. Partidario de crear una moneda única regional, el periodista uruguayo Raúl Zibechi, se muestra más confiado en los movimientos sociales que en los gobiernos progresistas de Latinoamérica. Este miércoles y jueves Zibechi estará en Chile presentando su último libro: Brasil Potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo (Quimantú), en el que analiza a la potencia de Latinoamérica.
Desde que en 1969 Raúl
Zibechi se vinculó al Frente Estudiantil Revolucionario (FER), ligada
al movimiento tupamaro uruguayo, las convulsiones dictatoriales y las
luchas sociales se le pegaron a la vida y a sus palabras.
Exiliado de las dictaduras en Uruguay y
Argentina, ayudó en la alfabetización de campesinos es España y sumó
fuerzas contra el militarismo de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN). Desde 1986 se dedicó a visitar, conocer,
conversar y comprender a diferentes movimientos sociales surgidos en
Latinoamérica. Sus historias cuentan sobre habitantes de las periferias
invitando a sus vecinos a hablar de política, los vínculos entre los
gobiernos progresistas del continente con el modelo extractivista de
recursos naturales, las juntas de buen gobierno en Chiapas o como en
algunos momentos de nuestra historia se ha dispersado el poder.
Dichas experiencias las acompaña con sus reflexiones en más de una decena de libros publicados. El último es Brasil Potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo,
en el que intenta “dilucidar cómo se configura la nueva potencia
regional y qué impacto tendrá en América del Sur”- según nos cuenta.
Se trata de “un debate con la tesis del
subimperialismo de Ruy Mauro Marini, formulada en los ‘70 y que daba
cuenta del carácter dependiente del capitalismo brasileño. Fue una
tesis importante que ahora no puede ser sostenida porque Brasil tiene
una capacidad autónoma de acumulación de capital no dependiente del
centro del sistema. En paralelo hay un intento de comprender lo que está
sucediendo con los movimientos luego de dos décadas de reflujo”.
Pese al poder que aún mantienen,
la confianza de los países y, sobre todo, de las multitudes respecto
del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional se ha erosionado
en los últimos años ¿qué futuro cabe a estas instituciones?
- Todo el sistema de Bretón Woods debe
ser rehecho. Aún es pronto para ver cómo. Aquello fue luego de la
Segunda Guerra, 55 millones de muertos y el centro capitalista, Europa,
destruida. No se depriman, pero aún falta mucha más destrucción para que
veamos alguna luz. No soy pesimista, sólo creo que de esa destrucción
nacerá el mundo nuevo que espero sea mejor. Pero no será en paz y calma
como va a cambiar la cultura consumista y del progreso que nos está
matando a fuego lento. La gente no va a cambiar por ideología sino
porque no podrá seguir viviendo como hasta ahora.
Pese a la lenta consolidación del Banco del Sur ¿qué importancia tiene para la región?
- La región necesita empezar a
desconectarse financieramente del Norte, y para eso el Banco del Sur
podría ser útil. El problema es que hay muchas contradicciones, que
Brasil no quiere, que los del Arco del Pacífico juegan a otra cosa, y
así. No creo que el banco avance rápido aunque sería necesario, como es
urgente crear una moneda regional para salir del dólar.
¿Qué demostró a tu juicio en el
equilibrio de poderes entre EEUU y Latinoamérica la reciente Cumbre de
las Américas realizada en Cartagena de Indias?
- Que la región ya no es el patio
trasero y que hay un proyecto serio de integración que avanza, despacio
pero avanza, y que incluye la creación de una América del Sur autónoma
de Estados Unidos en todos los terrenos, incluyendo el militar. La duda
es hasta dónde Brasil, o sea sus elites políticas y militares,
aguantarán la presión yanqui sin retroceder.
CHILE DESDE EL 2011
Usted visitó Chile a fines del 2011, en plena movilización de los estudiantes ¿qué recuerdos le quedan de dicha experiencia?
- Estuve en uno de los liceos ocupados,
el A-90, donde compartimos una jornada con los estudiantes y algunos
docentes. Creo que es una experiencia notable porque más allá de la
protesta, necesaria e insustituible, consigue poner en pie un liceo
autogestionado por los propios actores, sus docentes y estudiantes; y
establecen vínculos con los padres y el barrio. Me interesó mucho como
ellos mismos cambian la currícula y se apropian del centro en un sentido
no sólo administrativo sin creando nuevas relaciones sociales. Es, en
pequeño, parte del mundo nuevo posible.
¿Cuál es la importancia para el
prestigio del modelo neoliberal de las revueltas iniciadas por los
estudiantes en Chile del 2011?
