Enviado por Ricardo
Cuando se produjo Estrella, la fuga de las presas de la cárcel de
Cabildo, hubo un pedido general de ayuda para contribuir de muchas formas a la
“nueva fase” de la vida de las compañeras fugadas. Ángela me vino a buscar y a
pedir apoyo y de mi parte largamos por todas las vías posibles el pedido, se
necesitaban ropas, abrigos, vehículos y sobretodo locales o al menos lugares
adonde las presas pudieran pasar el peor momento. Independientemente de lo que
cada uno estaba haciendo ese tipo de apoyo y solidaridad era para nosotros
indispensable y contribuir a la necesaria clandestinidad de las compañeras era
para nosotros elemental. Sé que Ángela hizo de todo para dar apoyo en los días
más necesarios, juntó varios compañeros para ello y puso un vehículo que tenían
a disposición. En ese entonces a nadie le importaba “su fraccionalismo”, que
ella siguiera reivindicando divergencias con los aparatistas, que siguiera
incluso contribuyendo a “otra organización” como era entonces el “22 de
diciembre”, ni siquiera que la infraestructura utilizada hubiese sido forjada
con aquel esfuerzo de coordinar “grupos inorgánicos”.
Es importante subrayar esta contraposición total de actitudes. Los
burócratas y aparatistas consideraban casi como enemigos a la gente que los
había criticado, a quienes no se sometían a su disciplina y especialmente a
quienes se habían opuesto a entregarles las armas. En cambio Ángela y el puñado
de compañeros próximos consideraban, a todos los que estaban en confrontación
con el Estado burgués, como compañeros y actuaban consecuente y solidariamente
con ellos. Dicha contraposición de prácticas fue evidentemente más violenta aún,
cuando después nos encontramos como presos.
Concretamente la mayoría de la dirección de los Tupas había sido
sumamente sectaria y represiva con todos los discrepantes. Se los descalificaba
y se les inventaba historias y se utilizaba el descalificativo de
“microfraccionalista” para todo compañero crítico.
Se trataba de una brutal maniobra política porque se aplicaba el
descalificativo que utilizaba Fidel, Raúl Castro, el Gobierno cubano contra la
infiltración y maniobra de Escalante (ex secretario general del PC cubano
oficialista) para poner “la revolución” al servicio de Rusia. Raúl Castro había
hecho su informe sintetizando todas las pruebas del complot proRuso, dirigido
por Escalante, incluso con complicidad de la embajada de ese país (ver Informe
Raúl Castro) Para nosotros era el Ñato y compañía que correspondían más al
microfraccionalismo en Cuba, por servir objetivamente a los bolches, a la línea
de Moscú, y él nos aplicaba ese calificativo a nosotros que no teníamos ninguna
simpatía por los bolches para descalificarnos y falsificar la realidad.
Ya entonces el factótum de esta maniobra fue Huidobro: el aparato
te condenaba en nombre de lo que ellos realmente estaban haciendo: aceptar la
ideología del PC al someterse a un Frente popular. Ya entonces Huidobro y sus
seguidores estaban en la ideología de lo que sería luego los comunicados 4 y 7,
del frentepopulismo, posición idéntica a la del PC y acusaban a quienes más
denunciaban al reformismo y al PC, justamente de “microfraccionalismo”, para
subirse a la moda cubana y falsificar la realidad. Unos años después, ese mismo
y repugnante individuo, Huidobro, escribiría su pretendida “autocrítica” usando
el mismo procedimiento de falsificación de todo e inversión de conceptos: según
él siempre fueron los otros, los más “marxistas leninistas” (estalinistas); en los hechos su estalinismo consecuente los llevó a
abrazarse con los capitalistas represores.
Lo bueno era que con Ángela teníamos fuentes de información muy
dispares y lejanas y podíamos cotejarlas. Mis compañeros más próximos eran
justamente de muchos grupos divergentes, desde el “movimiento becario” a las
agrupaciones estudiantiles radicales, del FER al Nocturno, de los cantegriles a
la Juventud Pregón, de los compañeros de Bellas Artes a compañeros del FRT.
Ella se había reencontrado con compañeras presas al mismo tiempo que renovado
contacto con algún cañero y otros tupas viejos y conocía la militancia radical
de todo el sector de la salud. Además en las luchas coincidíamos con compañeros
anarquistas de diversas tendencias (Roe, Bellas Artes, individualistas…) que
aportaban su visión clasista y consecuentemente muy crítica del frentismo. A
pesar de ese impulso de solidaridad frente a la represión que se produjo a
partir de la fuga de la Cárcel de Cabildo y la concreción de ciertas
posibilidades de acción directa, la polarización entre oficialistas y críticos
se había seguido desarrollando. De todas esas fuentes llovían los cuentos y
anécdotas sobre el sectarismo y el aparatismo: se amenazaba a compañeros por no
entregar las armas y sobretodo por organizarse en forma independiente. En
algunos gremios se denunciaba a tal o cual por crear una estructura armada en
“forma silvestre”… Incluso se había arrestado a compañeros y se los había
dejado encerrados varios días en un local (“cárcel del pueblo”) y en otros se
había llegado a amenazar con la muerte.
Algunos jefezuelos tupas, además de alcahuetes de los bolches,
eran verdaderos patoteros y amenazaban de muerte a los discrepantes. Si no hay
pruebas de que Rosencof haya sido siempre agente del PC y la URSS, aunque
muchos compañeros lo sostienen, sí hay todavía compañeros que están vivos, y
que han denunciado haber sido amenazados de muerte por este sujeto. A 40 años
de esos hechos cualquiera puede comprobar que esos “valientes” estalinistas, defensores del “socialismo
en un solo país”, son en general los mismos que colaboraron con los milicos
progresistas primero y que luego terminaron como los mejores agentes del Estado
burgués y el imperialismo en el mismísimo Gobierno del Frente.
