domingo, 28 de abril de 2013

Las desventajas de la tibieza



de Alvaro Jaume

Uno de los citados por la jueza Merialdo en el Departamento de Operaciones Especiales de la Policía a raiz de las protestas en la SCJ.




(Sobre los sucesos de la “SCJ...y más”)

          Antes de explicar el porqué de este título debo en dos palabras explicar porque hoy escribo y me conecto al sistema de Redes Sociales.
          Algunos de los que lean estas líneas saben que por opción, muy discutible por cierto, no tengo ni tele, ni computadora, ni celular y que me mantengo fuera del circuito de comunicación cibernética.
          Sin embargo debido a las citaciones que en estas semanas transcurridas nos ha hecho a mi, a mis hijos y a varios compañeros más el DOE (Departamento de Operaciones Especiales) en Jefatura Central, surgieron caras amigas que me plantearon/alentaron a escribir algo sobre los hechos y lo que implican... Y tienen razón, los silencios no nos ayudan a soltar amarras.
          Aclarado esto, vuelvo al porqué del encabezamiento. Siempre me impactó la radicalidad de figuras como el CHE, como ARTIGAS y lógicamente la forma en que terminaron sus vidas. Por eso también me sentí más que integrado a la radicalidad vivida en los años 68,69... no solo porque siendo aún menor de edad ya conocí la jefatura y empecé a sentir los palos en el lomo; no quizás por la cantidad de piedras que tiramos o cubiertas que quemamos, si no por la radicalidad del sentimiento y pensamiento que nos embargó a muchos de aquella generación. Por algo nos identificamos tanto con consignas como “MÁS VALE MORIR DE PIE QUE VIVIR DE RODILLAS” y por algo abrazamos la idea de revolución y no de reforma.
          Vale la pena que aclare, porque la discusión estuvo  y estará siempre presente, que para mi radicalidad no es tirar 15 piedras en lugar de 3; los grados necesarios de violencia o combatividad deben definirse según el momento histórico y la coyuntura para que marchando CON LE GENTE logremos  avanzar hacia el objetivo central que es cambiar de raíz el sistema.
          Pero sin duda tener por horizonte, como lo tuvimos desde aquellos años, la de un mundo sin explotados ni explotadores, implica una radicalidad que en mi caso se convirtió en un motor interior que hasta el día de hoy me nutre y alienta.
          Como también me impactó la radicalidad de una figura como la del Bebe Sendic, cuando lo conocí en aquel enero de los años 70 acampando en Bella Unión. Como la de un viejo peludo llamado Ney Thedy que lo vine a conocer recién hace un a par de años, cuando lo desalojan de su tierra el 28 de abril de 2011.
          Trasmito esto para que se entienda la contradicción o tensión que siempre he vivido por dentro entre mis sentires más radicales y la tibieza que desde hace mucho  padece justamente nuestro “paisito” (por algo el mote, verdad?).
          Repaso la historia y no pocos han sido mis “malestares”. Rechiné en grande cuando vino la dictadura y comprobé con dolor que el miedo y la parálisis invadía las calles (desde la clandestinidad esto se sufre muy particularmente). Cuando se salió de ella con un pacto indigno como el del Club Naval. Cuando se aprueba en abril del 89 la Ley de Impunidad. Cuando increíblemente un gobierno autoproclamado “progresista” instala una cárcel VIP para un puñado de torturadores asesinos y a lo sumo un par de centenas vamos a escracharla. Cuando un presidente como el Pepe (porque Tabaré es un gran impostor que nunca tuvo nada de izquierdista) que en carne propia sufrió la condición de rehén por años, habla de unos pobres viejitos que no merecen morir en la cárcel...  Y estos son algunos de los tantísimos revoltijos interiores que he intentado digerir a lo largo del tiempo. Siempre he hecho el esfuerzo por comprender lo que somos, lo que nos pasa como masa ciudadana, como país; pero debo reconocer que me cuesta, desde muy gurí he rechazado la tibieza, la falta de coraje para entregarse, para jugarse entero en cualquier acto de la vida. No es casual mi identificación histórica con lo que se ha dado en llamar, sobre todo a partir del fútbol, “garra charrúa”. Por algo me he sentido muy orgulloso con la trayectoria futbolística de Diego porque permanentemente  se lo destacó por su garra, su entrega, su personalidad en la cancha más allá de sus pocos o muchos atributos técnicos. Como muy orgulloso de mis dos hijos varones me sentí  en la SCJ viéndolos no achicarse o amedrentarse ante la violencia policial.
          En contraste con las tantas tibiezas señaladas, he de confesar que me quedé absolutamente sorprendido por la personalidad de una jueza como Mariana Mota que llevó adelante nuestra causa del “Boisso Lanza” y tuvo el coraje y la dignidad de concedernos un careo, cara a cara con nuestros torturadores.
