Enviado por Ricardo
Justamente, en 1970, cuando Ángela y su círculo más próximo de
compañeros actúa en forma autónoma con respecto a “la Orga”, ya se encuentran
(nos encontramos) a contracorriente. Si en los años 68/69 los Tupas aparecían
como una expresión más (tal vez la más potente, pero con seguridad la más
espectacularizada) de la resistencia a la dictadura de Pacheco, que se la
enfrentaba por doquier, durante los años 70/71… se fue imponiendo socialmente
la idea de que sólo quedaba la alternativa electoral o la Tupa (y
secundariamente las otras organizaciones armadas). Hasta personajes como Fidel
Castro con sus declaraciones contribuían a ese proceso, por el cual el
proletariado mismo se desdibujaba: ¡o el Frente o los Tupas! Declaraba Fidel
desde Chile, suscitando un gran escándalo.
Pero es preciso señalarlo que fue un fenómeno que nos superó a
todos: socialmente la visibilidad de la revolución social se fue opacando y
sólo aparecía como alternativa el frentepopulismo y el aparatismo (que estaba
de parabienes, ¡es el apogeo de la Columna 15!).
Las estructuras de base agrupacionales, de fábrica, de estudiantes
(¡incluso el querido FER!), de barrio, etc. van perdiendo fuerza en relación a
las “organizaciones políticas” (¡cómo si las otras no lo fuesen!), y cuando
subsisten los grupos de acción, luego de la tormenta se plantean de una u otra
forma “integrarse” a las “fuerzas combatientes”, lo que se va haciendo cada vez
más sinónimo de ingreso al aparato. Socialmente aquellas estructuras no
conciben el salto de calidad en lo armado por sí mismas (como por ejemplo
sucedió en Rusia con los Soviets o con las UHP, Uníos Hermanos Proletarios, en
España), sino renunciando a su propio accionar.
Las armas mismas que circulan son cada vez menos, por la creciente
represión, porque el terrorismo de Estado va imponiendo el monopolio de las
mismas, pero también porque los Tupas piden hacer inventario de poseedores de
armas y lugares de depósito para expropiarlos o poder utilizarlas en un momento
dado, y después porque se pide a todos sus contactos y colaboradores que por
las vías que se puedan, hagan que todas las armas vayan a parar a “La Orga”.
Justamente esta era otra discrepancia general entre los oficialistas y
aparatistas y todos los grupos de acción independientes de cualquier tipo. Pero
repito, en esto quienes iban ganando eran los aparatistas. Tanto es así que esa
línea triunfaba también en los organismos de masa: “aquí no se viene a hacer
política”, “en el sindicato no se puede organizar la violencia, para eso está
la organización política de cada uno” e inclusive: “este que viene con ese
discurso incendiario, no es del sindicato, para hacer la revolución que se haga
guerrillero” Sí además, se filtraba la noticia hacia el aparato que tal o cual
estaba organizando un “grupo armado diferente”, se hacía una campaña contra el
mismo y muchas veces, la Orga misma, se encargaba de enchastrar a los
compañeros concernidos.
Es decir que por todas partes se reprimía que la clase se
constituyera como clase en fuerza contra la fuerza y represión del Estado.
Los comités barriales hubiesen podido ser algo diferente. Los
partidos del frente los temieron y trataron de impedir su funcionamiento al
principio. Cuando la realidad los superó y los comités se desarrollaron contra
su voluntad, aquellos partidos, que no los querían ni reconocer, se largaron a
imponerles la línea electoralista y a oponerse a que fueran cualquier otra
cosa. Por eso los comités del Frente fueron electoralistas, algunos desde el
principio y otros poco a poco, la tendencia revolucionaria no tenía cabida
dentro de esas estructuras y fue perdiendo fuerza. Así como la Tendencia
Revolucionaria fue perdiendo peso social (la posición ambigua de los Tupamaros
y casi colaboracionista con el Frente Amplio contribuyó a eso), en los comités
mismos resultó imposible organizar la resistencia a la dictadura de Pacheco. La
estructuración de una fracción que organizara la violencia minoritaria de clase
fue saboteada por todos los partidos políticos del Frente Amplio (a excepción
de grupos minoritarios de militantes
independientes, el MRO, las juventudes de Michelini, Roballo, algún compañero
del grupo de Erro, parte del 26 de marzo, etc.).
Hubo conflictos de todo tipo entre quienes querían concentrar el
armamento y quienes nos oponíamos… Conocí y viví varias experiencias nefastas
en este sentido, y Ángela, Mario, y varios otros compañeros a los que fui
(fuimos porque también yo fui acercando otros compañeros de otros horizontes)
conociendo junto a ellos ya estaban tan enojados con el tema, que habían
decidido actuar abiertamente contra ese tipo de prepotencia aparatista. Además
decían “el Bebe está con nosotros contra todos estos, más de una vez nos envía
mensajes desde Punta Carreta diciendo que no había que aceptar esa línea”.
Es así que se concibe un proyecto mucho más general que consistió
no sólo en oponerse al desarme de los grupos autónomos para armar el aparato
Tupa, sino por el contrario en armar a “la gente que lucha”. Algunos compañeros
lo expresaban más explícitamente “no hay que aceptar desarmar al proletariado
para armar al aparato, sino al contrario poner la fuerza de todos los aparatos
para armar al proletariado”.
