en este mundo que es uno solo y entero y que
va viendo el amanecer
cuando la larga noche todavía no ha
finalizado
El diario oficialista del Uruguay, “La República”, dedicó la primera página –la página amarilla, cabría decir- de su edición del viernes 19 de octubre de 2012 a la supuesta calentura de Don Juanca y la propagandeada “decisión” de BQB de desentenderse de la pretensión de apropiarse de los ya ficticiamente rematados aviones pertenecientes a la fundida Pluna, carísimo emblema de ciencia ficción del “Uruguay con alas” del siglo XXI, restos fósiles del país en el que al menos ciertos resortes estratégicos de la vida económica estaban custodiados y administrados por el Estado, aunque, por supuesto, metieran la mano en la lata algunas y algunos privilegiados de la crema gubernamental de turno...
“Se enojó y pateó el tablero”, nos dijo hace unas pocas horas en enormes titulares el periódico progre con fingido y nada conmovedor melodramatismo, mostrándonos el retrato de Don Juanca con cara de preocupación y gesto adusto y severo de experiente empresario de la navegación mercantil rioplatense, que es, en realidad, nada más –y nada menos- que el vocero visible de una de las tantas mini-multinacionales monopólicas que operan en la gran “Zona Franca” libre de leyes y obligaciones tributarias en que viene convirtiéndose el Cono Sur latinoamericano, incluido “el paisito” post dictadura.
“La República”, además, se hizo eco, naturalmente, de una “nota editorial” que Don Juanca hizo pública con una solemnidad digna de los tiempos en que los espejitos de colores nos llegaban por lo menos en envoltorio de regalo, en la que la empresa se da el lujo de opinar y concluir sobre las escandalosas resonancias “político-sociales” provocadas por los entretelones de la llamada negociación entre personeros del gobierno uruguayo y BQB, luego de la fantástica puesta en escena, tragicómica y sainetesca, del “remate” de los aviones que nadie vendió ni nadie compró, a pesar de los mágicos avales de la banca oficial de entrecasa y de la brillante escenografía montada por verdaderos expertos en el “manejo de la imagen”, que lo es todo, como sabés (aunque ni siquiera le hayan pagado los servicios al supuesto rematador).
Mañana o pasado, si cuadra, “La República” volverá a hacer lo que sabe hacer muy bien con mucha frecuencia: cambiará la pisada y el discurso y nos brindará una primera plana que achique el “pánico”, diciéndonos algo así como que “no todo está perdido, ¡oh, dios!; Don Juanca reconsidera su indeclinable renuncia”, como para que renazca la esperanza de volver a tener “alas propias” y no quedar afuera del gran “abotonamiento” imperialista al que le han puesto el pegadizo y galáctico nombre de “conectividad” (sin la que al fin de cuentas no somos nada, ché; imagínate, ¡quedar desconectivados!!!).
Todo esto, incluido el manipuleo llamado periodístico, a pesar de denotar la absoluta subestimación de la inteligencia popular por parte de la “casta política” y los timoneles del inversionismo, tiene, sin embargo, la invalorable virtud de mostrarnos a calzón quitado cómo funciona el gran negocio neoliberal y cómo funcionan las idiotizadas neuronas de quienes han reducido la vida a una simple cuestión mercantil-financiera basada en la opresión, el engaño y la prepotencia del poder armado.
Es bien visible para todo el mundo que estamos siendo testigos de toda una joda feroz entre jodedores profesionales que se mastican las muelas entre sí por más que pertenezcan a la misma rosca monopólica que dispone de nuestras vidas y nuestras muertes a lo largo y a lo ancho del planeta; lo que presenciamos es la competencia carnicera, casi deportiva, entre imbéciles -muy listos, listos pero imbéciles de los pies a la cabeza-, que, sencillamente, digitan con plena inmoralidad y total egoísmo animal, “el poder”, pero que lo hacen ya tan zarpados y desquiciados que día a día van dejando completamente al desnudo la podredumbre inmunda y nauseabunda del sistema capitalista y su “modo de producción” en bancarrota sin levante.
La opereta del Juanca y compañía, el sainete de la esplendorosa conectividad universal, ponen en esclarecedora evidencia las idas y venidas de una mafia internacional organizada y enseñoreada de todo de tal modo que los “sorprendidos” somos los simples mortales que los mantenemos, pero no ninguno de ellas y ellos; el affaire Pluna (o el Plunagate, como les gusta decir a algunos) es apenitas una de las tantas pavaditas que ocurren entre los por ahora poderosos, cotidianamente, con absoluta “normalidad”…
Para ellos no hay sorpresas; las cosas ocurren dentro de su propio y natural relacionamiento antropofágico y desleal que se rige por unas reglas de juego que son las de su propia vida “normal”, delictiva, inmoral, esencialmente violenta y ventajera, una vida en la que está permitida hasta la más bestial y descomunal “vendetta”, por el estilo, ni más ni menos, que el de las que a diario pueblan la “crónica roja”, aunque estas “vendettas” callejeras son entre gente de baja estofa “con antecedentes”, protagonistas de la “inseguridad” que viene de abajo, sin padrinos que apadrinen ni políticos amigos que te deben favores y le buscan la vuelta para que no termines en cana por haber contratado al sicario tal o cual para que ejecute al empresario fulano o mengano, o a su mujer o sus hijos, al bajar del cero kilómetro de 50 mil dólares que pagaron los obreros y empleados de su importantísimo emprendimiento “productivo”.
