Pasó ya un mes del encarcelamiento de
David Lamarthée, un sencillo, laborioso y orgulloso trabajador “abrepuertas”
del gremio del taxímetro, afiliado al SUATT -su sindicato-, la organización de
todas y todos los laburantes del taxímetro resueltos a defender lo suyo como
debe hacerlo cualquier laburante: organizadamente, hermanadamente, por encima
de cualquier diferencia infinitamente
menor al lado de la coincidencia de ser, todas y todos, explotados por
una misma patronal inescrupulosa se lo mire por donde se lo mire, que no
solamente revienta gente asalariada, sino que abusa de otra gente, también generalmente
asalariada, rapiñándola desde el primer segundo en que subís a un tacho.
Procesado por algo así como “agresión
personal a los neumáticos de un vehículo con taxímetro” usado por la patronal y
una carnera para provocar a quienes el Primero de Mayo conmemorábamos el Día
Internacional de los Trabajadores en el acto de 18 de Julio y Ejido, en pleno
centro de Montevideo, al mediodía, “El Perro” Lamarthée está recluido en la
cárcel de La Tablada junto a cerca de 200 otros jóvenes a los que el sistema
enjaula al grito de “¡SEGURIDAD, SEGURIDAD!”.
Ahora, un nuevo dictamen judicial,
procesa y somete a “arresto domiciliario” a otro trabajador del taxi
vinculándolo a los mismos hechos, mientras ciertos seguimientos policiales y
otros movimientos “inteligentes, inteligentísimos”, sugieren que puede haber todavía
más procesamientos.
Todo ocurre en medio de notorios
reclamos patronales de “mano dura” con el SUATT, “para que escarmienten”…
y de una contenida bronca de los laburantes con dignidad sometidos a la
provocación sin descanso de “El Padrino
Dourado” y su comandita de lúmpens con buenas migas burguesotas y otros graciosos
apadrinamientos, “de izquierda”.
Hace un par de días no tuve otra que
subir a un tacho de madrugada y, como de costumbre, traté de no perder la
oportunidad de establecer un diálogo lo más fraterno posible con el chofer,
esta vez sobre la detención y el encarcelamiento de estos trabajadores y sobre
el significado de nuestro día de recuerdo y honor a los Mártires de Chicago, asesinados brutalmente por reclamar con cientos y
cientos de miles de otras trabajadoras y otros trabajadores, jornadas de
explotación que no superaran las 8 horas diarias, hace 126 años.
“Lamarthée no es un obrero del
taxímetro; es nada más que un abrepuertas”, me dijo de
entrada el tachero, un loco muy joven que iba ya por su décimoprimera hora de
trabajo, a las 2 de la madrugada, con una expresión tal de su rostro que
denotaba el completo agotamiento y que, más bien, sugería que no tendría mucho
sentido contradecirlo y tratar de hacerle ver su grosera equivocación respecto
a Lamarthée y su honrosa condición laboral y sindical.
No obstante, dije: “Ah,
mirá vos… En mi gremio, es tan grafico el que imprime papeles o encuaderna
hojas, como el que limpia los baños o labura de sereno todas las noches… Tiene
los mismos derechos y pertenece legítimamente al Sindicato de Artes Gráficas”.
Me miró de reojo y sin titubeos, me
preguntó-afirmó: “¡¿Ud. es comunista?!”.
“No sé; lo que sé es que soy
laburante, vivo de mi laburo, me rompo el lomo, trato de pelearla con otras y
otros para que los chupasangre no me dejen reventado como a vos todos los días,
y el Primero de Mayo no laburo ni aunque me militaricen… Vos, el Primero, ¿qué
hiciste?, ¿laburaste?...”.
Entreparó el taxi sin más trámite,
arrimó a la banquina en La Vía y Burdeos, y pretendió hacerme “cumplir la orden”
de que me bajara “inmediatamente”.
“No pienso moverme… -le dije, muy
tranquilo- ¿Qué pasó, te dí en la matadura?. ¿Sos un carnero de mierda, un botón o
un nabo regalado en el culo del mundo?...”.
