Un vecino grabó con un celular los incidentes que culminaron con un tiroteo en el que falleció un joven de 25 años.
Barrio Marconi: insubordinación en un territorio de pobreza
por Redacción de Correspondencia de Prensa
Miércoles, 17 de Octubre de 2012 14:42
Kaos en la Red
Kaos en la Red
Cerco policial en el Barrio Marconi,
en la esquina de San Martín y Aparicio
No fue una huelga salvaje. Ni una protesta sindical
"desproporcionada". Allí -en el "movimiento obrero organizado"-, la
"auto-regulación" funciona de la mano del PIT-CNT. Por si acaso, la mesa
de negociación siempre está servida.
Tampoco fue una acción de la disminuida
"izquierda radical", donde los "violentos" -dice un informe de la
Dirección Nacional de Inteligencia-, "no son más de 50" en 1.500.
Alcanza con tenerlos "bajo observación".
Se trató de otra cosa. Mucho más seria y preocupante para el gobierno progresista. Una insubordinación social en pleno territorio de la pobreza extrema. Donde -según el Jefe de Policía de Montevideo-, ocurrió una "grave desobediencia ciudadana". Que enfrentó el accionar represivo de la "fuerza pública". Inadmisible. Porque el monopolio del uso de la violencia le corresponde a las instituciones armadas del Estado.
Desde el domingo 14 hasta el martes 16 de octubre, el barrio Marconi fue una zona de guerra. Más de 100 efectivos de la Seccional 12, la Guardia Republicana y el Grupo Especial de Patrullaje Preventivo, acompañados de perros y francotiradores, tendieron un cerco de hierro. Las calles estuvieron cerradas. No circularon ni ómnibus ni taxis. Nadie entraba, nadie salía. (Ver nota de La Diaria a continuación).
Todo empezó cuando la Policía entró al barrio en busca de unos "rapiñeros" que habían asaltado una panadería. Apresaron a nueve sospechosos. Alrededor de 100 vecinos reaccionaron indignados, violentamente, con insultos, pedradas y alguna bala. Decenas de niños respondieron a la presencia policial: "Parecían palestinos tirándoles piedras a un tanque israelí" (El Observador, 15-10-2012). La Policía respondió con disparos y se retiró del barrio con los detenidos. En la calle quedó caído Álvaro Nicolás Sosa Gutiérrez, un joven de 25 años que, según los vecinos, no robaba ni estaba junto a los presuntos "rapiñeros". Murió más tarde en una policlínica cercana. Testigos aseguran que un policía gatilló la bala que lo mató. Autoridades del Ministerio del Interior "no lo aseguran ni lo descartan". El juez Nelson Dos Santos, a cargo de la causa, dijo a la prensa que el caso es "confuso". Otra fuente judicial señaló que de acuerdo a la declaración de los policías "es probable que la bala haya salido de una de sus armas", pero puede tratarse de "legítima defensa".
Cuando los vecinos se enteraron que Álvaro había muerto, "el Marconi ardió". Se incendiaron neumáticos. Luego taxis y autos. El concejal municipal Juan Carlos Silva explicó las razones que motivaron la reacción. En primer lugar, el joven era inocente. "Fue una injusticia tremenda: el muchacho no tenía nada que ver". En segundo lugar, la Policía se alejó del barrio a los tiros y dejó a un joven herido de muerte sobre el asfalto: "Hubo omisión de asistencia: se fueron cuando había una persona desangrándose". Un amigo del joven asesinado argumenta: "Si no quemamos autos, no nos dan bola (.) si solo quemamos gomas, no pasa nada, nadie se entera que la Policía mata, como mataron en el barrio la semana pasada a un pibe". (El Observador, 16-10-2012). El joven se refería a la muerte de Néstor Silva (29 años), el martes 9 de octubre. Murió desangrándose luego de un tiroteo con policías.
Un centenar de personas concurrieron al Cementerio del Norte el lunes 15. Acompañaron el funeral de Álvaro. "Fue una injusticia", repitió el concejal vecinal. Y agregó: "la respuesta de la Policía fue brutal y desmedida, por eso todo el barrio está indignado".
