lunes, 8 de octubre de 2012

Pando 8 de octubre de 1969



Enviado por Nestor Peralta Larrosa (fue herido de gravedad el 4 de julio de 1970 por un custodia de un jerarca estatal cuando se realizaba una acción tupamara)


LA SENDA ESTÁ TRAZADA, NOS LA MOSTRÓ EL CHE!

Ese día se levantaron con la calma de todos los días. Los integrantes del grupo iban saliendo para alcanzar los vehículos que según el plan debían tomar. No todos fueron con la funeraria. La mayoría tomaron el 4. Antes de salir, Salerno tomó la guitarra y le cantó a Pablo una canción desconocida en Uruguay. Luego tomó sus escritos, canciones suyas, y otros escritos suyos y se los regaló a Pablo. A éste le pareció un gesto extraño, pero guardó cuidadosamente ese regalo apreciado. Cuando subieron al 4, por precaución miraron a los pasajeros, y les pareció percibir que otros jóvenes desconocidos, como ellos iban viajando hacia el mismo destino. Un destino común que no solo era la ciudad de Pando, sino un destino de vida y ... de muerte.
Salerno y Pablo, llegaron con unos minutos de antelación, y entraron a tomar una grapa en un boliche. Salerno estaba feliz, y le dijo a Pablo, "me siento realizado", y fueron hacia la comisaría. Por el camino Pablo que iba de pantalón gris, y camisa celeste, se puso una corbata, un gorro gris y se colocó en la manga izquierda una escuadra de cabo, y la pistola en la canana. A la hora exacta entraron en la Comisaría. El Comisario saludó al cabo de la Fuerza Aérea Pablo, cuando ingresó en el cuartel, acompañado por Salerno. El flaco le sonrió a Pablo por última vez, cuando vió detrás del Comisario, sobre la pared, las fotos de los requeridos más "peligrosos"..., entre los que estaba la de Pablo.
Ya habían entrado los demás integrantes del grupo, excepto Enrique que llegó unos dos o tres minutos tarde, ya que había ido con el Coordinador general de la Operación. El objetivo del grupo fue realizado con mucha efectividad. Todos los policías fueron encerrados en los calabozos (al menos por el tiempo que durara la operación y vinieran sus pares a liberarlos).Minutos más tarde el Coordinador dió por terminada la operación de la toma de Pando. Un vehículo manejado por el Hugo, pasó a recoger a todos los de este grupo. Salerno sale y se sube a otro coche. Pablo le dice, "no flaco, nuestro auto es éste". El flaco no quiso hacer caso.
Pablo, y otros dos compañeros llegaron a la calle donde debería estar el coche que los llevaría al cantón. Pero el coche no estaba. El Hugo siguió camino para dejar el auto abandonado. Los demás decidieron tomar el ómnibus, cargados con bolsos llenos de fierros. Iban contentos por la labor cumplida. En el camino, el ómnibus se cruzó con muchas chanchitas... e incluso ya se oían noticias inquietantes en alguna radio a transistores. Pero no daban crédito a lo que oían, porque pensaban que todo había salido bien. De a poco, el grupo fue regresando a casa, menos el flaco. Pensaron que se había atrasado por haber tomado el coche que no correspondía. Pero de pronto escucharon los nombres de los ejecutados en Pando, Cultelli, Zabalza, y ... Salerno!
Los del grupo estaban en shock pero habían aprendido a controlar sus emociones y no debían quebrarse. En silencio, aprontaron las cosas para mudarse del local. La guerrilla urbana exigía rapidéz para abandonar los locales luego de sucesos como este. Salerno era el inquilino titular de la casa, y ésta sería inmediatamente allanada.
Pablo tomó el regalo que le hizo el flaco, y al poco tiempo se lo hizo llegar a la familia Salerno. Luego se enteró que la familia le pasó a Viglietti ese legado y que Daniel grabó las canciones de Jorge Salerno con letras de Julian García Y una por completo de Salerno , "La senda está trazada."
Algunos años más tarde, Pablo se encuentra en un calabozo tirado sobre el piso de adoquines, ojos vendados, cabeza encapuchada, manos atadas atrás con alambre, y piensa en Salerno. Ahora podía dejarse llevar por la emoción, y lo recuerda cantando la canción que el flaco le interpretó aquel 8 de octubre. A Pablo le sorprende conocer la letra de una canción que sólo había escuchado una vez, y la canta mentalmente. "Qué sabes de cordillera si tu naciste tan lejos, hay que conocer la piedra que corona el ventisquero, hay que recorrer callando los atajos del silencio."

Los atajos del silencio y los de la memoria, iban de la mano de Pablo.

Pasarían muchos años más para que Pablo se enterara de quien era esa canción, y fue cuando escuchó un disco de su autor, el cantautor chileno Patricio Manns.

"Llevamos cuatro siglos trabajando al sol, no haciendo otra cosa que cambiar patrón", de "La senda está trazada", autoría de Jorge Salerno.



