Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta fueron investidos como reyes de Holanda tras la abdicación de Beatriz. .
El reino de Holanda es uno de los mayores del poder real económico, político y militar en el mundo
El padre de la reina Máxima, Jorge Zorreguieta una ausencia en toda la ceremonia.
No lo nombraron ni lo quieren en Holanda. Vergüenza real
"Jorge Zorreguieta, padre de Máxima, avaló la represión"
"Trabajé en la Estación Experimental de Pergamino del
Inta desde 1966 a 1976, luego fui cesanteado por la dictadura cívico
militar, Puedo afirmar que las autoridades del instituto recibieron
listas de detenidos, cesanteados y desaparecidos, elaboradas por los
directivos de las estaciones experimentales" indica Juan Carlos
Torchelli, ingeniero agrónomo.
"Era evidente que las autoridades de la Secretaría de
Agricultura, como Jorge Zorreguieta, sabían de la existencia de
listados que hacían en el Inta, no podían hacerlo sin su consentimiento.
El padre de Máxima fue presidente del Instituto de Tecnología
Agropecuaria (Inta), donde se registraron cuatro desaparecidos, 51
detenidos y despidieron a 800 trabajadores, de los 5 mil que había".
Siguen desaparecidos Marta Sierra, Carlos Alberto Costa Rodríguez,
Gustavo Rodolfo Giombini Moser y María José Rapela de Mangone,
embarazada.
Torchelli agrega que "algunos compañeros intentaron
hablar con el padre de Máxima, por el tema de los detenidos y
desaparecidos, pero no lograron nada".
"No tengo evidencias escritas, pero está claro que
Zorreguieta conocía esa realidad. Era miembro de la Sociedad Rural
Argentina, cercano a la Marina, fuerza que tomó al Inta, intervenido por
el capitán de corbeta Alberto Rafael Heredia", explica a la Capital.
A Jorge Zorreguieta lo dejaron en casa
La familia de la reina
Se sabe que ninguno de ellos la acompañará hoy: gran parte de la
familia, a excepción de Juan, seguirá la entronización por TV, recluida
en el country Pingüinos, en Ituzaingó. Sus amigos incondicionales,
Federico Braun, dueño de La Anónima, y su esposa, María Freixas, los
acompañarán en la intimidad de esa celebración.
9 de diciembre de 2001 |
Por Michiel Baud
Zorreguieta acababa de ser ascendido a secretario-director de la Sociedad Rural Argentina, un cargo ejecutivo pero influyente, en el momento en que fue nombrado subsecretario en el gobierno militar. Junto con el presidente, que tradicionalmente solía proceder de las clásicas familias de terratenientes, definió la imagen de la SRA en 1976. No es creíble que la SRA nombrara un director que hubiera tenido ideas políticas muy disidentes. Por lo tanto, incluso si tenemos en cuenta la flexibilidad ideológica de Zorreguieta, debemos aceptar que sus ideas coincidían en líneas generales con las de la SRA. Lo más importante era la SRA como una organización de intereses que siempre se había enfocado en defender lo mejor posible los intereses de sus miembros. Sus ideas políticas conservadoras formaban parte de sus esfuerzos incesantes por defender los intereses del sector agropecuario.
Debemos suponer también que Zorreguieta se dedicó sobre todo a la defensa de los intereses agrícolas y que ésta fue también su gran pasión. Sabemos poco de sus declaraciones anteriores a 1976, pero es probable que en ese período fuera un exponente de la frustración del sector agropecuario con respecto a lo que este sector consideraba como una política peronista desastrosa y hostil. Su declaración de principios de 1976 en la que echaba la culpa del caos económico y del estancamiento agrícola a “las comisiones internas y elementos subversivos” se puede considerar como indicativa en este contexto. Una vez que se asentó en el centro del poder, hizo todo lo posible para conseguir que la situación para la agricultura argentina fuera lo más beneficiosa posible. Sus discursos están formados por una larga serie de alegatos en favor de la protección y de la modernización de la agricultura y la ganadería argentinas.
