Por Jorge Zabalza
Este último 20 de mayo,
pocos días antes de que falleciera, nos
acompañamos mutuamente durante unas cuadras. Después de tantos años de
sintonizar la misma frecuencia, nunca nos fue difícil retomar el diálogo e intercambiar
mutuas promesas de vernos para charlar a cielo abierto, sin agenda y sin
objetivo, simplemente para repasar y ejercitar la memoria. No en vano
transitamos codo con codo el período en que la izquierda comenzó a empantanarse
en la institucionalidad, luego de haber colocado a Tabaré Vázquez en la
Intendencia de Montevideo. Mutuas simpatías y solidaridades consolidadas en
cientos de pequeñas y grandes batallas contra el creciente predominio de las
ideas socialdemócratas y liberales en la izquierda uruguaya. Aunque a mí no me
dolían prendas, Helios sentía que le habían robado ese Frente Amplio de 1971.
Mis penas políticas venían de otro lado y
él las comprendía y compartía. Helios veía el proceso de transformación
revolucionaria enmarcado en la lucha política y social, sin salir del marco
legal, forzando los cambios pero dentro del sistema. Intransigente en sus ideas
y principios pero sin la ruptura violenta de la legalidad. Me discutió siempre
mi veta guerrillera y su amistad me ayudó a flexibilizar mis rigideces. Era un
docente y uno aprendía.
Aún cuando estábamos marchando
una marcha del silencio, esas pocas cuadras que caminamos juntos fueron muy
habladas. Hoy siento que fueron demasiado cortas, que nos quedamos sin hablar
lo suficiente. Desde la ordenada retirada de la dictadura militar en 1985 y los
viernes en la plaza Libertad, Helios siempre estuvo donde tendrían que haber
estado todos y todas, junto a las Madres y Familiares, en la lucha por poner
fin a la impunidad de los criminales del terrorismo de Estado. Sin concesiones
y permanentemente rebatiendo las concesiones de quienes no peleaban la verdad y la justicia,
respaldando sus sentimientos con sólidos argumentos basados en los principios
generales del derecho. Su concepción de los derechos humanos fue una práctica
muy arraigada, salpicada de anédoctas y recuerdos, de esfuerzos denodados y
arduas discusiones, siempre convencido que solamente a través del juicio y el
castigo de los criminales se podía recuperar algo de la mítica igualdad ante las
leyes. El compromiso ético y moral de Sarthou con la transformación de la
sociedad se concretó en la fidelidad incondicional hacia aquellos que dieron la
vida por una sociedad libre, justa y socialista. Tal vez en ninguna otra
cuestión de las actualmente debatidas haya quedado tan claro el principismo que
lo caracterizó.
En diciembre de 1990 el
gobierno uruguayo recibió con bombos y platillos a George Bush (padre), una
manera disimulada de sumarse a la alianza genocida que poco antes había hecho llover
muerte sobre Bagdad. La Asamblea General lo recibió aplaudiendo de pié cuando
el Intendente de Montevideo entregó las llaves de la ciudad al representante
más aborrecible de poder imperial. Junto a Hugo Cores y Sergio Previtali
Roballo, Helios se retiró de sala para no compartirla con el criminal Bush y
para no sentir vergüenza ajena por las complacientes sonrisas que
implícitamente consentían los crímenes del visitante. Su dignidad fue más
fuerte que la obediencia debida a la partidocracia progresista, no aceptó los
acuerdos de pasillo, a escondidas de la conciencia popular, ni las rebuscadas
justificaciones conque se explicó la genuflexión ante el imperialismo. Helios eligió
la actitud transparente, claramente entendida por el pueblo, el antimperialismo
expresado en un gesto.
Una noche cualquiera de los ’90, el frío de
agosto y la lluvia torrencial cayendo sobre los deshilachados toldos insuficientes
para proteger la montonera de sin techo que cobijaban. Chapoteando entre el barro.
el destartalado Mercedes de Sarthou atravesó el campo y llegó hasta la soledad
política de los acampantes. Era el vehículo idóneo para la personalidad de su
chófer, el “pájaro azul” que lo acompañó hasta el fin del mundo, hasta quedar
hecho chatarra rodante. Cien rostros de sorpresa vieron abrirse la puerta y
bajar el enorme portafolios tras el cual se apresuraba el senador de los pobres.
