Agudizar los sentidos
Hugo Bruschi
Pareciera una redundancia, pero no lo es. No alcanza con saber leer ni es suficiente tener buena audición, para entender lo que nos dicen. Hoy más que nunca se hace imprescindible, agudizar la mirada en la lectura y afinar el oído en el mensaje. Y si lo ayuda, el olfato también. Saber de antemano que la parte sustancial de la noticia, no está en los titulares, sino más bien en las entrelíneas. Si es que acaso nos dan esa oportunidad. Lo mismo sucede con la noticia audio-Visual, que no siempre responde a lo que la imagen ilustra.
En estos días y a pesar de los esfuerzos por ocultar los acontecimientos o rebajarle su importancia, hemos asistido a hechos que una vez más, confirman que el neo-liberalismo con sus reglas de mercado y ofertas con demandas, están conduciendo a los Pueblos hacia un callejón que sólo tiene una salida y que cualquier intento de dar marcha atrás, nos dejará atrapados. Y esa salida no es otra que la búsqueda de otros caminos, de otras formas de vida que no pasan por mejorar el capitalismo, porque el motor de este sistema es la ganancia y para que esta se produzca alguien tiene que perder. Y ya sabemos quienes son los perdedores. Aquí ya no se trata de "un país irresponsable que consumió más allá de sus ingresos como seguramente nos diría alarmado, el gran filósofo uruguayo de la austeridad artificial. Ya son muchos los paises que se encuentran en esta situación. Los que deben sacrificar a su gente para pagarle a los banqueros, en donde los estados son conminados a recortarle beneficios a la gente, que han costado años de lucha y sangre obrera, en donde los derechos elementales de los Pueblos, han pasado a ser adelantos manuscritos a la hora de hacerlos efectivos. En donde el FMI le exige a un país, cerrar 11 hospitales.
España, Portugal,Chipre,Grecia,
Y es en ese preciso instante, en donde salen a escena los medios desinformativos. A confundir y desorientar a quienes todavía sentados en sus casas frente a la TV, esperan soluciones que llegarán si se portan bien y toman la sopa que les sirven.Como comenzó todo esto? pregunta un periodista con cara de ingenuidad ante las cámaras que lo filman .Y el entrevistado que seguramente nada tiene que ver con quienes manifiestas o tal vez conocido suyo, responde que "fue por el boleto o por una Plaza". Verdades dichas a medias, forma elegante y canalla de ocultar la verdad. El detonante pudo Haber sido cualquiera, la gota que desborda el vaso se veía caer en cualquier momento. Son muchas promesas inclumplidas, muchas traiciones a Banderas sentidas por los Pueblos, muchas necesidades no satisfechas, mucho dinero gastado en parlamentarios que ganan 15 o 20 veces lo que un obrero, al que le niegan el aumento "porque la rendición no lo permite". Sólo cabe preguntarse si Ud. votó a la rendición o a un gobierno que prometió cumplir con los cambios por los que tanto luchamos. Por los que miles de ciudadanos pagaron con cárcel, sangre y exilios.
Y tampoco faltarán los izquierdoides que preguntarán por el programa o la declaración de principios de los indignados. Si leyeron a Marx o a Lenin, si formarán un Partido o si votarán en blanco. El tiempo dará la respuesta, pero lo que sí sabemos de antemano, es que para mucha gente el negocio se termina. De ahí su nerviosismo
Domingo, 23 de Junio de 2013
Brasil: ¿un nuevo ciclo de luchas populares?
por Atilio A. Boron *
Opinólogos y analistas adscriptos al gobierno insisten ahora en
colocar bajo la lupa estas manifestaciones, señalando su carácter
caótico, su falta de liderazgo, la ausencia de un proyecto político de
recambio...
Las grandes
manifestaciones populares de protesta en Brasil demolieron en la
práctica una premisa cultivada por la derecha, y asumida también por
diversas formaciones de izquierda -comenzando por el PT y siguiendo por
sus aliados: si se garantizaba “pan y circo” el pueblo –desorganizado,
despolitizado, decepcionado por diez años de gobierno petista- aceptaría
mansamente que la alianza entre las viejas y las nuevas oligarquías
prosiguieran gobernando sin mayores sobresaltos.
La continuidad y
eficacia del programa “Bolsa Familia” aseguraba el pan, y la Copa del
Mundo y su preludio, la Copa Confederación, y luego los Juegos
Olímpicos, aportarían el circo necesario para consolidar la pasividad
política de los brasileños. Esta visión, no sólo equivocada sino
profundamente reaccionaria (y casi siempre racista) quedó hecha añicos
en estos días, lo que revela la corta memoria histórica y el peligroso
autismo de la clase dominante y sus representantes políticos a quienes
se les olvidó que el pueblo brasileño supo ser protagonista de grandes
jornadas de lucha y que sus períodos de quietismo y pasividad alternaron
con episodios de súbita movilización que rebasaron los estrechos marcos
oligárquicos de un estado apenas superficialmente democrático.
Basta recordar las
multitudinarias movilizaciones populares que impusieron la elección
directa del presidente a comienzos de los años ochentas; las que
precipitaron la renuncia de Fernando Collor de Melo en 1992 y la ola
ascendente de luchas populares que hicieron posible el triunfo de Lula
en el 2002. El quietismo posterior, fomentado por un gobierno que optó
por gobernar con y para los ricos y poderosos, creo la errónea impresión
de que la expansión del consumo de un amplio estrato del universo
popular era suficiente para garantizar indefinidamente el consenso
social. Una pésima sociología se combinó con la traidora arrogancia de
una tecnocracia estatal que al embotar la memoria hizo que los
acontecimientos de esta semana fueran tan sorpresivos como un rayo en un
día de cielos despejados.La sorpresa enmudeció a una dirigencia
política de discurso fácil y efectista, que no podía comprender -y mucho
menos contener- el tsunami político que irrumpía nada menos que en
medio de los fastos futboleros de la Copa Confederación. Fue notable la
lentitud de la respuesta gubernamental, desde las intendencias
municipales hasta los gobiernos estaduales y el propio gobierno federal.
