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VIVIANA RUGGIERO / ANDRÉS ROIZEN El País Digital
Con 69
años Leonardo Storutto
iba al liceo de Piriápolis. María Cuello no se perdía las telenovelas de la
tarde y Adrián Mambrigadez era fanático del ciclismo. Esas son solamente tres
de las 15 vidas que se "llevaron" los ángeles de la muerte.
Cuando escucharon los nombres
de las 15 personas que Ariel Acevedo y Marcelo Pereira habían asesinado, para
ellos fue como "entrar" en una máquina del tiempo. Había duelos
hechos que resurgieron y heridas aún abiertas que se profundizaron. Familiares
de las víctimas de los enfermeros del Hospital Maciel y de la Asociación
Española hablaron con El País y les dieron un rostro y una historia a esos
nombres.
Las víctimas tenían entre 65
y 90 años y, más allá de alguna complicación de salud, se valían por sí mismas
y llevaban una vida activa. De hecho, algunos estaban estudiando, haciendo
gimnasia o hasta cantaban en un coro.
Llegaron a alguno de los dos
centros asistenciales, en general, con infartos cerebrales o problemas
cardíacos. Algunos fueron internados sabiendo que la situación era delicada y
otros pensando que a los pocos días estarían de vuelta en casa.
"El día antes de morir
estaba contenta porque la doctora le había dicho que si respondía bien la
pasaba a intermedio. Enseguida se puso a calcular cuándo podría estar de nuevo
en su casa", cuenta María de Lourdes, hija de María Cuello, quien falleció
en el hospital Maciel el 14 de febrero de 2011.
El caso de Leonardo Storutto
fue diferente. Ingresó en la Asociación Española el 28 de diciembre de 2010,
después de un infarto cerebral. Estuvo cuatro meses internado y los avances se
fueron notando de a poco
"Él abría los ojos y los
movía, te apretaba la mano e incluso en más de una oportunidad se le caían
lagrimas. Había veces que entendía por la expresión de la cara y porque movía
los ojos, pero había otras que no respondía", cuenta su sobrina Lourdes.
El médico le había dicho a la
familia que el proceso era normal dado el estado del cerebro. "Nos había
alertado que iba a quedar con graves secuelas, pero no que podía fallecer. Nos
dijeron que había que darle tiempo", agregan sus familiares.
Finalmente, Leonardo, que a
los 69 años estaba cursando el liceo en Piriápolis, murió el 24 de marzo de
2011, a causa de un "paro cardiorrespiratorio", dijeron los médicos.
Sus familiares, al igual que
los de las otras 14 víctimas, no sospecharon nada cuando les informaron del
fallecimiento. Es que, hasta en los casos de las muertes más sorpresivas, se
pensó que había sido una "recaída" o una "complicación".
Todos se enteraron por la
prensa de que sus parientes habían sido asesinados. Luego llegó la notificación
de Crimen Organizado y el posterior ofrecimiento de ayuda psicológica, algo que
la mayoría rechazó.
"Cuando vi el
informativo sentí algo interno, me di cuenta que mi madre iba a estar en la
lista. Al otro día me llamaron de un medio argentino y después revelaron todos
los nombres", relata la hija de María Cuello.
La mujer vivía en Aires Puros
y se dedicaba a disfrutar de su vida de pensionista, después de trabajar en
varias fábricas textiles y casas de familia. "Ella era feliz con su mate,
sus telenovelas y compartiendo cosas con sus nietos. Le gustaban mucho las
plantas y tenía un montón", relata su hija.
Una tarde, María comenzó con
un malestar. Fue trasladada al Hospital Pasteur y luego al Americano, donde le
encontraron una arteria obstruida. Le colocaron un marcapaso externo, y como
era usuaria de Salud Pública la trasladaron al Maciel.
"Siempre estuvo
consciente y tenía un informe favorable; de hecho el 13 de febrero le
desconectaron el marcapaso", agrega.
La familia recuerda
"perfectamente" a Marcelo Pereira; incluso hay un diálogo que mantuvo
con María que no pueden borrar de sus mentes. "Esa tarde ella estuvo
sentada en la cama y le dijo a Marcelo, con quien tenía buen trato, que la
acostara porque después se iba a fumar o comer y no venía por un rato".
