Dossier 11 junio 2012
Si no estuviera por medio la tragedia de un pueblo…daría risa.
Autor: William
Yohai
11 de junio de
2012
Y se produjo al fin el tan esperado como
previsible rescate de España, perdón, de los bancos españoles, por parte de
la Unión Europea. Un ciclo de
déficit-insolvencias-corrida bancaria-ajustes-rescate financiero…etc, termina.
Otro comienza. En el cual veremos profundizarse el proceso de
caída en los niveles de vida del pueblo español.
Una nueva etapa del juego en que la
burguesía busca maximizar sus ganancias. Seguimos leyendo en la prensa y en los
comentarios, incluso del académico que transcribimos completo más abajo, que
estamos frente a un ENGAÑO.
¿ENGAÑO?
No en nuestra opinión. Se trata, nada más
ni nada menos, que de la evolución “natural” del sistema
capitalista.
Cuando el fantasma (lamentablemente la
amenaza no pasó de una “fantasía”, o sea, se mantuvo en el plano de lo
fantástico) del Socialismo Real, expandido después de la II
Guerra Mundial hasta ocupar buena parte de Europa, además de la
gigantesca China, amenazó las raíces mismas del capitalismo, la burguesía no
tuvo otro remedio que crear o tal vez sea más correcto decir, profundizar, aquel
estado de bienestar cuya piedra fundamental había establecido Bismarck allá por
el siglo XIX.
La burguesía renunció así a una parte de
la plusvalía posible, fracción del nuevo valor creado por la aplicación de la
fuerza de trabajo sobre los medios de producción, para estabilizar políticamente
a un sistema desestabilizado por las dos guerras mundiales y el surgimiento del
campo Socialista.
Ganaron los trabajadores asalariados y de
rebote los pequeño burgueses, fueran estos comerciantes, profesionales
universitarios independientes o altos
funcionarios.
Pasaron 30 años dorados en que buena parte
de la industria pesada y los servicios públicos corrieron, en el frente de
batalla anticomunista, o sea, Europa Occidental, por cuenta de un Estado
protector.
Servicios públicos gratuitos y de alta
calidad, buenas prestaciones de seguridad social, altos salarios, se financiaban
con elevadas tasas de impuestos a la burguesía y con una
política económica proteccionista que permitía la existencia de una agricultura
e industria prósperas.
A fines de los 70 el sueño comenzó a darse
vuelta. La gerontocracia soviética, corrupta y esclerosada, se dejó llevar al
campo del militarismo más absurdo. Tal fue el desdén por los intereses de los
trabajadores comunes y el conjunto del pueblo de la URSS y de los
países socialistas europeos que estos terminaron por perder todo afecto a aquel
sistema que, en el caso particular de los pueblos de la gigantesca URSS habían
significado, aún a costa de enormes sacrificios el pasar del atraso más atroz a
una vida tal vez mediocre pero sin las angustias del
capitalismo.
Tan evidente, parece que era la cosa, (no
para este escriba que no imaginó nunca ese desenlace antes de que sucediera) que
analistas occidentales lúcidos tales como Kissinger y Brezinsky lo anticiparon
acertadamente. Dicen que Raúl Sendic estuvo también entre los
clarividentes.
Así, como decíamos antes, en los 80
Margaret Thatcher en el Reino Unido, Reagan en los EEUU, y las dictaduras
militares en América Latina imponen las políticas neoliberales que resultan en
la destrucción de aquel orden de cosas subóptimo para la burguesía
internacional. La URSS se había transformado en un país
tecnológicamente atrasado que importaba alimentos y financiaba estas
importaciones con la exportación de petróleo y
gas.
El gambito imperial en el Medio Oriente
mediante el cual Arabia Saudita, con el apoyo militar y político explícito de
los EEUU e Israel impuso mediante la utilización máxima de su capacidad
productiva la caída de los precios del petróleo precipitó un fenómeno que,
evidentemente, estos poderes venían estudiando
acertadamente.
El deterioro del campo
socialista.
Al fin y al cabo: ¿Qué sistema podía
servir más a la elite gobernante, ineficiente y
corrupta?
Por más afinado que fuera su control de
las estructuras estatales y partidarias la matriz legal y política socialista
mantenía sus privilegios en un limbo de ilegalidad permanente. El capitalismo,
por el contrario, establece las garantías jurídicas para la propiedad de los
medios de producción y la riqueza acumulada mediante el
saqueo.