Opinólogos y
analistas adscriptos al gobierno insisten ahora en colocar bajo la lupa
estas manifestaciones, señalando su carácter caótico, su falta de
liderazgo, la ausencia de un proyecto político de recambio. Sería mejor
que en lugar de exaltar las virtudes de un fantasioso
“posneoliberalismo” de Brasilia y de pensar que lo ocurrido tiene que
ver con la falta de políticas gubernamentales hacia un nuevo actor
social, la juventud, dirigieran su mirada hacia los déficits de la
gestión gubernativa del PT y sus aliados en un amplio abanico de temas
cruciales para el bienestar de la ciudadanía. Plantear que las protestas
fueron causadas por el aumento de 20 centavos de real en el transporte
público de Sao Paulo es lo mismo que, salvando las distancias, afirmar
que la Revolución Francesa se produjo porque, como es sabido, algunas
panaderías de la zona de la Bastilla habían aumentado en unos pocos
centavos el precio del pan. Confunden estos propagandistas el detonante
de la rebelión popular con las causas profundas que la provocan, que
dicen relación con la enorme deuda social de la democracia brasileña,
apenas atenuada en los últimos años del gobierno Lula. El disparador, el
aumento en el precio del boleto del transporte urbano, tuvo eficacia
porque según algunos cálculos para un trabajador que gana apenas el
salario mínimo en Sao Paulo el costo diario de la transportación para
concurrir a su trabajo equivale a poco más de la cuarta parte de sus
ingresos. Pero esto sólo pudo desencadenar la oleada de protestas porque
se combinaba con la pésima situación de los servicios de salud pública;
el sesgo clasista y racista del acceso a la educación; la corrupción
gubernamental (un indicador: la presidenta Dilma Rousseff ha echado a
varios ministros por esta causa), la ferocidad represiva impropia de un
estado que se reclama como democrático y la arrogancia tecnocrática de
los gobernantes, en todos sus niveles, ante las demandas populares que
son desoídas sistemáticamente: caso de la reforma de la previsión
social, o de la paralizada Reforma Agraria o los reclamos de los pueblos
originarios ante la construcciones de grandes represas en la Amazonía.
Con estas asignaturas pendientes, hablar de “posneoliberalismo” revela,
en el mejor de los casos, indolencia del espíritu crítico; en el peor,
una deplorable sumisión incondicional al discurso oficial.
A la explosiva
combinación señalada más arriba hay que sumar el creciente abismo que
separa al común de la ciudadanía de la partidocracia gobernante,
incesante tejedora de toda suerte de inescrupulosas alianzas y
transformismos, que burlan la voluntad del electorado sacrificando
identidades partidarias y adscripciones ideológicas. No por casualidad
todas las manifestaciones expresaban su repudio a los partidos
políticos. Un indicador del costo fenomenal de esa partidocracia –que
resta recursos al erario público que podrían destinarse a la inversión
social- está dado por lo que en Brasil se denomina el Fondo Partidario,
que financia el mantenimiento de una maquinaria meramente electoralista y
que nada tiene que ver con ese “príncipe colectivo”, sintetizador de la
voluntad nacional-popular del que hablara Antonio Gramsci. Un solo dato
será suficiente: a pesar de que la población exige infructuosamente
mayores presupuestos para mejorar los servicios básicos que hacen a la
calidad de la democracia, el mencionado fondo pasó de distribuir 729.000
reales en 1994 a la friolera de 350.000.000 de reales en el 2012, y
está por acrecentarse aún más en el curso de este año. Esa enorme cifra
habla con elocuencia del hiato que separa representantes de
representados: ni los salarios reales ni la inversión social en salud,
educación, vivienda y transporte tuvieron la prodigiosa progresión
experimentada por una casta política completamente apartada de su pueblo
y que no vive para la política sino que vive, y muy bien, de la
política, a costa de su propio pueblo.
¿Eso es todo? No, hay
algo más que provocó la furia ciudadana. El exorbitante costo en que
incurrió Brasilia a cuenta de una absurda “política de prestigio”
encaminada a convertir al Brasil en un “jugador global” en la política
internacional. La Copa del Mundo de la FIFA y los Juegos Olímpicos
exigirán enormes desembolsos que podrían haber sido utilizados más
provechosamente en solucionar añejos problemas que afectan a las clases
populares. Hubiera sido bueno que se recordara que México no sólo
organizó una sino dos Copas del Mundo en 1970 y 1986, y los Juegos
Olímpicos de 1968. Ninguno de estos grandes fastos convirtió a México en
un jugador global de la política mundial: pero aún, sirvieron para
ocultar los problemas reales que irrumpirían con fuerza en la década de
los noventas y que perduran hasta el día de hoy. Según la ley aprobada
por el congreso brasileño la Copa del Mundo dispone de un presupuesto
inicial de 13.600 millones de dólares, que seguramente aumentará a
medida que se acerque la inauguración del evento, y se estima que los
Juegos Olímpicos demandarán una cifra aún mayor. Conviene aquí recordar
una sentencia de Adam Smith, cuando decía que “lo que es imprudencia y
locura en el manejo de las finanzas familiares no puede ser
responsabilidad y sensatez en el manejo de las finanzas del reino.”
Quien en su hogar no dispone de ingresos suficientes que garanticen la
salud, la educación y una adecuada vivienda para su familia no puede ser
elogiado cuando gasta lo que no tiene en una costosísima fiesta.
La dimensión de este
despropósito queda graficado, como observa con perspicacia el sociólogo y
economista brasileño Carlos Eduardo Martins, cuando compara el costo
del programa “Bolsa Familia”, 20.000 millones de reales, con el que
devoran los intereses de la deuda pública: 240.000 millones de reales.
Es decir, que en un año los tiburones financieros de Brasil y del
exterior, niños mimados del gobierno, reciben como compensación a sus
tramposos préstamos el equivalente doce planes “Bolsa Familia” por año.
Según un estudio de la Auditoría Ciudadana de la Deuda, en el año 2012
el desembolso por concepto de intereses y amortizaciones de la deuda
pública insumió el 47.19 por ciento del presupuesto nacional; por
contraposición, se le dedicó a la salud pública el 3.98 por ciento, a la
educación el 3.18 por ciento y a l transporte el 1.21 por ciento. Con
esto no se quiere disminuir la importancia del programa “Bolsa Familia”
sino de resaltar la escandalosa gravitación de la sangría originada por
una deuda pública-ilegítima hasta la médula- que ha hecho de los
banqueros y especuladores financieros los principales beneficiarios de
la democracia brasileña o, más precisamente, de la plutocracia reinante
en el Brasil.
