Muchos
quizás piensen que es dedicar demasiado espacio a las reveladoras
declaraciones de Patricio Aylwin sobre temas que son del pasado, se
podrá pensar. Allende, la Unidad Popular, el golpe y la dictadura
militar, Pinochet, parecen cuestiones de museo, palabras de un hace
mucho, mucho tiempo atrás. Sin embargo, creemos que no es así, dado que
gracias a estas descarnadas declaraciones del líder de la Democracia
Cristiana chilena nos adentramos en uno de los problemas capitales para
la izquierda latinoamericana. Ayer y HOY.
Se
trata del problema de las alianzas, pensadas estas desde la izquierda y
con el objetivo de reunir fuerzas con otras formaciones o partidos de
la derecha para de esa manera acceder al gobierno bajo formas de
coalición electoral o gubernamental. Siempre ha habido una izquierda que
ha andado a la caza de sectores de la derecha creyendo que así
salvarían muchos obstáculos y podrían acceder al gobierno. Mucho se ha
hablado de "acumular fuerzas", de no "asustar" a estos posibles aliados,
de "ir creando las condiciones". Mucho se ha frenado también a nombre
de esta estrategia para llegar al gobierno. Se han trancado luchas
populares, combates sindicales y estudiantiles y aún luchas
revolucionarias. Todo a nombre de poder presentarse con mejores
credenciales frente a los eventuales aliados de la derecha.
Eran
duchas de "realismo" concebido éste como que lo real era la alianza
politiquera con la derecha, no las luchas populares y el empuje desde
abajo para llevar adelante las reivindicaciones mil veces postergadas de
los trabajadores del campo y la ciudad.
Sin
embargo, estos problemas no son algo que tenga relación solamente con
el pasado, son actuales en grado sumo. Sea para ganar elecciones o
pretender volver a ganarlas después de haberlas perdido a manos de la
derecha sin decorados, como ha sido el caso de Chile con la llamada
Concertación que ocupó el gobierno desde el fin de la dictadura hasta la
llegada del actual gobierno y que estaba compuesta por la mayoría de
los partidos políticos de la izquierda -menos el Comunista que ahora
pretende allegarse-, y por la Democracia Cristiana. La misma que ha
dirigido este caballero de las presentes declaraciones, este golpista
que en el fin de sus días dice algo que todos sabíamos entonces, cuando
el golpe militar y cuando la preparación de éste, y que desatan un gran
debate político.
La
Democracia Cristiana chilena, como partido, y sus legisladores y
dirigentes entonces, así como un gran número de sus militantes,
subvertieron y sabotearon cuando el gobierno de la UP para allanarle el
camino al golpe militar. Fueron ellos los que fueron "creando las
condiciones" políticas y el clima necesario para que la horda asesina
desatara su odio criminal contra el pueblo trabajador. Ellos sí que
"crearon las condiciones". En este caso para un golpe fascista y la
masacre del pueblo trabajador. La DC fue golpista y participó
activamente en la consumación del mismo. Por lo tanto es también
responsable de lo que sucedió después. No se puede atizar la hoguera y
después pretender no tener responsabilidades en la quema del bosque.
Fueron, en el terreno político, parte del estado mayor civil del golpe. A
consecuencia de malos cálculos políticos se creyeron que los golpistas
les iban a entregar el gobierno a ellos, una vez que éstos lo habían
conquistado en la práctica. Así no fué, como es sabido y el resto es
historia.
Lo
que también fué historia mal contada era que la DC no tenía nada que
ver con el golpe. Se han hecho los sorprendidos durante decenios. Y los
inocentes, claro, y de esta manera han revalidado sus credenciales
democráticas, tanto es así que han gobernado en comandita con los restos
de aquella izquierda a la que le dieron el golpe junto con el resto de
la derecha recalcitrante y los militares fascistas. Estas declaraciones
reabren el debate en Chile sobre el rol de la llamada "derecha
democrática". Que mucho tuvo y tiene de derecha y poco de democrática.
El debate, los argumentos, los documentos, los ejemplos concretos, son
aleccionadores. No solamente para entender lo que pasó en Chile con la
"vía pacífica al socialismo" que era la alternativa en aquél entonces a
los levantamientos revolucionarios y armados, sino además para
clarificarse sobre el verdadero carácter de esta autodesignada "derecha
democrática".