Mientras en el Occidente desarrollado
(EEUU, Europa Occidental y Japón, la tríada imperial) se comenzaba a
desmontar el estado de bienestar y el sistema público de producción y servicios
establecidos en la post guerra, se fomentaba la disolución del sistema
socialista.
En 1991 el derrumbe de éste se ha
completado.
Y, por supuesto, para nada es casualidad
que es, precisamente en esa década, que se comienza a inflar la burbuja
accionaria que reventará en 2001.
Se desregulan los mercados financieros y
se bajan las tasas de interés. Se crean así las
condiciones.
Y la inmensa China tiene ya avanzado su
proceso de “reformas”. O sea, su retorno al capitalismo pero bajo una fuerte
impronta estatal. Las particularidades que imponen esta impronta le darán una
estabilidad completamente excepcional en el capitalismo clásico. Se llega al
milagro de sumar más de 30 años de crecimiento económico ininterrumpido a
altísimas tasas anuales.
Sistema que es, de por si, extremadamente
funcional al proyecto del gran capital
internacional.
La competencia fabril China permite
reducir los salarios en los países de la tríada. El proceso termina con la
desindustrialización casi completa de estos países. Se traslada gran parte de la
industria al Sudeste Asiático, pero sobre todo a
China.
El trabajo en condiciones de
semiesclavitud en estos últimos países financia el cambio en las economías
centrales de productivas a “FIRE” sigla que, traducida del inglés, significa
finanzas, seguros y propiedad inmueble.
La última fase de este proceso comienza en
2001 con el derrumbe de la burbuja accionaria de las “punto com” y el inflado de
la burbuja inmobiliaria.
Tasas de interés decrecientes y
desregulación financiera contribuyen decisivamente en este proceso. La
“titulación” de créditos, proceso mediante se crean “paquetes” de créditos
garantizados por hipotecas que se venden a “inversores” de todo el mundo opera
como, supuestamente, difusor del riesgo. En realidad, tal cual lo ha demostrado
con creces la realidad desde 2008, año en que el proceso se transparenta, lo que
hace la titulación es aumentar la magnitud del fenómeno a una escala casi
infinita.
Mucho hincapié se hace estos días en los
problemas de índole moral que están implícitos en estos
procesos.
Se trataría de una mafia de banqueros
corruptos que se han encaramado en mecanismos de poder lo cual les ha permitido
llevar adelante el proceso.
NO HAY TAL. La causa de lo sucedido hay
que buscarla en la evolución natural del capitalismo al enfrentarse a su eterno
problema: LA TENDENCIA A LA DISMINUCIÓN
DE LA TASA DE
GANANCIA.
Tendencia planteada ya por Carlos Marx
hace 150 años.
Con un factor histórico que complicó las
cosas: el surgimiento de un sistema diferente y contrapuesto en la mitad (más o
menos) del planeta.
La caída tendencial de la tasa de
ganancia, tal como lo planteó Marx surge del crecimiento, fruto de la
competencia, del denominador de la ecuación V/C=G. O sea, con el fin de aumentar
la productividad de la hora de trabajo cada capitalista no tiene otra
posibilidad que hacer crecer la masa de capital constante (C), o lo que es lo
mismo la cantidad y calidad de las máquinas que se usan en la
producción.
Mejora así su competitividad frente a
otros capitalistas mientras estos no cambien a su vez los métodos y máquinas que
emplean.
Esa ventaja transitoria tiene, desde el
punto de vista del conjunto, el “defecto” de reducir la tasa de ganancia de
todos los capitalistas en el largo plazo.
Y el factor de reajuste del sistema no es
otro que la crisis periódica.
La sobreproducción de bienes resultante de
este continuo proceso se resuelve cada cierto tiempo por una crisis que destruye
capacidad productiva.
Y el ciclo
recomienza.
El estado de bienestar y el manejo público
de una parte significativa del aparato productivo mantuvieron en cierto modo
asordinados estos procesos.
Al caer el Campo Socialista no hubo ya
freno al desarrollo pleno de las contradicciones del
capitalismo.
Y aquí estamos, con una Europa del Sur en
pleno proceso de ingreso al mundo del único “capitalismo real” estable y
persistente: el CAPITALISMO SALVAJE.
Es por ello casi gracioso (repetimos salvo
el sufrimiento que representa para los trabajadores y el pueblo) observar a
algunos críticos llamar a “juicio y castigo” a los culpables, a saber, banqueros
y políticos autores directos del “saqueo” o
“estafa”.