Por eso tiene razón Martins cuando observa que la dimensión de la crisis exige algo más que reuniones de gabinete y conversaciones con algunos líderes de los movimientos sociales organizados. Propone, en cambio, la realización de un plebiscito para una reforma constitucional que recorte los poderes de la partidocracia y empodere de verdad a la ciudadanía; o para derogar la ley de auto-amnistía de la dictadura; o para realizar una auditoría integral sobre la turbia génesis de la escandalosa deuda pública (como hizo Rafael Correa en el Ecuador). Agrega también que no basta con decir que el 100 por ciento de los royalties que origine la explotación del enorme yacimiento petrolero del Pre-Sal serán dedicados, como lo declaró Rousseff, a la educación, en la medida en que no se diga cuál será la proporción que el estado captará de las empresas petroleras. En Venezuela y Ecuador el estado retiene por concepto de royalties entre el 80 y el 85 por ciento de lo producido en boca de pozo. ¿Y en Brasil quién fijará ese porcentaje? ¿El mercado? ¿Por qué no establecerlo mediante una democrática consulta popular?
Por eso tiene razón Martins cuando observa que la dimensión de la crisis exige algo más que reuniones de gabinete y conversaciones con algunos líderes de los movimientos sociales organizados. Propone, en cambio, la realización de un plebiscito para una reforma constitucional que recorte los poderes de la partidocracia y empodere de verdad a la ciudadanía; o para derogar la ley de auto-amnistía de la dictadura; o para realizar una auditoría integral sobre la turbia génesis de la escandalosa deuda pública (como hizo Rafael Correa en el Ecuador). Agrega también que no basta con decir que el 100 por ciento de los royalties que origine la explotación del enorme yacimiento petrolero del Pre-Sal serán dedicados, como lo declaró Rousseff, a la educación, en la medida en que no se diga cuál será la proporción que el estado captará de las empresas petroleras. En Venezuela y Ecuador el estado retiene por concepto de royalties entre el 80 y el 85 por ciento de lo producido en boca de pozo. ¿Y en Brasil quién fijará ese porcentaje? ¿El mercado? ¿Por qué no establecerlo mediante una democrática consulta popular?
Como puede colegirse de todo lo anterior, es imposible reducir la causa
de la protesta popular en Brasil a una eclosión juvenil. Es prematuro
prever cual será el futuro de estas manifestaciones, pero de algo
estamos seguros. El “¡Que se vayan todos!” de la Argentina del 2001-2002
no pudo constituirse como una alternativa de poder, pero por lo menos
señaló los límites que ningún gobierno podría volver a traspasar so pena
de ser derrocado por una nueva insurgencia popular. Más aún, las
grandes movilizaciones populares en Bolivia y Ecuador demostraron que
sus flaquezas y su inorganicidad -como las que hoy hay en Brasil- no le
impidieron tumbar a gobernantes que sólo solo lo hacían a favor de los
ricos. Las masas que salieron a la calle en más de cien ciudades
brasileñas pueden tal vez no saber adónde van, pero en su marcha pueden
acabar con un gobierno que claramente eligió ponerse al servicio del
capital. Brasilia haría muy bien en mirar lo ocurrido en los países
vecinos y tomar nota de esta lección que presagia crecientes niveles de
ingobernabilidad si persiste en su alianza con la derecha, con los
monopolios, con el agronegocios, con el capital financiero, con los
especuladores que desangran al presupuesto público de Brasil. La única
salida a todo esto es por la izquierda, potenciando no en el discurso
sino con hechos concretos, el protagonismo popular y adoptando políticas
coherentes con el nuevo sistema de alianzas. No sería exagerado
pronosticar que un nuevo ciclo de ascenso de las luchas populares
estaría dando comienzo en el gigante sudamericano. Si así fuera lo más
probable sería una reorientación de la política brasileña, lo cual sería
una muy buena noticia para la causa de la emancipación de Brasil y de
toda Nuestra América.
* Una versión resumida de esta nota salió publicada en la edición dominical de Página/12, del 23 de Junio del corriente año.
LLegaron los muchachos.
Por Emir Sader *
¿Las grandes movilizaciones de las dos últimas semanas en Brasil llegaron como rayos en un cielo azul? ¿O eran previsibles e incluso tardaron en llegar? ¿Cuál es su significado, o son sus significados? ¿Qué puede alterar en la vida política brasileña?
Los gobiernos de Lula y Dilma promueven, desde hace mas de una década, un inmenso proceso de democratización social en el país más desigual del continente, más desigual del mundo. Junto con las trasformaciones dirigidas por Getúlio Vargas (entre los años 1930 hasta 1954, con un interregno entre 1945 y 1950) son los procesos más importantes de la historia brasileña, con varios aspectos comunes.
Por eso Lula logró ser reelecto y elegir a su sucesora, que se presenta como favorita para seguir dirigiendo Brasil a lo largo de la segunda década de gobiernos posneoliberales en el país (Ver “10 anos de governos posneoliberais no Brasil - Lula y Dilma, org. Emir Sader: www.flacso.org, con acceso libre e integral, lo cual ha permitido que ya lleguen a 500 mil los downloads del libro).
De repente surgieron las manifestaciones, a partir de la resistencia al aumento de tarifas del transporte urbano, para extenderse por todo el país con una rapidez y una masividad impresionantes. Se constituyó un movimiento –llamado Movimiento del Pase Libre (MPL)– que coordinó las manifestaciones, hacia el que han convergido un gran número de otras reivindicaciones, un movimiento protagonizado básicamente por estudiantes, con simpatía generalizada de la mayoría de la población.
Esta expansión fue posible porque se insertó en dos espacios respecto de los cuales el gobierno presenta debilidades particularmente concertadas. Por una parte, la ausencia de políticas hacia la juventud, segmento que buscó, con las manifestaciones, más allá de sus reivindicaciones concretas, afirmar su existencia como segmento específico, con voz y con poder de movilización.
