un PIB total de US$ 17,8
billones, del cual el 85% corresponde a EEUU, un 5% de cuyos flujos
comerciales es con los demás países del bloque. Si se suman México,
Canadá y Japón, el TPP-12 se convertiría en el bloque comercial más
grande del mundo, con una población de unas 700 millones de personas y
una actividad económica que actualmente suma alrededor de US$ 26,6
billones, informa COHA. Se ha hablado incluso de un acercamiento con
China y Corea del Sur.
No
obstante, EEUU ya mantiene tratados de libre comercio (TLCs) con la
mayoría de los países parte del TPP, entonces para este país, no
significaría mucha ganancia en términos comerciales. Más bien, hay
fuertes indicios de que Washington busca aprovechar el tratado para
introducir aspectos que no ha logrado conseguir por otras vías, tanto de
los países contrapartes, como en su propio sistema legislativo.
Es
más, en los últimos meses se ha tratado de acelerar las negociaciones
con miras a concluirlas este año, si bien este plazo ya parece poco
factible, debido a la resistencia de algunos países frente a varias de
las condiciones que EEUU justamente está proponiendo.
Proteger las inversiones
Similar
al fallido proyecto del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas),
este tratado abarca mucho más que solo aspectos comerciales. Contiene
unos 26 capítulos que incluyen, entre otros: aduanas, servicios
transfronterizos, telecomunicaciones, compras públicas, políticas de
competencia, cooperación y desarrollo de capacidades, inversiones,
servicios financieros, regulaciones ambientales y derechos de propiedad
intelectual.
No
obstante el sigilo que recubre los textos en negociación, dos capítulos
han sido filtrados a la luz pública, que permiten apreciar el tenor de
los contenidos. Se trata de los capítulos de inversiones y de propiedad
intelectual.
En
junio de 2012 se filtró el capítulo de inversiones (2), uno de los más
controvertidos. En el documento se hace una definición muy amplia de la
inversión, y se propone cláusulas de protección que cubrirían no solo
las inversiones extranjeras existentes, sino también acciones y
derivados, asociaciones público-privadas, minería, licencias y permisos
de manufactura, e incluso las ganancias futuras estimadas. Prevé nuevas
salvaguardas para inversores que podrían limitar severamente la
capacidad de regulación de los Estados parte.
Adicionalmente,
el capítulo de inversiones prevé el recurso a un tribunal internacional
de arbitración –como el CIADI u otro- para resolver litigios entre
inversores privados y Estados nacionales. Implica expandir la
experiencia del TLCAN y otros tratados similares, que permiten a las
empresas cuestionar leyes nacionales -incluso las que protegen el
interés público- y exigir una compensación si consideran que afectan sus
intereses.
Hasta
ahora, como resultado de juicios de este tipo bajo los parámetros de
TLCs existentes, los países en desarrollo han tenido que desembolsar más
de $350 millones de dólares en compensación a corporaciones privadas.
En otros 17 reclamos pendientes, por un valor total de más de US$ 12 mil
millones, todos tienen relación con políticas de medio ambiente, salud
pública o transportación, y no con asuntos de comercio internacional
(3). Solo Australia, hasta ahora, ha puesto una cláusula de excepción
al acápite sobre arbitraje, que le eximiría de someterse a estos
tribunales.
Otro
tema polémico son las propuestas que limitarían la capacidad de los
países de adoptar medidas precautelarías contra la especulación
financiera. Chile, en particular, rechaza tales propuestas.
Propiedad intelectual
El
capítulo de propiedad intelectual (4) se filtró en febrero de 2011, y
desde entonces desató fuertes cuestionamientos. Según el análisis
publicado por COHA, de todo el TPP, este capítulo parece ser el que
"incorpora los cambios más sustantivos al derecho internacional”. Los
derechos de autor propuestos son desmedidos, superando incluso lo ya
existente en EEUU: se extiende el periodo de protección a un mínimo de
70 años luego de la muerte del autor, o a no menos de 95 años desde la
primera publicación autorizada. En la ley estadounidense, los 70 años
es el tope, mientras que el acuerdo TRIPS de la OMC fija ambos plazos en
50 años.
Es
más, el documento retoma contenidos que podrían limitar el libre acceso
a información en Internet, como se lo intentó con SOPA –el Stop Online
Piracy Act o ley contra la piratería en línea- que no pasó en el
Congreso estadounidense debido a la fuerte oposición ciudadana. Si
cláusulas similares se insertan en el marco de un tratado internacional
como el TPP, podría permitir circunvalar el proceso legislativo
nacional.
Otro
aspecto cuestionado de este capítulo del TPP se refiere a la
facilitación y expansión de estándares de patentabilidad. Por ejemplo,
permitiría patentar pequeñas modificaciones a una invención existente,
un subterfugio que las empresas farmacéuticas utilizan para poder
renovar indefinidamente las patentes de los medicamentos y demorar la
introducción de versiones genéricas. El documento especifica también
que se podrá patentar plantas y animales –algo que muchos países
prohíben-, como también métodos de diagnóstico, terapia y cirugía para
el tratamiento de seres humanos o animales.
Una
mayoría de los países parte se resisten también a extender los
monopolios farmacéuticos, como lo propone EEUU. Además, Australia y
Nueva Zelandia no aceptan medidas que permitirían a tales empresas
objetar su práctica de fijar los precios de medicamentos para su sistema
de salud pública.