Que no hay tales. Simplemente el “juego de
acuerdo a las reglas”.
El capitalismo va logrando, así, una
especie de nivelación de las reglas de juego a escala
mundial.
Se trata de evitar que en ciertos países
existan obreras que reciban más que “su” parte de la torta: la cantidad de
bienes y servicios necesarios para mantener y reproducir su capacidad
productiva.
Incorporado ya, sin excepciones, todo el
planeta al sistema no tienen mayor sentido las
particularidades.
Un proceso histórico que comenzó a fines
de la Edad Media llega a su
fin.
El reino sin
límites del capital es el resultado.
Desde el punto de vista de las naciones
involucradas, todo parece indicar que la declinación de la potencia imperial
dominante durante el último siglo; los EEUU se
acentúa.
Así lo atestigua la participación de aquel
país en el PBI mundial (declina desde el 38% a fines de la
II Guerra Mundial a menos del 20% hoy), el comercio mundial y el
papel de su moneda en el intercambio comercial y las reservas de los bancos
centrales.
¿Implica este hecho algún cambio esencial
en la caracterización del sistema capitalista?
No nos lo
parece.
Frente al belicismo exacerbado que exhibe
la acción imperial en las últimas décadas no queda más comentario que hacer que
no estamos ante fenómenos particularmente nuevos. El capitalismo siempre ha sido
imperialista y violento.
Cambiarán, total o parcialmente los
actores, pero no la esencia de la obra.
EL TEMA DE LA
ECOLOGÍA
Se difunde mucho en estos días la tesis de
que el mundo se aproxima a un agotamiento de los recursos disponibles para
satisfacer el consumo humano. Y dicho agotamiento se suma a la progresivamente
reducida capacidad del planeta para absorber la creciente suma de desechos que
dicho consumo conlleva. Sean gases fruto de la combustión (anhídrido carbónico y
monóxido de carbono), sustancias tóxicas generadas en los procesos productivos
fabriles y agrícolas u otros.
Estaríamos así frente a una nueva etapa en
la cual el problema ya no es la justicia o injusticia de la distribución de los
esfuerzos para producir y de los bienes producidos sino la
existencia misma de la especie humana sobre el
planeta.
El tema planteado tiene bases sólidas. Es
indudable que los recursos disponibles son finitos. Y también que la lógica
expansiva del capitalismo, que no tiene sentido sin el tan mentado “consumismo”
extrema la presión sobre aquellos.
Pero también habría que tener en
consideración que la ganancia capitalista se genera en el proceso de la
producción de bienes y servicios.
Y que el sistema ha mostrado una
extraordinaria capacidad de adaptación a condiciones
adversas.
No otra cosa demuestra el fenómeno de su
supervivencia a la amenaza planteada por el mundo
socialista.
Pero hay otro factor que nos lleva a dudar
de la real puesta en juego de la supervivencia humana: el bicho de dos patas
tiene también una extraordinaria capacidad de
adaptación.
Se afirma comúnmente que de producirse un
cataclismo nuclear las cucarachas serían la especie animal dominante en el
planeta.
Ignoro cual es la base científica para la
tal afirmación.
Pero me animo a pronosticar que, aún
disminuida sensiblemente en su número, la especie humana se las arreglaría para
predominar sobre el simpático animalito.
Y el progresivo agotamiento de los
recursos naturales será superado por cambios tecnológicos y de los patrones de
consumo que adaptarán el capitalismo y su patrón de acumulación y distribución
de bienes a sus necesidades de supervivencia.
Es mi muy humilde opinión: NI EL
AGOTAMIENTO DE LOS RECURSOS DEL PLANETA NI SUS CONTRADICCIONES PROPIAS ACABARÁN
CON EL SISTEMA.
DICHA TAREA DEBERÁ SER LLEVADA A CABO POR
SU “ENTERRADOR”, TAL CUAL LO DEFINIERAN MARX, ENGELS Y LENIN: EL
PROLETARIADO.
El resto son falsas esperanzas y alarmas
que no contribuyen a acelerar este último, inevitable,
proceso.
Esta discusión tiene, contrario-sensu lo
que aparentaría a primera vista, la mayor implicancia práctica para los que
pretendemos acabar con el capitalismo. Tema que merece un tratamiento mucho más
detallado en otra parte. Y que por supuesto tiene todo que ver con la táctica y
la estrategia de la izquierda* aquí y ahora en nuestro
país
Para terminar: ¿QUÉ CUERNOS TIENE TODO
ESTO QUE VER CON LA “HISPANGUSTIA”…je, je, saquen ustedes, lectoras, sus propias
conclusiones.
