Por Gabriel Carbajales
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Mientras el proficuo cerebro del Compañero Hélios Sarthou caía abatido por un accidente vascular que liquidó la vitalidad militante y ejemplar de uno de los principales co-fundadores, en 1989, del ya total y desgraciadamente desnaturalizado “Movimiento de Participación Popular”, la piñata salvaje oficialista por los más cotizados cargos del gobierno -descarnadamente y sin tapujos- asomó definitivamente a la superficie de la farándula politiquera nacional con la ejecución sumaria “en vivo y en directo” del ministro de turismo y deportes, el “democristiano” sanducero Héctor Lescano Fraschini (uno de los más pujantes pioneros, en el mismo año de la fundación del MPP, del abandono pedecista provisorio del Frente Amplio por considerárselo todavía en esos tiempos demasiado “radical” y “extemporáneo”; volvería al redil media docena de años después, cuando empezaba ya a desarrollarse el reclamado “aggiornamiento” político-ideológico que Mujica supo sintetizar en la gráfica expresión encuentrista-aliancista de “hay que abrazarse hasta con las cruceras…”).
Al mismo tiempo que el abogado laboralista y ex
senador por el MPP –hasta 1994- moría a los 86 años de edad sin abdicar de sus
reservas ideológicas, preservando celosamente su entereza moral y un profundo e
inalterado compromiso con los “más infelices”, la “fuerza política” de la que
él también había sido co-fundador en 1971, empezó a exponer crudamente el
fuerte choque de intereses de toda índole que pauta hoy la vida interna de la
coalición oficialista, que acaba de verificar su creciente desarraigo popular
en el disminuido caudal de votantes que hubo en la reciente elección para una
presidencia “frenteamplista” que, con razón, no son pocos los que la consideran
un simple ornamento formal para disimular la realidad de una diminuta cofradía
de “elegidos” que resuelve todo por todos y en nombre de todos, cual si fuera
el “consejo de ancianos” de la democracia griega –“democracia” oligopólica,
aristocrática e imperial- en pleno esplendor elitista y decadente.
Y, como suele ocurrir, son de nuevo el inefable
Mujica, sin proponérselo, y su incorregible locuacidad “campechana y de boliche”,
los encargados de arrojar luz súper clara –aunque indirecta- sobre la esencia
política que hay actualmente detrás del fenómeno frenteamplista a 22 años de su
primera victoria electoral montevideana y a 2 años y medio de su accidentada segunda
victoria a nivel nacional después de un primer período de gobierno en el que el
miedo al “más de lo mismo” (en comparación con los gobiernos blanqui colorados)
se convirtió ciertamente “en más y peor de lo mismo”, prosiguiéndose con la aplicación
a ultranza, más agresivamente y más taimadamente que antes, de un
neoliberalismo económico impuesto por el imperialismo y sus insaciables multinacionales
asociadas, neoliberalismo contra el que los candidatos “progre” se habían
llenado la boca demagógicamente en todas las campañas electorales post
dictadura.
Apurado por los medios de prensa y por un montón de
“correligionarios” acerca de los reales motivos políticos de la destitución de
Lescano, Mujica evitó a troche y moche referirse a la presencia crucial de
insuperables antagonismos en materia de negocios y negociados vinculados a la
televisación privada de los espectáculos futboleros y otras yerbas parecidas,
prefiriendo señalar como razón del pedido de renuncia el demasiado tiempo que
Lescano llevaba al frente del ministerio que co-regenteaba desde el gobierno de
Vázquez con otros especímenes “progres” especializados en las transas del
turismo y el deporte concebidos no como actividades eminentemente socio-culturales
de interés general, sino como suculenta fuente de rentas de lo social-cultural
convertido en puro mercantilismo burgués y retorcidas y oscuras manipulaciones
del poder económico privado de entrecasa y extramuros.