De lo anterior podemos concluir que Jorge Zorreguieta vivía en un mundo en el que las ideas ultraconservadoras iban acompañadas de una aversión a la oposición política, sobre todo al peronismo. Además, en ese mundo se respetaban poco las reglas de juego democrático que se consideraban como la causa del caos político en el país y como un obstáculo para la modernización. Tal y como afirmó Cadenas Madariaga, jefe directo de Zorreguieta en 1978: “Construiremos una gran nación, incluso si tenemos que oponernos a la gran mayoría de los argentinos”. En este contexto existía una tendencia incuestionable a buscar soluciones autoritarias a los problemas de la sociedad argentina.
Zorreguieta y el gobierno militar, 1976-81
Cuando Jorge Zorreguieta entró a formar parte del gobierno de Videla era un funcionario bastante desconocido. Esta situación no cambió mucho cuando en 1981 dimitió junto con Videla. A pesar de su cargo como secretario de Estado de un departamento muy importante, hay poca gente que le recuerda y su nombre no figura en varias listas de miembros gubernamentales confeccionadas posteriormente. Otros secretarios de Estado del mismo período, como por ejemplo Guillermo Klein, Juan Alemann y su sucesor Jorge Aguado, fueron conocidos personajes públicos. El tecnócrata Zorreguieta se mantuvo normalmente a la sombra y cuando habló en público fue sobre “granos y carnes” y no sobre asuntos políticos más generales, lo cual, sin lugar a dudas, se debe a sus antecedentes. No procedía de una “gran” familia y no podía preciarse de una formación amplia. Era un tecnócrata ejecutivo y no un político.
¿Cuál fue su posición en los dos gobiernos de Videla? Los (sub) secretarios de Estado del Ministerio de Economía tenían poco contacto directo con los militares debido a la estructura específica del gobierno militar. En realidad, su ministro Martínez de Hoz era la persona con quien los militares hablaban sobre sus decisiones políticas y el ministro consultaba, de ser necesario, con Videla o con la junta militar. En principio, Martínez de Hoz era el único que asistía a las sesiones del gabinete. Sólo en asuntos específicos que fueran de la incumbencia de un secretario de Estado se organizaba una consulta directa entre Videla y el secretario de Estado en cuestión. Esta situación, por ejemplo, se dio en el caso del embargo de cereales norteamericano, cuando Zorreguieta participó en la toma de la decisión sobre la posición argentina. Pero incluso en este caso, fue como de costumbre Martínez de Hoz quien transmitió los resultados de la consulta ministerial a los militares.
Por lo demás, los altos funcionarios como Zorreguieta sólo tenían contacto con los militares en fechas señaladas, como el día de la independencia que en principio se esperaba que los civiles que integraban como dirigentes el gobierno militar apoyasen los puntos de partida del gobierno. Cuando (ya) no podían, dimitían. Algunos funcionarios tomaron esta decisión el primer año después del golpe de Estado. En algunos casos dicha decisión se debió a que también ciertos miembros del gobierno se vieron confrontados con desapariciones de amigos o familiares. Esas dimisiones anticipadas de cargos gubernamentales pasaron casi inadvertidas. En otros casos, la dimisión no se debía a dudas morales o emocionales, sino al descontento por ciertas decisiones políticas. Este fue el caso del secretario de Estado y de los subsecretarios de Agricultura que salieron del gobierno a finales de 1978 y a principios de 1979. Como ya hemos visto, el hecho de que fue el único representante del bastión de la SRA que se quedó en el gobierno a principios de 1979 e incluso fue ascendido a secretario de Estado es una parte interesante de la carrera de Zorreguieta que aún no se ha podido aclarar del todo. Es difícil indagar a fondo en este episodio, pero parece ser que su ascenso fue a consecuencia de una combinación de la ambición personal y de la flexibilidad ejecutiva, que eran tan características de su conducta.
¿Hasta qué punto estuvieron involucrados civiles como Zorreguieta en la represión militar? Es muy improbable que hubiera cierta participación directa de los civiles que formaron parte del gobierno militar en la represión de la sociedad argentina. Todas las fuentes que están a nuestra disposición y todas las investigaciones llevadas a cabo apuntan a que la represión fue del dominio exclusivo de las Fuerzas Armadas, de la policía y de las fuerzas de seguridad. No se toleró la influencia de los civiles en la represión. Existen muchas historias de altos funcionarios que intentaron en vano conseguir información sobre un conocido o un familiar o que intentaron intervenir a favor de una víctima de la represión. Los militares consideraron la Guerra Sucia como un terreno que no era para nada de la incumbencia de los civiles. Sin embargo, ocurría con frecuencia que los civiles pedían la ayuda de los militares para eliminar o intimidar a personas que les resultaban ingratas. Existen varias historias de esta índole sobre Martínez de Hoz, pero también se sabe por otras fuentes que la represión militar se utilizó para ciertos ajustes de cuenta.