Don Juan Carlos y los otros dones de la comedia nacional del “Uruguay Productivo”, no pueden ya ocultar ni con los mejores disfraces “civilizatorio-conectivos”, su real condición. Pero tampoco pueden ocultar sus propias contradicciones antagónicas, atenuadas por la atención que reclama, al menos preventivamente, la ola de comprensión popular lisa y llana de que se nos está jodiendo rotundamente sin poder esconder la mala leche capitalista que los mueve a todos juntos (y juntas) en la histórica hazaña del salvataje burgués pequeño-burgués.
Mientras el sainete del “progresismo a la criolla” se desarrolla exitosamente aquí -en las primaverales Buenos Aires y Montevideo donde todos los días aumenta algo de lo básico para meter en la olla-, en las calles de la Grecia antigua-moderna y succionada, el pueblo trabajador paga arriesgando con su propia vida los platos rotos de las aventuras de los pequeños y grandes Don Juanca del planeta, los verdaderamente miserables de este mundo vejado y pisoteado.
Las necesarias consecuencias de la fiebre inversionista neoliberal del nuevo siglo, extremas, realmente dramáticas, exterminadoras de las potencialidades espirituales y materiales de países enteros, han dinamitado la sociedad griega hasta llevarla al verdadero e indetenible aquelarre que hoy se vive, sin aparentes perspectivas de desembocar en la cortita en una revolución como las que nos venimos mereciendo hace rato en todas partes, pero aquelarre que seguirá ocurriendo indefectiblemente hasta que el pueblo trabajador griego dé con las herramientas y las armas del inevitable estallido póstumo del sistema.
Mientras en Grecia –en Europa, al fin de cuentas- se pulveriza el capitalismo, lo del Juanca y todo el andamiaje mediático-conectivo se nos aparece como solamente éso: el sainete tragicómico montado artificiosamente, pero real, por una burguesía glotona y con viento en la camiseta, que mira hacia Grecia y hacia Europa con indolencia y hasta cierta pedantería de imbéciles con plata en los bolsillos, sin ver en la antiquísima civilización greco-imperializada en el despeñadero, el espejo retrovisor que muestra a las claras la que se viene aquí (SÍ, AQUÍ) atrás de estas magníficas mega-ganancias y mega-jodas conectivo-extractivo-celulósico-sojeras-bancarizadoras que hoy hacen de estas tierras el paraíso terminal de los nabos que se morfaron el cuento del fin de las ideologías y que vieron la muerte del socialismo en un mundo socialista que murió de falta de socialismo y de contagios burgueses mal diagnosticados…
Claro que no hay que hacer la vista gorda a lo de Pluna y la onda expansiva de su mixtura “público”-privada coinventada por blancos y colorados hace tres lustros; al contrario…
Pero sí estaría bueno que le prestemos la imprescindible atención al sainete alado sin dejar de fijar la vista casi obsesivamente en el espejo retrovisor de allende los océanos que nos muestra nuestro propio futuro atrás de este presente de milagrosa apacibilidad, un futuro distinto aunque básicamente idéntico al de los griegos, los españoles, los portugueses, todos los pueblos y las naciones que el imperialismo succionó hasta no dejarles otra alternativa que la lucha frontal por el único mundo que, defectuosamente, construirá esta humanidad asediada, hastiada y preñada de insurrección, que día a día va diciendo “¡BASTA!” y avizorando más nítidamente que nunca una revolución comunista y libertaria que en sus fracasos y sus traiciones, también, ha dejado el abrir de ojos del amanecer y un sentido de “cosmovisión” (como dijera el querido “El Gordo” Luis Alberto Machado) tan, pero tan poderoso y definitivamente aleccionador, que en todos, en todas partes, va ganándonos la certeza plena y el conmovedor sentimiento de que la revolución es revolución si es internacional y permanente y si únicamente apunta sus armas y su inteligencia contra los auténticos enemigos de la clase trabajadora y del ser humano: los burgueses sin más remedio que la derrota aplastante y la divina condena a vivir del trabajo, o de aspirar a seguir siendo burgueses, únicamente en la tumba, al lado de todas y todos sus defensores, que en paz descansarán, como dios manda.
Gabriel –Saracho- Carbajales, Montevideo, 20 de octubre de 2012.-
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