viernes, 15 de junio de 2012

La piña al Gral Barneix


Desde hace siglos, como quien dice

La impresionante mole de tejido adiposo con lentes y gorra visera, baja los peldaños de la escalera de mármol como una hiena obesa e impúdica atenta a los sonidos de la espesura de la selva de cemento de un Montevideo atento a la tormenta en ciernes, mientras suenan los truenos y el cielo se pone negro como el carbón.
Abajo, le espera al bicho redondo una multitud de cámaras y micrófonos y un montón de gente expectante y ansiosa por lo que haya pasado con él arriba, encarado por la jueza Mota y las preguntas que esperan respuestas desde hace como cuarenta años.
La cara del animal esférico y pesado no denota miedo alguno. Tampoco altanería de fiera acorralada que sabe que en última instancia, pase lo que pase, allí nadie se cobrará con muerte la muerte de Aldo Perrini, el heladero coloniense asesinado en la tortura del pleno auge de los que todavía no eran mastodontes rellenos de la buena vida gastronónica y los finos licores que les deparó la tranquilizadora ley de impunidad.

El general asesino bajó la escalera sin sospechar el par de cascarazos que le propinaría Nino, el hijo de Perrini cuya niñez fueron años de desconsuelo y lágrimas por la ausencia inadmisible de un padre bueno y laburante ejecutado por protestar viendo cómo los milicos de mierda torturaban a unas muchachas detenidas bajo el “estado de guerra interna” decretado por los partidos de la vacunocracia financiera del Uruguay fascistizado.
El hipopótamo de lentes y gorra marrón, la grandiosa bolsa de pedos, el amasije grotesco de grasa y verrugas militares, había podido eludir una vez más la instancia judicial gracias a una chicana burda pero relativamente efectiva planteada por el sujeto que estudió “Derecho” para defender hijos de mil putas que tendrían que haberse podrido entre rejas hace mucho rato.
Pero no pudo eludir las manos llenas de justicia y dignidad de un hombre de laburo, como su padre, sin charreteras ni suculentas jubilaciones de verdugo del pueblo laburante.

Dentro de un rato, ahora mismo, las bolsas de pedos civiles y militares “ofendidísimas” por los sopapos de Perrini, reclamarán al menos la “prisión domiciliaria” para él, mientras el generalote sopapeado se atrinchera en el hospital central de las FF.AA. de la burguesía cipaya, “descompensado”.
Volverán a intentar crucificar a la jueza Mariana Mota exigiéndole el procesamiento del “agresor”. Clamarán por el respeto y la invocación de que abandonemos los sentimientos de venganza. Lograrán seguramente alguna medida gubernamental que haga sentir a la jueza en la “obligación” de actuar de oficio y “judicializar” los cascarazos de Nino Perrini.
Lo harán, lo están haciendo, mientras, sin que sea muy visible pero sí olfateable, siguen urdiendo la trama asesina de la recomposición del gorilaje alcahuete de los yanquis y cuanta mafia se crea dueña del planeta.
Lo harán, lo seguirán haciendo, porque no mazcan mierda ni se ilusionan con edulcorados cantos de sirena de “integración social” entre los exponentes enfierrados de la clase dominante y el resto de los pobres mortales que apenas tenemos un par de manos para defendernos, pero que serán muchas manos y mucha fuerza, si nos resolvemos a juntarlas y a usarlas al menos cuando los nervios de la dignidad popular nos lo reclamen y no podamos ya seguir bancando lo que venga así como así.

Ayer, 13 de junio de 2012, en vísperas del cumpleaños 84 de Ernesto Ché Guevara, la impunidad capitalista recibió en Uruguay el par de bofetadas que todos estábamos esperando desde hace mucho, muchísimo tiempo.
Desde hace siglos, como quien dice.

Gabriel –Saracho- Carbajales, 14 de junio de 2012, fecha del nacimiento de Ernesto.

La cagalera de un cobarde
ULTIMO MOMENTO:
El Gral (r) PEDRO BARNIEX está internado en el Hospital Militar por un REPENTINO quebranto de salud. Ayer 14/6 la jueza le dio 24 hs para buscar un nuevo abogado y presentarse en la justicia. Está acusado junto a otros 2 militares por el asesinato de Aldo Perrini.
 