Venía a explicarles que las condiciones de emergencia en que vivían no
permitían que los jueces los desalojaran, que con porfiada serenidad hicieran
valer su derecho a ocupar terrenos baldíos y estériles para construir sus
viviendas. Ya traía garrapateado el escrito que colocaría al juez penal en la
disyuntiva de jugarse por la justicia o ceder ante los demonios. Como el resto
del parlamento permanecía indiferente, la actitud de Helios decía mucho más que
los argumentos políticos y jurídicos que explicaba hablando sin cesar. No fue
solamente un excelente profesor en las aulas de los cursos de abogacía, Helios
se dió maña para que aprendieran cuáles eran sus derechos los desalojados, los que no podían pagar el alquiler o la
cuota, los que tenían la intemperie como único refugio y los que a gatas habían pasado por escuelas de
“contexto”.
El Primero de Mayo de
1983 reconquistaron las avenidas los trabajadores organizados, que salieron
desde la semiclandestinidad para decir nunca más dictadura y empujar los
militares de regreso a sus cuarteles. Dos años después, cuando los presos
políticos salieron a la democracia tutelada, encontraron a Helios Sarthou en la
defensa indeclinable de los cien sindicatos que luchaban para recuperar el
pleno ejercicio de sus libetades y derechos. Aunque nunca hubo un reconocimiento público de
su papel en esa historia tan reciente, ¿cuánto de la existencia del actual
movimiento sindical se debe a la generosa vitalidad de Sarthou?
En la eterna batalla
contra el capital siempre estuvo al servicio de la liberación social y apuntando al corazón del poder. Jamás
capituló ante el enemigo. Como torcía a favor del sometido las leyes hechas
para someterlo, no pudieron encerrarlo en el derecho laboral. Siempre encontró
la grieta o el recodo jurídico por donde hacía escapar al trabajador sin
esperanzas, al ocupante ilegal de tierra y a la víctima del autoritarismo, las dictaduras y la injusticia. Ya fuera en
galpones de fábricas ocupadas, en medio de una marcha obrera o en el minúsculo
despacho que le asignaron en la Cámara de Senadores, lo esperaban colas de
trabajadores con sus reclamos a cuestas y a todos recibió y a todos escuchó y a
todos aconsejó. Atendía más gente que la sala de abogados del PITCNT. Su
incansable trabajo está grabado a fuego en la memoria de los asalariados. Por
eso hoy se fue rodeado de sindicatos y cooperativas, despedido por el llanto
silencioso gente muy humilde, por la clase social a la que entregó su vida y
con cuya identidad será recordado.
En la defensa de Ney
Thedy, el colono arbitrariamente desalojado por el Instituto de Colonización,
Helios hizo varias veces el largo viaje
hasta Bella Unión llevando sus 85 años a cuestas, La última fue y vino en el
día, sabiendo demasiado bien que cada quilómetro recorrido acercaba su salud al
peligro. Lo asumía concientemente, siempre fue así. El 25 de mayo, en su
despacho, veinte minutos antes de sufrir el infarto cerebral, Helios terminó
otro escrito en favor de su defendido. El escrito fue presentado en el juzgado
letrado de Bella Unión el martes 29 de mayo, cuando ya su autor estaba
internado en el CTI de una mutualista. Un símbolo de su actitud de entrega
generosa, solidaria, sin cálculos materiales, porque en la solidaridad con Ney
Thedy se sintetiza el proyecto de sociedad y de ser humano que Helios Sarthou
deseaba y que fue el contenido de su intensa práctica social. Hasta se podría
pensar que para poner punto final a su actividad política Helios sacó este
episodio de su galera. Un acto político elegido para culminar la vida
vinculado, estrechamente vinculado, al imaginario de las luchas sociales de los
trabajadores de la caña de azúcar y la memoria de Raúl Sendic (padre), otro
defensor de los pobres, otro revolucionario inolvidable. Ojalá todos pudiéramos
morir con la dignidad que lo ha hecho Helios Sarthou.
Jorge Zabalza
02/06/2012
Helios Sarthou: bastion de la dignidad en la izquierda.
ResponderEliminar...cada vez van quedando menos...
Me sumo a este reconocimiento de Zabalza a Helios Sarthou ojala hubiera muchos Helios Sarthou y sin duda habria mas esperanza en un mundo cobarde que mira para otro lado cuando se trata de defender las causa de los mas humildes.Viva Sarthou junto al Che ,Sendic,German y tantos otros que siguen siendo las estrellas que iluminan el camino de quienes seguimos creyendo y con razon en el socialismo.
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