Ya a esa altura había un
conocimiento mutuo entre varios grupos que hacían sus acciones en sus
respectivos lugares de militancia y que se reunían para apoyarse, para asegurar
por ejemplo el servicio de sanidad o para prestarse armas, pero que se
reconocían como autónomos de cualquier “organización política” u “organización
centralizada”. En ese contexto Ángela y 3 compañeros más nos presentan un
proyecto de operar juntos, varios grupos autónomos, con el objetivo declarado,
de “armar las luchas”. Explícitamente nos dicen “no se trata de hacer otra
organización, tampoco de conseguir armas para nosotros”, sino de “contrarrestar
la tendencia actual de llevar las armas hacia el aparato” con un proyecto que consiste
en “expropiar armas para armar a la
gente que pelea”. Armar las huelgas, armar los gremios en lucha, armar las
bases que pelean, armar los cantegriles y otros barrios proletarios.
La argumentación era bastante más
desarrollada y profunda, se sostenía explícitamente que las armas en los
locales tupas, se usaban ahora sólo para acciones grandes y que el resto del
tiempo quedaban paralizadas, que así cuando caen, caen cada vez más rápido y
más juntas…, que se estaba traicionando aquel principio de base de años
anteriores de la descentralización logística…, que ahora la centralización
burocrática y oficialata había degenerado en una centralización de
infraestructura y operativa lo que, decían con razón, es “directamente
liquidacionista, no sólo porque es cada vez más pesado hacer operaciones si no
las aprueba la burocracia, sino porque es a largo plazo suicida frente a la
represión”. Además, se decía, lo que están haciendo los que mandan ahora en los
Tupas, es justo lo contrario. El aparato centralizado quiere controlar y
dirigir todo y eso es suicida, como fue probado en Argelia (todos habíamos
visto la película prohibida en Francia: “La batalla de Argelia”).
Lo que se necesita es la
independencia de acción y de logística de cada grupo de compañeros, como lo
había defendido Marighela. El diario del Guerrillero que hacían circular Ángela
y otros compañeros discrepantes decía: “Ningún
grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando ordenes de arriba. Su
obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un
grupo de fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de
la organización. Este método de acción elimina la necesidad de conocer quien
esta llevando acabo que acciones ya que hay libre iniciativa y el único punto
de importancia es aumentar sustancialmente el volumen de la actividad
guerrillera para desgastar al gobierno y obligarlo hacia la defensiva. El grupo
de fuego es el instrumento de acción organizada. Con él, las operaciones de la
guerrilla y las tácticas son planificadas, lanzadas, y llevadas acabo con éxito… La organización es una red indestructible
de grupos de fuego, y de coordinaciones entre ellos, que funciona simple y
prácticamente con el comando general y que también participan en los ataques; y
organización que existe con el único propósito, simple y puro, de acción
revolucionaria”.
Nos proponen concretamente enviar 2 delegados para participar en
una acciones de pertrechamiento y apoyo a los
grupos de acción.... Dicha coordinadora asegurará antes que nada un servicio de
sanidad y planificará y llevará a cabo algunas expropiaciones de dinero para
comprar un gran número de armas. Del pequeño grupo de jóvenes compañeros (del
cual yo formaba parte) fuimos a esa coordinadora Alejandro Mosca (compañero ya
muerto) y yo.
La coordinadora en realidad ya estaba funcionando, así como el
aparato de sanidad con Navillat y otros médicos compañeros y la propia Ángela
que tenía gran experiencia como nurse. Durante años habían constituido equipos
de sanidad en los Tupas y también habían curado a combatientes que no estaban
en la Orga. Ahora veían que cada vez era más difícil para combatientes no
centralizados por la Orga ser recurridos sanitariamente y se habían organizado
y actuaban para ello.
Tal vez, en ese sentido, la coordinadora haya surgido antes por la
necesidad de organizar un equipo de sanidad con compañeros no aparatistas y
sólo luego, haya impulsado acciones militares de pertrechamiento por las mismas
razones.
A tantos años de lo sucedido me parece importante subrayar esto
que fue, a mi ver la única tentativa de armar al proletariado, en vez de armar
a su propia organización, que hubo en el Uruguay, o si se quiere, de
contrarrestar una tendencia aparatista que nos llevaba a la ruina.
En realidad ya era muy tarde, ya la cuenta atrás se había
iniciado, pero a tantos años de lo que sería nuestra gran derrota y la
liquidación durante décadas de la lucha revolucionaria del proletariado en
nuestro país, me parecía importante dar a conocer este precedente histórico,
por el que muchos compañeros que ya no están, pelearon y dieron lo mejor de
ellos, como la Negra Ángela, Mario Navillat, Fernando O’Neill, Arazatí López
López, Alejandro Mosca, Bernardo Arnone… y muchos más cuyos nombres no conozco
y que tal vez nunca serán conocidos.
Cabe señalar que entonces yo no conocía los nombres de muchos de
estos compañeros que ahora menciono. Los fui averiguando muchos años después de
que hubieran muerto o hayan sido asesinados como Arazatí Lopez en Chile en
1973, Bernardo Arnone en 1976 Argentina…y que fueran enterrados como Tupas o
militantes de la FAU.
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