El Marconi no es uno de esos tantos asentamientos donde habita el 12% (160 mil personas) de la población de Montevideo. Pero está clasificado como "zona roja". Donde se reproduce la "delincuencia". Según el Ministerio del Interior es el barrio más "inseguro". Fue blanco de los "operativos de saturación" y sufre las periódicas razzias policiales. Las ambulancias no entran, los proveedores de gas y otros productos tampoco. El transporte se reduce al caer la tarde. Las viviendas están construidas con materiales de desecho, chapas viejas y madera. Campea la mugre. Las esquinas son pastizales o lugares de clasificación de basura. Faltan los servicios más esenciales. La pobreza afecta a más del 60% de los habitantes. El desempleo entre jóvenes y mujeres supera el 40%. La deserción estudiantil llega al 70%. Aquellos que tienen la suerte de trabajar lo hacen en ramas donde predominan la precariedad y el salario mínimo. La "asistencia social" se sustenta, en lo fundamental, por actividades que desarrollan diversas Ongs, entidades religiosas, y algunos programas de la Intendencia Municipal y el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
El martes 16, la Jefatura de Policía de Montevideo anunció que levantaba el bloqueo al Marconi. Aunque mantendrá el operativo de vigilancia. Porque la guerra social contra los más pobres es permanente. Y para que el ejemplo de insubordinación no se propague a otros barrios "peligrosos". Mientras tanto las "actuaciones judiciales" siguen su curso. Deberán aclarar (o no) el asesinato del joven Álvaro, y laudar las denuncias que, sobre un "desbordamiento civil", hizo la propia Policía.
Hasta el momento, ninguna organización o institución de derechos humanos, ni ningún sindicato o movimiento social se ha pronunciado al respecto. Como si la sociedad terminara justo allí, en la línea donde empieza el mundo del "lumpenproletariado".
Habló Bonomi
Se trató de otra cosa. Mucho más seria y preocupante para el gobierno progresista. Una insubordinación social en pleno territorio de la pobreza extrema. Donde -según el Jefe de Policía de Montevideo-, ocurrió una "grave desobediencia ciudadana". Que enfrentó el accionar represivo de la "fuerza pública". Inadmisible. Porque el monopolio del uso de la violencia le corresponde a las instituciones armadas del Estado.
Desde el domingo 14 hasta el martes 16 de octubre, el barrio Marconi fue una zona de guerra. Más de 100 efectivos de la Seccional 12, la Guardia Republicana y el Grupo Especial de Patrullaje Preventivo, acompañados de perros y francotiradores, tendieron un cerco de hierro. Las calles estuvieron cerradas. No circularon ni ómnibus ni taxis. Nadie entraba, nadie salía. (Ver nota de La Diaria a continuación).
Todo empezó cuando la Policía entró al barrio en busca de unos "rapiñeros" que habían asaltado una panadería. Apresaron a nueve sospechosos. Alrededor de 100 vecinos reaccionaron indignados, violentamente, con insultos, pedradas y alguna bala. Decenas de niños respondieron a la presencia policial: "Parecían palestinos tirándoles piedras a un tanque israelí" (El Observador, 15-10-2012). La Policía respondió con disparos y se retiró del barrio con los detenidos. En la calle quedó caído Álvaro Nicolás Sosa Gutiérrez, un joven de 25 años que, según los vecinos, no robaba ni estaba junto a los presuntos "rapiñeros". Murió más tarde en una policlínica cercana. Testigos aseguran que un policía gatilló la bala que lo mató. Autoridades del Ministerio del Interior "no lo aseguran ni lo descartan". El juez Nelson Dos Santos, a cargo de la causa, dijo a la prensa que el caso es "confuso". Otra fuente judicial señaló que de acuerdo a la declaración de los policías "es probable que la bala haya salido de una de sus armas", pero puede tratarse de "legítima defensa".
