Enviado por Ricardo
Después de esa primera reunión con Sendic hubo varios encuentros
más. Alguna vez él no venía, pero se mantenía la continuidad con un contacto en
la calle o por una compañera que venía en su nombre; otras veces Ángela lo veía
en otras partes.
Discutimos varias veces con Ángela sobre la necesidad de
plantearle más claramente nuestras divergencias con la Orga en la actualidad,
por su reformismo, por su aparatismo, por sus concesiones a los bolches, pero
tuvimos muy pocas oportunidades de discutirlas con él. Ángela siempre que charlábamos
me decía que yo debía plantearle tal o tal otra cuestión a Sendic, “porque los
otros no saben responder”, “dale planteale, no te achiques”…, “hay muchos
compañeros detrás nuestro que piensan lo mismo y no lo dicen”, pero a mí no me resultaba fácil y
nunca se dieron las circunstancias ideales.
Alguna vez expuse muy brevemente (y con seguridad en forma confusa) nuestra crítica
del Frente Amplio, critiqué al oficialismo en defensa de las fracciones
revolucionarias, incluso esbocé la crítica del foquismo. Si bien había acuerdo
en que el Frente en vez de unificar
había provocado una gran división, que lo
electorero había liquidado la unificación real de la gente luchando por su
necesidades (que si bien entiendo, por cosas que me han explicado otros
compañeros que lo conocieron bien, era lo que él llamaba “Frente Grande”), no logré ninguna definición clara de
su parte, ni siquiera oí con mis oídos, lo que los otros compañeros le
atribuían al Bebe, como crítica explícita
del aparatismo y del oficialismo.
Más bien se callaba, rehuía la discusión, diciendo formulas del
tipo “siempre habrá problemas de personas”, “siempre habrá burócratas”, “no es
nuestra línea el concentrar todas las armas, pero sé que hay compañeros que
exigen eso”, “la Orga no son esos compañeros sino una realidad mucho más
rica”…Lo que pasa que yo no me animaba mucho a cuestionar porque aunque no era
para él, lo tomaba un poco de esa manera. Además yo era demasiado pendejo
frente a alguien con tanta experiencia y hasta mis propias palabras me sonaban
un poco “teóricas” frente a su manera tan terrenal y basada en la experiencia
de tratar las cosas.
Era sin dudas la fuerza de Sendic, su instinto clasista, su
consecuencia, su experiencia, pero era también una debilidad de toda la gente
que peleaba en el momento: el empirismo. El desprecio de la teoría revolucionaria era la norma de esa
generación de luchadores, incluso de los que fueron más coherentes. La
ideología dominante en los Tupas (“estilo tupa”) fue su mayor expresión. Hoy
resulta evidente que eso no sólo nos llevó a la derrota, sino a la incapacidad
de hacer un balance histórico de la misma y a que fuera el enemigo quien escribiera la historia.
Nunca logramos hacer con Sendic una verdadera discusión, ni
siquiera cuando venía explícitamente para ello. Siempre se intercambiaban ideas
rápido en medio de algo que “había que hacer”. Por ejemplo una compañera
largaba una gran afirmación y la discusión desviaba hacia lo que había que
hacer de inmediato, o bien yo le preguntaba sobre la oposición entre el frente
electoral y el frente social, en el auto cuando lo llevaba, y él estaba en otra
cosa y respondía con media frase de fondo entrecortada con el trayecto que
había que seguir….”dá otra vuelta y me dejás después yendo para el lado opuesto
de la calle” o “date otra gran vuelta y volvemos en media hora”
Estaba notoriamente absorbido por la que se venía, por la “guerra”
que se iba imponiendo. Era frente a una realidad que nos superaban que
actuábamos en común. Poco a poco, casi todos nosotros fuimos contribuyendo en
un proceso y un proyecto que en el fondo no
entendíamos bien. O dicho de otra forma “no la veíamos”, pero seguíamos en
la cosa. Ello abarcó a los Tupas y por extensión a toda estructura armada y
también las condujo a la ruina. Nadie comprendió con total cabalidad que se estaba
provocando una guerra militar y entre aparatos, totalmente perdida de antemano. Claro que habíamos leído algunos documentos
recientes sobre el Plan Tatú y compañía, que nos resultaban bastantes turbios,
pero no había muchas posibilidades, ni aperturas para la discusión. El empirismo generalizado nos continuaba
embretando.
Me consta que Ángela y Mario le habían informado a Sendic que
todos nosotros habíamos militando en otras estructuras, que seguíamos teniendo
varias militancias que considerábamos imprescindible continuar. Sendic no sólo
tuvo total respeto y consideración con lo que cada uno había realizado y seguía
realizando en otras estructuras, sino que dejó claro que él consideraba eso
como indispensable y que la lucha contra el régimen requería todos esos
niveles. En este sentido Sendic funcionaba contra
la corriente oficial de la Orga; pero agregaba, “con más razón todavía,
debemos unir todas las fuerzas para apoyar la radicalización de la lucha que
esta llevando adelante la Orga” (cito de memoria).