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 La toma de Pando

 Ataque al Cuartelillo de Bomberos.
13:00- 13.18hs


Esta acción fue llevada a cabo por una sección de la Columna 15, a cargo de Arturo Dubra Díaz.
Los tupamaros habían reconocido el blanco, al menos en seis oportunidades y en esta ocasión llegaron en ómnibus de COPSA (Cooperativa de Óminbus de Pando, Sociedad Anónima).
Los sediciosos que llevaron a cabo la acción se reunieron en un bar cercano, frente al Control de ómnibus y a media cuadra del Cuartel de Bomberos, edificio que se hallaba junto al de la Comisaría. A las 13:00hs, el grupo de hombres avanzó sobre el blanco y lo copó, capturando desprevenidos a los bomberos -cuerpo entonces militarizado- que fueron llevados al fondo del Cuartel y puestos contra la pared, con las manos en alto.

En la captura del Cuartel se dieron escenas casi de comedia. Cuenta Alberto Iglesias Pacheco: "... hay una anécdota de un compañero que encuentra a uno de los bomberos en el baño meando, le dice "arriba las manos" y el tipo le dice "no jodas" y siguió en lo suyo, porque no sabía qué estaba pasando" (1). Y agrega Arturo Dubra Díaz: "Tomar el cuartel de bomberos fue fácil, pero muy demorado, porque los bomberos decían: "voy a buscar el termo" y se metían para adentro de los placares y repetían: "yo no tengo nada que ver, quiero mi termo", no entendían que el cuartel estaba tomado. Al final logramos controlarlos en el fondo..." (2)

Al sonar los disparos en la Comisaría, los civiles y algunos policías se acercaron al cuartel, pero aparentemente no intervinieron. Un voluntario, sin embargo, fue a tomar un ómnibus de COPSA y poco después de las 13 hs avisó al móvil de Policía Caminera ubicado en el Instituto Rubino. La alarma había sido dada y todo era cuestión de tiempo.

En total, en el Cuartel de Bomberos fueron reducidas 15 personas entre bomberos, policías y particulares.
A las 13.18 hs comenzó la retirada de la columna tupamara y tras una volanteada, los participantes ingresaron a uno de los vehículos robados -posiblemente uno de los Cadillac, conducido por Arturo Dubra Díaz- que los estaba esperando. De allí, el grupo marchó hacia el cementerio donde, como ya se dijo, notaron la falta de vehículos, por lo que algunos sediciosos volvieron a la ciudad a conseguir otros transportes. El grupo de Iglesias Pacheco quedó al final de la retirada, con 14 o 15 tupamaros amontonados en un Cadillac con capacidad para 7 o 9 personas. Los grupos se habían mezclado y en el automóvil iba no solamente la gente que atacó el Cuartel de Bomberos, sino la Comisaría y otros blancos. Muchos no se conocían -pues estaban compartimentados- y no había un mando común.
El Cadillac conducido por Dubra Díaz siguió a otro vehículo que transportaba sediciosos de la Columna del Interior y al llegar al empalme de Camino del Andaluz y Toledo Chico -a 24km del cementerio de Pando- desvió hacia Camino del Andaluz, donde se produjeron los primeros enfrentamientos con la Policía. primero con un Patrullero de Policía Caminera a la salida de Suárez y luego con un bloqueo mucho más serio de dos vehículos policiales -uno de Radiopatrulla y otro de Caminera- sobre el puente del Arroyo Manga. Enfrentados a este bloqueo imprevisto, alrededor de 23 sediciosos abandonaron sus vehículos y se echaron a correr por campos cercanos y zonas de chacras, que les eran totalmente desconocidos, dirigiéndose sin saberlo hacia lo más fuerte del cerco policial, en grupos de 2 y 3 personas. Todos ellos iban armados, pero tenían pocas municiones. Otros tupamaros vieron venir una pequeña pickup roja marca "Gutbrod": se trataba de un vehículo "legal" en el que viajaban Raúl Sendic Antonaccio y Augusto Gregori Souto. Sendic desciende para decidir qué hacer y al ver que muchos corren huyen hacia los campos les grita en vano: "No corran, carajo" (3), esperando quizás que volvieran a los vehículos y enfrentaran a las fuerzas policiales.
Mientras el sedicioso Germán González Romay, rodilla en tierra, dispara con una carabina Springfield (otros dicen que con un Máuser) sobre la Policía, el resto dan vuelta a pulso la Gutbrod y desandan el camino recorrido, sin mayores inconvenientes. González Romay se queda a cubrirlos y luego huye también por los campos. Posteriormente, será capturado.

En este momento un helicóptero Hiller llega a la escena, junto con dos AT-6 "Texan" que observan volando en círculos y marcando los blancos a las tropas de tierra. Grupos de 10 y 15 efectivos bien armados de las Guardias Republicana y Metropolitana caen sobre los sediciosos. Iglesias Pacheco, Dubra Díaz, Enrique Osano Larrosa -herido en una pierna por otro tupamaro (4) -, Conrado Fernández Cabeles y Élida Baldomir Coelho pretenden ocultarse en un rancho abandonado por sus ocupantes, pero al quedarse sin municiones se entregan, son capturados por la Policía y llevados a la Jefatura de Policía de Montevideo
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Citas:

(1) Rolando W. Sasso; 8 de octubre de 1969 - La toma de Pando; Editorial Fin de Siglo; Uruguay; 2005; pág. 142.

(2) Idem.

(3) Idem; pág. 254.

(4) Jose Iglesias Pacheco. Él mismo lo reconoce en el libro de Rolando Sasso; pág. 149.