          Por eso cuando el viernes 15 de febrero pasado la acompañamos en clara manifestación de indignación por la afrenta vergonzosa que implicaba su traslado, me sentí como en las viejas épocas de lucha. Porqué ante el acto cobarde, legitimador de la impunidad que ejercieron 5 señores pelucones y conservadores, allí estábamos cientos (y más) de uruguayos que nos plantamos firmes dispuestos a ESTAR Y ESTAR, más allá de coraceros, de maniobras pitufescas (de dirigentes del PIT CNT) o amenazas payasescas de serviles como Oxandabarat.
           A nadie escapa la gravedad de lo acontecido ese día: remover a la única jueza que por el momento venía investigando en serio los delitos de lesa humanidad perpetrados por la Dictadura, significaba un enorme retroceso en los intentos de avanzar – aunque tardíamente- hacia la Verdad y la Justicia.
          Teniendo en cuenta esto, demasiado correcto y pacíficamente nos comportamos; en todo caso teníamos sobrados motivos como para haberles escrachado el palacete que los alberga. Claro que si aquella mañana hubiéramos sido miles y miles de compatriotas acompañando a Mota y entrando  al salón de actos de la Suprema Corte (dado que es un acto público) seguramente la ceremonia de traslado quizás se hubiese suspendido. Quizás ni Club Naval ni Ley de Impunidad ni tantas otras cosas más hubiesen ocurrido si en serio/serio la “garra charrúa”  fuese el signo generalizado y permanente de nuestro comportamiento social. Lo cual no implica desconocer los distintos momentos épicos que como pueblo hemos tenido desde el éxodo Artiguista hasta la heroica huelga general del 73, ni las ejemplares resistencias que puntualmente a lo largo de nuestra breve historia de nación inventada, han tenido compañeros  o grupos en su lucha contra los poderes de turno.
          Pero en la normal, al menos así lo siento yo, nos corresponde el sayo de la tibieza. Y esto es una ventaja para quien ejerce el PODER (económico, político, o del tipo que sea) y una desventaja para nosotros pueblo, que en la lucha por revolucionar la sociedad hemos entregado y perdido mucha cosa.
          Para terminar, porque sin proponermelo inicialmente, estas líneas que me han brotado de muy adentro se han hecho demasiado largo, debo decir un par de palabras sobre las citaciones. Estas han constituido un procedimiento policiaco injustificado desde todo punto de vista legal, (exclusiva responsabilidad de la jueza Merialdo y el fiscal Zubía) pero muy acorde con un Poder Judicial que por ahora se ha mostrado demasiado injusto ...Desmintiendo toda la  “alaraca” que históricamente se ha hecho sobre la justicia de nuestro país... Agreguemos: con una Suprema Corte más que omisa complice de las crueles y graves consecuencias que tuvo el terrorismo de Estado  y por el contrario, arrogante y soberbia con todo aquel que reclama Verdad y Justicia al punto de autoproclamarse “muralla” con la que se toparan los que pretendan juzgar los delitos de lesa humanidad.
          Entonces no sorprende que busquen, a quienes estuvimos en la “SCJ” inculparnos por asonada, desacato o cualquier otra figura delictiva.
          Criminalizar la protesta social, es un recurso ya conocido. Lo insólito o más bien duro y difícil de asumir es que ocurra con gobiernos que hasta el día de hoy mantienen un discurso seudoizquierdista . Habilitando u organizando la represión política precisamente quienes la han sufrido en sus propios huesos, como es el caso del Ministro del Interior. La traición es una figura reiterada en la historia de los pueblos pero no quita que cuesta y que por la desconfianza que genera tiene enormes efectos retardatorios. Lo cierto es que criminalizando la lucha social pretenden abonar el terrreno de la tibieza... de por si hoy estimulada por esa gran fábrica de enajenación masiva de cabezas que es la sociedad de consumo que fomenta la pasividad, la comodidad y el “hace la tuya”
           Hasta donde pretenden llegar con este cuento de la ASONADA está por verse, de todos modos si por esas casualidades de la vida vuelvo a quedar entre rejas, tendré la tranquilidad interior de no estar colaborando con ese “paisito tibio” que jamás quisieron ni Artigas, ni el Bebe, ni Héctor Rodríguez, ni Helio Sarthou ni tantos que dejaron hasta sus vidas en la lucha por un mundo mejor. “en de mientras” como se dice en campaña a seguir peleando a no bajar los brazos, a ver si algún día los orientales vuelven a salir de TODAS PARTES (como dice la canción).




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