Y
yendo del pasado al presente, este debate nos permitirá adentrarnos en
el "disco duro" de estos sectores, que después de las dictaduras
militares reverdecieron como LA alternativa. Naturalmente con el
enfervorizado apoyo del imperio que se hacía el demócrata y de la
socialdemocracia europea que al fin veía premiados sus esfuerzos con el
surgimiento de un sector de la derecha en disposición de colaborar y
aliarse con las fuerzas llamadas "democráticas" de la izquierda, previo
saneamiento de rémoras socializantes o populares en sus programas y
objetivos inmediatos. El proceso ha sido diferente en cada país pero en
el fondo la tónica ha estado marcada por la pretensión de establecer
gobiernos de coalición, formalmente o en los hechos prácticos, con esta
derecha que así de pronto había comprendido que la izquierda debería ser
su aliado natural. En algunos casos ha funcionado así, Chile es el
ejemplo extremo, en otros toma formas locales, como en El Salvador para
poner un ejemplo, y en otros, como en Uruguay ha sido y es la
eternamente buscada quimera.
La
cosecha en Uruguay ha sido bastante pobre pero al menos -dicen- se ha
llegado al gobierno aupados por la ayuda de diminutos sectores burgueses
para lo cual se han dejado de lado programas, historia y estrategias.
Todo ha ido en función de llegar al gobierno. Una vez en él, como ahora
con el gobierno de Mujica todo ha estado dirigido a lograr alguna forma
de "acuerdo nacional" al menos parcial, como ha sido el tan agitado y
tan fracasado acuerdo político de la educación. La izquierda que se
conforma con los sillones parlamentarios y gubernamentales se siente
realizada mientras no la saquen del gobierno. Aunque en concreto no haga
mucho ya que el gobierno, de instrumento ha devenido en un fin. En
Uruguay también hay sectores que se proclaman "derecha democrática" y
hacia ellos se han dirigido todos los invites del progresismo
gubernamental. Sin mayores resultados. Lo interesante del ejemplo de la
Democracia Cristiana chilena, que nada tuvo de democrática y tampoco de
cristiana, es como piensan, razonan y ACTÚAN estos sectores. Es
aleccionante. La lección principal es que operan como la faceta "humana"
del sistema pero en realidad son tan carniceros como la "otra" derecha,
a la que Mujica llama "lo peor de la derecha", y que llegado el momento
de que el sistema está en peligro o lo consideran en condición de tal,
aún por via pacifica o elecciones, se sacan los guantes blancos y entran
a la conspiración masacradora.
Esto
no se debe de olvidar NUNCA, ya que en Uruguay, por ejemplo, toda la
derecha, la llamada "progresista" y lo "peor" de ella según definición
mujiquista, ambas apoyaron y votaron el estado de guerra interno en
1972, la suspensión de las garantías individuales, el establecimiento de
la justicia militar, etc, que condujeron directamente al golpe militar y
a la instauración de la dictadura. Es que ésta derecha no puede con su
condición de representante político de un sistema explotador y de
opresión. Esa es la cruda realidad. Ayer y hoy, en Chile y en Uruguay.
Esperamos pues, que los materiales sirvan como información, para la
reflexión y como lecciones que nos brinda el hermano pueblo chileno,
lecciones que ha pagado con mucha sangre.
Colectivo del Blog Noticias Uruguayas
Carta a un conspirador
Miércoles, 30 de Mayo de 2012 10:07
Enrique Villanueva M- Clarín de Chile
Es
cierto y también legal que cada persona y en particular los dirigentes
políticos de la época tengan su visión y su opinión respecto a Salvador
Allende, de su gobierno y de los acontecimientos que terminaron con el
golpe de estado de 1973.
Pero
lo que no es posible aceptar es que aquellos dirigentes de partidos que
conspiraron o que fueron parte de la conspiración en contra de su
gobierno, legalmente constituido y por voto popular, intenten con
prepotencia tergiversar la historia o simplemente lavarse las manos.
Y
menos aceptable es que los actuales herederos de Pinochet, empresarios,
políticos de derecha otrora el brazo armado del golpismo en Chile y
actores directos del terrorismo de estado que asoló y saqueó el país
por 17 años, levanten la voz intentando limpiar su imagen y la de su
líder, condenado por la opinión mundial por asesinatos, desaparición de
personas y torturas.