Enseguida se puso a observar
atentamente el gps del tablero del tacho como tratando de saber exactamente
dónde estábamos y a mirar con asombro un grupo de unos seis o siete chiquilines
que chupaban su vinito a pesar del frío y que antes no lo había visto, a mitad
de una cuadra bastante descampada, debajo de algo así como un viejo ombú y una
muy tenue lamparita pública de las que aún sobreviven por ahí.
Mientras muy nervioso arrimaba fuego a
un cigarro y yo hacía lo mismo con un tabaquito que iba armando mientras
“discutíamos”, pasó un patrullero con tres milicos adentro.
“Llamalos, loco… ¿Qué te pasa?, ¿Te
cagaste?... ¿Te creiste que sos Dourado o qué…”.
“Es que con éstos quedo en cana toda
la noche y encima no sé qué puede pasar con la recaudación…”.
La suerte ya estaba echada. No le
quedaba otra que seguir hasta mi barrio sin chistar o “pedir auxilio” a la
centralita atendida por alguno o alguna que no era propiamente taxista o a
alguna parada del oeste atendida por simples y despreciados “abrepuertas”…
Antes de que se resolviera, el
patrullero desandó lo andado y se colocó al costado del taxímetro, bajando dos
uniformados tamaño baño exhibiendo unas metralletas que metían miedo, la
verdad, máxime observando las caruchas del par de sujetos “sirviendo a la
sociedad”…
El agente que llevaba la voz cantante,
preguntó: “¿Qué pasa aquí?…”. El tachero había enmudecido y solamente
pitaba como loco.
Contesté como si el tachero fuera yo: “Nada,
se nos jodió el alternador… Nada más. Tamos esperando que alguien asesore desde
la centralita”.
“A vos te conocemos de la zona –afirmó uno
de los miliquitos, muy interesado en hacernos ver que todo estaba bajo control
y que se junaban a todos los habitantes del abigarrado oeste capitalino-. Tengan
cuidado con los pichis –agregó-; se rajaron, pero andan en la vuelta”.
Se refería a la gurisada del ombú, súbitamente desaparecida.
El “alternador” se reactivó rápidamente
como por arte de magia y seguimos viaje hacia uno de los paraísos de civilización
de la periferia selvática montevideana, mientras arreciaba una espesa niebla y
empezaba una de esas soberanas lloviznas de frío ensañado con “la indigencia en
descenso estadístico”.
“¿Y…? ¿Se te acomodó el alternador,
loco?”.
Admito que subconcientemente apelé a una ostensible veteranía de la que antes
no había tratado de prevalecerme, pero enseguida me ganó ese espíritu
conciliador que ojalá nos gane siempre viendo a un explotado esclavizado,
encima, que razona como si él fuera el explotador y que emite juicios que no
dejan de ser la repetición cotorrona de los argumentos chupasangre, pero que,
en determinado momento, ocurren cosas que necesariamente lo bajan a tierra, y,
capaz, le alumbran el sendero a pesar de su propia niebla ideológica y su
llovizna fría de ausencia de autoestima.
“No te voy a insistir con nada sobre “El
Perro” ni sobre el Primero de Mayo… Pero pensala, no te dejés llevar por los
versos de los hijos de puta que te tienen doce horas adentro de esta trampa con
gps colocado no pa defenderte a vos, sino a la guita de los trompa, nomás…”.
Llegados a “feliz” destino, le señalé
mi casa, le dí mi nombre, le dije dónde laburaba, qué horario tenía, y me
ofrecí para acompañarlo al SUATT, para afiliarse y para decir todo lo que
quisiera, por más duro que fuera, ahí mismo, donde hay que decirlas para que
como laburantes seamos cada día mejores tipos, sin necesidad de sentirnos
traidores de los mierdas que noche a noche convierten a un ser humano en un gps
obediente, sumiso y enemigo de sí mismo, de sus hijos y de los hijos de otros triturados
por la máquina de hacer guita del capitalismo.-
Gabriel –Saracho-
Carbajales,
15 de junio de 2012.-
Gente en Obra con Irma Leites y Iara
14/06/2012 por tele30uru
Gente en Obra con Irma Leites y Iara
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