martes, 5 de octubre de 2010

Los milicos no van a hablar


Aldo Roque Diffilippo SORIANO
http://www.larepublica.com.uy/politica/426452-los-milicos-no-van-a-hablar
"No hablo más" fue lo primero que nos dijo, ya que "tengo miedo de no decir todo lo que yo pienso, todo lo que tengo adentro. Porque tengo demasiadas cosas adentro", expresó Luisa Cuestas.


El pasado viernes se realizó en Mercedes una jornada de homenaje a Alfredo Bosco Muñoz, "Tito", mercedario desaparecido en la pasada dictadura militar, y que hubiera cumplido 57 años. "Oigo hablar a estos muchachos y me acuerdo de mi hijo" (Nebio Melo), comentó Luisa, "que lo único que pensaba era cambiar la sociedad, para que vivieran todos bien". Preguntándose "¿qué pasó con él? Salió a la calle, lo agarraron, se lo llevaron y nunca más supe de él. Hoy no sé absolutamente nada. No sé si lo trajeron a Uruguay, si lo tiraron en un zanjón, no sé qué hicieron con él".

­¿Cree que hay quienes le pueden decir donde está su hijo?

-Los milicos no van a hablar, porque son asesinos. No sé si habrás visto lo que vi en la televisión, que no sé quien lo pasó, sobre uno de los primeros desaparecidos, un muchachito muy joven, estaba uno de los milicos peores que tuvimos, Nino Gavazzo, es la inmundicia más grande, estaba con un milico joven, Gómez de apellido, mirando lo que habían hecho con el muchachito éste, no sé quién pudo haber filmado eso, era uno de los muchachos Gomensoro, lo tenían colgado, y le cortan los testículos, lo dejan desangrar colgado, ¿te das cuenta? Eso mata a cualquiera, a mí me dejó... no creo que pueda hablar. Es algo impresionante haber visto eso en la televisión y yo estaba mirando.

­¿Le gustaría irse de este mundo sabiendo qué pasó con su hijo?

-Me gustaría saber qué pasó con él y con todos, no solamente con mi hijo. Qué hicieron con todos, cuando sufro, sufro por todos no por uno, todos pasaron por lo mismo. A mí me llevaron presa, me tuvieron nueve meses presa en el cuartel de Mercedes, yo no había hecho nada, pero me llevaron igual. Me llevaba bien con las demás presas y con los mismos milicos que nos cuidaban, porque no eran de alto rango.

­¿Usted sabe que todavía la gente sigue diciendo que en el cuartel de Mercedes no se torturó?

-¡No van a torturar! Yo tenía bastantes años, no era una nena, sin embargo, lloviendo tenía que echarme el colchón al hombro y caminar por el cuartel para ir a un lugar donde no lloviera. Estábamos en una carpa, no cabíamos y llovía a cántaros; teníamos que ir a uno de los salones de los milicos.

Tengo vida de sobra, si me pusiera a contarlas dirían que esta vieja está loca.

Me sacaban del trabajo y me allanaron la casa no sé cuántas veces. Sufrí la dictadura en carne propia, iba al trabajo y ellos me iban a buscar en el jeep, me paseaban por Mercedes, regresaban a casa, no encontraba nada allí, al poco tiempo venían otra vez a buscarme y a revisar la casa. Encontraron los tarros de durazno con los que hacíamos calderas cuando íbamos al monte, nos preguntaban qué era eso. ¿Qué hacíamos con eso? No se daban cuenta los imbéciles que era una caldera para calentar agua en el monte (se ríe).

­¿Pudo identificar a quienes torturaban en el cuartel de Mercedes?

-No, no, estábamos con los ojos vendados y el día que me sacan una venda casi me sacan un ojo. Si nos habíamos sacado las vendas y estábamos dormidas, nos despertaban para que nos las pusiéramos.

Estuve en esa carpa nueve meses, que no es un día. No había hecho nada, no me pudieron acusar de nada. Me pasaron al juez y a él le mentí. Claro. Mil cosas le mentí cuando me preguntaban si conocía a Fulano de Tal, sabía bien quién era, pero le dije que no lo conocía.

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