Sindicato del mar |
Montevideo, 22 may (EFE).- Los 28 tripulantes africanos de un pesquero chino que acusaron de "esclavitud" a sus patrones gozan de su "liberación" en Uruguay mientras los oficiales del buque negaron hoy ante la Justicia todo maltrato a los pescadores y apuntaron a problemas laborales derivados de la dureza del trabajo en el mar.
El capitán y el primer oficial del barco, que permanece amarrado en el puerto de Montevideo desde el pasado fin de semana, comparecieron ante el juez penal Ricardo Miguez y dieron su versión de los hechos, contraria a la de los 24 pescadores procedentes de Sierra Leona y los cuatro procedentes de Ghana.
Nada más desembarcar en el puerto de Montevideo, estos 28 tripulantes de un buque dedicado a la captura del calamar denunciaron haber sido maltratados, humillados, mal alimentados y no haber sido pagados tras siete meses en alta mar, lo que escandalizó a la sociedad y a las autoridades uruguayas.
Los hombres acusaron a los patrones del barco de golpearlos, humillarlos, negarles el agua potable y darles de comer exclusivamente arroz con sal en el tiempo que estuvieron en el mar.
Con ayuda del Sindicato Único de Trabajadores del Mar del Uruguay (Suntma) reclamaron el pago de su trabajo y una indemnización, además de haber presentado una denuncia penal por maltrato.
Sin embargo, ante el juez los oficiales chinos negaron los extremos planteados por los trabajadores, quienes, según dijeron, fueron contactados en África y trasladados a China, donde firmaron sus contratos correspondientes como pescadores enrolados libremente.
Según su relato, fueron los rigores del trabajo en alta mar y las condiciones de vida a bordo a las que no estaban acostumbrados las que generaron varios desencuentros entre los africanos y los patrones chinos.
Así, afirmaron que los trabajadores recibieron agua embotellada para beber mientras hubo existencias a bordo, y que luego, al igual que el resto de la tripulación, incluidos los oficiales, consumieron agua de mar tratada para consumo humano.
El capitán explicó también que la comida en los barcos chinos es por costumbre arroz y pescado y que eso es lo que recibieron los trabajadores, y que los alimentos que otros tripulantes consumían y ellos no, era porque los habían traído personalmente consigo y que no tenían porqué repartirlo.
Por otra parte, informes médicos difundidos por la Justicia uruguaya apuntaron además que ninguno de los pescadores tenía "lesiones recientes".
Mientras los oficiales declaraban ante el juez, los trabajadores fueron alojados en un cuartel de la Armada uruguaya, salvo aquellos que continuaban en hospitales de Montevideo bajo observación, y alguno de ellos fue a declarar ante la Prefectura Naval a pedido del juez.
"Están como un perro sin cadena, ya no tienen los grilletes que los ataban y se siente liberados y contenidos, porque organizaciones sociales y los sindicatos han servido para rodearlos de solidaridad y hasta de cariño", explicó a Efe José Pedro Franco, presidente de Suntma.
El sindicalista explicó que este caso ha sido recibido con "gran sensibilidad" por los trabajadores uruguayos y que el sindicato se está movilizando para lograr que al menos reciban el salario que se les adeuda, una compensación por lo sufrido y un billete de regreso a sus hogares.
"Es un tema complejo. Además de los problemas laborales, hay un tema penal de por medio. En lo laboral, los contratos que estos compañeros firmaron son una aberración, que contravienen todas las disposiciones internacionales".
"Dice que no pueden sindicalizarse, ni reclamar de forma colectiva y acepta cosas como castigos corporales en caso de falta. Insisto, una cosa aberrante", apuntó Franco.
Se espera que mañana viernes los pescadores acudan al juez para declarar por los casos de malos tratos.
El magistrado no dictó ninguna medida en relación a la nave, lo que implica que ésta puede dejar el puerto de Montevideo cuando lo desee, si bien el capitán y el primer oficial no pueden salir de Uruguay hasta que lo autorice el juez.
Los esclavos del mar de Uruguay
Los militantes y dirigentes del Sindicato del Mar de Uruguay (SUNTMA)
se han enfrentado este año a una inusual llegada de 47 marineros, la
mayoría africanos, abandonados, y a veces esclavizados durante meses en
alta mar. El caso más sonado ocurrió el pasado mes de mayo, cuando un
grupo de 28 personas apareció en Montevideo,
con aparentes señales de deshidratación y tortura. La presunta culpable
es una empresa china la cual les garantizaba un trabajo como pescadores
en Uruguay y un buen sueldo, sin embargo, estas promesas resultaron ser
una mentira. Las víctimas fueron contratados por Zhang Jun Ming, según
figura en la denuncia penal.