En segundo lugar, el monopolio privado de los medios de comunicación –en contraste con los procesos de democratización en tantas otras esferas de la sociedad brasileña– sigue siendo intocable, derrotado sistemáticamente por el voto popular, pero manteniendo su poder de influencia, especialmente las cadenas televisivas.
En principio, como ocurre con todas las manifestaciones populares, la prensa privada buscó descalificarlas por la violencia que, desde su comienzo, se hizo presente al final de las manifestaciones, con actos vandálicos que, a su vez, tuvieron respuestas aún más violentas de las Policías Militares –uno de los factores que favorecieron la rápida difusión y expansión de las movilizaciones–. Pero enseguida los monopolios mediáticos se dieron cuenta de que las movilizaciones podrían desgastar al gobierno y pasaron a actuar de forma concentrada para magnificar las manifestaciones, intentando, a la vez, influenciarlas, buscando imponer los lemas de la oposición sobre las manifestaciones.
La combinación de esos dos factores explican, en lo esencial –además de otros, como la dureza de las condiciones de vida urbana, que hicieron que, no por caso, el movimiento se haya iniciado en San Pablo, la ciudad más rica y con mayores desigualdades del país, que sólo hace pocos meses dejó de ser dirigida por la oposición, con la elección de un alcalde del PT–, la irrupción brusca y poderosa del movimiento.
Después de vacilaciones de los gobernantes municipales, el movimiento logró su primera gran victoria, con la cancelación del aumento de las tarifas urbanas. Que es acompañada del triunfo de poner en discusión nacional la precariedad de los transportes, así como el tema crucial de su financiamiento, el rol de los sectores público y privado –uno de los temas recogidos por la presidenta Dilma Rousseff para proponer un Plan Nacional del Transporte urbano, organizado conjuntamente por el gobierno federal, autoridades provinciales y municipales, así como por movimientos vinculados con las manifestaciones y otras fuerzas populares.
Asimismo, más allá de esos aspectos específicos, el movimiento representa el ingreso a la vida política de una nueva generación de jóvenes, con sus formas específicas de acción y sus reivindicaciones propias. Hasta aquí, a pesar del inmenso apoyo popular y del amplio proceso de respaldo de las fuerzas populares a los gobiernos de Lula y Dilma, la vida política brasileña no contaba con la participación de los sectores emergentes de la juventud. Se supone que, a partir de este momento, serán un factor nuevo y con capacidad de movilización con el que tendrán que contar el gobierno y la política brasileños.
Pero, a la vez, las movilizaciones han tenido, desde su comienzo, un aspecto ya mencionado, que ha significado un factor de debilidad –las acciones violentas al final de las manifestaciones, con enfrentamientos con la policía y la destrucción de edificios públicos y de tiendas del comercio, de forma generalizada–. Cuando el movimiento logró su primer triunfo, su propia dirección suspendió nuevas movilizaciones, por ese elemento externo de violencia que se insertó en las concentraciones, así como por los intentos de la derecha –especialmente a través de los medios– de imponer lemas conservadores al movimiento, especialmente la hostilidad hacia los partidos políticos y hacia los movimientos sociales, que ha desembocado en agresiones a sus militantes por hordas, algunas de ellas, explícitamente identificadas con lemas y formas de acción fascistas.
A partir de la reducción de las tarifas, el movimiento afirmó que seguirá luchando por la gratuidad del transporte público, pero suspende nuevas manifestaciones, por los intentos de influir de sectores externos al movimiento. Pero los que promueven la violencia han intentado dar continuidad a las movilizaciones, ahora ya sin la masividad de las convocadas anteriores por la dirección del MPL, donde ya priman las acciones violentas, sin las reivindicaciones originales y sin la simpatía de los otros sectores de la población.
La presidenta Dilma Rousseff, después de una intervención inicial, donde reconocía la legitimidad del movimiento y reconocía que el gobierno estaba atento a las demandas de las movilizaciones, intervino de forma más sistemática el día 21, por cadena nacional. A la par de alabar la capacidad de movilización y las demandas del Movimiento, Dilma mostró amplia receptividad hacia ellas y propuso medidas y encuentros concretos para su discusión e implementación.
Mucho ya se ha escrito sobre las movilizaciones, con apresurados intentos –sociológicos y otros– de captar sus significados, mal disfrazando sus intereses y deseos propios. Desde que se agotaron los gobiernos del PT, hasta que los partidos habían desaparecido, pasando por los intereses de fuentes europeas de que el Campeonato Mundial de Fútbol no se realizara en Brasil, los rencores en contra de Brasil y de su gobierno se acumularon, como si se tratara de un final apocalíptico de una quimera pasajera de avances –en realidad extraordinarios– de una década, que en Brasil –junto a la figura de Lula– se han proyectado como referentes mundiales.
La oposición interna, asociada a sus aliados externos dirigida siempre por las pocas familias que controlan los principales medios privados de comunicación, buscan, desesperadamente, impedir la victoria de Dilma Rousseff en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Todo su terrorismo económico respecto de un supuesto y nunca concretado “caos energético”, así como sobre un supuesto “descontrol inflacionario” –que anda alrededor del cinco por ciento anual en condiciones, cuando la actual oposición convivió con índices de más del mil por ciento al año– están en función de las elecciones presidenciales, cuando la derecha puede cosechar su cuarta derrota consecutiva, sumada al fantasma de que Lula podría volver a candidatearse en 2018, prolongando para más de una segunda década el posneoliberalismo en Brasil.
Movilizaciones con la amplitud de éstas, de todas maneras, representan de-safíos para todos –antes de todo para el gobierno, para el PT, para los movimientos sociales y todo el campo político de la izquierda, así como del pensamiento social–. Visiones economicistas de la izquierda tradicional tienen dificultades para comprender la juventud como categoría específica y todos los temas vinculados con ella.
El gobierno brasileño no ha puesto en debate el tema del derecho al aborto, el de la descriminalización del consumo de drogas, tampoco avanza en la democratización de los medios de comunicación –para mencionar apenas algunos de los tantos temas que atañen más directamente a la juventud–. Arrastra así una gran fragilidad respecto de esos sectores, fenómeno para el cual fue obligado a despertar de forma brusca e inesperada y tiene una posibilidad de ponerlos en la agenda, en la disputa por la conquista de esos sectores entre la derecha y la izquierda.