Decía algo así: si bien la Orga es parte de algo mucho mayor, lo
que “estamos proponiendo ahora debe ser apoyado por todos porque se jugará el
futuro de todos nosotros”. Muy naturalmente varios compañeros que habían
participado en la coordinadora “para armar las luchas” comenzamos también a asumir lo que Sendic iba
proponiendo… Se organizaron entrenamientos, desplazamientos, operativos para
infraestructura y se prepara gente para ir a las tatuceras. Yo nunca participé
en una discusión, ni tenía nada claro lo que implicaba el Plan…pero fue tan
natural la implicancia en el mismo de Ángela, de Mario, de otros compañeros,…
que, en la medida que tampoco exigía exclusivismo, yo también lo asumí como
continuidad natural con toda la militancia anterior.
En ese cortísimo período la actividad fue frenética. Sin dejar de
hacer nada de lo que cada uno estaba haciendo antes en lo gremial, en lo
organizativo, en lo formativo… se hicieron cada vez más tareas juntos. Yo que
como estudiante y como docente participaba en el comité de movilizaciones y en
esos días locos, no había un solo día en que no hubiera una manifestación…,
pero igual despejaba tiempo para organizar la ida de compañeros al interior.
Los viajes eran difíciles, había caídas todo el tiempo y controles en todas las
rutas. Había que eludir los controles en las carreteras y pasar por el campo;
los compañeros conocían mal las rutas, y de todas maneras caímos en pinzas y
controles que era muy difícil pasar…Al fin los milicos también conocían lo de
las compañeras simulando embarazos y aunque tuvieran los documentos en regla,
las pinzas se ponían muy pesadas. Muchas veces los vehículos se rompían, las
provisiones no daban y había que abandonar a los compañeros para que siguieran
a pie en búsqueda del contacto, mientras se buscaba como reparar el auto.
Cuando volví a encontrar a Sendic sólo había tiempo para hablar de
lo indispensable. Ante los hechos decía: “si, cada traslado es ahora una operación”. Recuerdo que nos daba bastante
más dinero que el inmediatamente necesario para asegurar los traslados, para
que los autos aguantaran el ritmo y el campo y para que a los compañeros no les
faltara nada. Evidentemente que además, una noche sobre dos, había que alojar
alguno que andaba a monte o que no quería dormir en su casa por si lo venían a
buscar. Era paradójico pero uno no podía decirle que no a un compañero de
cualquier estructura so pretexto de que uno también estaba haciendo otra cosa “importante”
para la Orga. Simplemente no se decía y a veces no daban abasto las poquitas
casas de confianza del barrio para alojar a la gente y se tenía que
descompartimentar, en la misma casa, a gente que en principio no se debiera
hacerlo y que hasta eran de “orgas” diferentes.
A la propia Ángela le había sucedido que le habían pedido como
“colaboradora” el guardar algunas noches a un compañero. Nunca se le ocurrió
decir “no puedo porque estoy haciendo esto que es más pesado”. Claro que la
historia oficial de “La Orga”, la oficialata y aparatista, desconoce y oculta la
riqueza de estas vivencias y de esta real
organicidad de lo que consideraban “inorgánico”.
Al fin sólo crucé alguna vez más a Sendic. Sólo para que me diera
directivas o cosas materiales (como dinero) o para llevarlo a una zona de Montevideo.
Siempre era más o menos por la misma zona pero nunca hacíamos el mismo
trayecto, me hacía ir para un lado y luego para el otro, , a veces dos veces, a
veces tres…, a veces por olfato no la sentía para bajar del auto…y me pedía que
diera una vuelta más o nos quedábamos paseando media hora más. Recuerdo que me
pareció muy contradictorio que con la imagen de la fuerza de la organización
que se estaba dando, cuando me dijo que usaban cada vez más caños de eternit
para que los clandestinos, y él mismo, pasaran alguna noche.
Todo se iba haciendo más difícil y no había un cuestionamiento de
lo global, se seguía en lo concreto haciendo las cosas lo mejor que se podía,
pero la falta de perspectiva global impregnaba la realidad. En esos cruces
rápidos con Sendic, sólo pude tener algún cambio de ideas rápido, pero no
recuerdo nada más importante.
En cambio recuerdo, la
última vez que discutimos con presencia de Ángela y otra compañera, que sólo vi
pocas veces, porque esa vez si que me marcó. Con seguridad estábamos ya a fines
de marzo o en abril (¡muy cerca del 14…, porque luego no apareció más!) y
planteamos la cuestión del peligro de la destrucción total de la Orga.