Un atentado al proceso democrático
El
comercio entre Latinoamérica y Asia ha aumentado considerablemente en
las últimas dos décadas y hay interés por fomentarlo. No obstante, para
los tres países latinoamericanos participantes –Perú, Chile y México-,
que ya mantienen TLCs con EEUU., las pretendidas ventajas de estar en el
TPP, dado su fuerte énfasis en el eje Asia-EEUU, son poco evidentes y
representan riesgos grandes. De hecho, Chile, antes considerado un
signatario seguro, ha puesto en duda su firma si no se flexibilizan las
provisiones en propiedad intelectual. Toda vez, llama la atención que,
en estos países, hasta ahora el TPP no ha sido objeto de mayores
manifestaciones de rechazo por parte de los actores sociales que se
movilizaron contra los anteriores TLCs, hecho que sin duda va de la mano
con el casi total desconocimiento público del proceso de negociación en
curso.
De hecho, en 2010, los países participantes habrían acordado no divulgar los textos de negociación, sino solo cuatro años
después de cerrar las negociaciones, sea o no que éstas culminen en un
acuerdo (5). Únicamente los propios negociadores –y según parece un
grupo selecto de socios corporativos- tienen acceso a los documentos.
Ni siquiera los comités parlamentarios concernidos pueden conocerlos.
Las entidades ciudadanas o empresariales pueden someter propuestas -y de
hecho varias lo han hecho- pero no están en capacidad de reaccionar
frente a lo que realmente se está negociando.
Siendo
un texto que comprometería la soberanía y cambiaría las legislaciones
nacionales, ello constituye un verdadero atentado al proceso
democrático. EEUU apuesta a que este tratado podría ser el último que
tenga que negociar, pues a futuro otros países simplemente tendrían que
sumarse a lo ya negociado. Siendo así, resulta aún más aberrante la
falta de transparencia en el proceso de negociación. Y sin embargo, ese
es el tratado “modelo” que nos propone Obama…
Con estas inquietudes, la red estadounidense Just Foreign Policy ha lanzado una campaña de financiamiento (bajo la modalidad de “crowdsourcing”),
para recompensar a Wikileaks en el caso de que logre filtrar al público
todo el documento de negociación del TPP. Su publicación, según la
organización, “demostraría que Wikileaks sigue siendo relevante a la
demanda ciudadana de transparencia gubernamental… y que la campaña de
Wikileaks a favor de la transparencia gubernamental no concierne
únicamente a asuntos relacionados con la guerra, sino que se extiende a
todas las áreas donde la acción secreta de los gobiernos amenaza el
interés público”.
Sally Burch, periodista, es integrante de ALAI.
Notas:
(1) Stadius, Eric y Briggs, Elizabeth. The Trans-Pacific Partnership: Free Trade at What Costs? COHA, Washington http://www.alainet.org/active/57406
(2) TPP investment chapter: http://www.citizenstrade.org/ctc/wp-content/uploads/2012/06/tppinvestment.pdf, versión junio 2012
(3) Earth Justice et al. Key Elements of Damaging U.S. Trade Agreement Investment Rules that Must Not Be Replicated in TPP, http://www.citizen.org/documents/tpp-investment-fixes.pdf, febrero 2012
(4) TPP Intellectual Property Chapter: http://keepthewebopen.com/tpp, version febrero 2011.
(5) Wallach, Lori. NAFTA on Steroids. Public Citizen, Washington. http://www.alainet.org/active/56280
* Este texto es parte de la revista América Latina en Movimiento No.478, sobre el tema en "La ruleta de los TLCs" (http://alainet.org/publica/478.phtml)
http://alainet.org/active/58111
.
Aprontando el terreno?
Negociaciones secretas
Entre los documentos hay una tabla con el listado de los principales desacuerdos de los países participantes.
Hace casi un mes atrás WikiLeaks filtró a Internet un borrador del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP por su sigla en inglés), el que revelaba información acerca de los puntos en discusión y conflictos entre las partes negociantes.Como recordaremos, el TPP es un tratado que se está negociando en secreto entre doce países de la cuenca del Pacífico, que además de tratar asuntos comerciales, también define una serie de reglas y mecanismos en torno al copyright y las leyes de patentes. El acuerdo ha sido ampliamente criticado debido, entre muchas otras cosas, a su alto secretismo.
Ahora, Wikileaks reveló nuevos documentos que muestran el avance en las negociaciones que actualmente se están realizando en Singapur. Las revelaciones son bastante similares a los documentos anteriores, donde se puede apreciar la dura posición por parte de Estados Unidos a favor de endurecer las penas en delitos relacionados con el copyright y realizar una reforma al sistema de patentes.
Uno de los documentos describe la gran división entre los Estados Unidos y las otras naciones participantes (Japón, México, Canadá, Australia, Malasia, Chile, Perú, Singapur, Vietnam, Nueva Zelanda y Brunei), y las 'grandes presiones' que están ejerciendo sobre ellos los agentes negociadores de los EE. UU. El otro documento es un listado país por país en torno a los principales desacuerdos hasta el momento.
Chile invitará a Uruguay al nuevo Tratado Trans Pacífico
Lo anunció la presidenta de Michelle Bachelet en visita oficial a Montevideo, donde se reunió con Mujica.
Los gráficos de "Saracho"
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