Es todavía temprano para saber cómo esas movilizaciones afectarán el futuro político de Brasil –volcado, en lo esencial, hacia las presidenciales del 2014–. Los medios tratarán de manipular, como siempre, las consecuencias, con sus encuestas amañadas y su nunca disfrazado rol de partido político de una oposición debilitada. Con candidatos sin apoyo popular buscan desgastar al gobierno, sin esperanzas de que sus posibles candidatos puedan conquistar los sectores jóvenes. Algunos sectores de éstos podrán votar por Marina Silva y su discurso ecologista ya desgastado, pero los otros posibles candidatos de la oposición, empezando por el más importante, Aecio Neves, no tienen ninguna receptividad entre esa juventud.
El gobierno y la izquierda, habiendo demostrando gran fragilidad e incapacidad de reacción frente a las movilizaciones, podrán ser afectados negativamente o ser capaces de renovarse y no buscar únicamente soluciones a los problemas planteados por el movimiento, sino incorporar temas que interesan directamente a los jóvenes, así como la juventud como tal, como agente político sin el cual difícilmente se pueda proyectar el futuro del país.
Lo peor que podría pasar a Brasil –un país con un contingente inmenso de jóvenes en su población– sería contar con una juventud ausente, pasiva, volcada hacia otros temas que no sean los de la política, la sociedad y el Estado.
Esos jóvenes no han golpeado a la puerta de la política, sino que la han tumbado, con sus gritos y sus formas de ser. Han tomado de sorpresa a viejos políticos que todavía ocupan los espacios centrales de la política brasileña, en contraste con la juventud de su población. Es hora de renovar la política y sus cuadros, para que la irrupción de esos jóvenes no se reduzca a un fenómeno mediático y de aburridos estudios sociológicos, que hablan más de sí que de la realidad.
Brasil, que supo colocar el tema central en el continente de la desigualdad social como prioritario, tiene ahora el desafío de pasar de la democratización social a la democratización política –empezando por el financiamiento público de las campañas electorales– y por la democratización cultural –empezando por el fin de los monopolios mediáticos– y la discusión de los temas que ocupan más directamente a la juventud.
* Intelectual brasileño, autor de El Nuevo Topo, Los caminos de la Izquierda Latinoamericana (Siglo XXI), coordinador de Latinoamericana Enciclopedia Contemporánea de América Latina y el Caribe (Akal), así como de 10 años de posneoliberalismo no Brasil - Lula e Dilma (Boitempo).
Sobre las movilizaciones en Brasil, el "progresismo" y el problema de los partidos
Probados revolucionarios y luchadores sindicales de larga data nos han transmitido dudas e interrogantes que se plantean hoy en Uruguay a propósito de las movilizaciones en Brasil. Pretendiendo hacer una contribución exponemos algunas reflexiones.
Se dice que la derecha se aprovecha o puede aprovecharse de estas movilizaciones para socavar el gobierno de Dilma ya que en la medida que se radicalizan movilizaciones y reclamos este hecho alentaría a la derecha y al fascismo siempre agazapados para dar vuelta el reloj de la historia.
Este argumento de que la derecha, el golpismo y el fascismo pueden utilizar las luchas populares como argumentos para dar el zarpazo ha sido siempre utilizado. En el pasado se lo empleo cotidianamente ante cada protesta o lucha popular. A ello quisieramos referirnos en primer lugar ya que las dudas se plantean en Uruguay.
Se ha dicho que la derecha se aprovechó de la lucha del MLN tupamaros y de otras organizaciones guerrilleras y qué se aprovechó desde que Raúl Sendic dió comienzo a la reunión de fuerzas en función de dotar al movimiento popular, la UTAA en primer lugar, de instrumentos de autodefensa contra el acoso patronal y de las polícias bravas en el Norte uruguayo, para ir avanzando en el proyecto y poner en pie una organización revolucionaria para luchar por la liberación nacional y el socialismo utilizando una estrategia de lucha armada tanto para enfrentar al fascismo como para lograr los objetivos liberadores. Esto fué gestándose en los comienzos de la década de los 60s.
Se ha dicho que toda esa lucha heroica de un sector muy importante de la militancia popular, sindical y estudiantil, de hecho -se dice- sirvió para allanarle el camino a los milicos. Esa es una versión bastante conocida. Se ha dicho también qué sí se hacían huelgas radicales inspiradas en el clasismo y ocupaciones de los lugares de trabajo o estudio, así como manifestaciones relámpagos, enfrentamientos callejeros a la represión y diversas expresiones de lucha, esto también lo iba a utilizar el fascismo.
Se ha dicho, al fin de cuentas, que el haber apoyado a Cuba fué también un motivo. Se dice, en consecuencia, que trabajamos para el fascismo, todos, así como supuestamente lo hicieron otros defensores de Cuba como Arismendi, Sendic, Erro, Michelini, Galeano, Benedetti, rectores de la Universidad como Cassinoni o Maggiolo, el Sindicato Médico, Marcha y Quijano, Julio Castro y una lista con millares de voluntades que consideraron que la solidaridad con Cuba hacía parte del proceso de liberación en nuestro país y por ello debía de ser apoyada contra la agresión imperial-burguesa.
Se dice, en la práctica, que TODO LO QUE SE HIZO DESDE 1958 (la indeclinable lucha de la FEUU por la ley orgánica con sus huelgas, ocupaciones e intensivas luchas callejeras, codirigida entonces por la militancia anarquista universitaria junto con la socialista y comunista y que se ligó en los hechos a la ocupación de Funsa del 58 y a la prolongada huelga textil dirigida por el Héctor Rodríguez y los dirigentes textiles socialistas como Jorgelina Martínez y los comunistas, que se desarrolló simultáneamente y que dió lugar a enormes manifestaciones reprimidas salvajemente y a enfrentamientos callejeros que dieron origen a la consigna inmortal de "obreros y estudiantes, unidos y adelante" se dice que todo eso le fue abriendo el camino a los milicos, al golpe y a la dictadura. La lucha de 1958 por la ley orgánica con la ocupación de todas las facultades y qué concitó el apoyo de todos los liceos, incluyendo los del interior, qué fueron igualmente ocupados y fueron centro de movilizaciones como nunca antes se había visto en el interior del país, se dice que éstas luchas fueron la clarinada para poner en marcha al fascismo.
