El papel de Cosmo en la subasta de los siete
aviones de Pluna aún hoy es una incógnita. Una pequeña aerolínea con
solo dos aviones ofertó el 1° de octubre de 2012 un total de 137
millones de dólares y luego desapareció. Antonio Álvarez Hernández,
propietario y principal accionista de la empresa, salió de entre las
sombras y dio su versión de los hechos a El País, además de confirmar
que envió un mail con la denuncia y su versión de los hechos a Crimen
Organizado.
Álvarez Hernández sostuvo que accedió a prestar el
nombre de su empresa a cambio de US$ 13,7 millones, pero como solamente
recibió US$ 500 mil, decidió denunciar públicamente lo que, siempre
según su versión, fue un negocio arreglado entre el gobierno uruguayo y
el empresario argentino Juan Carlos López Mena, al que fue invitado a
participar.
El empresario español afirmó que Hernán Calvo Sánchez,
el famoso caballero de la derecha, tal como lo llamó el rematador cuando
le adjudicó los aviones de Pluna, nunca perteneció ni pertenece a Cosmo
Líneas Aéreas.
Álvarez Hernández dice que en el año 2012, Calvo
Sánchez, que residía en España, le ofreció un negocio en nombre del
empresario argentino López Mena. La operación, según relató, consistía
en que este prestara el nombre de su empresa Cosmo para fingir la compra
de siete aviones de una liquidada aerolínea uruguaya. Álvarez Hernández
dice que aceptó ser parte del negocio porque a cambio recibiría US$
13,7 millones, una cifra que, afirma, era similar a lo que Cosmo
facturaba en un año.
El empresario, cuya aerolínea está en liquidación, describió la supuesta operación.
"Él (Juan Carlos López Mena) no los podía comprar
porque el gobierno se los quería vender con deuda y empleados. Y
evidentemente Buquebus quería solo los aviones. Entonces, aparece Cosmo
que los compra por US$ 137 millones pero se los lleva de Uruguay. Ahí
aparece en escena López Mena que se ofrece a comprar los aviones para
que se queden en Uruguay pero por menos dinero", sostiene.
Según dice, la cifra de la compra definitiva estaba arreglada. "Cosmo acepta y todos se cuelgan la medalla", dijo.
Álvarez Hernández reconoce que aceptó el negocio
"por dinero" y porque era "bueno para todo el mundo". "Para mí no era un
negocio sucio, solo tenía que poner la cara y a cambio me llevaba 13,7
millones de dólares. Yo tenía que comprar, pero antes de hacerlo me los
recompraban a mí", explica.
Ante muchas de las preguntas que le realizó El País,
el empresario dijo que se reservaba la respuesta y en otras dio
contestaciones generales. Entre ellas, el origen de una cuenta de la que
asegura que recibió US$ 500 mil antes de la subasta y que, sostiene,
procedían de López Mena.
Ningún papel.
En sus declaraciones a El País, Álvarez Hernández
reconoce la existencia de documentos que firmó, pero sostiene que lo
hizo a posteriori de la subasta, de la cual, afirma, se enteró 20
minutos antes de su inicio. "Lo que tiene (Calvo Sánchez) hoy en día
firmado por mí lo firmé a posteriori, aunque tenga una fecha anterior",
sostiene el empresario que ahora confiesa la supuesta maniobra.
Sobre el aval que el Banco República le otorgó a
Cosmo, dice que desconoce cómo se tramitó. "Un domingo Hernán me llama y
me dice que teníamos el aval. A mí eso no me interesaba", dice. Y
aunque insiste en que fue "una trampa", admite que tuvo un contacto con
el Banco República por el mencionado trámite.
Meses después, el supuesto testaferro recibía una
intimación del Banco para pagar el aval. "Me enviaron un requerimiento
para ver si iba a pagar la seña y yo lo respondí tal como me indicaron
los abogados de Buquebus. Si no lo hacía no cobraba", dice.
Las declaraciones del empresario tienen baches.
Aduce que no sabe por qué fracasó el negocio, establece que tuvo que
firmar papeles e intercambiar correos con integrantes del gobierno a
pedido de Calvo Sánchez, pero dice "no recordar" los nombres de los
destinatarios de esos correos, aunque menciona a cargos oficiales.
"Tengo toda la documentación", asegura. El empresario y piloto dice que
hasta la descripción que apareció días después de la subasta en la web
de Cosmo diciendo que "la compra de los aviones era para potenciar las
líneas en Europa", fue digitada por "el caballero de la derecha". "El
texto me lo mandó Hernán por mail diciéndome `tú tienes que poner
esto`".
¿Por qué ahora?
Después de un año y ocho meses Álvarez Hernández
decidió romper el silencio porque no recibió el pago comprometido de
US$ 13,7 millones por haberse prestado a poner el nombre de su
empresa en la subasta de los aviones de Pluna, lo cual, según dice, le
valió la quiebra de Cosmo, que hoy en día está sin operar.
Después del descalabro económico, el empresario
español dice que planteó, a través de Calvo Sánchez, un plan para
recuperar Cosmo, para lo que necesitaba una inversión de US$ 4 millones.
Sin embargo, asegura que Calvo Sánchez "desapareció"
(no recuerda si fue a fines de 2012 o principios de 2013) y que él
perdió su negocio y como consecuencia tiene seis propiedades hipotecadas
y perdió sus dos coches.
La primera acción que tomó Álvarez Hernández fue
escribir un mail a Crimen Organizado dando pistas del negocio en el que
dice haber participado y se puso a disposición de la Justicia. El mail,
que fue publicado el 2 de mayo por la revista Caras y Caretas, fue
incorporado en el expediente judicial por el que ya fueron procesados
sin prisión por el delito de abuso de funciones en la entrega del aval a
Cosmo el exministro de Economía, Fernando Lorenzo, y el presidente del
Banco República, Fernando Calloia.
El empresario español, en tanto, dijo que hasta ahora no recibió ninguna respuesta ni comunicación de la Justicia uruguaya.
El correo que el juzgado del fiscal Juan Gómez y la
jueza Adriana de los Santos recibió el 19 de abril pasado, ofrece su
versión de los hechos. Y agrega: "Dado que soy consciente que parte del
gobierno de Uruguay ha sido cómplice y conocedor absoluto de esta
operación, me reservo el derecho de incluirlos en la demanda, pero
quisiera evitarlo para no crear un posible conflicto".
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