de Alvaro Jaume
Uno de los citados por la jueza Merialdo en el Departamento de Operaciones Especiales de la Policía a raiz de las protestas en la SCJ.
(Sobre los sucesos de la “SCJ...y más”)
Antes de explicar el porqué de este
título debo en dos palabras explicar porque hoy escribo y me conecto al sistema
de Redes Sociales.
Algunos de los que lean estas líneas
saben que por opción, muy discutible por cierto, no tengo ni tele, ni
computadora, ni celular y que me mantengo fuera del circuito de comunicación
cibernética.
Sin embargo debido a las citaciones
que en estas semanas transcurridas nos ha hecho a mi, a mis hijos y a varios
compañeros más el DOE (Departamento de Operaciones Especiales) en Jefatura
Central, surgieron caras amigas que me plantearon/alentaron a escribir algo
sobre los hechos y lo que implican... Y tienen razón, los silencios no nos ayudan
a soltar amarras.
Aclarado esto, vuelvo al porqué del
encabezamiento. Siempre me impactó la radicalidad de figuras como el CHE, como
ARTIGAS y lógicamente la forma en que terminaron sus vidas. Por eso también me
sentí más que integrado a la radicalidad vivida en los años 68,69... no solo
porque siendo aún menor de edad ya conocí la jefatura y empecé a sentir los
palos en el lomo; no quizás por la cantidad de piedras que tiramos o cubiertas
que quemamos, si no por la radicalidad del sentimiento y pensamiento que nos
embargó a muchos de aquella generación. Por algo nos identificamos tanto con
consignas como “MÁS VALE MORIR DE PIE QUE VIVIR DE RODILLAS” y por algo
abrazamos la idea de revolución y no de reforma.
Vale la pena que aclare, porque la
discusión estuvo y estará siempre
presente, que para mi radicalidad no es tirar 15 piedras en lugar de 3; los
grados necesarios de violencia o combatividad deben definirse según el momento
histórico y la coyuntura para que marchando CON LE GENTE logremos avanzar hacia el objetivo central que es
cambiar de raíz el sistema.
Pero sin duda tener por horizonte,
como lo tuvimos desde aquellos años, la de un mundo sin explotados ni
explotadores, implica una radicalidad que en mi caso se convirtió en un motor
interior que hasta el día de hoy me nutre y alienta.
Como también me impactó la radicalidad
de una figura como la del Bebe Sendic, cuando lo conocí en aquel enero de los
años 70 acampando en Bella Unión. Como la de un viejo peludo llamado Ney Thedy
que lo vine a conocer recién hace un a par de años, cuando lo desalojan de su
tierra el 28 de abril de 2011.
Trasmito esto para que se entienda la
contradicción o tensión que siempre he vivido por dentro entre mis sentires más
radicales y la tibieza que desde hace mucho padece justamente nuestro “paisito” (por algo
el mote, verdad?).
Repaso la historia y no pocos han sido
mis “malestares”. Rechiné en grande cuando vino la dictadura y comprobé con
dolor que el miedo y la parálisis invadía las calles (desde la clandestinidad
esto se sufre muy particularmente). Cuando se salió de ella con un pacto
indigno como el del Club Naval. Cuando se aprueba en abril del 89 la Ley de
Impunidad. Cuando increíblemente un gobierno autoproclamado “progresista” instala
una cárcel VIP para un puñado de torturadores asesinos y a lo sumo un par de
centenas vamos a escracharla. Cuando un presidente como el Pepe (porque Tabaré
es un gran impostor que nunca tuvo nada de izquierdista) que en carne propia
sufrió la condición de rehén por años, habla de unos pobres viejitos que no
merecen morir en la cárcel... Y estos
son algunos de los tantísimos revoltijos interiores que he intentado digerir a
lo largo del tiempo. Siempre he hecho el esfuerzo por comprender lo que somos,
lo que nos pasa como masa ciudadana, como país; pero debo reconocer que me
cuesta, desde muy gurí he rechazado la tibieza, la falta de coraje para
entregarse, para jugarse entero en cualquier acto de la vida. No es casual mi
identificación histórica con lo que se ha dado en llamar, sobre todo a partir
del fútbol, “garra charrúa”. Por algo me he sentido muy orgulloso con la
trayectoria futbolística de Diego porque permanentemente se lo destacó por su garra, su entrega, su
personalidad en la cancha más allá de sus pocos o muchos atributos técnicos.
Como muy orgulloso de mis dos hijos varones me sentí en la SCJ viéndolos no achicarse o
amedrentarse ante la violencia policial.
En contraste con las tantas tibiezas
señaladas, he de confesar que me quedé absolutamente sorprendido por la personalidad
de una jueza como Mariana Mota que llevó adelante nuestra causa del “Boisso
Lanza” y tuvo el coraje y la dignidad de concedernos un careo, cara a cara con
nuestros torturadores.