Ciertamente
que todo esto es posible por el manto de impunidad que les brinda la
ley de amnistía de 1978, que protege aun a cientos de violadores de
derechos humanos y por la actitud acomodaticia y oportunista que desde
Chile impidió el juzgamiento del dictador. Decisiones más que
equivocadas, intencionales o cobardes, que se unieron desde dentro de la
Concertación para protegerle de la ley internacional que en su momento
el juez Garzón intento aplicar a nombre de la dignidad internacional.
Pero
mas allá de Pinochet, no se puede opinar de manera tan irresponsable de
un periodo histórico que aun no se ha cerrado, que todavía punza
heridas abiertas y que significó tanto dolor para miles de familias
chilenas.
La
historia es la que tiene la palabra y esta muestra una verdad que nunca
se podrá ocultar, que el gobierno de Allende fue democráticamente
elegido y que fue derrocado por una conspiración en la que tomaron parte
los mandos superiores de las Fuerzas Armadas, la derecha chilena ( hoy
RN y UDI)
la mayoría de la directiva del partido democratacristiano, empresarios,
bancarios opositores al gobierno popular, El Mercurio, intelectuales y
periodistas, entre otros, quienes formaron parte de la gran cruzada
anticomunista que impulsaba la CIA y el gobierno de Estados unidos de la época.
Nosotros
como militares que apoyamos y defendimos al gobierno legalmente
constituido, fuimos testigos de cómo se desarrolló esta conspiración y
una política de guerra ideológica que terminó por dividir a la sociedad e
impregnarla de un odio a muerte entre chilenos. Ese odio de clases
llevó a la derecha al extremo de asesinar al Comandante en Jefe del
Ejército General René Schneider en 1970, como una acción destinada a
impedir la ratificación de Allende como Presidente de la República.
También
en esta cruzada asesinaron al edecán naval de Allende, el comandante
Arturo Araya Peters, además de la realización de cientos de acciones
tales como voladuras de torres de alta tensión, acciones, entre otras,
que efectuaban los grupos paramilitares de la ultra derecha, que
comandaba uno de los abogados defensores de Pinochet, Pablo Rodríguez.
A
nosotros se nos incitaba a ser parte del golpe de estado, del cual
sabíamos que su realización era cuestión de tiempo, pero nuestros mandos
hacían la vista gorda con los cientos de actos terroristas que se
realizaron y estaban destinados a crear el caos económico, la
inseguridad y el rechazo a las políticas que impulsaba el gobierno de
Allende.
Por
eso es oportuno recordar al Sr. Patricio Aylwin, que todas estas
barbaridades cometidas se amparaban en la gran mentira de la cual él
formó parte, intentando demostrar que Chile estaba al borde del
comunismo y de la guerra civil, afirmando que éramos invadidos por rusos
y cubanos. Esa guerra solo existió en la cabeza de quienes la
diseñaron, en Chile no hubo guerra, lo que hubo fue una conspiración
cobarde en contra de un gobierno socialista y la represión que se desató
con el golpe de estado fue parte de una política represiva desde el
estado, realizada en forma sistemática, salvo casos excepcionales, en
contra de ciudadanos desarmados e indefensos.
Esta
es una verdad que tanto jefes militares y políticos de la época han
tratado de tergiversar, insistiendo en hablar de guerra para justificar
el golpe militar de 1973 y la represión política que ejercieron durante
todo el periodo de la dictadura.
La
razón del golpe de estado entonces no fue porque “ Allende hizo un mal
gobierno, que cayó por las debilidades de él y su gente” o que fuera “un
mal político” como lo dijo Aylwin. El sabe perfectamente que la razón
es otra porque participó de ella y fue uno de sus artífices. De lo que
se trataba era impedir que un gobierno socialista elegido
democráticamente llegara realmente al poder y que tuviera éxito.
Los
opositores de la Unidad Popular sabían que su programa de gobierno,
significaba acometer de frente contra grandes intereses nacionales y
sobre todo extranjeros que controlaban nuestra economía, lo que
implicaba desafiar y luchar a la vez, contra los consorcios financieros,
los monopolios industriales y el latifundio. Por lo tanto el golpe de
estado fue una respuesta clara y anticipada, además predecible, porque
los planteamientos de Allende establecían el punto de partida para crear
una nueva economía y un nuevo estado.