El método estalinista de acusar de agente del enemigo, a los
militantes más consecuentes y discrepantes, fue evidentemente utilizado
muchísimo en esos años en Uruguay, al igual que se había hecho en todas partes
del mundo. Pero no sólo por los bolches criollos, sino también por los
estalinistas Tupamaros.
Un ejemplo importante de ese método fue cuando el PC uruguayo en
la FEU acusó formalmente a Heber Godoy, dirigente del movimiento becario y gran
compañero de agitaciones y manifestaciones, aduciendo que luego presentaría
“pruebas detalladas”, de ser, ni más ni menos que, “agente de la CIA”..El PC
enfrentaba así a un compañero muy
querido que se hubiese podido llevar mucha gente en su ruptura. No fue un hecho
pequeño o que pasara desapercibido, fue una denuncia formal reiterada decenas
de veces y que motivara muchas reuniones del consejo federal de la FEU. Incluso
las agrupaciones estudiantiles se posicionaran públicamente a favor o en contra
de esa acusación durante meses y años. Hasta llegó el caso de que compañeros
fueron interrogados en Jefatura por poseer volantes que decían que Godoy no era
agente de la CIA. Los milicos no entendían gran cosa de esos locos que
defendían a alguien con el argumento de que no trabajaba para ellos.
Lo peor fue que oficialmente
los Tupamaros respaldaron esa infundada e inmunda acusación con la que
persiguieron a ese valioso compañero durante décadas. Años después, se le pidió cuentas a Sendic de ese
procedimiento estalinista y el mismo reconoció que no sabía explicar el origen
de esa grotesca y mentirosa acusación que contribuyeron a difundir. No cabe
dudas de que eso muestra la influencia que tenía el estalinismo, como contenido y como método, dentro del aparato de los
Tupas.
Pienso que fue, más o menos entonces, que una tarde que nos
encontramos por casualidad en el Comité del Frente Amplio con Ángela (que a esa
altura ni ella ni yo frecuentábamos muy seguido), nos fuimos para afuera a
seguirla con un grupo de frentistas desconformes. Recuerdo que discutimos hasta
que punto el programa del Frente, de los partidos que lo constituían, de los
sindicatos era en realidad un programa reformista de mierda y reafirmamos, con
otros compañeros, que nosotros luchábamos CONTRA eso y por la revolución
social. Comprobábamos que lo mejor que pasaba en el comité, ya no pasaba
adentro del mismo, sino en las discusiones que todavía había afuera. Tal vez no
teníamos demasiado claro todo lo que significaba entonces “revolución” para
nosotros, pero si afirmábamos y dejábamos claro que el asunto no era de
reformas, de nacionalizaciones y otros proyectos progresistas; sino, bien por el contrario de expropiación y
revolución. Nos gustaba afirmar públicamente que
estábamos contra toda reforma incluida la agraria y afirmábamos que sólo la
expropiación generalizada de la tierra y todos los medios de producción podían
abrir la puerta a una sociedad socialista; que todo lo demás eran ilusiones
reformistas.
Lo más importante era el demarcarse del proyecto de los bolches,
que no sólo considerábamos reformista sino contrarrevolucionario. Como ya
dijimos, para la juventud que luchaba contra el gobierno durante esos años, Rusia
era todo lo contrario a un modelo de revolución. Sabíamos que la explotación
del hombre por el hombre seguía existiendo en ese país y que los rusos habían
sido los mejores aliados de los yanquis en la guerra y la represión de la
revolución internacional. Para nosotros el sindicalismo bolche era algo así
como gris sobre fondo gris, como lo era la apología del trabajo que hacían
circular los bolches en centenas de pasquines que venían de Rusia. El
socialismo revolucionario por el que nosotros peleábamos, los tenía a ellos
también como enemigos. Como en muchos países en dichos años, la juventud
consideraba con razón, que el sistema capitalista era mundial, que tenía una
derecha y una izquierda (local e internacional) y se consideraba a si misma
como ANTISISTEMA y en contraposición con todo el capitalismo, con su derecha y
su izquierda.
No sé si fue en ese o en algún otro retorno que hicimos al “comité
de base” a “ver si pasaba algo” que hubo otra gran pelotera entre los
oficialistas del Frente y la base. Lo que recuerdo es que otra vez la mesa
decidió funcionar sola y decidir un cuarto intermedio para deliberar a puertas
cerradas. Más importante de lo que pasaba en el comité, recuerdo que en ese
cuarto intermedio presenciamos una discusión entre dos viejos militantes
españoles uno frentepopulista y del PC y otro que denunciaba al Frente Popular
y el PC español por contrarrevolucionario y por haber secuestrado, torturado y
masacrado a “anarquistas”. Este último decía que los estalinistas en España
tenían todo un conjunto de casas en donde torturaban a la gente y habían
utilizado sistemáticamente el método de desaparición de personas. Para nosotros
esa fue toda una revelación, luego de eso buscamos información y comprobamos
que eso de la represión de la revolución
por parte del PC había sido también la clave de la contrarrevolución en España.
Para varios compañeros que oímos esa denuncia clave eso fue muy importante para
terminar de entender, hasta que punto el PC y el Frente amplio eran enemigos de
la revolución a escala mundial.
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