El último familiar se fue
sobre las 20:30. Ella se quedó haciendo crucigramas. Cuatro horas más tarde le
avisaron a la familia que se había "descompensado". "Cuando
llegamos nos dijeron que había fallecido", dice María de Lourdes.
"MATÓ PORQUE
QUISO". Soledad Lantes Felipez nació en España, pero con poco más de 20
años se vino a vivir a Uruguay, donde trabajó como costurera. Tuvo cuatro
hijos, dos fallecieron. "Tener a su familia reunida era lo que más le
gustaba", afirma su nieto, Ignacio Segovia.
Soledad tenía antecedentes de
problemas cardíacos. De hecho en 1997 había sufrido un infarto y por eso
"se cuidaba mucho". El 21 de enero de 2010 tuvo un infarto cerebral y
fue internada en la Asociación Española. Según cuenta su nieto, el estado de
salud de la mujer era como un subibaja.
"El 17 de febrero nos
llaman para decirnos que mi abuela se había complicado porque había sufrido una
rotura de esófago. Al otro día una doctora nos dijo que le había coordinado un
estudio para las cinco de la tarde y nos aseguró que el diagnóstico de la noche
anterior era erróneo", relata Segovia.
Soledad falleció antes de que
le efectuaran el estudio, según los médicos, de un infarto. Segovia dice que
con los días empezó a dudar sobre la muerte de su abuela, y pidió la historia
clínica en la sociedad. "Algo me sonaba raro, pero nunca me imaginé nada
tan terrible. Vos hacés el duelo pensando que a tu familiar le llegó la hora y
todo lo que eso significa, y después te terminás enterando de que hay alguien
que la mató porque quiso", afirma.
La familia de Soledad aún no
decidió si tomará acciones legales. En cambio la familia de Blanca Nélida
Formiga, que falleció el 30 de junio de 2011 en la Española, resolvió poner
todo en manos de sus abogados después de Semana Santa.
Formiga tenía 65 años, sufría
de diabetes y con bastante frecuencia debía ser hospitalizada por el avance de
la enfermedad. En junio de 2011 fue derivada a la Española y permaneció algo más
de diez días internada, en estado delicado. "El día que falleció la fuimos
a ver y, aunque estaba inconsciente, los valores eran buenos. Nos fuimos y al
rato nos avisan que había muerto", relatan sus familiares.
La mujer había estudiado
peluquería, pero trabajó "toda su vida" en una empresa de reparación
de televisores. Tenía dos hijos, tres nietos y hasta dos bisnietos.
LOS ROSTROS DE LAS VÍCTIMAS
Beriana Aguirre
85 años
Madre de dos hijas y abuela
de mellizos, Aguirre era una persona dinámica. Iba a gimnasia, cantaba en un
coro y vivía sola. Un derrame cerebral la llevó hasta el CTI de Neurocirugía de
la Asociación Española, donde estuvo internada casi dos meses. Su familia había
comentado a El País que algunos días estaba mejor que otros, pero que no podían
desconectarla del respirador por problemas cardíacos.
Leonardo Storutto
69 años
Era jubilado de la ANP donde
trabajó 40 años como ayudante de ingenieros. Vivía con su esposa en Piriápolis
y asistía al liceo José Luis Invernizi. Estudiaba inglés e italiano. El 28 de
diciembre de 2010 sufrió un infarto cerebral. Fue internado en la Asociación
Española y tenía una recuperación lenta. Los médicos alertaron a la familia que
quedaría con secuelas pero el 24 de marzo falleció.
María Cuello
75 años
Nació en Salto pero se crió
en Montevideo, con su abuela. Viuda, madre de cuatro hijos, abuela de nueve
nietos y bisabuela, María se dedicaba al cuidado de sus plantas, a compartir
las tardes con sus nietos y mirar telenovelas. En febrero de 2011 sufrió un
infarto y después de pasar por varias instituciones fue internada en el Maciel.
Su recuperación era buena, pero el 14 de febrero falleció.
Nivia Mendilaharzu
74 años
Vivía en Montevideo, era ama
de casa y madre de tres hijos. Tuvo tres nietos y era una mujer activa. Tenía
un problema cardíaco y sufrió una descompensación, por lo que fue internada en
el Maciel el 6 de junio de 2011. El día 8 la trasladaron al CTI de cardiología
para iniciar un tratamiento, pero ese mismo día murió a causa de las "complicaciones
de su estado".
