domingo, 5 de agosto de 2012

Porqué el Frente Amplio no tiene salvación

 O porque no puede ser lo que dice que quiere ser
Andrés Figari
 http://www.rebeldes.com.uy/rebeldes/


Tras 50.000 participantes menos que en las internas pasadas y un 23% de votos en blanco, escuchar a los principales dirigentes del FA lo llevan a uno a preguntarse si estaremos asistiendo a un caso de autismo colectivo o a un fútil intento de remediar lo irremediable mediante el infantil procedimiento de negarlo.
 Porque a pesar de lo inocultable del fracaso de la convocatoria que deja al descubierto lo que desde hace años se procesa, nadie se sincera, reconoce que la fuerza política está muy mal, que el desengaño y la apatía están plenamente justificados y, además, hace la necesaria conexión entre lo que el FA ha hecho y no ha hecho como gobierno y los efectos que ese hacer ha tenido sobre el ánimo de la base.
 En su obstinación por negar la realidad, lo ocurrido les resulta inexplicable. Al fin y al cabo –dicen- “el país está mejor que nunca”; “la desocupación es la más baja desde que se llevan registros”; “se baten todos los récords de consumo”, etc., sin embargo…
¿Qué es lo que pasa? ¿Será que no se ha sabido comunicar lo que se ha hecho? ¿Será que el militante frenteamplista, fiel representante del “yorugua” medio es un eterno quejoso que no sabe reconocer lo que su gobierno ha hecho por él? ¿Será como dicen algunos, que los beneficios de las políticas públicas se han concentrado en grupos sociales donde la masa frenteamplista es minoritaria? ¿O será que ese no es el verdadero problema?

Adelantamos algunas posibles respuestas: Quizás han “recibido” menos de los que se cree.
 • Se ha errado en la manera de implementarlo.
 • Se ha prescindido, ignorado y contrariado la opinión o el sentir de su gente.
 • Lo que se ha hecho no es lo que se dijo o se hizo creer que se iba hacer.
 • El “frenteamplista apático” no es simplemente el que lo vota.

Pero quizás y también, lo que ocurre es que se ha realizado una acción de gobierno que supone una fuerza política distinta de la que se tiene; útil para llegar al gobierno, pero no para procesar las transformaciones que se prometían. Probablemente lo que está aflorando como malestar y frustración es la contradicción entre un “ala derecha” que por diversos motivos se conforma con los cambios cosméticos y un “ala izquierda” más inconformista que aspira a transformaciones de fondo.
Mientras la primera se resigna a administrar las migajas de un capitalismo dependiente y se la convoca con “más de lo mismo”, a la segunda se la espanta.
Con una quizás se gane otra elección; sin la otra no hay futuro. El dilema que se le presenta a la dirigencia del FA es: continuar navegando con el rumbo puesto hacia el utópico “capitalismo en serio” o modificar el curso para complacer a los que se lo reclaman; el “investiment grade” o la confianza de su base.

Nos atrevemos a adelantar lo que va a ocurrir. Dominada por la “evidencia” del “más vale pájaro en mano que buitre volando”, no pondrá en riesgo una cuasi segura victoria electoral, para incursionar en la senda peligrosa de reconquistar el compromiso militante de sus simpatizantes más radicales.

 Nadie sabe como hacerlo, nadie quiere hacerlo. Para eso habría que confrontar con el “sentido común” dominante y asumir los riesgos y costos que conlleva. A diferencia de lo que ocurría en tiempos remotos cuando se apostaba a cambiar la “cabeza” de la gente “para cambiar el mundo”, la actual dirigencia del FA ya no cree en sus propios dioses convocantes y propicia los tradicionales.
 En lugar de trabajar para que las ideas de izquierda impregnen la Sociedad y deslegitimen el “orden vigente”, se reciclan las de la derecha para ganar el gobierno y se lo apuntala.
Cada paso que se da en esa dirección es un obstáculo más grande que se levanta. Es aparentemente más fácil, pero a la larga más limitante. Es la paradoja del crecimiento electoral oportunista; lo que hace crecer, debilita como fuerza transformadora.

 En resumen, la cuestión ya no es si el FA puede ser una fuerza política distinta de la que es; la cuestión es que no puede ser lo que sus militantes le reclaman y lo que sus dirigentes y muchos de sus votantes pretenden de ella al mismo tiempo.



REFLEXIONES - Acerca de la verdad
 Jorge Ramada
Hoy, el socialismo no sólo es posible; es necesario


De ninguna manera queremos que nuestros planteos se tomen como “verdades”. En primer lugar porque no creemos tener “la verdad”; a lo sumo verdades parciales, individuales o colectivas, cada una teñida por la historia y la ubicación actual en la sociedad de cada uno de quienes elaboramos elboletín. 
Esas verdades se confrontan y se cuestionan por la discusión entre nosotros y, en definitiva, se enriquecen. Como se enriquecerán en la medida en que los lectores también cuestionen y aporten sobre lo que aquí se escribe. Pero sin perder de vista que en la sociedad hay diferentes “verdades”, y que en la sociedad de clases, la “verdad” y la “razón” también tienen carácter de clase. Por eso, esta publicación quiere ser polémica.
 Polemizando entre quienes la escribimos y con los lectores. Para que de la polémica surja… ¿la verdad? No, una interpretación más rica de la realidad, que contribuya a su transformación. Porque sin duda, nuestro principal objetivo es contribuir a la transformación de la sociedad hacia un horizonte socialista.
 Horizonte que se ha ido perdiendo, en buena parte por la victoria en el terreno de las ideas de la mentalidad capitalista, aprovechando en lo internacional el descrédito de burocracias que se presentaron como dueñas de la verdad socialista, y aprovechando en lo nacional la debilidad de la izquierda ante las tentaciones de mejorar el capitalismo. Para esa transformación se requiere confrontar diversas “verdades” y que la práctica vaya marcando la corrección de cada una en función del objetivo buscado.
 Así, se hace camino al andar, es cierto, pero se marca rumbo al partir, si no queremos correr el riesgo de terminar dando vueltas sin ir a ningún lado o, lo que es peor, rumbeando al abismo. En definitiva, sólo hay un criterio de verdad, y es la práctica. Todo lo demás, son meras ideas. En este sentido, la práctica; la historia y realidad de este sistema capitalista muestra y demuestra su irracionalidad social. Por más que quienes lo defiendan dispongan de todos los recursos económicos y ejerzan el poder; por más que una y otra vez repitan ideas y argumentos en su favor, no pueden “tapar el cielo con las manos”. Defienden sus intereses; su vida regalada, pero cuestionan el Planeta Tierra, nuestra casa común, y se apropian de la riqueza generada por los trabajadores, miles de millones de los cuales “viven” en situaciones indignantes para cualquier conciencia.
Mantener este sistema, por más ingenuos retoques y lavados de cara que se intenten, reproducirá su esencia: generar enormes desigualdades. Comencemos entre todos a construir otro que lo supere; ésa es la tarea. Nuestra guía es comenzar a construir, paso a paso y con todos, el Socialismo.
Sus características; sus claves; cómo irá transformando la actual realidad… nuestros pueblos decidirán. No hay verdad revelada de antemano, no hay “reino de los cielos” esperándonos; solo hay una realidad de hoy y un rumbo hacia un horizonte apenas esbozado a grandes pinceladas. El resto es camino que hay que construir. “…el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada.
 Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo.” (Alejo Carpentier: El Reino de este mundo”)

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