 El Asalto del Banco República.
13:00 a 13:15?


Esta maniobra fue realizada por la Columna del Interior, a cargo de Raúl Sendic Antonaccio. Los sediciosos también había relevado su blanco, viajando frecuentemente en el ómnibus 4 de AMDET (Administración Municipal de Transporte), que por aquellas épocas llegaba hasta Pando. Los sediciosos contarían con un remise y la Volkswagen Kombi robada y pintada de azul.

Al prepararse el ataque, una parte de los sediciosos llegó en el cortejo fúnebre, debiendo amontonarse en los remises cuando a uno de ellos se le partió la palanca de cambios y debió ser abandonado en el kilómetro 41. El grupo que debía apoyar la toma de la Seccional de Pando no llegó a intervenir en tal función por no ser necesario, como ya se ha dicho. Entonces, se unieron al asalto del Banco República.
Los tupamaros llegaron en un automóvil, Oscar Puig Iturralde tomando el papel de "alto ejecutivo" y Sendic Antonaccio como su secretario, ambos vestidos de traje y corbata. Supuestamente los hombres se hallaban a cargo de una remesa de cambio, y contaban con custodia -Félix Bentín y Raúl Bidegain Greissing disfrazados de policías y armados con ametralladoras. Rápidamente, reducen al Policía de custodia en el Banco y luego a dos cajeros. En rápida sucesión y sin resistencia, 27 personas son reducidas en el banco: 16 empleados, 10 clientes y un policía, todo en menos de un minuto.
Es en este momento que a la sediciosa Nybia González Bonilla se le escapa un tiro de su revólver 32, el que hiere en el vientre al tupamaro Fernán Pucurull Sáenz de la Peña (1). Pucurull debe ser transportado a uno de los remises y acostado en uno de los asientos, como camilla improvisada.
El dinero es guardado en bolsas de arpillera, mientras José Solsona Acosta se sube a un mostrador y espeta una arenga que pretendía justificar el asalto. Los choferes de Martinelli se hallaban aún maniatados en la Kombi, que esperaba afuera. Bidegain Greissing montaba guardia en la bocacalle, aún vestido de policía. El dinero (entre 40 y 50 millones de pesos de la época) se guarda en la Volkswagen Kombi.

La operación iba atrasada y en sus prisas -increíblemente- los sediciosos olvidan dentro del Banco a uno de sus compañeros, el cañero Juan Carlos Rodríguez Ledesma, quien se hallaba custodiando a los prisioneros en la gerencia. Rodríguez Ledesma, revólver en mano, será capturado pocos minutos después por la Policía.

Luego de abandonar el Banco, el grupo sedicioso se dirige hacia el cementerio, lugar de reunión, donde Pucurull Sáenz de la Peña es trasladado al furgón de la funeraria. Oscar Puig Iturralde, con David Melián y otros, huye en uno de los remises Cadillac. El resto se desplaza en la Kombi. La pickup Gutbrod "legal" se hallaba estacionada a un lado de la ruta de escape, y a ella ascendieron Sendic Antonaccio y Gregori Souto poco antes del bloqueo.
Al producirse el enfrentamiento en el puente del Arroyo Manga, el dinero del Banco República es pasado a la pickup Gutbrod roja, en la que huyen Augusto Gregori Souto, Sendic Antonaccio, Bidegain Greissing, Félix Bentín y otros 4 tupamaros. Luego de cruzarse con 4 o 5 móviles policiales, los tupamaros -por indicación de Sendic- esconden el dinero robado en una cuneta, Allí lo encontraron unos niños, que llamaron a la Policía. Los ocupantes de la Gutbrod la abandonaron en el kilómetro 19 de Camino Maldonado, tomaron un ómnibus 4 de AMDET rumbo a Montevideo, y se dispersaron.

Al día siguiente, Gregori Souto concurrió a buscar a dos sediciosos escondidos en el "Local 54" -propiedad del PCU- y cayó en una ratonera, siendo capturado con Ruben García Bianchimano y Nybia González Bonilla. Bidegain Greissing, que vió la escena desde lejos, consigue escapar.

José M. Solsona Acosta fue capturado después de dejar atrás a Ricardo Zabalza Waksman. Germán González Romay y Yamandú Rodríguez Olariaga fueron testigos de la detención de cuatro de sus compañeros en un rancho abandonado, como ya se indicó. Poco después ellos mismo fueron capturados.
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Citas:

(1) González Bonilla será capturada al día siguiente y encarcelada. Creyendo que había matado a Pucurull, tendrá problemas psicológicos en prisión.


 El Asalto del Banco La Caja Obrera de Pando.
13:00 a 13:20?


Este atraco fue perpetrado por 9 miembros de la Columna 5, siendo responsable Eleuterio Fernández Huidobro. El comado estaba formado por sediciosos muy jóvenes y de poca experiencia. Los asaltantes lse trasladaron a su blanco en ómnibus y otros vehículos, reuniéndose en la plaza de la ciudad.