Por lo tanto, es casi seguro que funcionarios como Zorreguieta no estuvieron involucrados personalmente en la represión. Por otra parte, no se puede negar que una gran parte de su política estaba estructurada en torno a las medidas duras que se adoptaron bajo el régimen militar. Como ha hemos visto, la política económica de Martínez de Hoz dependió en gran medida de la disolución de los sindicatos y del acallamiento de la oposición, lo cual permitió congelar los salarios y hacer inaudibles las críticas a su política. Al igual que en el caso de Chile, la represión y la organización social y económica de la sociedad en la política neoliberal autoritaria del gobierno militar argentino se deben considerar como un paquete indivisible. La pasión tecnocrática de funcionarios como Zorreguieta estaba vinculada inseparablemente con la suspensión de los derechos fundamentales democráticos de la población argentina.
Finalmente, todavía nos queda por formular la pregunta de hasta qué punto gente como Jorge Zorreguieta estaba informada de las violaciones de los derechos humanos, de las desapariciones y de las torturas atroces que se practicaron durante el régimen militar. Naturalmente, es una pregunta importante cuando se exige un juicio moral sobre su actuación. En principio, ya se ha respondido a una parte importante de la pregunta. Era prácticamente imposible en Argentina cerrar los ojos ante la dura represión que se apoderó de la sociedad tras el golpe militar. Los arrestos públicos, la presencia militar en las calles, los cadáveres arrastrados por el mar, los desaparecidos, las declaraciones de los militares, todo ello dejaba claro que la sociedad argentina estaba siendo sometida a una “purga” drástica. Tampoco podía quedar lugar a duda sobre la suspensión de los derechos fundamentales democráticos. Las medidas se publicaron abiertamente en la prensa.
Por otro lado, no hay que olvidar que la sociedad argentina estaba pasando grandes apuros antes del golpe de Estado. La violencia de la derecha y de la izquierda había convencido a muchos argentinos de que eran necesarias una intervención militar y una suspensión temporal de las relaciones democráticas. Muchos argentinos consideraban la represión como un mal necesario para volver a poner orden en la sociedad. Sólo con el paso del tiempo se dieron cuenta de que la represión era más fuerte y cruenta que nunca. Se podría considerar el momento en que empezaron a manifestarse las Madres de Plaza de Mayo en 1977 como el inicio del cambio. Hacia esa época muchos argentinos empezaron a darse cuenta de que algo fundamental no iba bien y que una angustia contenida se había apoderado de la sociedad. Por supuesto, en ese período había aún muchos argentinos, como por ejemplo la escritora Gabriela Cerutti, que creían en la propaganda oficial, que estaban muertos de miedo por la subversión y apenas eran conscientes de la represión, pero a partir de ese momento el apoyo activo al régimen militar ya no se podía considerar algo “ingenuo”. Incluso si aceptamos que después tampoco se conocían de forma generalizada los detalles de la represión y que algunas prácticas sólo se dieron a conocer cuando algunos militares dejaron el poder, el clima general era tal que todo el mundo con un poco de cabeza podía sospechar que los derechos humanos se violaban a gran escala bajo el régimen militar.
