“Ya no tengo paciencia, para aguantar todo esto”
Micaela Bastidas
Montañas del Perú, 4 DE NOVIEMBRE.
CON TUPAC AMARU II, EL PUEBLO AVANZA HACIA LA LIBERACION NACIONAL Y EL SOCIALISMO
Al pueblo peruano,
A las organizaciones populares,
A las nuevas generaciones armadas de rebeldía,
A los tupacamaristas que resisten y luchan,
A los combatientes de la Patria Grande.
En 1780 Túpac Amaru II, en defensa de la necesaria critica de las armas ante un injusto orden social, haría su alegato ante la historia señalando: “Salí a la voz y defensa de todo el reino, para escusar los mayores inconvenientes, hurtos…”, hoy, al arribar a los 232 años de su histórico levantamiento, y por encima de los epitafios y muertes anunciadas por los representantes del desorden social, político y económico peruano, desarrollamos en las más duras condiciones de la clandestinidad la difusión de nuestros postulados estratégicos, la reivindicación del ideario del padre de nuestra identidad y rebeldía Túpac Amaru II, el rescate del proyecto socialista del Amauta Mariátegui, y el sentido histórico de la libertad y la justicia social, que se convierten hoy, en la orientación estratégica para la búsqueda de la unidad revolucionaria y la victoria política de las luchas anti imperialistas que se desarrollan y se libran en Latinoamérica, nuestra Patria Grande.
Considerando que la neocolonialidad es una característica de la dominación capitalista, nos reafirmamos que en el Perú actual de las minorías privilegiadas “la vida no será posible, que es necesario retomar el camino de la utopía…” que necesita de un nuevo gobierno, de un sistema nuevo de autentica esencia democrática, que tenga como objetivo resolver las causas estructurales de la profunda brecha social existente, que defienda la soberanía nacional, la vida, la libertad y la justicia social, es decir, el Perú, necesita de un proyecto histórico de raíces populares diferente al actual proyecto de explotación y despojo neoliberal.
En este aniversario de resistencia indígena y popular, al analizar el papel de los últimos gobiernos encontramos una línea de comportamiento no sorprendente, sino recurrente en el cipayaje: corrupción, defensa del modelo capitalista de explotación, militarización de la sociedad, entrega de los recursos naturales y estratégicos a la voracidad transnacional y el traspaso de la soberanía nacional al interés del capital internacional.
Interesado a mantener al país postrado al imperialismo, el continuador de las políticas fuijmontesinistas, Ollanta Humala, muestra su desprecio por resolver los problemas estructurales que afectan a las grandes mayorías nacionales y reafirma el programa de clase y el carácter excluyente del estado que defiende. Su alianza con los sectores tradicionales serviles al gran capital y a los intereses anti nacionales; su ausencia de compromiso real con quienes creyeron en su demagogia electoral, con los sectores que creían en los cambios dentro del parlamentarismo y democracia burguesa, con los peruanos de a píe que anhelaban transformaciones reales, quedaron al desnudo desde el momento que hizo de su gabinete, el gabinete del continuismo fujimontesinista y la expoliación neoliberal. El crecimiento económico impulsado principalmente por los sectores: minero, construcción y la inversión pública en infraestructura que han elevado los índices macroeconómicos al 61.44%, es decir a una tasa promedio anual del 7.33%, se ve limitado por la debilidad del consumo y los compromisos con organismos internacionales como el FMI y el BM.
Este crecimiento económico, favorable a los grupos de poder no ha contribuido a resolver la enorme brecha existente entre una minoría rica y las grandes mayorías nacionales empobrecidas, “la Gran Transformación” anunciada por el nacionalismo neoliberal no es el principio de una nueva era para los pobres de la patria, sino la consolidación de un nuevo pacto empresarial, de convivencia entre burguesía nativa y capital transnacional.
La economía nacional de mercado como acostumbra a nombrar el oficialismo la dependencia peruana al circuito capitalista nos muestra el grado de apropiación de nuestros recursos y los niveles de explotación salarial en un estado convertido en factoría.
La demagogia, se constituye en pieza clave de la gobernabilidad burguesa, bajo la peregrina y fugaz estrategia de programas asistencialistas, se pretende ocultar el hambre, bajo el manto de modernas denominaciones se busca invisibilizar las causas estructurales de la brecha social, los conceptos de pobreza monetaria y pobreza multidimensional, no hablan de la pobreza como resultante de la apropiación capitalista ni de la no distribución social de la riqueza, un nuevo Pizarro cabalga y hunde su codicia sobre 11 millones de pobres y desposeídos; teóricos burgueses, defensores del sistema de explotación, pretenden ocultar que los 11’930,000 peruanos no son pobres por la explotación capitalista. El afán presidencial por favorecer a la inversión extranjera y a las transnacionales, la militarización de la sociedad bajo el pretexto del combate a la insurgencia, la criminalización y penalización de la protesta social, auguran nuevos estallidos sociales y confrontaciones políticas que pretende resolver reciclando su pose militar de torturador de “Madre Mía”. El Perú profundo, el del trabajo cotidiano, simplemente no existe, 3,6 millones de peruanos son invisibles para el Estado, la modernidad, el desarrollo y la inclusión que se supone vienen de la mano con las tasas de crecimiento económico del discurso a los hechos, quedaron en manos de grupos minoritarios de poder.
La crisis del capitalismo peruano, profundiza los niveles de corrupción, los programas asistencialistas usados como instrumentos de contención a los conflictos sociales muestran la precariedad y la anarquía de su creación, sólo en el llamado programa del Vaso de Leche, 1.12 millones de personas utilizan este programa sin que les corresponda. El costo económico en solo cuatro programas sociales equivale a más de S/. 578 millones del presupuesto público, ninguno orientado al desarrollo y combate a la pobreza, todos destinados a la dependencia y la formación de la muralla de contención, despolitización y desestructuración del movimiento popular, en síntesis: al clientelismo político de los gobiernos de turno.
Ollanta Humala, por defender intereses extranjeros, no se siente solidario con el pueblo, con su historia y sus esperanzas, en el Perú, decía el Amauta “el aristócrata y el burgués, desprecian lo popular, lo nacional”, el asalto al poder por el nacionalismo, como creación del militarismo peruano, no representó jamás la conquista del poder por las masas, por el socialismo, más bien, en el nacionalismo, los revolucionarios peruanos encontramos al más encarnizado de los enemigos, peligroso por su demagogia, por su confusionismo.
En este aniversario de luchas y victorias, de reafirmación revolucionaria, el tupacamarismo reivindica la dignidad y la soberanía de los pueblos que conforman la Patria Grande, y muestra con su terquedad histórica que son momentos para avanzar a la conquista de la unidad revolucionaria y latinoamericana en su objetiva proyección estratégica de construcción de una patria donde confluyan los pobres y desposeídos, de búsqueda de dignidad y soberanía como Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias – Ejercito Popular Tupacamarista (FAR – EPT), continuará impulsando la construcción de la más amplia unidad revolucionaria, forjando Partido y Ejercito, organizando e impulsando la protesta social y popular.
Así mismo, ratificamos nuestra voluntad revolucionaria para construir un Perú Nuevo, en un mundo nuevo que nos lleven a una sociedad de paz con justicia social.
Ante el hambre, miseria, explotación y entreguismo…la lucha continúa ¡
Túpac Amaru, vive, vuelve y vencerá ¡
Con las masas y las armas,
Patria o Muerte…Venceremos ¡
Montañas de la insurgencia peruana, noviembre 4 de 2012. Camilo Reyes Estado Mayor FAR – EPT Séptimo Frente Guerrillero
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