Santa Gladys Lemos
74 Años
Era ama de casa y llevaba 57
años de casada. Tuvo cuatro hijos, siete nietos y tres bisnietos. La internaron
el 1º de marzo con convulsiones por diabetes. El 12 le daban el alta, pero a
las horas moría de un infarto.
Blanca Nélida Formiga
65 Años
Nació en Salto y de joven se
mudó a Montevideo. Estudió peluquería aunque trabajó toda su vida en una
empresa de reparación de televisores. Le gustaba pasear y estar en movimiento.
Tuvo dos hijos, tres nietos y dos bisnietos. La internaron en junio de 2011
debido a las consecuencias de una diabetes muy avanzada. Estuvo cerca de diez
días hospitalizada en situación delicada. Falleció el 30 de junio, horas
después que sus familiares la vieron, y el día previo a su cumpleaños.
Adrián Mambrigadez
73 años
Era fanático del ciclismo y
de joven compitió. Vivía en La Teja y tuvo cuatro hijos, 16 nietos y bisnietos.
En abril de 2010 sufrió un infarto cerebral y fue internado en la Española, en
estado por demás delicado. Estuvo menos de un día en el sanatorio y el 2 de
abril falleció, a causa del derrame sufrido, según le dijeron a la familia.
Soledad Lantes
85 Años
Nació en España y con algo
más de 20 años se instaló en Uruguay, donde principalmente se dedicó a trabajar
como costurera. Tuvo cuatro hijos, 12 nietos y dos bisnietos. Disfrutar de su
familia reunida era su máxima alegría. En 1997 sufrió un infarto, pero luego se
mejoró y llevaba una vida sana. El 21 de enero de 2010 la internaron en la
Española tras sufrir un infarto cerebral. La situación fue señalada como
"muy delicada", pero logró mejorar. Permaneció en el CTI cardiológico
y luego fue trasladada al CTI neurológico. El 17 de febrero del mismo año entró
en estado grave y en la mañana del 18 ya estaba mejor. El médico le ordenó unos
estudios para la tarde de ese día, aunque diez minutos antes de la hora
acordada, la familia fue notificada sobre el fallecimiento, a causa de un
infarto.
Semana de tregua para la Justicia
La Semana Santa dará un
respiro a la Justicia en torno a las actuaciones por casos de muertes por
motivos dudosos en centros de salud del país, denunciadas a partir del
procesamiento de los enfermeros Ariel Acevedo y Marcelo Pereira, autores de al
menos 15 homicidios a pacientes de la mutualista Asociación Española y el
hospital Maciel.
En Colonia, donde se intenta
determinar si en cinco muertes hubo intencionalidad de profesionales de la
salud, las actuaciones de la Justicia continuarán a partir del lunes 9 de
abril, al otro día del domingo de Pascuas. Allí entiende en la investigación la
jueza Beatriz Larrieu y la fiscal Ana Monteiro, que todavía no tomaron
resolución, a pesar de haber mantenido detenidas a una médica internista y a
una enfermera, y haber tomado declaración a seis personas en calidad de
testigos por los decesos en el hospital departamental.
A partir de los homicidios
destapados por la "Operación Ángeles" de la Policía, llegaron unas
260 denuncias sobre muertes por motivos dudosos a una oficina creada
especialmente para esos fines en el Ministerio de Salud Pública (MSP). De esas,
más de 50 tienen datos firmes y concretos que ameritan ser investigados. Se
determinará ahora cuántas de esas pasan a la órbita judicial y a cuántas se les
dará trámite interno.
La información surgió el
viernes luego de una reunión entre los ministros del Interior, Eduardo Bonomi,
y de Salud, Jorge Venegas, para analizar las decenas de denuncias realizadas
tanto por familiares como por personal de la salud.
El presidente de la Junta
Nacional de la Salud (Junasa), Luis Gallo, había adelantado a El País que al
menos tres de esas denuncias serían enviadas a la Justicia.
El miércoles 22, el MSP puso
en funcionamiento la Unidad Especial de Información y Apoyo a la Población, con
la finalidad de brindar información, prestar asistencia a familiares de las
víctimas y recibir a personas que tengan la sospecha que algún familiar también
fue víctima de un hecho delictivo.
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