- Muestran que toda la propaganda del
sistema sobre el éxito del modelo es falsa y que las estadísticas no
contemplan a las personas sino apenas datos sobre años de escolarización
y niveles de aprobación; datos cuantitativos que ocultan más de lo que
explican. Claro que no diría que el modelo ha fracasado. Por el
contrario, es exitoso en su propósito central: excluir a los jóvenes e
integrarlos como mano de obra barata. Contra ese lugar en el mundo se
rebelan.
El 2011 también nos dejó la
emergencia de la protesta ciudadana en los países del centro
capitalista; primero en Madrid (15-M) y después en Estados Unidos el
movimiento occupy ¿te sorprendieron?
- Creo que en esos movimientos hay dos
errores: el primero es pensar que 99% tenemos intereses comunes. Es
falso. Una parte de ese 99% tiene interés en que el sistema funciona y
siga excluyendo a los más pobres. La crisis de Ford y GM fue salvada por
los sindicatos del automóvil a través de sus fondos de pensiones que
capitalizaron a esas multinacionales. ¡Los sindicatos como salvadores
del sistema! Por otro lado, el sistema ha conseguido blindar al Estado a
través de dispositivos represivos muy sofisticados que impiden de hecho
la protesta. O sea, a corto plazo no va a haber desborde del aparato
represivo como hubo en Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela.
¿Pero qué posibilidades ve que dichos movimientos pasen del rechazo al neoliberalismo a la articulación de una nueva mayoría?
- Lo que decía nos debe hacer pensar en
cómo seguir. En Grecia quemaron en un día 50 edificios y no hubo un solo
muerto en dos años, lo que nos habla de una sofisticación de la
represión. Mi idea es que si estos movimientos consiguen pensar en el
largo plazo, en cómo salirse del sistema masivamente y por lago tiempo,
entonces será posible cambiar algo. Pero lo veo como una posibilidad
remota porque la idea propia de movimiento es algo cíclico, no
permanente.
¿Estos movimientos muestran a un nuevo sujeto político, los jóvenes cesantes o de trabajo precarizado?
- Los sujetos no se decretan, existen o
no existen por su vida integral, no sólo por manifestarse. En Chile, el
sujeto más contundente en el tiempo son los mapuche. Más allá de sus
tendencias sigue habiendo un sujeto mapuche con objetivos que no se
conforman con un par de reivindicaciones.
¿Y los estudiantes?
- Son la porción más politizada de los
pobres, en gran medida porque el sistema se encargó de encarcelarlos en
una celda virtual del no futuro. Pero su gran problema es que la
juventud dura un tiempo, unos años, y luego hay que ingresar al mercado
de trabajo y ahí se ofrecen solo dos alternativas: el trabajo informal y
el choreo, la delincuencia que dice el sistema. No tengo ningún reparo
moral en que roben, aunque estoy contra la violencia, sobre todo si la
ejercen contra otros como ellos. Entonces, toda esa energía debería ser
canalizada contra los responsables de la cárcel territorial y simbólica
en la que viven.
PROYECTOS POLÍTICOS
La izquierda tradicional apuesta
por convertir estas experiencias en proyectos políticos capaces de
ganar el gobierno ¿qué falencias y qué instancias echa de menos en ese
camino?
- No tiene el menor sentido. Se trata de
profundizar la crisis del sistema, de pedir más democracia, más
derechos, recargar al sistema con demandas como dice Wallerstein, hasta
que se hunda. Sin el hundimiento de lo que hay, no puede hacer nada,
absolutamente nada más que lo mismo que hay. Esto debe ser desmalezado
para que en el lugar de las hierbas malas crezca otra cosa. El gobierno
es el camino seguro para re-legitimar el sistema. De lo que se trata es
de que, a la vez que se profundiza la debacle, vayamos construyendo algo
nuevo: para sobrevivir y para que sea alternativa y punto de referencia
cuando se instale el desierto. El problema es que la caída y la
reconstrucción llevan siglos, no años ni décadas. Todas las transiciones
han sido de siglos. Eso hace que sea imposible una fuerza organizada y
un proyecto político. ¿Entonces? Creo que el hundimiento de lo que hay
se va a producir por sí mismo, podemos empujar algo, pero básicamente se
hará solo.
¿No hay que hacer nada entonces?
- No quiero dar la impresión de que no
hay que hacer nada. Lo peor es la guerra contra el sistema porque la
resiliencia funciona para los dos lados. O sea, el sistema aprende a
sobrevivir a los embates, se reforma y todo eso que vemos desde 1917.