Al comenzar la acción, los tupamaros entraron al banco en grupos de a 2, distribuyéndose en posiciones preestablecidas: Ricardo Zabalza Waksman y Alfredo Cultelli Acevedo, que se ubicaron en la puerta, fueron los últimos en entrar. Luego de tomada la Comisaría y dada la señal por el Coordinador, comenzó el asalto, entrando Zabalza y Cultelli al grito de "esto es un asalto, somos tupamaros" (1). Los empleados y el público no reaccionaron, por lo que los sediciosos pasaron detrás de los mostradores y comenzaron a embolsar el dinero, unos 7 millones de pesos de la época. Un policía proveniente de la calle fue desarmado por Andrés Cultelli, que realizaba un atraco similar en el Banco Pan de Azúcar, a escasos 35m de distancia.

Luego de efectuado el robo y la habitual volanteada, el grupo tupamaro se dirigió a la puerta del Banco. Aquí sí se presentaron problemas, cuando el agente de Policía Heber Roncio comenzó a disparar contra los asaltantes, forzándolos a retroceder. ¡Uno contra nueve! El grupo de Huidobro se parapeta y responde el fuego con varias armas largas, entre ellas al menos una subametralladora. Las balas hacen volar la gorra al Policía, que se lanza al suelo detrás del remise tupamaro. También alcanzan los neumáticos del remise, su medio de fuga. Los asaltantes, creyéndolo muerto, suben al vehículo, el que fue conducido por Yamandú Rodríguez Olariaga. Al retirarse, sin embargo, el Agente Roncio dispara contra las ruedas. Un poco más adelante, un segundo Agente de Policía, Ramón Brito, que ya había disparado contra el Peugeot de Amodio Pérez, se planta en la calle delante del remise y dispara contra el parabrisas. Los sediciosos responden con ráfagas de subametralladoras y disparos de armas cortas. En este intercambio de disparos es alcanzado el civil Carlos Burgueño, totalmente ajeno a los hechos.

Burgueño debió haberse ido a Montevideo en el ómnibus de las 12.50 hs, pero se quedó en un bar tomando unas copas. Al oir disparos en la calle, Burgueño y el dueño del bar se acercaron a la puerta, recibiendo Burgueño una bala que le alcanzó en el hombro y se desvió hacia abajo, provocándole la muerte.
Los tupamaros han negado sistemáticamente haber disparado la bala que mató a Burgueño, aduciendo que se trataba de una bala 0,38" de las armas policiales. Esto es la mitad de la verdad, pues como testificó el Señor Minvielle, de la empresa Martinelli, los tupamaros que los encañonaron tenían revólveres calibre 0,38". Además, las armas capturadas a los sediciosos por la Policía durante el operativo de cerco de Toledo Chico y detalladas por el Coronel Sergio D'Oliveira comprendían 3 revólveres calibre 38 (2). Aunque el episodio nunca ha podido ser totalmente esclarecido, no puede afirmarse con honestidad que los tupamaros no tenían armas de ese calibre, cosa que hace el escritor tupamaro Sasso cuando escribe "La policía y la prensa señalaron a los guerrilleros como responsables de esa muerte, pero luego se comprobaría que el hombre murió de balas policiales" (3). Pero supongamos que ouede dudarse de D?Oliveira... Entonces, es otro tupamaro, Ruben García Bianchimano, quien se encarga de darle el mentís a Sasso, en su propio libro: "Cuando tuvimos el segundo tiroteo, me di cuenta que a la pistola que yo tenía se le había roto el "muelle real" y cuando hacemos el trasbordo a los otros autos, a mí me tocó subir al remise que manejaba Arturo Dubra. Allí estaba el "Flaco" David Melián, que había participado con la Columna15 y me pasó un 38 que había sido recuperado de la seccional" (4). A confesión de parte, relevo de prueba, dice la norma.

El remise de la Columna 5 llega al cementerio de Pando, último y muy rezagado, con todos sus neumáticos en llanta, por lo que debió ser abandonado. Los sediciosos se repartieron entre los otros vehículos, recargándolos y disminuyendo su velocidad a no más de 40 - 50km/h, en un momento en que la velocidad era un factor vital para la huída. El plan de escape estaba mortalmente distorsionado, pues ya no había margen de maniobra.

Fernández Huidobro subió a la Volkswagen Kombi con Zabalza Waksman. Ruben García Bianchimano subió al remise de Arturo Dubra Díaz; los hombres se mezclaron y perdieron sus mandos.
Eran las 13.20 hs al partir los vehículos tupamaros del cementerio. Cuando la comitiva llegó a Suárez vieron un helicóptero sobrevolando la zona (5). Iban hacia una trampa, aunque nadie lo quiso admitir. Dice Fernández Huidobro: "todas estas demoras se van sumando a la que hubo al tomar la comisaría... con lo cual se acumulan un montón de minutos de demora... habíamos hecho muchas veces ese trayecto y habíamos cronometrado cuánto demoraban en llegar los policías a posiciones de cerco y era muy exacto el tiempo para evadir la represión y entrar en la gran ciudad (...)
"Yo creo que la operación había que haberla suspendido cuando fracasó la toma de la Comisaría en tiempo normal, porque era obvio que iba a pasar todo eso... porque era fatal que el cerco se iba a instalar antes de llegar a Montevideo. Era un tema de mirar el reloj"
(6).