*el concepto de izquierda que manejamos excluye
a las organizaciones que integran el partido de gobierno en
Uruguay.
Por: JUAN TORRES LÓPEZ
(1)
10/06/2012 13:21
Primero los
gobiernos les crearon las condiciones para que financiaran una burbuja de
crédito sin precedentes y con la que han ganado docenas de miles de millones de
euros. Dictaron leyes de suelo para que los promotores les pidieran préstamos
que financiaran construcciones en todas las esquinas de España, que irían
quedándose vacías y sin vender cada vez en mayor número. Aumentaron las
facilidades fiscales para promover las ventas y desincentivaron el alquiler y el
consumo colectivo de servicios de ocio o
residencia.
Solo de 2000
a 2007, los bancos multiplicaron el crédito total destinado a la
actividad productiva por 3,1, el dirigido a la industria por 1,8, el de la
construcción por 3,6 y por 9 el dirigido a la actividad inmobiliaria. Y eso que
cada vez disponían de menos depósitos para generarlo: en 2000 la banca española
recibía 1,43 euros en depósitos por cada euro que concedía a crédito, mientras
que en 2007 solo 0,76 euros.
No contentos con los
beneficios que les daba el negocio inmobiliario que condenaba al monocultivo a
la economía nacional, impusieron políticas de bajos ingresos y recortes
salariales para que las familias y pequeños empresarios vivieran en el filo de
la navaja y tuvieran que endeudarse hasta las
cejas.
Pero no contentos
con obtener beneficios normales, los bancos utilizaron a sus tasadores para
aumentar artificialmente los activos sobre los cuales iban a dar créditos, para
así generar más deuda y cobrar comisiones más suculentas y recurrieron a todo
tipo de prácticas comerciales predatorias para fomentar el consumo: manejaban a
su antojo los índices de referencia, incluían la abusiva cláusula que autoriza
al banco a vender el piso en subasta notarial si se produce el impago de la
deuda, reclamaban importes elevadísimos por cuentas que creían canceladas,
cobraban comisiones leoninas (más que en cualquier otro lugar de Europa) por
cualquier cosa, giraban una y otra vez un recibo inatendido por el cliente
generando múltiples gastos de reclamación por una misma deuda, embargaban saldos
en cuentas corrientes sin respetar lo establecido en la ley... hasta cuatro
folios me ocupa el listado de malas prácticas que han recopilado las
asociaciones de usuarios, es imposible consignarlas todas aquí. Y eso, por no
hablar de las estafas estrella, que han podido suponer un auténtico robo de
entre 12.000 y 15.000 millones de euros, si no más, mediante las participaciones
preferentes, las cláusulas suelo, etc.
Mientras sucedía
todo esto, las autoridades dejaron hacer, consintieron las tropelías bancarias y
permitieron que se inflase la burbuja sin cesar, haciendo oídos sordos a todas
las advertencias.
El actual Ministro
de Hacienda, Cristóbal Montoro, decía en 2003: "no existe una 'burbuja
inmobiliaria' (...) el concepto de burbuja inmobiliaria es una especulación de
la oposición que habla insensatamente de la economía de ladrillo y olvida que la
construcción es un sector fundamental para la economía del país y en el que
trabajan cerca de un millón de personas" (El Mundo 2 de octubre de 2003).
Y el más tarde Ministro de Economía, Pedro Solbes, afirmaría que quienes
auguraban el riesgo de recesión por esa causa "no saben nada de economía" (El
País, 11 de febrero de 2008).
Los dirigentes de
uno y otro partido negaban lo que hiciera falta, por muy evidente que fuese para
el resto de los españoles, con tal de dejar que los banqueros y los grandes
empresarios de la construcción literalmente se forraran a costa de todos los
españoles.
El gobernador del
Banco de España que había colocado el PP, Caruana, se pasaba por el arco del
triunfo la denuncia de sus inspectores que en 2006 le señalaban formalmente que
no se hacía nada frente a un endeudamiento creciente y muy peligroso de la banca
española. Pero eso sí, no había declaración suya o más tarde de su sucesor, el
socialista Férnandez, en la que no reclamasen moderación salarial y recortes de
gasto social.