Con posterioridad, como se explicaba antes, se desarrolló la solidaridad con la Revolución Cubana,la que también tuvo alcances nacionales llevando un mensaje de revolución socialista a todo el interior del país.Proceso que contó con la activa participación de los legisladores socialistas y comunistas, pero por vez primera y en las misma tribunas, legisladores disidentes con las direcciones de los partidos tradicionales como lo fueron Alba Roballo, Zelmar Michelini, Ariel Collazo, Enrique Erro y varios más. Se dice, entonces qué defendiendo y predicando por Cuba apuntalaron el camino golpista.
Más tarde vimos el crecimiento de la influencia del Partido Comunista con el FIDEL, vimos la radicalización de la FEUU, de la Universidad, del Sindicato Médico, de las facultades, del ámbito de la cultura, los teatros, los escritores y poetas, los músicos, Galeano, Benedetti, Viglietti, Zitarroza, de los historiadores, de los periodistas, y muchos más que de conjunto llevaron a que el fascismo considerara que la "infiltración comunista" y "el oro de Moscú" eran razón de más para acelerar los planes golpistas tal como lo detallaron posteriormente durante la dictadura en los voluminosos libros supuestamente explicativos de la razones del golpe militar y la dictadura.
En este proceso de "facilitar el camino al golpismo" entran hasta -hoy en día- sectores impensables como lo fué el patrullaje y la autodefensa armada por parte de la comunidad judía y sus sectores de izquierda para proteger las Sinagogas que habían sido objeto de atentados nazi-fascistas. O también, no impensable sino como parte de una postura firme contra el fascismo después de los atentados a sus locales y militantes por parte de las bandas fascistas cuyo caso mas conocido es el secuestro y grabación a cuchillo en los muslos de la svástica a Soledad Barrett militante entonces de las juventudes comunistas, tenemos el ejemplo del Partido Comunista que resiste a mano armada el intento de asalto a su sede central en la calle Sierra a consecuencia de lo cual muere un atacante fascista y muchos militantes comunistas, incluyendo dirigentes, son detenidos y algunos procesados.
Se dice, o se dirá, que estos hechos, así como la defensa de la Universidad ocupada cuando las bandas fascistas intentaron tomarla, se dirá, quizás, que todos estos hechos resistentes ayudaron en mucho al recorrido golpista, cuestión que se reafirma por la reiterada mención de estos hechos como argumentos golpistas. Lo mismo se podría decir sobre la "ocurrencia" de Raúl Sendic de reclamar, hacer huelga y ocupar CAINSA en el norte por la aplicación de la Ley de las 8 horas para los trabajadores rurales y posteriormente el reclamo de tierra para trabajar, las las 30.000 hectáreas de Silva y Rosas en Bella Unión. Y por supuesto lo que fué el ataque a la sede de la CSU amarilla financiada directamente por la embajada yanqui. Esto ayudó mucho se dice.
De la misma manera que lo hicieron todas las fábricas que se fueron ocupando, que resistieron el desalojo y que condujeron a que muchos sindicatos fueran derivando a posturas combativas. Coincidentes en el tiempo con la teología de la liberación, las comunidades cristianas de base, su prédica contra las injusticias y el trabajo de organización de base. Como Indalecio Olivera que posteriormente cae como combatiente del MLN tupamaros en 1969. Se dice que de no no haber hecho todo lo anterior, de no haber resistido y reclamado, el fascismo no hubiera tenido ninguna chance ni argumentos.
En esos tiempos también se les ocurre a todos los partidos de la izquierda, más que nada al Partido Comunista, y a los sindicatos y demás organizaciones populares y estudiantiles, el organizar el Congreso del Pueblo el qué después de profundos análisis y debates adoptó un programa claramente antimperialista y anticapitalista. Se dice entonces qué esto aceleró los preparativos fascistas a partir de su definición sobre "el fortalecimiento del comunismo" como le llamaban en la época, o del "castrocomunismo" como igualmente acostumbraban usar en su prédica subversiva.
Motivado por los ataques nazi-fascistas a militantes, organizaciones, locales y aún actos públicos de masas como fué el intento de asesinato del Ché Guevara al salir de un acto en la Universidad y que culminara con la muerte del Profesor Arbelio Ramírez, todas las organizaciones populares, sindicales, estudiantiles, políticas progresistas y de izquierda llevaron a cabo un Plenario en el cual se discutió como enfrentar al fascismo y los rumores de golpe militar. Fué entonces cuando se puso sobre el tapete que en caso de golpe se respondería con la huelga general por tiempo indeterminado con ocupación de los lugares de trabajo y estudio, así como la necesidad de concretamente organizar la autodefensa popular. Esta resolución sobre la respuesta al golpe se retomó cuando el Primer Congreso de la CNT en el cual se discutió primero en la Comisión Plan de Lucha y posteriormente se adoptó como resolución por todo el Congreso. Sin duda que de estos hechos y resoluciones se dice que contribuyeron en alto grado que el fascismo fuera cerrando filas camino al golpe.
Debe de mencionarse como hitos alarmantes para los golpistas que estaban en busca de argumentos, la huelga de UTE en 1963 con el corte total de la energía, la "bajada de la palanca" en la época en la que el Sindicato de UTE tenía dirección comunista. Más adelante las huelgas de los bancarios, la militarización del personal bancario y el pasaje a la clandestinidad de miles de trabajadores así como la detención de otros tantos en cuarteles militares, se utilizan también por los que dicen que estas resistencias favorecieron al fascismo.