Al llegar al bloqueo sobre el puente del Arroyo Manga, algunos abren fuego sobre los vehículos policiales y otros huyen atravesando campos. García Bianchimano y Nybia González Bonilla se refugian en una chacra y el primero se hace pasar por el chacarero, remangándose los pantalones y quitándose la camisa. La policía los pasa por alto. A la noche, ambos huyen, ascienden a un ómnibus, refugiándose en el "Local 54", un enterradero del PCU en la calle Santiago Gadea, sin saber que el local estaba "quemado". Al día siguiente, son detenidos por la Policía, junto con Augusto Gregori Souto, que los va a buscar.

El resto del grupo se dispersa por los campos: Fernández Huidobro, junto con Oscar Puig Iturralde (de la Columna del Interior) cruzan un arroyo en su huída. Luego de ser tiroteados, son capturados por un grupo de la Guardia Metropolitana que los estaba esperando. Según dice Fernández Huidobro, se salvaron de ser ejecutados allí mismo por la intervención de un Oficial.

Jorge Salerno Schiaffino, Alfredo Cultelli Acevedo y Ricardo Zabalza Waksman murieron en enfrentamientos, como veremos más adelante.
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Citas:

(1) Rolando W. Sasso; 8 de octubre de 1969 - La toma de Pando; Editorial Fin de Siglo; Uruguay; 2005; pág. 186.

(2) Sergio D'Oliveira; El uruguay y los tupamaros; Volumen Nº 81 del Departamento Editorial "General Artigas" del Centro Militar; Montevideo; 1996; pág. 321.

(3) Rolando W. Sasso; Op. cit; pág. 135.

(4) Idem; pág.188.

(5) Los tupamaros hablan de dos helicópteros, pero según D'Oliveira solamente se utilizó uno.

(6) Rolando W. Sasso; Op. cit; pág. 189.

 El Asalto del Banco Pan de Azúcar.
13:00 - 13.15?


Este asalto fue realizado por la Columna 1, siendo responsable Andrés Cultelli Chiribao, padre de Alfredo Cultelli Acevedo, que resultaría muerto en la acción de Pando.
Curiosamente, es poca la información que brinda sobre este asalto el libro de Rolando Sasso. Tampoco dice nada acerca de los miembros de esa Columna que participaron en el asalto al Pan de Azúcar.

En la acción intervinieron 6 tupamaros, que a las 13.00hs ingresaron al Banco, redujeron a los funcionarios y hurtaron 3 millones de pesos. El asalto se efectuó sin incidentes, aparte del desarme de un Policía que se acercaba, arma en mano. Además de robar dinero, los tupamaros se llevaron el coche del gerente del banco, un Citroen, ya que el remise que estaba destinado para la huida del grupo sedicioso quedó en el kilómetro 41 de la Ruta 8, con la palanca de cambios rota. El grupo de Cultelli evacuó el local y se retiró al punto de concentración, siendo el primero en llegar a él.

Al parecer, por referencias de otros sediciosos (1), el Citroen desvió hacia Cuchilla Grande y entró a Montevideo por la zona de Colón
No se disponen de más datos.
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(1) José Mujica Cordano.


 El Ataque a la telefónica estatal, UTE
13:00 a 13:15


Esta acción fue llevada a cabo por 7 miembros (seis hombres y una mujer) de la Columna 10, siendo su responsable José Mujica Cordano.

Mientras Raúl Gallinares Piazza (chofer del remise) se quedaba en el vehículo, varios de los sediciosos ingresaron al local de la UTE, haciéndose pasar por agentes de Investigaciones que habían recibido una alarma de bomba y debían revisar el edificio. Rápidamente, los funcionarios fueron reducidos y encerrados en un cuarto, mientras los tupamaros cortaban con unas tijeras de largas hojas los cables de teléfono (1) ubicados en la azotea y desconectaban los acumuladores eléctricos para cortar la corriente de todas las líneas telefónicas de la ciudad.
Según afirma el propio Mujica Cordano, "... tuvimos que conversar con los operarios y pedirles colaboración... Ellos indicaron dónde estaban los acumuladores y se cortó la corriente" (2).
Sin dudas que una "conversación" a punta de pistola debe haber sido muy cordial.

El agente Antonio Tejera entró corriendo desde la Comisaría para dar la alarma, pero fue detenido y desarmado, siendo luego entrado a empujones al local.

El corte de los teléfonos provocó un efecto inesperado. Según Mujica Cordano: "De a poco, la gente comenzó a alborotarse y a aglomerarse en la calle y empezó a caer en la telefónica para reclamar por los servicios cortados. Recuerdo que era una multitud de gente, fueron tantos los reducidos en un momento, que tuvimos que repartirlos en dos cuartos" (3)

Luego de una volanteada, los sediciosos abandonaron el lugar en un remise y se dirigieron hacia el cementerio, lugar de reunión. El remise partió en segundo lugar, detrás del furgón de la funeraria. El coche dio un rodeo hacia Cuchilla Grande, ingresando a Montevideo por la zona de Colón y escapando del cerco policial. En el límite departamental los esperaba Mauricio Rosencof Silberman, por lo que los sediciosos abandonaron el remise, subieron a un automóvil "legal" y desaparecieron, dispersándose más tarde.
Para terminar, el grupo se introdujo en un bar ubicado en Larrañaga y General Flores "para escuchar la cantora [radio], y tomar una cerveza" (4).
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Citas:

(1) Téngase en cuenta que por esas épocas las centrales telefónicas utilizaban aún paneles y clavijas para establecer las conexiones. El corte de algunos cables dejaba sin línea a todos los usuarios.