A lo anterior hay que añadir que la posición de Zorreguieta no era la de un argentino normal y corriente. Era un miembro importante de la organización de intereses agrícola más prestigiosa. Durante el régimen militar, ejerció dos altos cargos gubernamentales, que le permitieron estar bien informado de lo que estaba ocurriendo en Argentina. Hizo muchos viajes a Estados Unidos y a Europa. Aunque trabajaba en un ministerio en el que no se cuestionaban diariamente los derechos humanos, formaba parte del gobierno que intentaba convertir el campeonato mundial de fútbol de 1978 en propaganda política. Era un secretario de Estado importante cuando la comisión de derechos humanos de la OEA visitó Argentina en setiembre de 1979. En 1980 fue un personaje central en las deliberaciones sobre el embargo de cereales contra la Unión Soviética que giraron en torno a las violaciones de los derechos humanos en la Argentina. Pero si fuera poco, al igual que todos los altos funcionarios, debió recibir cartas de familiares desesperados, llamándole la atención de que algo sospechoso estaba ocurriendo en materia de derechos humanos. Sin embargo, al igual que tantos argentinos, debió pensar que las cosas no estaban tan mal. O que era necesario un poco de represión para solucionar el problema del caos y del orden. O quizás estaba de acuerdo con los militares en que se trataba de una guerra, una guerra que conllevaba excesos inevitables. De todos modos, no se puede pasar por alto el hecho de que no sólo permaneció en el gobierno durante el período de los dos mandatos de Videla sino que además fue ascendido y nombrado jefe de un departamento crucial dentro del contexto argentino.
No se olviden que Holanda colonizo y domino Indonesia for 500 anos, llevandose y explotando los recursos naturales de Indonesia a Holanda, tratando a los indonesios peor que segunda clase.
ResponderEliminarTampoco se olviden de Sudafrica, como dominaron y el aparthateid. No han sido angeles, en el fondo son todos iguales. Hacer un pais rico a traves de la miseria y la discriminacion como Holanda y sus reinados han hecho. Por supuesto que con todo eso Holanda es rica economicamente y su pueblo los quiere. El holandes es racista y discrimanatorio lo hace muy solapadamente.
Son paises nordicos racistas, como Iceland, que tienen la extrema derecha ganadora, en contra la migracion negra, mulsumana, y de todo aquel que no sea blanco, rubio y ojos celestes o verdes o marrones. En especial si son de ojos celestes.
ResponderEliminarEn Suecia y Dinamarca tambien empezaron olas de racismo, de una Europa de vuelta al nacionalismo y discriminatoria, Holanda no quieren al suegro, es bien conocido, y diplomaticamente tienen que jugar un papel democratico. La pregunta es a caso ellos no hicieron lo mismos con los indonesinos o africanos, perseguirlos y separarlos como el aparthateid. A todo esto el dialecto holandes africana en Sud Africa. Hay documentales que muestra que los que se enrolaban en el ejercito durante la epoca del aparthateid los munecos negros lo ponia como practica de tiro al blanco.
Para terminar Finlandia, es otro pais racista, con ideas neo-nazis, son blancos y rubios y ojos celestes, gente gorda. No se olviden que Hitler no quiso hacer guerra con Finlandia, porque este pais le vendia el carbon. Y si hacian guerra con Finlandia seria un suicidio economico y politico para Hitler. Hitler necesitaba ese recurso natural para poder invadir Rusia y sostener la lucha para tomar posesion el petroleo ruso.
Y para terminar esta Dinamarca otro pais racista, donde los reyes en una documental parientes del zar Nicolas hablan bien de el, cuando iba a pasear desde Rusia en barco hasta Dimarca, lo que no dicen, es que el zar Nicolas vendio Alaska for 5,000 mil dolares en 1915 a Estados Unidos, el empobrecimiento de Rusia, la clase rica y pobre, no educacion a la clase obrera ni acceso a los estudios. Pretenden de justicar de ese modo que el zar Nicolas era bueno. Bueno para las clases pudientes no para el pueblo. Esto es toda la basofia. Como esa vieja frase De la Demokrasia nace el Fascimo.
Tienen sus mismas politicas virulentas y sus aplicaciones. Pasaran mas de mil decadas, para que los pueblos se den cuentan de estas familias reales son el poder de explotacion a la Humanidad. Yo ya no estare aqui.
El mercantilissmo holandes tiene muchas respuestas quedar a la pobreza de las Antillas
ResponderEliminarHolandesas, a Soweto Sud Afreica, y aun las colonias que tiene. No hay que enganarse, Holanda lucho contra Hitler, porque no querian perder sus colonias. Que parte del pueblo holandes era decente y protegio gente como las instuciones religiosas durante la invasion nazi es diferente, a la monarquia que le preocupaba savar sus colonias.