No
caben dudas que el gobierno popular y sus funcionarios cometieron
errores, de todo tipo, pero también es cierto que en tres años se
construyó una obra histórica; se nacionalizó el cobre y los demás
recursos estratégicos del país, lo que obviamente despertó la ira de la
Kennecott y de otras empresas norteamericanas dueñas hasta esa fecha
del cobre por más de 50 años. En la Agricultura se terminó con el
latifundio y se continuó con la Reforma Agraria iniciada durante el
gobierno democratacristiano de Eduardo Frei, orientada a liquidar este
régimen de producción de la tierra, como una expresión, además, bien
vinculada a la evolución política y social de Chile.
En
la idea y práctica de construir la nueva economía los esfuerzos se
centraron en la constitución del área de propiedad social, ya que el
cambio estaba en el sistema de propiedad de la producción, no en el
nivel del intercambio. El Gobierno Popular asumió el control de los
bancos nacionales y las funciones de éstos se orientaron en beneficio de
los medianos y pequeños industriales, mineros y agricultores. En Chile
las instituciones bancarias eran los principales vehículos de clanes
económicos que concentraban la mayor parte del poder industrial,
comercial y financiero del país.
Paralelamente,
el gobierno desarrolló actividades y medidas concretas en beneficio
popular, todo ello en el marco de transformaciones radicales de la
estructura económica. En el plano social se mejoró el Servicio Público y
se desarrolló un programa social extensivo; en todo el país fue
entregado gratuitamente medio litro de leche diario a todos los niños de
Chile y los policlínicos periféricos fueron puestos sin costo al
servicio de toda la población. Con esto la tasa de mortalidad infantil
descendió considerablemente, al amparo de una política de protección a
la madre y al niño.
El
gobierno intensificó la construcción de viviendas populares, llegando a
duplicar los metros de construcción, en comparación con el periodo
anterior. Y la educación recibió un impulso importante, expresado en su
extensión masiva a toda la población escolar, para reducir el
analfabetismo y en la ampliación considerable de las matriculas en todos
los niveles de la enseñanza. En este proceso surgieron muchos artistas
populares, quienes trabajaron para recuperar el carácter nacional de la
cultura.
Estos
son algunos de los logros del gobierno de Allende, por lo que y más
allá de las conspiraciones, el pueblo nunca dejó de responder a sus
llamados. Este le señaló un camino y fuimos muchos quienes participamos y
vivimos instantes de gran exaltación nacional y de motivación
colectiva.
Señor
Aylwin, el gobierno de Allende no fue un mal gobierno para el pueblo.
Sí lo fue para quienes se le oponían. Usted tuvo el derecho a oponerse a
sus ideas, pero esto no justifica la conspiración de la cual formó
parte y que propició el derrocamiento de un gobierno legalmente
constituido y no le exime de las consecuencias de sus acciones.
Su
participación en la planificación del golpe está comprobada y
acreditada en los documentos confidenciales desclasificados por el
gobierno de Estados Unidos, los que entregan pruebas irrefutables del
apoyo financiero de la CIA
y algunas transnacionales norteamericanas al Partido Demócrata
Cristiano del cual usted era su presidente. Dineros que se entregaron
para fortalecer la campaña electoral de Eduardo Frei Montalva en 1964,
luego para impedir el triunfo de Allende en 1970 y, más tarde, para
desprestigiar y desestabilizar al gobierno de la Unidad Popular.
Tres
semanas antes de que Allende fuera derrocado, el 11 de setiembre de
1973, funcionarios norteamericanos aprobaron un millón de dólares en
ayuda encubierta a partidos políticos y organizaciones privadas. Según
un memorándum de la CIA, uno de los receptores del dinero fue el Partido Demócrata Cristiano.
Pero
seria injusto no mencionar que en el PDC hubo también dirigentes que se
opusieron a la aventura golpista del partido, entre ellos Renán
Fuentealba, Bernardo Leighton, Belisario Velasco, Jaime Castillo y
Claudio Huepe entre otros, algunos de los cuales fueron detenidos,
relegados o exiliados. La persecución política también alcanzó a la
militancia democratacristiana en todo el país, particularmente en las
universidades y en la administración pública.
En
1988 la juventud demócrata cristiana presentó una querella criminal en
contra de Augusto Pinochet y otros responsables, por el delito de
homicidio calificado cometido en las persona de 14 militantes de este
partido. Pero el caso mas connotado fue el atentado a Bernardo Leighton
en Roma en 1974.