Sin quererlo, y oblicuamente, Mujica pone el dedo esclarecedor
en el ventilador implacable de la historia, que, efectivamente, parece
repetirse, unas veces como drama y, otras, como tragi-comedia: el tiempo, los
años y años acumulados en el ejercicio inerte de compartir con la burguesía pro
imperialista, el poder económico y las macro decisiones políticas del Estado,
han hecho nacer, desarrollarse y enfrentarse entre sí hasta la muerte,
apetencias e intereses particulares “abrazados como cruceras”, efectivamente, que
dirimen fuertemente sus pujas mezquinas y su avaricia en confrontación y
puñaladas traperas perpetuas, con las mismas dentelladas feroces y las mismas deslealtades
propias de la burguesía clásica y la pequeño-burguesía advenediza y patética
que suele arrimarse al calorcito de la “autoridá” para terminar tristemente
incinerada como Roma con las locuras piromaníacas de Nerón y sus acólitos.
Sí, Mujica, tenés razón. Y seguirás teniéndola,
porque hay más “subalternos” para despedir, y son muchas las atornilladas y los
atornillados, incluyéndote también vos, que bien podrías dedicarte
ejemplarmente a tu perrita y tus amapolas azules y tu ridícula mujer que mejor
le quedaría el apodo de “La Pata”, en lugar de “La Tronca”.
Esta vez tenés razón. El poder corrompe, sobre todo
si es ejercido contra el pueblo, a sus espaldas, ignorándolo, trampeándolo,
ilegítimo, fraudulento, engañador, y, encima, prolongado, prolongadísimo y
compartido con los que dan cátedra –muy prolongadamente también, demasiado ya- en
materia de corrupción y uso abusivo e indebido de los resortes administrativos
estatales y los bienes sociales naturales que nadie ha confiado en truhanes de
poca monta e inexistentes elegidos por la gracia de dios o por los infalibles
signos del zodíaco “progresista”, o la “santa logia de las cruceras abrazadas”…
o…
¡A cagar, Mujica, con tanta pantomima
grandilocuente de ineptos que ni son capaces de hacer bien lo que está más o
menos bien!. ¡Más vale que metan violín en bolsa todos y todas, incluidos las
“buenas tipas” y los “buenos tipos” que nos dicen que “alguien tenía que
hacerlo” y que ellos no han dejado de soñar con que “otro mundo es posible”, y
por eso son cómplices de lo más jodido!!!.
Tenés razón, esta vez, Mujica.
Tanta, que tanto endulce de muelas, hará que ni
siquiera puedan prolongar las consecuencias del desastre; ni siquiera llegar a
aquella “unidad estrecha, estrechísima y repugnante” a la que se refería
Antonio Gramsci, en los ´20 del siglo pasado, en la Italia donde el
triunfalismo necio y las “mieles del poder”, hicieron de un pujante Partido
Socialista su propia caricatura, convertido en mero partido de los nuevos y
mezquinos funcionarios del Estado burgués.
Para que en este aspecto la historia no se repita
como tragedia, nosotros, los simples mortales libres de las tentaciones del
poder mal habido y de otras veleidades politiqueras, tendremos que ir viendo
cómo mejor pararnos ante un futuro que, con posible nuevo y necesariamente
exiguo triunfo progre o con la vuelta de los chupasangre de siempre, no será de
avances para el pueblo si éstos los esperamos de las buenas intenciones y las
aptitudes políticas de quienes han demostrado fehacientemente cagarse de la
risa hasta de sus propios y más timoratos enunciados filosófico-ideológicos.
Hay que pensar seriamente en la construcción del
único poder que por fuerza debe ser prolongado, firme, diáfano, enaltecedor de
la condición humana y respetuoso del pueblo trabajador en todos los órdenes de
la vida social: el poder popular no encomendado o delegado, sino directamente
ejercido por todas y todos y por cada una y cada uno de los que hemos sido ya
largamente estafados…
Un poder que se destruya a sí mismo en su propio
desarrollo y crecimiento, destruyendo íntegramente relaciones sociales y
humanas que necesiten del “poder” para que la vida sea vida y no perpetua
rivalidad por la propiedad o la posesión de lo que mierda sea.
Pero en esto ya no tienen nada que ver, por suerte,
ni Mujica ni ninguno de los atornillados y las atornilladas de nuevo tipo.
Gabriel
–Saracho- Carbajales, 6 de junio de 2012.-
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