El asesino gral (r) PEDRO BARNIEX está internado en el Hospital Central de las FF.AA. con un diagnóstico médico de "estres". Entiendo que es una burda mentira tramada por este criminal junto con su defensa, dr. RÚBEN EGUILÚZ, que además cuenta con la complicidad de los médicos militares que apañan la maniobra junto con las jerarquías del hospital. ¿Hacé falta ser médico para darse cuenta que es todo una farsa?..., es una vergüenza que estos cobardes canallas no tengan el valor ni la dignidad para hacerse cargo de sus responsabilidades, el gral (r) PEDRO BARNIEX y su séquito de cómplices juega con la Justicia como ántes jugó con la verdad que se le encomendó investigar. ¿Será casualidad que los generales masones vengan tan fallados" y sean tan cagones que no encuentren otro acto de valor que el esconderse como "señoritas" en la sala de oficiales jefes del HCFFAA?
De Facebook

 

La historia de Piero Perrini

Guardado en la memoria

Este jueves declararon ante la Justicia los militares Pedro Barneix y Washington Perdomo por el homicidio del heladero de Carmelo, Aldo Perrini. Su hijo Piero, contó a Montevideo Portal cómo se enteró de que su padre había sido asesinado y por qué demoró 30 años en hacer la denuncia.
 

02.03.2012

El padre de Piero murió cuando él tenía un año y medio, sus hermanos cinco y seis años. Por recomendación de un psicólogo, a Piero le dijeron que su padre había muerte de un ataque al corazón y a sus hermanos mayores le dijeron la verdad.

Cuando tenía once años, Piero se enteró de la verdad; su padre había sido asesinado en un cuartel: "Me entero porque me levanto un día, voy a la cocina y cuando abro la puerta escucho que mi madre está hablando con alguien por teléfono y me quedé atrás de la puerta escuchando".

Piero no quiso saber ningún detalle sobre el asesinato de su padre hasta que se convirtió en adulto. Su madre los crió en un ambiente alejado de debates y discusiones políticas, sin odio a los militares, al punto que hasta ahora los hermanos se consideran "apolíticos".

"Tuve una adolescencia jodida, estaba enojado con todos, con el Frente Amplio porque estaba en la oposición y no hacía nada, con , hasta con mi padre estaba enojado ¿por qué no se cuidó?"

"Después vas madurando, vas creciendo y tu cabeza va cambiando. Si me hubiera enterado de lo que me enteré a los dieciocho años, no sé qué hubiera hecho. Tenés que estar bien para escuchar todo eso".

En 2008, con 36 años y un hijo varón, tomó la decisión de conocer las circunstancias de la muerte de su padre, pero no sabía por donde empezar. Papel y lápiz en mano, hizo una lista de las personas que podrían haber estado detenidas con su padre. Tomaba el teléfono discaba el número y cortaba. No sabía por donde empezar. Como Perrini no militaba en ningún partido político, no tenía respaldo de un organismo, ni siquiera se había hecho la denuncia penal del caso.

"No sabía como arrancar, era una decisión mía y no quería involucrar a nadie. No sabía contactarme con abogados ni nada, tuve la suerte de dar con Oscar (Goldaracena) y ahora tenemos muy buena relación, pero no tenía nada, no sabía ni quienes habían estado con mi padre".

"Yo les decía, habla el hijo de chiquito y la gente impresionante ´venite ya, toda la vida esperé que un hijo de chiquito me llamara´, ellos también lo tenían adentro. Todos los compañeros estaban esperando. Yo nunca imaginé que no se había presentado una denuncia, pensé que se había presentado y que había quedado en la nada".

La denuncia sobre la muerte de Aldo Perrini se presentó en 2010. Según consta en un expediente de la Justicia Militar - que fue encontrado por casualidad en la justicia ordinaria- cuando asesinaron a Aldo Perrini estaban presentes en el interrogatorio los militares Pedro Barneix, José Puigvert y José Baudean.

Perrini era el dueño de una heladería en frente a la plaza de Carmelo, sólo era votante del Frente Amplio y no se cuidaba de hacer comentarios políticos entre sus clientes. Su hijo asegura que podría conformar una lista de unas 200 personas, civiles, que colaboraban con la dictadura dando los nombres de posibles "subversivos". "A una mujer tuvieron que pedirle del cuartel, que no llamara más", comentó Piero.




Ver también:

El Muerto |||: El general tiene quien le pegue

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