Los marinos, 24 procedentes de Sierra Leona y cuatro de Ghana, denunciaron siete meses de esclavitud y malos tratos. Además de recibir golpes, afirmaron que los ataban con grilletes en las piernas y su alimento consistía en arroz y agua. Después de que el sindicato uruguayo movilizó a los servicios sociales, varios marinos fueron hospitalizados con cuadros de malaria y tuberculosis. Más tarde presentaron una denuncia penal contra los propietarios del buque y después de negociaciones, la agencia marítima a cargo de la tripulación aceptó pagar el viaje de vuelta en avión de 18 de los marinos y una liquidación de sueldo de 1.500 dólares.
Otros diez africanos prefirieron quedarse. Tal es el caso de Salim,
de 28 años, procedente de Ghana. En un inglés confuso explica que fue
contratado en Guinea Conakry y trasladado a Montevideo en avión para
salir desde allí a pescar en alta mar. Le prometieron un buen sueldo y
dinero para su familia pero el pago nunca llegó. Actualmente subsiste
con ayuda del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, trata de
aprender español y está alojado en un hotel de Montevideo.
—¿Por qué preferiste quedarte?, preguntó una empleada del hotel.
—Porque la pobreza en mi país no es como la pobreza en tu país, respondió Salim.
“Aquí hemos ayudado a nigerianos, filipinos, tailandeses, vietnamitas. La mayoría empleados en barcos chinos”, cuenta Marcelo Bitancurt, secretario del SUNTMA. “En el caso de los africanos hicimos una denuncia penal pero el juez archivó la causa por no haber hallado pruebas suficientes de los malos tratos en alta mar”.
El jurista y abogado Julio Vidal Amoedo, con 40 años de experiencia en la aplicación del derecho marítimo, reconoce que los Estados tienen pocos elementos para prevenir este tipo de abusos. La marina mercante está dominada por grandes multinacionales que suelen respetar las leyes y tienen seguros, sin embargo, en la pesca la situación es mucho más precaria. “Uruguay tiene desde 2011 una ley de embargo preventivo de buques que es prácticamente el único recurso para hacer aplicar las leyes y cobrar deudas. Una vez que los barcos están en alta mar impera la ley de la bandera (el país del que procede el barco tiene jurisdicción para todo lo que sucede dentro del barco) que en muchos casos garantiza una total impunidad”, afirma. Según explica el abogado, en el caso de los delitos penales, cualquier país puede aplicar su jurisdicción en puerto, pero el asunto es más complejo cuando se trata de los derechos laborales.
“Esto siempre ha pasado, pero 2014 ha sido especial. En un año cinco buques fueron incendiados por su propia tripulación como protesta en el puerto de Montevideo como protesta. A veces los dejan ahí seis o nueve meses” dice Bitancurt.
Los mares están repletos de tripulaciones con contratos leoninos o
condiciones similares a la esclavitud, a veces el naufragio económico de
la naviera es tal que los marinos acaban abandonados en tierra y se
descubre una parte de esa realidad.
En el puerto de Fray Bentos, sobre el río Uruguay, a unos 300 kilómetros de Montevideo, una naviera cargada de deudas dejó abandonados a tres marineros y dos buques a principios de año. Sergio Barbusano, Jefe de División del Puerto, explicó vía telefónica que los tres hombres eran indonesios y que los barcos tenían bandera surcoreana. Los marinos llegaron en febrero y fueron repatriados hace un mes.
Escrito por Ana Resbani.Los marinos, 24 procedentes de Sierra Leona y cuatro de Ghana, denunciaron siete meses de esclavitud y malos tratos. Además de recibir golpes, afirmaron que los ataban con grilletes en las piernas y su alimento consistía en arroz y agua. Después de que el sindicato uruguayo movilizó a los servicios sociales, varios marinos fueron hospitalizados con cuadros de malaria y tuberculosis. Más tarde presentaron una denuncia penal contra los propietarios del buque y después de negociaciones, la agencia marítima a cargo de la tripulación aceptó pagar el viaje de vuelta en avión de 18 de los marinos y una liquidación de sueldo de 1.500 dólares.
Los marinos, 24 procedentes de Sierra Leona y cuatro de Ghana, denunciaron siete meses de esclavitud y malos tratos
—¿Por qué preferiste quedarte?, preguntó una empleada del hotel.
—Porque la pobreza en mi país no es como la pobreza en tu país, respondió Salim.
“Aquí hemos ayudado a nigerianos, filipinos, tailandeses, vietnamitas. La mayoría empleados en barcos chinos”, cuenta Marcelo Bitancurt, secretario del SUNTMA. “En el caso de los africanos hicimos una denuncia penal pero el juez archivó la causa por no haber hallado pruebas suficientes de los malos tratos en alta mar”.
