domingo, 23 de junio de 2013

No necesitamos que otros decidan por nosotras

Hoy no voy


De: Veronika Engler


Optar por no ir a votar el 23 de junio implica ejercer un derecho democrático, abstenerse marca una posición frente al tema. Es importante que se entienda que penalizar el aborto no impide su práctica, por el contrario, han muerto muchas mujeres por falta de garantías médicas. La maternidad debería ser un acto consciente y deseado, no una obligación impuesta por otros. Desde la historia de la creación del hombre y la mujer nos han hecho sentir culpables, inferiores, e incapaces de tomar decisiones. Desde entonces hemos avanzado lentamente, aceptar que otros tienen el derecho de decidir sobre nuestros cuerpos es retroceder, es entregarles el control sobre nuestra sexualidad y nuestras vidas.

Más allá de la discusión filosófica o incluso bioética con respecto al punto en que el feto debe considerarse persona, y sin que se haya podido consensuar en qué momento el aborto es lícito o desde cuando deja de serlo, puedo demostrar que ya existen seres humanos; niños y niñas en situación de extrema vulnerabilidad. Es de suponer que quien promueve la defensa y protección del embrión dentro del vientre de la madre, vela por las vidas que existen fuera de él, protege sus derechos y lucha por los y las niñas que, por ejemplo, venden estampitas o revuelven en nuestra basura. Quienes defienden la vida, deberían estar en contra de la propuesta de encerrar adolescentes cada vez más jóvenes cuando escapan a nuestro control. La campaña que se lleva a  cabo con el fin de que los ciudadanos concurran a votar el 23, culpabiliza a la mujer y la coloca en el mismo banquillo de acusados en el que hemos estado sentadas varias veces. En esta campaña se recurre a spot publicitarios, propaganda impresa y reparto de fetos de yeso. Se podría utilizar ese dinero para informar sobre métodos anticonceptivos, ayudar a los adolescentes a tomar consciencia a la hora de tener relaciones sexuales, o invertir en fomentar la maternidad responsable, en vez de cercenar el libre albedrío que tanto nos ha costado alcanzar.

La ley que existe en Uruguay despenaliza, no legaliza el aborto, no es lo ideal ya que frente a la decisión de interrumpir el embarazo, la mujer debe seguir cuatro pasos que implican consulta con ginecólogo, entrevista con un equipo interdisciplinario, cinco días de reflexión y si a pesar de eso quiere continuar, debe coordinar con el ginecólogo de nuevo. El escritor Italo Calvino escribió en 1975: “En el aborto la persona que es vulnerada física y moralmente es la mujer”, este proceso hace que se sienta aún más expuesta y cuestionada, pero reconozco que así todo es mejor contar con esta ley a que se penalice el aborto.

Las mujeres no necesitamos que otros decidan por nosotras, hace tiempo que nos liberamos del cinturón de castidad y del derecho de pernada, ahora votamos si queremos, o nos abstenemos de hacerlo. El 23 muchas y muchos nos quedaremos en casa, yo no voto para perder los derechos que tanto nos ha costado ganar.



 

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