Concretamente la otra compañera basada en el viejo análisis de que una
organización con estructura piramidal no puede durar frente a la represión,
como se había visto en Argelia y como afirmaba Navillat, criticó el aparatismo
y oficialismo que decía y hacía lo contrario. Ángela secundó ese planteo,
recordando otra de las tesis de Navillat: el Uruguay es tan chico y nos
conocemos todos, que una verdadera compartimentación es además imposible.
Esa vez Sendic nos hizo una respuesta bastante aparatista. Nos
dijo que teníamos ese temor porque no conocíamos la fuerza y poderío
organizativo actual. Cuando Ángela le respondió con elementos de su pasado
anterior, insistiendo en lo poco consecuente que era la compartimentación,
Sendic le dijo “no conocés lo que ha cambiado en la organización”; “hablás por
tu conocimiento anterior, pero todo eso ha cambiado totalmente, la Orga no es
la misma”. E incluso utilizó una fórmula que no recuerdo bien para afirmar que,
ahora sí, podían asegurar que la organización era indestructible. Ángela quedó
chocada y la otra compañera también porque no se la esperaban.
A mi reconozco que eso me desilusionó bastante y como enseguida,
se mostró como un total error de apreciación, durante años yo supuse que Sendic
había aceptado esa tesis aparatista que condujo a la derrota. Hoy gracias a
otras vivencias y otros relatos de compañeros que lo conocieron mucho más,
pienso que fue un error de apreciación pero que ello no implicó en absoluto una
concesión a los fundamentos del oficialismo Tupa, porque independientemente de
ello Sendic siempre fue un “loco” para el oficialismo. Cuanto más pasa el
tiempo y se conocen pormenores del oficialismo, más se puede afirmar que la política
de Sendic era en los hechos fraccionalista con respecto a la oficialidad Tupa
(la misma que luego se abrazaría con la oficialidad no Tupa), que nunca hubiese
tolerado esas estructuras paralelas e “inorgánicas” con las que Sendic
funcionaba. Había muchos otros compañeros que conocían dicha práctica, por lo
que no era ignorancia: si no se lo acusaba de fraccionalista era porque hubiese
sido demasiado groso, burdo el acusar a Sendic de eso. Por el contrario, el
oficialismo cultivó su imagen por oportunismo.
También las actitudes contrapuestas entre la dirección oficial de
los Tupas y Sendic durante la caída y luego de la salida de la cárcel, permiten
afirmar que Sendic siguió siendo un desalineado y un “loco”. Justamente por eso
hubo luego, varias y consecuentes, campañas de los oficialatas,
descalificándolo como loco, lo que permite afirmar que siempre su crítica
molestó al oficialismo.
Sean cuales sean sus errores de apreciación, me parece importante
señalar que en lo realmente importante, Sendic nunca aceptó la colaboración con
los milicos y en general con el Estado y el Imperialismo que el oficialismo,
del Ñato y compañía, inauguraron hace 40 años en el Cuartel Florida y que hoy
siguen practicando. Lo que evidentemente debe hacernos pensar, hasta que punto,
así como hay una unidad programática entre frente populismo y aparatismo, entre
electoralismo y estalinismo, entre militarismo y subordinación a los milicos;
la hay entre organizar lo “inorgánico”, el no sectarismo típico del dirigente
cañero y otra concepción de la unidad de la clase o del frente (“grande”), que
nada tiene que ver con la de los señores que hoy gobiernan.
El antagonismo no puede ser más grande entre estos y el Bebe. De
una forma o de otra el Bebe siguió con “soy Ruffo y no me entrego” y dio así el
ejemplo para una minoría que también siguió y sigue en la lucha consecuente,
aunque dicha minoría siga muy dispersa y careciendo de teoría revolucionaria.
Mientras que Amodio primero y luego la dirección oficial, con el Ñato a la
cabeza, pusieron todo el aparato al servicio de los milicos y el capitalismo.
El aparatismo mismo y el verticalismo facilitaron esa sumisión, de la mayor
parte del aparato, a dicha dirección contrarrevolucionaria.
Vienen de clase alta media, ningun pobre ni trabando duro se hace rico. Ya con eso te dice todo. Los que son ricos se han hecho explotando a los demas desvalidos. No nos puede asombrar estos especimes humanos hechos para defender los intereses de sus clases. Asi lo haran los descendientes de toda esa clase. Tienen sus jueces, sus jueces tienen el mismo gusto de vestir, de chupar, de disfrutar la vida. Por eso la justicia no exite. No es ninguna noticia, es simplemente lo que son explotadores y chorros.
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