El jurista y abogado Julio Vidal Amoedo, con 40 años de experiencia en la aplicación del derecho marítimo, reconoce que los Estados tienen pocos elementos para prevenir este tipo de abusos. La marina mercante está dominada por grandes multinacionales que suelen respetar las leyes y tienen seguros, sin embargo, en la pesca la situación es mucho más precaria. “Uruguay tiene desde 2011 una ley de embargo preventivo de buques que es prácticamente el único recurso para hacer aplicar las leyes y cobrar deudas. Una vez que los barcos están en alta mar impera la ley de la bandera (el país del que procede el barco tiene jurisdicción para todo lo que sucede dentro del barco) que en muchos casos garantiza una total impunidad”, afirma. Según explica el abogado, en el caso de los delitos penales, cualquier país puede aplicar su jurisdicción en puerto, pero el asunto es más complejo cuando se trata de los derechos laborales.
“Esto siempre ha pasado, pero 2014 ha sido especial. En un año cinco buques fueron incendiados por su propia tripulación como protesta en el puerto de Montevideo como protesta. A veces los dejan ahí seis o nueve meses” dice Bitancurt.
Los mares están repletos de tripulaciones con contratos leoninos o condiciones similares a la esclavitud
En el puerto de Fray Bentos, sobre el río Uruguay, a unos 300 kilómetros de Montevideo, una naviera cargada de deudas dejó abandonados a tres marineros y dos buques a principios de año. Sergio Barbusano, Jefe de División del Puerto, explicó vía telefónica que los tres hombres eran indonesios y que los barcos tenían bandera surcoreana. Los marinos llegaron en febrero y fueron repatriados hace un mes.
http://www.ccma.uy/blog/109-un-viejo-nuevo-problema-esclavos-africanos-en-uruguay
Hace alrededor de un mes llegó al país un barco de pesca, cuyo dueño, de nacionalidad china traía 28 africanos como esclavos. Quiso la fortuna que otros trabajadores de la pesca, uruguayos y sindicalizados en el SUNTMA los encontraran y detectaran la situación. La denuncia penal se radicó inmediatamente. Y rápidamente la justicia penal desestimó la causa... Parece que la esclavitud no es un delito, que la sobreexplotación y el maltrato a los trabajadores tampoco... Son "culturales" en los distintos lugares del mundo... Como que no existe una Declaración Universal de Derechos Humanos y una OIT...
Fue noticia en nuestro país por menos de una semana. Tan pronto la justicia penal desestimó continuar el proceso el tema desapareció de la agenda. Luego del "qué horrible", "qué espantoso" a los uruguayos nos ganó la indiferencia...
Sin embargo, los africanos siguen en territorio uruguayo. Los trabajadores del SUNTMA, Mundo Afro e Isabel Camarano –calificada por Mohamed, uno de los más jóvenes como una mujer muy humana y valiente- siguen reclamando y peleando por sus derechos. Al principio, el dueño del barco, que les había hecho firmar un contrato que no cumplió, se retiró del Uruguay sin haberles pagado nada. La dignidad tozuda del colectivo de africanos y sus representantes logró que volviera. Claro, los 1100 dólares que dejó en la embajada china a cambio de siete meses de trabajo parece una tomadura de pelo... Por si fuera poco, dos o tres veces por día se apersona en el hotel donde están parando y presiona ora a uno ora a otro para que firmen un documento que plantea que les da el pasaje de vuelta a su casa si se deslindan del SUNTMA y su abogada. Nuevamente la dignidad de los africanos y su espíritu de equipo los salva. Ninguno ha firmado nada. El dueño del barco esclavista ha tenido que ofrecer más: en un principio tan sólo 200 dólares más por cabeza... al final llegó a ofrecer mil más y el pasaje de vuelta. Esta propuesta fue aceptada. Por recomendación de la abogada no han firmado nada hasta tanto no tengan los pasajes en mano. Pero desde el jueves 19 de junio continúan esperando...
Tuve la suerte de conocer a varios de estos chicos. La mayoría son de Sierra Leona y cuatro de ellos de Ghana. Digo chicos porque la inmensa mayoría están en sus veintes y no llegan a cinco los que son mayores de treinta años. Es más, alguno de ellos se embarcó en esta pesadilla para poder pagar sus estudios en un país donde la educación pública no existe...
Y tuve la desgracia de ver fotos tomadas por ellos en altamar, de las cuales dos ilustran este artículo: en una de ellas están los "elementos" con los cuales los despertaban; la segunda demuestra claramente su utilización y las consecuencias.
La verdad, en un país de inmigrantes, donde la mayoría desciende de antepasados que se animaron a cruzar el mundo en busca de un futuro mejor; y en un país donde todos conocemos y queremos a alguien que se fue al otro lado del mundo en pro de mejorar su situación y la de sus hijos me llama poderosamente la atención la indiferencia de la prensa y la escasísima difusión que se está otorgando a este tema.
Es culpa del gobierno esto también?
ResponderEliminar