Tosco, bandera y desafío
Córdoba, 8 de julio de 1973, calle Dean Funes al 600, a una cuadra de La
Cañada. El moderno edificio del sindicato Luz y Fuerza es un hervidero
de gente. Lleno, repleto, en las escalinatas de la entrada, en el
inmenso hall, todo el gran salón de actos. Desde Jujuy hasta la
Patagonia, desde la Mesopotamia hasta las pampas, de todos lados
vienen.Incluso de Buenos Aires, que todavía parece renuente a los
vientos rebeldes que desde hace años soplan en las provincias. Hay de
todo: electricistas, ferroviarios, automotrices, metalúrgicos,
petroquímicos, maestras, azucareros, vitivinícolas, mineros, empleados
públicos, enfermeras, albañiles. Todos vienen con mucha expectativa, con
mucho entusiasmo. Centenares, quizás miles. El ambiente transpira
política, el aire trasunta el espíritu del cordobazo y se quiere más.
Se discute en todos los rincones. Se busca una herramienta.
El país
está caldeado. Hacía pocos días, el 20 de junio, había ocurrido la
masacre de Ezeiza. El presidente era un veterano peronista, al que Perón
recurrió para sortear la trampa del dictador general Lanusse y volcar
el Gran Acuerdo Nacional a su favor: Héctor Cámpora. Y la consigna era
"Cámpora al gobierno, Perón al Poder", impulsada por todo el FREJULI y
sobre todo por la JP y Montoneros. El vice es un viejo conservador, don
Vicente Solano Lima. Parecen montados en una ola casi revolucionaria,
casi mimetizados como si ellos mismos fueran montoneros. Que no lo son,
ni lo quieren ser, pero a muchos conviene que así parezca. El general
acababa de volver. Muchos masacrados en Ezeiza entre los millones que
se ilusionaban con el retorno. Al día siguente, admonizó. "No hay nuevos
aditamentos a la ideología justicialista". Días antes, el Gran Acuerdo
toma forma de ley en el Pacto Social que el Congreso de la Nación aprobó
a mano alzada.
Esa mañana del 8 de julio, el oficialista diario
Mayoría, advierte en tono amenzante: "En Córdoba se pretende instalar
una capital vietconguita". La frase suena muy parecida a la que apenas
dos años antes, pronunció el "gobernador de la viborita", un tal José
Camilo Uriburu, anteúltimo interventor de la dictadura: "En Córdoba
anida una serpiente venenosa, cuya cabeza, quizás Dios me depare el
destino de cortar de un solo tajo". Lo dijo en Leones, en la fiesta de
la oligarquía agraria. Días después, la rebelión obrera lo sacudió ese
15 de marzo del '71 con una réplica del cordobazo: la jodedera codobesa
lo bautizó el viborazo.
En Luz y Fuerza de Córdoba se han juntado
los protagonistas de todas las puebladas: los del Chocón, los del
cipolettazo, los del mendozazo, los del tucumanazo. En el escenario,
abre el Congreso que va a fundar el Movimiento Sindical de Base, el
negro Gregorio Flores, el Goyo del SITRAC, ex preso político y también
cesanteado de la FIAT-Concord. Allí en la mesa está envuelto en poncho
rojo, Leandro Fote, una leyenda de los azucareros tucumanos, veterano
fundador del PRT, ex diputado obrero provincial. El mismo que en la por
entonces clandestina película La hora de los hornos, había dicho
premonitoriamente en el lejano '67 desde los ardientes cañaverales, que
la única solución es un gobierno obrero y popular.
El gringo
Agustín Tosco a sus 42 años ya era un polo convocante de la clase
obrera. Activista desde los años '50, había participado en los
históricos congresos sindicales de La Falda y Huerta Grande. En el '66,
ya siendo secretario general de Luz y Fuerza, encabezó la resistencia
obrera contra la dictadura de Onganía y en mayo el '69 fue uno de los
principales convocantes a la huelga general que devino en el cordobazo.