Cuando los vecinos se enteraron que Álvaro había muerto, "el Marconi ardió". Se incendiaron neumáticos. Luego taxis y autos. El concejal municipal Juan Carlos Silva explicó las razones que motivaron la reacción. En primer lugar, el joven era inocente. "Fue una injusticia tremenda: el muchacho no tenía nada que ver". En segundo lugar, la Policía se alejó del barrio a los tiros y dejó a un joven herido de muerte sobre el asfalto: "Hubo omisión de asistencia: se fueron cuando había una persona desangrándose". Un amigo del joven asesinado argumenta: "Si no quemamos autos, no nos dan bola (.) si solo quemamos gomas, no pasa nada, nadie se entera que la Policía mata, como mataron en el barrio la semana pasada a un pibe". (El Observador, 16-10-2012). El joven se refería a la muerte de Néstor Silva (29 años), el martes 9 de octubre. Murió desangrándose luego de un tiroteo con policías.
Un centenar de personas concurrieron al Cementerio del Norte el lunes 15. Acompañaron el funeral de Álvaro. "Fue una injusticia", repitió el concejal vecinal. Y agregó: "la respuesta de la Policía fue brutal y desmedida, por eso todo el barrio está indignado".
El Marconi no es uno de esos tantos asentamientos donde habita el 12% (160 mil personas) de la población de Montevideo. Pero está clasificado como "zona roja". Donde se reproduce la "delincuencia". Según el Ministerio del Interior es el barrio más "inseguro". Fue blanco de los "operativos de saturación" y sufre las periódicas razzias policiales. Las ambulancias no entran, los proveedores de gas y otros productos tampoco. El transporte se reduce al caer la tarde. Las viviendas están construidas con materiales de desecho, chapas viejas y madera. Campea la mugre. Las esquinas son pastizales o lugares de clasificación de basura. Faltan los servicios más esenciales. La pobreza afecta a más del 60% de los habitantes. El desempleo entre jóvenes y mujeres supera el 40%. La deserción estudiantil llega al 70%. Aquellos que tienen la suerte de trabajar lo hacen en ramas donde predominan la precariedad y el salario mínimo. La "asistencia social" se sustenta, en lo fundamental, por actividades que desarrollan diversas Ongs, entidades religiosas, y algunos programas de la Intendencia Municipal y el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
El martes 16, la Jefatura de Policía de Montevideo anunció que levantaba el bloqueo al Marconi. Aunque mantendrá el operativo de vigilancia. Porque la guerra social contra los más pobres es permanente. Y para que el ejemplo de insubordinación no se propague a otros barrios "peligrosos". Mientras tanto las "actuaciones judiciales" siguen su curso. Deberán aclarar (o no) el asesinato del joven Álvaro, y laudar las denuncias que, sobre un "desbordamiento civil", hizo la propia Policía.
Hasta el momento, ninguna organización o institución de derechos humanos, ni ningún sindicato o movimiento social se ha pronunciado al respecto. Como si la sociedad terminara justo allí, en la línea donde empieza el mundo del "lumpenproletariado".
Habló Bonomi
"Sucias"(habló la madre del hombre muerto)
16.10.2012 |
En diálogo con En Perspectiva el padre
Leonel Burone, que tiene al frente la tarea del Movimiento Tacurú en la
zona del barrio Marconi, opinó sobre los hechos de violencia que en las
últimas horas ocurrieron allí y que tuvieron como saldo una víctima
fatal y varios destrozos. Según Burone: "Es un hecho que profundiza la
situación de estigmatización y fractura".
El responsable del Movimiento Tacurú opinó que los acontecimientos vividos hace pocas horas generan “desconcierto y dolor” porque “se trata de un hecho más que profundiza esta situación de estigmatización y fractura. Lo que pasó invita a analizarlo muy detenidamente y en el panorama de elementos que juegan”.