Pero en lo que sí podemos trabajar arduo, es en crear economías y mundos
paralelos, aún muy pequeños, que persistan en el tiempo, para que
lleguen a iluminar la transición, para que cuando todo se hunda sean
capaces de mostrar que otra vida es posible.
Si bien en los últimos años hay
coincidencias de varios movimientos respecto de que el enemigo común es
el neoliberalismo y se necesita superarlo ¿qué puedes decirnos para
pasar de la suma de sensibilidades ecologistas, indígenas o de minorías
sexuales a un movimiento en que dichas sensibilidades tengan un camino y
un proyecto político común?
- No creo en los grandes movimientos que
tengan la ambición de unirlo todo. La unidad puede ser un problema más
que una solución. Los quechuas del Tahuantinsuyo fueron derrotados
cuando se cortó la cabeza del imperio y los demás fueron cooptados. Los
mapuche no, porque nunca tuvieron un centralismo ni unidad y fueron los
que mejor resistieron junto a los amazónicos. La cultural del Uno, como
ya advirtió Pierre Clastres, es sumamente peligrosa, sobre todo cuando
la empuñamos los que combatimos al sistema porque lo estamos haciendo
con sus armas. Es un error grave creer que las armas son neutrales. El
Estado, la organización fordista, centralizada, el proyecto y el
programa, son invenciones del capitalismo que no sirven para combatirlo.
De hecho, los movimientos han conseguido profundizar el capitalismo, no
limitarlo.
DESARROLLISMO Y CAMINOS PROPIOS
La carretera en el TIPNIS que
opone a pueblos indígenas con el gobierno de Evo Morales da cuenta de
una contradicción entre una izquierda desarrollista, preocupada en
elevar la calidad de vida de la población de sus países recurriendo a la
explotación de sus recursos naturales, con el interés de los indígenas
por preservar sus territorios y sus lógicas de uso. ¿Qué salidas ve a
este conflicto?
- A corto plazo ninguna. Va a ganar el
Estado porque tiene la fuerza material para ganar, pero a costa de
destruir la legitimidad del gobierno de Evo Morales. Tal vez un sector
del pueblo aymara consiga seguir adelante con su crítica del Estado
Plurinacional y del desarrollismo, y vuelva a levantar la propuesta de
reconstruir la nación aymara. Está sucediendo algo similar a lo que pasó
con la revolución de 1952 que fue expropiada por los gestores
estatales. Duró hasta que fue barrida. Ahora hay una enorme dificultad a
superar: deberán ser otros actores, otros sujetos, los que encabecen el
nuevo ciclo de protesta necesario para volver a replantear la
dominación. El ciclo de los varones ilustrados e iluminados, primero
blancos, luego mestizos e indios, está acabado. En el futuro será un
sujeto mucho más equilibrado cuyo seno está en las mujeres comunitarias,
los niños y los muy jóvenes, quienes serán actores decisivos.
¿La contradicción entre el modelo desarrollista y la preservación qué aprendizajes deja?
- Por supuesto cambiar desde el Estado
no es posible. Refundarlo tampoco. ¿Se imaginan un mapuche pensando en
refundar el Estado chileno? Una hechura colonial no puede ser refundada,
debe ser destruida y luego vemos cómo nos organizamos, si volvemos a
las fronteras étnicas, que no eran fronteras en el sentido actual, o qué
hacemos. La propuesta de cambiar desde el Estado sólo le interesa a los
dirigentes que aspiran a ser la nueva clase gobernante y dominante.
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
Chile, país rico con desigualdad muy alto
En Chile, y con amplio despliegue mediático, el Gobierno de Sebastián Piñera ha estado presentando cifras para demostrar la reducción de la pobreza y de la desigualdad social, gracias a la masiva creación de empleos. Pero los números parecen evidenciar otra cosa. Informa Alejandro Kirk desde Santiago. Conflicto Mapuche Los Niños No Mienten La mirada más que el relato refleja el sufrimiento de los niños. La violencia promueve más violencia. es posible que estos niños cuando sean jovenes tengan el corazon lleno de resentimeinto y ahí la violencia no parará. Es ahora cuando se debe para con la violencia.
Mapuches se congregan frente a sede de Unicef en Chile
En Chile los mapuches se han congregado frente a la sede de la Unicef, en la capital chilena, Santiago, para protestar, de manera pacífica, contra la violencia usada por la policía contra los niños de distintas comunidades. Nuestro corresponsal desde Santiago, Alejandro Kirk, tiene más detalles. .
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