Condenado por tribunales militares, fue arrancado de prisión en
diciembre de ese año. Después del viborazo de marzo del '71 nuevamente
encarcelado y fue reelecto secretario general de su gremio estando en
prisión. Ahora, julio '73, pone su sindicato como sede de esta nueva
conovocatoria. Su vozarrón arranca una emoción que va mucho más allá de
su Luz y Fuerza y su CGT cordobesa: "Traigo un saludo proletario,
revolucionario y socialista...". No es del gremio docente, pero se da
una verdadera clase. Muy rápidamente, hace referencia a ese artículo de
Mayoría, el diario del nuevo oficialismo surgido de las elecciones del
11 de marzo, las primeras sin proscripciones tras 17 años de ilegalidad
del peronismo. El macartysmo ya domina el nuevo ambiente en la plenitud
contradictoria de esta restauración constitucional. Cinco días después,
el gobierno de Cámpora saltaría por el autogolpe de Perón y López Rega.
Ese 8 de julio del '73, Tosco responde: "Dicen que se pretende
instalar en Córdoba una `capital vietconguita´...¡Vamos a hacer de
Córdoba la capital de la Patria Socialista!".
Es algo más que una
metáfora. Son los años del Vietnam heroico que resiste bajo el napalm.
"Vietcong" en la jerga de la propaganda norteamericana, es el vocablo
para nombrar a los irreductibles guerrilleros del Frente Nacional de
Liberación del entonces Vietnam del Sur. El diario oficialista usa el
mismo lenguaje made in USA que las agencias norteamericanas y el
Pentágono. Todo es algo más que una metáfora. Porque en esa masacre de
Ezeiza se ha estrenado la Triple A con mercenarios importados de la
guerra de Argelia. Lo que se había visto en la película La batalla de
Argel, lo que se leía en los escritos del argelino Frantz Fanon, ahora
estaba en Argentina, en las letras del nuevo diario oficialista y en las
armas de sus militares y paramiltares.
Por eso ese 8 de julio del
'73, Tosco no la dejó pasar y plantó la bandera desafiante, la de la
Córdoba insurgente, que con su vozarrón tomaba color y programa: "¡Vamos
a hacer de Córdoba la capital de la Patria Socialista!"
Ironías de
la historia. 8 de julio de 1989. Carlos Saúl Menem asume la presidencia
en el Congreso de la Nación, en el mismo hemiciclo donde 16 años antes
suscribieron el Pacto Social que vendrían a imponer con sangre y fuego. Y
Menem proclama: "¡Queremos más propietarios y menos proletarios!". Una
réplica renovada de aquel editorial del diario oficialista. El mismo
amor a los propietarios. El mismo odio a los proletarios, sobre todo a
los que como Tosco y Fote, plantaron desafiantes la bandera de su
redención, ese día fundando el Movimiento Sindical de Base.
Apenas
un año después, en pleno gobierno constitucional, Tosco fue forzado la
clandestinidad, luego de la intervención del SMATA cordobés y de Luz y
Fuerza, asaltados por bandas fascistas jefeadas por el comisario García
Rey, que pasó de ser el jefe de policía de La Rioja del gobernador
Carlos Menem a la ya intervenida provincia de Córdoba. Desde esa
clandestinidad, no dejó de participar en las Coordinadoras de Gremios en
Lucha, que en junio y julio del '75 protagonizaron históricas
movilizaciones en todo el país contra la hiperinflación confiscatoria de
los salarios que dieron inicio al plan ultraliberal del gobierno
peronista.
En esa clandestinidad enfermó y murió Agustín Tosco el 5
de noviembre de 1975. Dos días después, decenas de miles de obreros,
empleados, profesionales y estudiantes abandonaron sus lugares de
trabajo para acompañar el féretro de Tosco desde Redes Cordobesas hasta
el cementerio San Jerónimo donde una balacera se lanzó sobre la
multitud. Una digna despedida de la furia capitalista a quien había sido
uno de sus principales enemigos.
La reconstrucción de un
sindicalismo de clase, antiburocrático y antipatronal e inspirado en una
ideología socialista tiene en Tosco a un ejemplo y estandarte.
Leonel Urbano
jueves, 30 de mayo de 2013
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