(2) Rolando W. Sasso; 8 de octubre de 1969 - La toma de Pando; Editorial Fin de Siglo; Uruguay; 2005; pág. 164.

(3) Idem; pág. 165.

(4) Idem; pág. 166


 La Policía Caminera del Rubino: el error más grave

En las cercanías de la ciudad de Pando, en el kilómetro 29 de la Ruta 8 se hallaba el Instituto "Miguel Rubino" de Investigación contra la Fiebre Aftosa. Allí se estacionaba siempre un Patrullero de Policía Caminera.
Quizás comprendiendo la importancia clave de esta pieza suelta, el tupamaro Mauricio Rosencof Silberman anotó: "Estábamos relevando la zona cuando vimos que había un lugar muy vulnerable. Era un patrullero ubicado fuera de la ciudad y con comunicación propia. El "Pepe" [Mujica Cordano] dijo "yo vengo con un carro, me pongo al lado y cuando empiece la bronca lo tranco". Toda esa propuesta se elevó, pero no nos dieron pelota y por ahí hizo agua Pando" (1).
De la misma idea fue Ruben García Bianchimano, quien le confió a Rolando Sasso: "Con respecto a eso quería decirte que en nuestras idas a Pando para los relevamientos vimos otra caminera parada. Era la que siempre estaba en el Rubino. Planteamos tomar esa caminera, lo cual no implicaría muchos movimientos más, pero permitiría más tranquilidad. No fue aceptado. Y resulta que fue a través de esa caminera de donde se radió la denuncia de la toma de Pando... Fue un error que se podría haber subsanado" (2)
Se adujo que esa operación hubiera sido demasiado visible y riesgosa, ya que cualquier auto circulando por la Ruta 8 podría percatarse y dar la alarma. Fue un error garrafal, fruto de subestimar al enemigo.

Prácticamente al comenzar la operación, un vecino que había oído los disparos en la Comisaría y vio caer los vidrios rotos, notó "mucho movimiento y ningún agente en la puerta" (3). El vecino se asomó a la puerta de la Comisaría y fue inmediatamente reducido. Un segundo vecino de Pando, notando ese hecho, corrió primero a un teléfono, pero ya éstos no funcionaban. Con tranquilidad, ascendió a un ómnibus 7A de COPSA y se trasladó 2 km por la Ruta 8 hasta el "Rubino". Allí, poco después de las 13:00hs, informó a los ocupantes del Patrullero 57 -Cabo Julio Marín Bencochea; chofer Waldemar González y agente Orlando Travella- que "un grupo de hombres armados copó hace unos minutos la Comisaría de Pando" (4). Aunque los policías dudaron inicialmente, y solicitaron documentos al infromante (cuya identidad aún hoy se desconoce, por razones obvias), la insistencia del hombre provocó que llamaran a la Central de la Policía Caminera en Montevideo (ubicada en 8 de Octubre casi Abreu), que les ordenó concurrir con precaución a la Comisaría asaltada. Inmediatamente se alertó al Radio Patrulla y se movilizaron las fuerzas de choque, que se desplazaron por la Ruta 8 hacia Pando poco antes de las 13.15 hs, es decir en el preciso momento en que los sediciosos abandonaban sus blancos. Como hemos mencionado, algunos vehículos tupamaros se cruzaron con los patrulleros que partían.
Sorprende hoy esta rapidez de respuesta, pero el hecho es que las autoridades esperaban un golpe tupamaro en el aniversario de la muerte de Guevara, aunque no sabían dónde sería.

Cuando el Patrullero 57 llegó a la Comisaría, halló que ya había sido abandonada por el comando tupamaro, confirmó los hechos y en la puerta del Banco República detuvieron al sedicioso Juan Carlos Rodríguez Ledesma, que había sido olvidado en la huída por la Columna del Interior.
El Patrullero 57 siguió la pista de los asaltantes y por referencias de vecinos constató que éstos habían tomado en dirección a Camino de las Piedritas. Siempre en contacto por radio con la Central, el patrullero siguió a los remises y comunicó que los sediciosos se desplazaban por Camino del Andaluz hacia Montevideo. Alertado el patrullero 59 (ubicado en el kilómetro 8 del Andaluz), se le ordenó interceptar la caravana, pero el Sargento Próspero Silva -a cargo del móvil- no lo hizo, al pensar que realmente se trataba de un cortejo funebre. Enterado de su error, se unió al Patrullero 57 en persecusión de la caravana..
En el kilómetro 3 y medio, se hallaba de guardia el Patrullero 41 de la Policía Caminera, cuyos ocupantes vieron pasar los vehículos: dos coches Cadillac, una Volkswagen Kombi de color azul y una camioneta pickup roja marca Moto Standard (la Gutbrod).
En las inmediaciones de Toledo Chico, el Móvil 20 del Radio Patrulla de Montevideo y el Patrullero 61 de Policía Caminera cerraron el paso a los vehículos tupamaros. Varios sediciosos, en lugar de enfrentar a la pequeña fuerza policial, abandonaron sus coches y se internaron en los campos y chacras cercanos. Unos pocos se parapetaron tras los remises y abrieron fuego, pero poco después también echaron a correr. La Gutbrod roja viró y se escabulló por Camino Cruz del Sur, llevándose a Sendic Antonaccio, Gregori Souto, Bidegain Greissing y otros cinco tupamaros.