A criterio del padre Burone “una cosa es el hecho en si que hay que analizarlo, hay versiones encontradas de lo que paso” pero otra es que “nada justifica que se termine en algo así, con una vida perdida. Lo que más allá del caso en si siempre debemos preguntarnos para no caer en estigmas es porque. Nada es justificable porque otra vez más un enfrentamiento termina con una vida, porque escaladas de violencia y porque seguimos informando desde determinados lugares”.
En el barrio Marconi y en las zonas aledañas “hay una gran cantidad de jóvenes donde la gran mayoría son gente de trabajo y quiere acceder a oportunidades, también tenemos a veces personas que si recurren a la violencia, pero no es la mayoría”.
En ese sentido “debemos profundizar en las cosas que a mediano y largo plazo juegan, están por detrás, para que estas cosas que pasaron y pasan no vuelvan a ocurrir. Frente a un hecho de estos todo el mundo empiezan a transmitir y la gente empieza a recibir un mensaje”. En realidad, se trata de “problemas intrincados, con modelos económicos aplicados durante muchos años, problemas que hacen al dolor de la gente y formas de reacciones que no son para nada adecuadas”.
Hechos de violencia de la magnitud de los que se vivieron en Marconi “nos profundizan en las distancias en una sociedad donde debemos encontrarnos”, opinó el responsable de Tacurú.
Consultado sobre cuál es la utilidad de los mega operativos policiales del Gobierno en zonas como el Marconi, el padre Burone respondió: “estos operativos, mas allá de la comprensión de cada actor hace, según lo entiende, tiene una acción simbólica que es muy fuerte porque no esta bueno, puede ser entendible pero no esta bueno desembarcar en un barrio llegar a la gente y alterar la intimidad, eso profundiza en un estigma porque además se mediatiza”.
El padre Burone dijo ser conciente de que “la sociedad necesita siempre algún lugar donde depositar lo que es violencia, miedo e inseguridad. Las instituciones necesitan depositar en un lugar lo que es un chivo expiatorio. El barrio esta sembrado de gente solidaria, esa una injusticia que se comete la estigmatización”.
Marconi: 40 años entre la mierda
Hace 40 años los pibes de esas zonas ya andaban descalzos y tirando carros porque ni caballos tenían
Gabriel Pereyra
Hace casi 40 años, solía jugar al fútbol en las calles aledañas al Marconi. Hace 40 años que los pibes del Marconi pasaban por ahí, descalzos, a veces en harapos, tirando ellos de carros cargados de todo porque ni caballos tenían.Hace 40 años jugábamos al fútbol en las canchas del Marconi y será imposible olvidar el olor a orín y a excremento que había en los pasadizos repletos de ranchos, de perros y de pibes revisando la basura.
Hace 40 años que pasan cosas horribles en el Marconi. Lo de esta semana fue una más, horrible, pero una más al fin.
Aquellos pibes que hace 40 años pasaban tirando carros, nunca salieron de ahí. Ni ellos, ni sus hijos, ni los hijos de los hijos. Porque si vivis en el Marconi y tuviste hijos y no te moriste antes de esas muertes imprevistas que a veces ocurren en esas zonas, ahí podés ser abuelo con 30 años, mamá con 15 y con 10 tenés muchos kilómetros de calle recorridos.
Apenas uno de cada 10 muchachos termina el liceo. Hay quienes dicen que es mucho peor ahora por la pasta base y todo lo demás, pero en aquellos días, hace 40 años, conocí a muchos que solo iban a la escuela de General Flores y Guerra porque ahí daban de comer. Y era lo único que comían en todo el día.
Hace 40 años. Hay algunos, de esos que solo conocen al Marconi en períodos electorales, que dicen que en esto de la seguridad pública no hay herencia maldita. La visión cortoplacista de nuestros hombres públicos no es sólo hacia adelante; también tienen roto el espejo retrovisor. No sé dónde estarían hace 40 años, ni sé si saben a qué huele un rancho levantado en el medio de la mierda y el orín. Hace 40 años que viven entre la mierda y el orín y eso no les da patente de nada ni los pone por encima de la ley. Pero lo extraño no es que haya pasado lo que pasó en estos días; lo extraño es que no pase más seguido.
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