El jefe de Estado formuló estas y otras reflexiones durante la entrevista principal publicada esta semana por la revista "Veja", la más importante de Brasil. Mujica recibió en su chacra de Rincón del Cerro al periodista Duda Teixeira, con quien mantuvo un diálogo cuyos aspectos medulares se transcriben a continuación.
-Como ex guerrillero de izquierda, con participación en asaltos y secuestros, ¿usted puede viajar a Estados Unidos?
-Ya me invitaron, pero no pienso hacer ese viaje. Soy un hombre de campo, de provincia. Cuando visité San Pablo y vi toda aquella confusión, quedé con la impresión de que estaban todos locos.
-¿Se arrepiente de haber recurrido a las armas para tomar el poder?
-Cometemos muchos errores y aprendemos mucho. Si estoy aquí hoy, sin embargo, fue porque alguna cosa conquisté. En aquel tiempo pensábamos que era solamente llegar al gobierno y construir una sociedad más justa de arriba para abajo. Después descubrimos que eso es muy difícil, o mejor, imposible. La verdadera transformación política debe suceder de abajo para arriba, con la democracia.
-¿Hay algo de su pasado como tupamaro que todavía mantiene?
-Sí, continúo teniendo una visión socialista. Desde el punto de vista antropológico, creo que el hombre es un animal socialista. Durante casi 90 % de nuestra historia vivimos en pequeños grupos que no separaban lo que era de uno o de otro. Cuando se intentó implantar el Estado socialista, no obstante, el resultado fue un desastre.
-¿Por qué?
-No se puede construir lo mejor en sociedades económica y culturalmente pobres. Eso podrá ocurrir algún día, cuando la población acumule más conocimiento. Puedo estar equivocado, pero me gustaría que las personas aprendieran a ser jefas de sí mismas.
-¿No es precisamente eso lo que el capitalismo permite? ¿Que las personas sean dueñas de su destino?
-El problema es que, en este sistema, aquel que es jefe tiene a otras personas trabajando para él.
-¿Usted tiene empleados en la chacra?
-No. Yo ordeno mi cuarto y lavo mis platos. Mi esposa me corta el pelo. Vivo de acuerdo con lo que pienso.
-¿El presidente Hugo Chávez es socialista?
-Él persigue el socialismo pero es difícil que pueda seguir en este camino.
-¿Por qué?
-Chávez tiene mucha fuerza de voluntad. Pero Venezuela tiene demasiados recursos: mucho petróleo, mucho dinero. El resultado es una burocracia estatal tan grande que mamma mía! Yo no comparto con él la visión estatizante de la economía. Ojalá tenga suerte en lo que está haciendo.
-No entendí. La presencia intensa del Estado en la economía y en otros sectores es uno de los fundamentos de la ideología de izquierda. ¿No es una paradoja que se considere socialista y antiestatizante al mismo tiempo?
-La estatización es una solución que fue abandonada. Se trata de una receta perfecta para el desarrollo de una burocracia opresora. Continúo siendo socialista porque soy enemigo de la explotación del hombre por el hombre. Eso no incluye defender un Estado grande y una administración pública hinchada. Sería un desastre.
-Usted dijo que un país pobre no puede ser socialista. Después dijo que Venezuela, por ser rica en petróleo, tampoco. ¿Quién puede ser, entonces?
-Venezuela tiene muchos recursos naturales, pero el país fue empobrecido por la corrupción. El radicalismo de Chávez es consecuencia de un largo proceso histórico, marcado por abusos de la clase política. Además, Chávez ha ayudado mucho a otros países de América Latina que no poseen los mismos recursos.
-Ya que habló sobre eso, el Uruguay fue uno de los grandes beneficiados por la petridiplomacia de Chávez, ¿no es verdad?
-Yo soy amigo de Chávez. Bastante amigo. Discuto con él, discrepo con muchas de sus políticas, pero lo respeto. Venezuela tiene una economía que es complementaria con la nuestra. Además de eso, no se puede menospreciar a alguien con tantos recursos energéticos. Los venezolanos nos ayudaron mucho. Nos venden petróleo a pagar e 15 años y a intereses bajísimos, de 2% al año. No recuerdo a otro gobernante en el mundo que nos haya tendido una mano como Chávez. Si yo hablara mal de él, sería un lenguaraz -Chávez trata de silenciar las críticas a su gobierno cerrando radios y canales de televisión. ¿Qué debe hacer un gobernante cuando es criticado por la prensa?
-Nada. Debe soportar. Si reacciona, pierde dos veces, porque será atacado de nuevo. Tiene que mirar para otro lado. Yo sufrí muchas críticas y acusaciones durante la campaña electoral. Aguanté firme y continué hablando sobre lo que interesaba a las personas. En mi opinión, los periodistas deben tratar de actuar con honradez. Después, cada lector o telespectador debe interpretar lo que leyó o vio. Cada uno, con su subjetividad, interpreta a su manera las informaciones que recibe. Cuanto más educada y calificada sea la población, mayor diversidad habrá de opiniones, lo que es muy bueno. Cuando un gobierno se muestra más tolerante a la diversidad, acaba ayudando a formar una prensa respetuosa. Cuando radicaliza sus políticas, en cambio se va todo al diablo. En este caso, la prensa se transforma en una espada de lucha y la cosa se vuelve peligrosa.
-Para que eso no suceda, ¿usted defiende la idea de que el Estado cree medidas de control de la prensa?
-De ninguna manera. La mejor ley de prensa es la que no existe.
-¿Qué principios deben ser respetados por un gobierno, sea cual sea su orientación ideológica?
-Lo ideal es tener una política muy estable, previsible y cuidadosa, con reglas claras y definidas. Ciertasmedidas no deben cambiar de un gobierno a otro. Por ejemplo: cuidar el equilibrio fiscal, mantener una política económica austera y no jugar con la inflación. Son factores que no deberían entrar más en discusión, ser por la izquierda, por la derecha o por el centro. Las divergencias ideológicas se deberían limitar a la mejor manera de distribuir la riqueza.
-¿Cómo se hace eso, en su opinión?
-El crecimiento económico es una condición sine qua non para la distribución de la riqueza. El problema es que no siempre conduce a la reducción de la pobreza y de la desigualdad en los ingresos. Un buen gobierno se preocupa en garantizar que eso pase.
-El Uruguay tiene la población más envejecida de América Latina. ¿Cómo sustentar el sistema previsional cuando los trabajadores actuales se retiren?
-Precisamos un desarrollo sustentable y, para eso, será necesario multiplicar la productividad de los trabajadores jóvenes. Sólo así el país podrá hacer frente a los gastos de previsión social en el futuro. Eso se hace con el aumento de las inversiones públicas y privadas, mejorando lo que nuestra economía ya tiene y creando nuevas áreas. Podemos invertir en biotecnología, para apoyar el desarrollo agrícola y la salud animal.
-¿Algo de la vida de presidente le incomoda?
-El protocolo. A veces, es insoportable Reacción sindical
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