Por eso cuando el viernes 15 de
febrero pasado la acompañamos en clara manifestación de indignación por la
afrenta vergonzosa que implicaba su traslado, me sentí como en las viejas
épocas de lucha. Porqué ante el acto cobarde, legitimador de la impunidad que
ejercieron 5 señores pelucones y conservadores, allí estábamos cientos (y más)
de uruguayos que nos plantamos firmes dispuestos a ESTAR Y ESTAR, más allá de
coraceros, de maniobras pitufescas (de dirigentes del PIT CNT) o amenazas
payasescas de serviles como Oxandabarat.
A nadie escapa la gravedad de lo acontecido ese
día: remover a la única jueza que por el momento venía investigando en serio
los delitos de lesa humanidad perpetrados por la Dictadura, significaba un
enorme retroceso en los intentos de avanzar – aunque tardíamente- hacia la
Verdad y la Justicia.
Teniendo en cuenta esto, demasiado
correcto y pacíficamente nos comportamos; en todo caso teníamos sobrados
motivos como para haberles escrachado el palacete que los alberga. Claro que si
aquella mañana hubiéramos sido miles y miles de compatriotas acompañando a Mota
y entrando al salón de actos de la
Suprema Corte (dado que es un acto público) seguramente la ceremonia de
traslado quizás se hubiese suspendido. Quizás ni Club Naval ni Ley de Impunidad
ni tantas otras cosas más hubiesen ocurrido si en serio/serio la “garra
charrúa” fuese el signo generalizado y
permanente de nuestro comportamiento social. Lo cual no implica desconocer los
distintos momentos épicos que como pueblo hemos tenido desde el éxodo
Artiguista hasta la heroica huelga general del 73, ni las ejemplares
resistencias que puntualmente a lo largo de nuestra breve historia de nación
inventada, han tenido compañeros o
grupos en su lucha contra los poderes de turno.
Pero en la normal, al menos así lo
siento yo, nos corresponde el sayo de la tibieza. Y esto es una ventaja para
quien ejerce el PODER (económico, político, o del tipo que sea) y una
desventaja para nosotros pueblo, que en la lucha por revolucionar la sociedad
hemos entregado y perdido mucha cosa.
Para terminar, porque sin proponermelo
inicialmente, estas líneas que me han brotado de muy adentro se han hecho
demasiado largo, debo decir un par de palabras sobre las citaciones. Estas han
constituido un procedimiento policiaco injustificado desde todo punto de vista
legal, (exclusiva responsabilidad de la jueza Merialdo y el fiscal Zubía) pero
muy acorde con un Poder Judicial que por ahora se ha mostrado demasiado injusto
...Desmintiendo toda la “alaraca”
que históricamente se ha hecho sobre la justicia de nuestro país... Agreguemos:
con una Suprema Corte más que omisa complice de las crueles y graves
consecuencias que tuvo el terrorismo de Estado
y por el contrario, arrogante y soberbia con todo aquel que reclama
Verdad y Justicia al punto de autoproclamarse “muralla” con la que se toparan
los que pretendan juzgar los delitos de lesa humanidad.
Entonces no sorprende que busquen, a
quienes estuvimos en la “SCJ” inculparnos por asonada, desacato o cualquier
otra figura delictiva.
Criminalizar la protesta social, es un
recurso ya conocido. Lo insólito o más bien duro y difícil de asumir es que
ocurra con gobiernos que hasta el día de hoy mantienen un discurso
seudoizquierdista . Habilitando u organizando la represión política
precisamente quienes la han sufrido en sus propios huesos, como es el caso del
Ministro del Interior. La traición es una figura reiterada en la historia de
los pueblos pero no quita que cuesta y que por la desconfianza que genera tiene
enormes efectos retardatorios. Lo cierto es que criminalizando la lucha social
pretenden abonar el terrreno de la tibieza... de por si hoy estimulada por esa
gran fábrica de enajenación masiva de cabezas que es la sociedad de consumo que
fomenta la pasividad, la comodidad y el “hace la tuya”
Hasta donde pretenden llegar con este cuento de la ASONADA está por verse, de todos modos si por esas casualidades de la vida vuelvo a quedar entre rejas, tendré la tranquilidad interior de no estar colaborando con ese “paisito tibio” que jamás quisieron ni Artigas, ni el Bebe, ni Héctor Rodríguez, ni Helio Sarthou ni tantos que dejaron hasta sus vidas en la lucha por un mundo mejor. “en de mientras” como se dice en campaña a seguir peleando a no bajar los brazos, a ver si algún día los orientales vuelven a salir de TODAS PARTES (como dice la canción).
Hasta donde pretenden llegar con este cuento de la ASONADA está por verse, de todos modos si por esas casualidades de la vida vuelvo a quedar entre rejas, tendré la tranquilidad interior de no estar colaborando con ese “paisito tibio” que jamás quisieron ni Artigas, ni el Bebe, ni Héctor Rodríguez, ni Helio Sarthou ni tantos que dejaron hasta sus vidas en la lucha por un mundo mejor. “en de mientras” como se dice en campaña a seguir peleando a no bajar los brazos, a ver si algún día los orientales vuelven a salir de TODAS PARTES (como dice la canción).
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