martes, 20 de mayo de 2014

Solidaridad con Ana María Silva (cañera)



Queridos compañeros:

Los llamamos al recuerdo de aquel  año 1964, cuando la segunda marcha cañera llega a Montevideo y acampa en la calle Cuñapirú.

Hoy nos ocupa Ana María Silva, la cañerita  que   recibió un balazo policial en la pierna izquierda. Ella y su familia habían llegado a Montevideo pidiendo tierra para trabajar, integrando el sindicato de UTAA.
  Siete operaciones no fueron suficientes para devolverle  el movimiento y la salud. Ella, que llegó a la Capital con catorce años de edad, sana, alegre y esperanzada, volvió lisiada para siempre.
¿Quién se responsabilizó por el daño que le causó la represión policial?
A Ana María no la amparó  ninguna ley.
Vivió una vida de dificultades, trabajó siempre en negro, de doméstica.  Crió siete hijos. Sufrió violencia en su persona, durante años, a manos de su marido. Aguantó porque tenía hijos chicos y, como tantas mujeres, no lo denunció.

Casi cincuenta años  después, un joven sociólogo que está haciendo un trabajo en Bella Unión, me pone en contacto con ella nuevamente, en diciembre de 2013.
Ana María Silva tiene sesenta y tres años, Se mueve con muletas. Todo el costado izquierdo, donde recibió el balazo, se desarrolló menos. Tiene   problemas de riñón, de  diabetes, de columna. Se ataca de vértigo y se cae muy seguido. Siempre está en manos de médicos.
Me cuenta Agustín que la encontró con muchos problemas, no sólo de salud. Tiene una jubilación de seis milpesos; paga dos mil pesos de alquiler, entre agua luz y un préstamo que sacó para el quiosco del que la despojaron apenas le quedan mil para comer. Ana María vive con una nieta que trabaja de empleada doméstica y estudia en la UTU de bella Unión.
Nos comunicamos y Ana María me cuenta en una carta, entre otras cosas,  que “había pedido al alcalde para abrir un quiosco  al frente de mi casa para trabajar y sostenerme  ya que podía trabajar sentada,  y por su intermedio la intendente Patricia Ayala me mandó los bloques y material para hacerme  el quiosco .Y o pagué la mano de obra, saqué un crédito, pagué diez mil pesos. Me iba muy bien en época de zafra del arroz y la caña. Yo mejoré  la casa compré puertas y  ventanas, hice revocar, revestí el baño, puse patio de hormigón. Cuando la mejoré a mi marido se le ocurre pedirme la casa.   Cuando  yo estaba trabajando mejor. Me dijo que me tenía que ir porque pidió el divorcio y la casa era de él y en el quiosco no podía trabajar más porque todo estaba edificado en terreno de su familia. Me echó de casa.”
Nos enteramos de que la casa que alquila en Cuaraí, ubicada en un barrio municipal, está  a la venta en ciento cincuenta mil pesos uruguayos. Hay interesados en comprarla y prisa por venderla. No tenemos tiempo de organizar una colecta. Una compañera adelantó el dinero, pero necesita que se lo devolvamos.
En Cuaraí, Colacho Esteves estuvo presente en la transacción de compra de la casa.  Ana María, que no sabía del préstamo, llorosa, dijo “Decile a los compañeros que pusieron, que gracias, que muchas gracias”.

Pedimos su colaboración para reunir los ciento cincuenta mil pesos del préstamo.
José Díaz y Ricardo Elena abrieron la cuenta Nº 40559, colectivo “Ana María Silva (cañera)”. En cualquier agencia de REDPAGOS pueden depositar su contribución.
Como siempre, contamos con ustedes.




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