Los sucesos desde finales de 1967 y comienzos de 1968 con la lucha estudiantil contínua, las ocupaciones de centros de estudios, las diarias y permanentes, durante meses, movilizaciones callejeras, las manifestaciones "relámpagos" calificadas como operativos de guerrilla urbana por los golpistas, la "gimnasia revolucionaria" le llamaba la derecha, combinadas con diversas huelgas obreras hasta la municipal con el asesinato del obrero Recalde, todo esto generó un clima de resistencia masiva a los planes hambreadores del gobierno, los recortes, la falta de recursos para la educación y la salud, los salarios muy por debajo del costo de la vida, la inflación, lo que motivó la respuesta popular. Valga mencionar porque viene al caso, que el primer corte de calle lo protagonizó un liceo de Montevideo cuyos estudiantes estaban en huelga contra la suba del boleto del transporte para los estudiantes. La respuesta represiva es bien conocida y desde entonces se vivió bajo medidas de seguridad en lo que se ha definido como el golpe de estado mas prolongando del mundo. Millares de estudiantes y trabajadores fueron detenidos en los cuarteles militares, Tres mártires regaron con su joven sangre las calles montevideanas, Líber Arce, Susana Pintos y Hugo de los Santos, los tres comunistas. Se conoció la manifestación unitaria más grande de la historia de Uruguay hasta entonces y que fué el entierro de Líber Arce. Los sindicatos y la CNT llevaron adelante varios paros e implementaron planes de lucha contra las medidas de seguridad y la represión. En suma, si no se hubiera resistido y reclamado con tanto énfasis seguramente que el fascismo hubiese tenido pocos argumentos para su zarpazo golpista. Y como la prensa defendió la resistencia obrera y popular fueron clausurados diarios, radios, detenidos periodistas, se censuró, etc. Si no lo hubieran hecho quizás el fascismo no hubiese tenido tantos motivos.
Esa es una interpretación. La vivimos, y no es nueva. Se dijo y sostuvo entonces. El fascismo y la represión se encargaron de demostrar -mejor que nadie- que para ellos el enemigo son todos los que se resisten a sus medidas. Así la represión se desgargó también contra los más minimamente organizados y hasta contra los mas minimamente resistentes.
La otra variante fué la resistencia y a la que poco a poco se fue plegando mucha gente hasta que el final los antidictadura eran la mayoría del pueblo. Era el saber que quién tiene el poder marca el ritmo, qué si nadie responde aplican sus planes sin contemplaciones como se ve en Europa hoy en día o como el inicio de todo este proceso: el plan azzini y la receta del FMI en Uruguay ya desde 1959, que implicaba miseria, desocupación y ningun derecho a la resistencia. Es decir, como explican los luchadores hoy en Europa, "la vuelta a la esclavitud". Esa resistencia se dió no por el "oro de Moscú" ni por los "subversivos" sino porque estaba inscripto en la gente como medida de autodefensa, de defender su nivel de vida, sus conquistas. Desde luego que si nadie hubiera hecho oposición capaz que no necesitaban dar el golpe y entonces no habría habido tal periodo, aunque no se sabe como hubiera sido para la gente en la concreta ya que el plan de esclavización hubiera ido a fondo, como se ve hoy en Europa, orquestado por el mismo FMI de antes en Uruguay y casi con las mismas llamadas "recetas". Es que los planes imperiales, burgueses, de los banqueros, del FMI no son "respuestas" a lo que hace la izquierda o los sindicatos sino que son sus planes para chuparle más la sangre al trabajadores y para saquear aún más. Así de sencillo y sin decorados supuestamente ideológicos que se les agregan después para justificar golpes y masacres.
Puede comprenderse que gente del pueblo vacile a la hora de resistir. Sin embargo no se puede compartir tal actitud suicida. No por empecinamiento sino porque lo que se ha vivido y se ha visto nos dice otra cosa. Con o sin argumentos el imperio y las burguesías aplican sus planes independientemente de las acciones resistentes, como los que detentan el poder son ellos, son siempre, los que toman la iniciativa. Es lo mismo que se ve hoy en dia.
No nos parece correcto que hayan organizaciones que puedan considerarse con el derecho a cuestionar a los movimientos de masas que se vienen dando en el mundo, por ejemplo en Brasil. Ahi hay un problema como bien lo explicaba Mario Navilliat en sus conferencias en locales sindicales y populares, nos decia: "la realidad ES". De lo que se trata es de cambiarla. Claro uno puede estar en contra y aún oponerse a la realidad, pero ella seguirá SIENDO. Ante esa realidad de millones en las calles con reclamos justos (tan justos que los gobernadores asi como la misma Dilma los estiman correctos, menos la suspension del Mundial de Fútbol) y Dilma anuncia que llamará a un pacto para reformas y mejoras convocando para eso a representantes de los manifestantes, sindicatos y orgazaciones populares. Entonces no no se puede tener una actitud de...criticar la realidad.
Eso de que la derecha se puede infiltrar, meterse, sacarle jugo, aprovecharse, no es nada nuevo. Lo han hecho siempre y cada vez que han podido así como han utilizado hasta el más mínimo error para agitar sus cucos. Eso lo sabe bien el movimiento popular y en carne propia lo han sentido los militantes. No es novedad. De ahi, a condenar sin contemplaciones a millones de movilizados hay verdaderamente una gran distancia. Quién quiera que lo haga, igual no va a incidir en el curso de los acontecimientos, pero la actitud justa para el movimiento popular en Uruguay es estar siempre apoyando y solidarizándose con la gente en lucha y en la calle.
Tampoco es aceptable el que se intente dictar cátedra a la gente acerca de que se debe cuidar de la derecha. No corresponde hacerlo desde fuera del movimiento real , no se tiene ese derecho ni esas credenciales tampoco, porque no hemos puesto millones en la calle. Más bien TENEMOS QUE APRENDER COMO LOS JOVENES LO VIENEN HACIENDO en Brasil,Turquía y en toda Europa.
Es lo mismo con el reclamo, de exigir alternativas. En primer lugar para la gente, cuando explota (y larga es la lista: Chile, Perú, Panamá, Argentina, Colombia, México, Honduras, Italia, Bélgica, Francia y la mayoría de los países de la Europa de la UE) cuando explota la caldera social LA ALTERNATIVA, ES ESA JUSTAMENTE, EXPLOTAR!! SALIR A LA CALLE, HACER RESISTENCIA, PROTESTAR, HACERSE OIR, es lo mismo que cuando las huelgas. Esa es la alternativa de la gente.