Pero gracias a todo
ello, los bancos españoles se convirtieron en los más rentables del universo,
justo, eso sí, en la misma medida en que situaban a nuestra economía entre las
más vulnerables.
Cuando estalló la
burbuja y ya no se iba a poder disimular lo que había pasado, el inmenso negocio
que los bancos habían hecho a costa de la deuda, todos consintieron en
disimular.
Permitieron que los
bancos declarasen en balance los activos dañados a precios de adquisición siendo
cómplices así de un engaño descomunal que hirió de muerte la credibilidad de
nuestra economía porque, por mucho que Zapatero dijese en septiembre de 2008
-como le dictaban Botín y compañía- que el sistema financiero español era "el
más sólido del mundo", los inversores y prestamistas internacionales sabían lo
que de verdad había hecho la banca española.
Los dos grandes
partidos, a los que se suman los de los nacionalistas de derechas de
Cataluña y el País Vasco, colocaron en las cajas de ahorros a sus amigos y
militantes y crearon una red de oligarquías provinciales que alentó la
especulación, extendió la corrupción y que comenzó a llevar al desastre a la
gran mayoría de las entidades, al convertirlas en clones de los bancos
privados, sin tener capacidad real ni naturaleza legal para
serlo.
Y para facilitar la
recuperación de los bancos mas grandes y dejarles a ellos todo el mercado
consensuaron la ley de cajas que las llevaba a su bancarización forzada, para
provocar cuanto antes su caída y el reforzamiento por esa vía de los bancos más
grandes.
Claro que, a cambio,
esos mismos partidos han recibido cientos de millones de préstamos para ir
ganando las elecciones, ahora uno luego otro, que no devuelven, y han podido
colocar en sus consejos de administración, o en los de empresas participadas, a
docenas de ex dirigentes o socios.
Luego, cuando el
sistema saltaba por los aires porque a los alemanes les consumía el ansia de
cobrar los préstamos que con la misma compulsión habían dado a los bancos
españoles, todos se concitaron para negar que iban a pedir un rescate. Diez días
hace que lo negaba rotundo el presidente Rajoy: "no va a haber ningún rescate de
la banca española" (EFE 28 de mayo).
Y cuando lo han
pedido, niegan lo que efectivamente han pedido: 100.000 millones de euros para
entregar a la banca y que vamos a pagar todos los españoles. Niegan que vaya a
tener efecto sobre el déficit y la prima de riesgo, cuando será el Estado quien
tenga que devolverlo (¿cómo lo harían unas entidades que se capitalizan
precisamente porque no tienen dinero?) y tratan de hacer creer que es algo
positivo y una ayuda generosa: "Las noticias que traemos hoy son positivas",
dijo el Ministro de Guindos cuando empezaba la rueda de prensa que dio ayer para
anunciar el rescate.
Nos han engañado a
todos cuando dicen que van a rescatar a España cuando lo que van a hacer es
hundirla para años. Nos han engañado los bancos, nos han engañado los gobiernos
del PSOE y del PP. Nos han engañado los dirigentes europeos que están borrachos
de ideología neoliberal y no se dan cuenta de que las medidas que toman llevan
al desastre a los países que las aplican (¿o acaso es que está mejor la economía
de Portugal, por no hablar de los ciudadanos portugueses, desde que fue
"rescatada"?). Nos ha engañado el Fondo Monetario que se ha sacado de la manga
un informe deprisa y corriendo solo para justificar la decisión ya tomada y en
el que cifra las necesidades de financiación de la banca española en una
horquilla que sitúa, nada más y nada menos, que entre 45.000 millones y 119.000
millones de euro. ¿En qué quedamos?
Y nos engañarán esta
tarde el presidente Rajoy y el Príncipe Felipe si es que definitivamente se han
ido a ver el partido de fútbol cuando griten ¡España, España!, porque lo que
están demostrando es lo contrario: España, los españoles de abajo, les
importamos un pepino. Ellos y el resto de los políticos que han permitido lo que
acabo de señalar, junto a los banqueros y los grandes beneficiarios de la
burbuja y de la crisis, que tendrían que vivir 500 años más para disfrutar de
todo lo que han ganado a costa de los españoles, son los responsables de este
engaño descomunal. Hay que pedirles cuentas a todos y echarlos para
siempre.
Juan Torres
López, Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de
Sevilla
Información disponible también en este link:
resonandoenfenix.blogspot.com
Nazi golpea a diputada griega
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