Por Jorge Zabalza
. Esta vez el “golpe técnico” afecta. Es ahí nomás, en la casa de un vecino, con el cual además estamos unidos por una larga historia en común. Esta vez no ocurrió a más de diez mil kilómetros del Río de la Plata, como cuando despojaron a Manuel Zelaya del gobierno de Honduras y los uruguayos permanecimos poco menos que indiferentes. Esta vez la proximidad de la mejilla ajena duele en la nuestra y obliga a pensar.
La operación contra el gobierno de Lugo inevitablemente despierta temores en los uruguayos, recuerda aquél decretazo del 13 de junio de 1968 conque se inició el pachecato y la escalada represiva que culminó el 27 de junio de 1973 con las fuerzas armadas tomando por asalto el parlamento. Fueron cinco años de “acción ilegítima del Estado”, de “dictablanda” o “dictadura técnica” que dejaron huellas imborrables en el pueblo uruguayo. Nadie ignora que un “golpe técnico” es la vanguardia del “golpe cívico militar”, la acción preparatoria, que el ruido a sables precede el sablazo mortal. La memoria colectiva redobla la solidaridad con el pueblo paraguayo, con sus campesinos masacrados, con la lucha que les espera.
Lesionada para siempre su hegemonía sobre la economía, los EEUU están procediendo a rediseñar su sistema de control político militar del mundo. Los capitales no tienen bandera pero la policía luce una con barras y estrellas; en realidad el rol del Pentágono es asegurar el acceso de las corporaciones multinacionales a los recursos naturales y que sus ganancias fluyan sin traba rumbo al primer mundo. El imperio sigue ejerciendo su viejo y triste oficio de gendarme del mundo. Para ello arman y organizan el Ejército Sirio Libre como antes lo hicieron con los “contras” en Nicaragua, con la misma idea de desestabilizar el régimen político del país víctima hasta crear las condiciones favorables para intervenir directamente. Si no fuera por la posible oposición de Rusia y China, hacía rato que las fuerzas norteamericanas habrían desembarcado en Siria, con o sin permiso de las Naciones Unidas, con o sin sus aliados de la OTAN. Claro que América Latina es su coto privado de caza, ni los rusos ni los chinos se interesaron en frenar la maniobra ilegal en Honduras, el secuestro del presidente elegido por voto popular en Haití, el fracasado putsch en Venezuela o los esfuerzos secesionistas en Bolivia. Ni China ni Rusia mueven un dedo para oponerse al Plan Colombia o a la Iniciativa Mérida. No hacen nada para quebrar el criminal bloqueo al pueblo cubano. La víctima predilecta del soldado universal está sola en el mundo.
Desde los tiempos del Plan Cóndor, el imperio pareció despreocuparse del Cono Sur. Luego de la salida de las dictaduras y a pesar de los elencos progresistas que accedieron a los gobiernos, siguió funcionando la red diplomática que vincula a los ejércitos criollos con el Pentágono y la CIA. En definitiva a los EEUU le interesan más las relaciones secretas con los militares que los dimes y diretes públicos en los foros internacionales. Asignan una importancia mayor a los resultados de la visita del comandante del Comando Sur a Montevideo, que las payasadas en la estancia de Anchorena con George Bush (hijo). Sin embargo, después de las cachetadas que recibió Barack Obama en Cartagena de las Indias, en ocasión decla Asamblea de la OEA, los gringos apuntaron la artillería pesada hacia el sur del continente. El sencillo y limpio golpe dado en Paraguay está integrado a una escalada político militar de alcance continental que vienen preparando desde hace décadas. Ese es el sentido de instalar bases en Colombia, Paraguay, Chile, Perú, Aruba, Panamá y Curazao, de otra que casi instalan en el Chaco y de colocar la IV Flota vigilando la Amazonia desde el Caribe.
Hay quienes ceden fácilmente a la presión de la omnipresente amenaza de la fuerza militar y se apresuran a dar señales de simpatías: se besan con Condolezza Race, hacen manito con Barack Obama, participan en la intervención de Haití o reciben con honores a los SEALs, instructores en las técnicas del terrorismo de Estado. Confían en que sus mensajes los preservará de ser posibles blancos de las operaciones desestabilizadoras pergeñadas por la CIA. Nada más equivocado. De nada valieron los gestos condescendientes del pusilánime Fernando Lugo. El gobierno de los EEUU desconfía congénitamente de los “progresistas” por muy buena letra que hagan. Quiere a su propia gente en el gobierno.
Sin embargo, derrocar a Lugo es más que colocar “amigos” en el gobierno, es también un tiro indirecto hacia los vecinos mercosureños, un “acá estamos” con el objetivo de atemorizarlos y disuadir posibles disidencias, no quieren que otros se sumen a los discursos y actitudes antiimperialistas de los gobiernos de Bolivia, Venezuela y Ecuador. Terrorismo puro. Es una réplica de la estrategia desarrollada en el siglo XX por las fuerzas armadas latinoamericanas en cada país. No deponen a Lugo simplemente para sustituirlo por “amigos”, sino que buscan aterrorizar a los países vecinos. Voltean la ficha Paraguay para que su caída arrastre el dominó completo. Paraguay es sólo el primer escalón de lo que vendrá en el Cono Sur, la idea es crear la sensación de que no hay otra salida que consentir las políticas del Pentágono y el Departamento de Estado, una estrategia envolvente cuyo objetivo es el control de las riquezas de la Amazonia, de Venezuela, Ecuador y Brasil.
En síntesis, más allá de Fernando Lugo y su triste destino, a los pueblos del Cono Sur les esperan horas de definición y hornos: con el imperialismo o contra el imperialismo, con el pueblo o contra el pueblo. En el Uruguay hay muchos que creen que la “democracia del siglo XXI” es indestructible y durará para siempre, parecen muy seguros de que no nos tocará el “big stick”... les convendría releer una vez más aquellos versos de Bertold Brecht.
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sugerente posibilidad. No es dehechable atento a la aspiracion hegemonica de EEUU
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