Para los que somos partidarios del Poder Popular como alternativa estratégica, partidarios de un poder popular que se vaya construyendo molecularmente, desde abajo, de manera horizontal y transversal, en la alternativa del camino de aportar a la formación de embriones de poder popular, el primer paso es, justamente la protesta, el no dejarse atropellar y la resistencia de la gente. Esa ES LA ALTERNATIVA. Ahora, si nos quedamos atascados con el eterno sonsonete de la izquierda que considera alternativa el tener un programa con muchas páginas y puntos que cubra todo, ya hoy y hasta el futuro infinito, aunque todos los puntos sean correctos el camino es equivocado para su implementación ya que supone el irse ganando uno a uno a la gente individualmente para adherir a ese programa hasta ser mayoría.
De todas maneras es una discusión inútil ya que la gente hubiera salido en su propia autodefensa mientras se van plegando las voluntades individuales que adhieren a "la alternativa". Aquí entra el dilema de muchas organizaciones de izquierda que tienen una alternativa pulida pero que ante la emergencia de estas explosiones de movimientos reales deben de definirse si los apoyan o no y si participan o no, aunque se esten movilizando no por completos programas sino por plataformas concretas de lucha.
También es desenfocado el pedirles a los que solidarizan con las luchas de los pueblos el que sean ellos los que presenten "la alternativa" cuando en realidad se le deberían pedir a esos pueblos en lucha qué son los que estan en la brega.
Suena como no hacer para que "no venga el fascismo", es decir, proponerle a la gente que se deje esquilmar para "no darle pretextos al fascismo" o como dice el gran estratega Mujica "no hacerle el juego a la derecha". A la gente se le pretende decir, que no resista ni reclame lo suyo porque sino es "hacerle el juego a la derecha". Sin embargo vemos que TODAS LAS MEDIDAS DEL "PROGRESISMO" salvo algunas dádivas y migajas LE HACEN EL JUEGO AL CAPITAL Y AL IMPERIO, a veces da la impresión que lo que reclaman es el monopolio de hacerle el juego a la derecha, al FMI y a los yanquis.
Hay muchos análisis muy bien fundados sobre el gobierno del "progresismo" en Brasil. Hay un problema: los campesinos sin tierras se resisten, los indígenas lo mismo, los ambientalistas igual y ahora la juventud en tantas ciudades como nunca antes se vió. Hay analistas que han aportado elementos de juicio e información sobre todo, desde lo económico a lo social, pasando por la interpretación de estas explosiones, que ya han ido dando sus aportes, que son gente que bien conoce el proceso. Ellos también presentan alternativas, es decir que no es necesario que se intente desde fuera de la realidad ni alertar ni buscar las alternativas, ya irán saliendo de este proceso que recién comienza pero que perdurará.
Aquello que antes se consideraba una "alternativa", en muchos casos fueron una "alternativa" aparatista y bien sabemos que fracasaron como tales. Menos válidas aún cuando hay millones en las calles. Poner un grupo "puro y duro" para criticar un movimiento de masas en marcha y en la calle, para detallar un cronograma para la toma del poder no parece algo realista sino más bien aparatista y, por supuesto, para nada una alternativa.
Se confunde el "negar la organizacion" como se critica a los manifestantes de hacerlo por sus consignas "contra los partidos". No es lo mismo. Si se cree que esas salidas a la calle y en tantas ciudades no las organizo nadie se esta bien desinformado. Es decir que organizacion hay. Que sea de nuevo tipo y que no le guste o convenza a la izquierda mas tradicional, no es lo mismo a que no la haya.
El repudio a los partidos no es mas que un reflejo de la REALIDAD QUE ES! muchos de los partidos existentes, parlamentaristas, tradicionales, son además de burocráticos, verticalistas y antidemocráticos, son cómplices de todo lo que la gente entiende que esta mal. Por lo tanto no los quieren. Encima, si están llenos de elementos corruptos como en Brasil por ejemplo, menos aún los quieren, cuando niegan recursos para la educación o la salud.
Logico que los rechazen y bien ganado se lo tienen. En la medida que esos partidos eligen ese camino y ese modelo, el llamado progresista, que es administrar el capitalismo, quedan automáticamente comprometidos con todas las nefastas consecuencias para la gente. Se lo ve bien clarito en Chile (60% de abstención en las elecciones comunales) se lo ve en Europa con el escaso apoyo que tienen y lo mucho que han perdido aunque la gente sale todos los días a la calle y a veces cientos de miles o millones, se movilizan y construyen sus organizaciones desde la base, ALTERNATIVAS!!.
Se dice tambien que estas situaciones "desestabilizan" sin entender o aceptar que tienen raíces en el descontento por reivindicaciones negadas así como por los intereses de clases en juego. Es la lucha de clases, el choque de esos intereses que están y que no es que nadie los agite, están. "LA REALIDAD ES" y los intereses de clase también, nadie podrá cambiar eso. Es la razòn del fracaso de los progresismos tanto en Brasil como en Uruguay, Y al final se llega a la situacion de Brasil, Chile, Turquía cuando la gente opta por organizarse ella misma dejando de lado a los partidos que, además de no hacer nada, y ser cómplices con la situaciones injustas, además dividen, por eso los brasileros dicen "el pueblo unido sin partidos".
Colectivo del Blog Noticias Uruguayas
en brasil las protestas marcaron una preocupacion para la clase politica brasilera //esta clase siempre se alejo completamente de las necesidades de la gente//el congreso es visto como un elefante blanco ;las discusiones en ese congreso son aburridas y no le enteresan a nadie//la presidencia y su partido muestran una tremenda preocupacion por las discusiones politicas y profundas que se desarrollan en la internet//se estima que el gobierno tenga en su hoja salarial mas de 12000 militantes a sueldo para participar en la red//lula ya sale desesperadamente a que se apoyen a los partidos politicos solo que la gente no se siente mas representada ///el congreso ahora esta aterrorizado y la presidenta dilma gasta fortunas en vender una popularidad que no tiene la pregunta es para que lado se inclinara la masa gogantesca y silenciosa en una mayoria abrumadora en las calles contra la otra masa minuscula y partidaria ?////
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