Pero otros Móviles de Caminera se acercaban, al mando de su Jefe, el Director Baldomero Torres. Eran las 13:40. Comenzaba el cerco.
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Citas:

(1) Rolando W. Sasso; 8 de octubre de 1969 - La toma de Pando; Editorial Fin de Siglo; Uruguay; 2005; pág. 163.

(2) Idem; pág. 188.

(3) Idem; pág. 170.

(4) Idem.


 El cerco de Toledo Chico.
Los cuatro muertos.


Luego de darse la alarma, convergieron sobre Toledo Chico 120 hombres del Escuadrón de Seguridad de la Policía, 15 Patrulleros, 12 grupos de Choque de la Guardia Metropolitana (120 hombres al mando del Coronel Alfredo Rivero), y varios equipos de la Guardia Republicana al mando del Mayor Angel Barrios -todos ellos motorizados- . Se contó con la colaboración de un helicóptero Hiller de la Fuerza Aérea Uruguaya y de un Grupo de Choque Motorizado del Ejército, proveniente de una Unidad cercana. En total, casi 400 hombres de las fuerzas del orden. (1)

Como ya se ha dicho, los tupamaros abandonaron en la ruta dos remises Cadillac y una Volkswagen Kombi, para lanzarse a correr entre campos y chacras.

Arapey Cabrera Sureda y Jorge Salerno Schiaffino, marchaban a través del campo, cuando apareció el Patrullero Nº 17 de Policía Caminera, por Camino Repetto. Los dos sediciosos intentaron refugiarse en un bosque de eucaliptos cercano a la Escuela "Capra" y uno de ellos arrojó una granada que provocó algunos daños a un comercio local.
Según la primera versión, que figura en las "Actas Tupamaras"; pág. 180, (2) es la Policía quien primero abrió fuego, hiriendo a Cabrera Sureda en el brazo derecho. Salerno Schiaffino respondió disparando con un arma automática -aparentemente una Luger o una Máuser- y al quedar sin municiones se rindió, salió del monte, arrojó el arma al suelo y levantó los brazos, pero fue acribillado por las balas policiales. Cabrera Sureda fue detenido por efectivos de la Guardia Metropolitana y Republicana.

Una segunda versión, muy diferente, aparece en el diario "El Día": ésta afirma que del Patrullero Nº 17 desciende el agente Elbio Amorín, quien "Inició la persecusión, sólo, de dos extremistas que se refugiaron en un monte (...) Con el arribo de personal de la Metro, logró abatir a uno de los delincuentes y apresar al otro, herido" (3). Salerno tenía 24 años y era estudiante de Agronomía.
El 15 de noviembre de 1969, los tupamaros asesinaron al agente de la Guardia Metropolitana Carlos R. Sambrano Rivero, a bordo de un ómnibus 71 de AMDET, acusándolo por la muerte de Salerno Schiaffino.

Cerca del lugar donde muere Salerno, en las cercanías de la Escuela "Capra", fue abatido Alfredo Cultelli Acevedo. Nuevamente, según la versión tupamara, el sedicioso se rindió y fue acribillado desde adelante y atrás. En realidad, como escribe Sasso, "ninguno de sus compañeros fue testigo de su muerte (4), por lo que las anteriores afirmaciones no pasan de ser conjeturas, más allá de que el muerto tenía una ráfga de ametralladora que le cruzaba el pecho.
Cultelli Acevedo tenía 18 años y era hijo de Andrés Cultelli Chiribao, ex edil que había intervenido en el robo del Banco Pan de Azúcar.

La Policía siguió rastrillando la zona, capturando más sediciosos. Dos de ellos, José Solsona Acosta y Ricardo Zabalza Waksman, penetraron en una granja a 500m de la escuela, propiedad de cierta familia González. Luego de recuperar el aliento, los tupamaros abandonan la casa y se enfrentan a la policía, que llegaba en un patrullero y un coche particular. Se produjo un tiroteo, pese a lo cual los tupamaros huyeron por Ombués, un camino secundario.
Según la primera versión, uno de ellos se parapetó detras un árbol, junto a una casilla de lata, y cubrió la huída de su compañero con disparos. Poco después, fue alcanzado por ráfagas de subametralladora (que podrían haber atravesado la casilla de lata), cayó aparatosamente y murió. Se trataba de Ricardo Zabalza Waksman.
La segunda versión -publicada por el diario "De Frente", de Federico Fasano- sostenía que Zabalza Waksman solamente fue herido por un disparo de fusil y que más tarde fue rematado a culatazos y de un tiro en la nuca.
Una tercera versión, complementaria de la anterior, afirma que Zabalza tuvo aún tiempo de echarle un discurso marxista a uno de los agentes que lo custodiaban.
Su padre, el ex senador nacionalista Pedro Zabalza afirmó en un reportaje a César di Candia -en el semanario Búsqueda; 18 de noviembre de 1993- que a su hijo "lo mataron mal, lo tendieron en el suelo y le pegaron un tiro en la nuca. Tiempo después, algunos oficiales de la Guardia Metropolitana vinieron a verme y me contaron lo que sabían del episodio" (5) Según Zabalza padre, "el que dio la orden de asesinarlo fue el Coronel Alfredo Rivero, jefe de la Metro[politana]" (6).
Zabalza Waksman tenía 20 años.

¿Puede haber influido en estos hechos las heridas que sufrió el Sargento de Radio Patrulla Enrique Fernández Díaz? Díaz estaba a cargo del mantenimiento de los vehículos, a pesar de lo cual solicitó ir, partiendo como chofer en el Patrullero Nº 28, junto con el oficial Jinares y el Sargento Pérez Contreras. Al producirse un enfrentamiento imprevisto, Fernández Díaz desvió el vehículo hacia la banquina y bajó por la puerta del conductor, recibiendo disparos "desde la arboleda" (7), según su propio testimonio. Fue herido en el brazo y en el vientre por una misma bala de alta potencia. Llevado al hospital y operado, el sargento falleció a causa de "una insuficiencia cardíaca" (segun el MLN), once días después.
¿Quién le disparó? ¿Salerno? ¿Fueron las muertes de los tres sediciosos una revancha por el sargento herido gravemente?
¿Es casual que los tres abatidos se hallaran en un radio de no más de 500m?
No tengo respuesta a estas preguntas, pero dan para pensar.

Como resultado final del cerco, 15 de los 23 tupamaros que huyeron por Toledo Chico fueron capturados (4 de ellos heridos) y 3 murieron en enfrentamientos. Solo 5 pudieron escapar, pero en los días siguientes otros 12 sediciosos serían capturados.
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Citas:

(1) Estos datos los proporciona el Cnel. Sergio D'Oliveira; El uruguay y los tupamaros; Volumen Nº 81 del Departamento Editorial "General Artigas" del Centro Militar; Montevideo; 1996; pág. 321.

(2) Rolando W. Sasso; 8 de octubre de 1969 - La toma de Pando; Editorial Fin de Siglo; Uruguay; 2005; pág. 173.

(3) Idem. Nota al pie.

(4) Idem; pág. 268.

(5) Idem; pág. 177.

(6) Idem.

(7) Idem; pág. 156.



 Código W-1

Por honestidad intelectual, les expongo estas afirmaciones que aparecen en las Actas Tupamaras:
"[Ricardo] Zabalza, se tirotea con la Guardia Republicana. Herido por una ráfaga de metralleta, se entrega. Camino al vehículo de la Republicana que dista unos 80m, ambos conversan. El agente le pregunta por qué no usó la granada que tenía. Zabalza le explica que el objetivo de la lucha del MLN no es matar policías, sino terminar con el sistema capitalista para tomar el poder y construir una sociedad mejor, igualitaria y fraterna.
"Llegados al vehículo, los agentes que allí estaban se abalanzan sobre el prisionero, clamando que hay que matarlos a todos, obedeciendo así el Código W-1 del presidente Pacheco [no tomar prisioneros]. El agente que lo tomó prisionero trata de calmar a la jauría, pero lo deja allí y parte de nuevo al campo.
"Luego aparece que Zabalza "fue muerto al tirotearse con la policía". Su cadáver presenta un balazo con orificio de entrada en la nuca y alojado en el frontal. Además, tiene hundimiento de cráneo producido seguramente por un culatazo"
(1)

Jorge Zabalza Waksman, hermano del muerto -quien no participó en Pando pues estaba preso- también habla del "código W1" en un reportaje que le hacen en CX36. Las palabras de Zabalza son estas, precisamente:"...el hoy todavía vivo General Alfredo Rivero, comandaba esa operación, con la orden directa de Pacheco Areco, código W1 de no hacer prisioneros, al que agarraban tenían que matarlo.
"Por eso la ejecución sumaria de 3 compañeros...
[y casi la] de Antonio Dubra que si no es el de Policía Caminera que dijo "este es mi prisionero", vinieron los de la Metropolitana y querían matarlo ahí en el acto, querían ejecutarlo. El Quique Osano [al] que también lo pusieron debajo de las ruedas de un camión y arrancaban el camión y en ese momento aparece el periodista, fotógrafo. Esa foto salió publicada en todos lados, no lo pudieron matar por eso (2).

¿Una persona herida de un balazo (o por ráfagas de metralleta) camina 80m y tiene aún aliento para dar a un Policía una perorata de amor y fraternidad? ¿Quién fue el testigo de estos hechos, que relataron los tupamaros que participaron en Pando y fueron encerrados en el penal Punta Carretas?

¿Daba Pacheco Areco sus instrucciones directamente a las autoridades policiales o estas actuaban con criterio propio? ¿Qué es esto del Código W-1?
¿Alguno de los foristas que actuó en la Policía sabe si existió tal cosa?
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Citas:

(1) Fernando Rodríguez; Actas Tupamaras; 19ª Edición; Editorial TAE; Montevideo; Noviembre 1994; pág. 179 a 181. Citado por (2) Rolando W. Sasso; 8 de octubre de 1969 - La toma de Pando; Editorial Fin de Siglo; Uruguay; 2005; pág. 17.

(2) Entrevista a Jorge Zabalza; Radio CX36 Centenario
http://www.radio36.com.uy/entrevistas/2 ... abalza.htm



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