Nosotros
en la Fuerza Aérea fuimos testigos de esa represión, vimos a cientos de
personas que desfilaban unos tras otros por los lugares en donde los y
nos torturaban: la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea, la Escuela de
Especialidades y la Cárcel Publica, el Estadio Nacional. En todos estos
lugares la prepotencia y el odio que desató la conspiración desleal para
con su país, fueron el aliciente para eliminar a quienes fueron
calificados como los enemigos de la patria.
Hoy
después de más de treinta años los políticos que conspiraron en contra
de su pueblo se exculpan porque no participaron directamente en tales
tropelías. Qué contrasentido y qué cobardía más grande. Si bien es
cierto que no participaron, lo que hicieron fue crear las condiciones
que justifican las peores crueldades que un ser humano se pueda imaginar
a manos de torturadores inescrupulosos.
Los
que propiciaron las condiciones para que se realizaran los crímenes de
lesa humanidad, los que ejercieron el terrorismo de estado, que
cometieron crímenes, violaciones, los que torturaron y que se apropiaron
de bienes en nombre de la seguridad nacional y de la lucha
anticomunista, saben que tienen que responder política y moralmente a la
sociedad por el daño causado, no solo por haber actuado para mal y en
contra de esta, sino por lo que hicieron de manera intencional y
planificada, sabiendo las consecuencias sociales de sus actos aun cuando
podían evitarlas.
Finalmente
en qué pie quedan quienes condecoraron el ex Presidente de la República
y ex senador Patricio Aylwin, quien recibió la medalla que concede la
Universidad Alberto Hurtado, de manos de la Presidenta Michelle Bachelet
por su aporte como héroe de la paz. Un acto aberrante que es el
reflejo, aunque no guste escucharlo, de la condescendencia
concertacionista con los violadores de los derechos humanos y de la
falta de compromiso para definir una política que permita excluir la
ideología, a las organizaciones y a quienes incitaron a derrocar el
gobierno de la Unidad Popular, que violentaron el sistema democrático y
que abrieron las puertas a los golpistas que desencadenaron el terror en
todo el país.
En
la misma oportunidad se condecoró también a Sergio Onofre Jarpa, por su
“generoso patriotismo y aporte en la transición a la democracia”, a
quien fuera Ministro del Interior de la dictadura pinochetista entre
agosto de 1983 y febrero de 1985, el período de las protestas sociales
que fueron violentamente reprimidas a balazos y torturas.
Como que el entusiasmo les pasó la cuenta a quienes idearon esta tremenda aberración.
Estas
tergiversaciones en todo caso reafirman la idea de que en este ámbito
aun queda mucho por hacer y que no se puede desconectar la historia
actual del pasado, porque no se puede aceptar que se intente borrar la
memoria histórica, eliminando las evidencias de lo que no es conveniente
o se quiere ocultar.
Por
eso es necesario tener presente y evocar el ejemplo, los valores y la
mística de quienes lucharon antes que nosotros, con el fin de cimentar
las bases de esa sociedad en el respeto de nuestro pasado histórico. Eso
ayudará a desterrar el cinismo, la doble moral, el acomodar el discurso
hacia la izquierda mientras se actúa como lo acaba de hacer Aylwin,
con el cuerpo y la cabeza en la derecha.
La
defensa de la memoria histórica tiene que ver con principios éticos,
porque esa historia no está solo para decorar una vitrina o un monumento
tranquilizador del pasado.
Dr. Enrique Villanueva M
Vicepresidente del Centro de Estudios Exonerados de la Fuerza Aérea -73
Indignación por declaraciones de Aylwin contra Allende y a favor de Pinochet
Lunes, 28 de Mayo de 2012
Colaboradores/ Clarín
Líderes
opositores y de la izquierda impugnaron las declaraciones sobre el
golpe de Estado de 1973 ofrecidas por el expresidente Patricio Aylwin
(1990-1994), a quien acusaron de distorsionar la historia y de pretender
enlodar la memoria de Salvador Allende.
"Juzga a Allende livianamente y a
Pinochet con una benevolencia que irrita", afirmó el senador y
presidente electo del Partido Por la Democracia, Jaime Quintana, acerca
de opiniones de Aylwin en entrevista publicada la víspera por el diario español El País.
"Pinochet representaba orden, seguridad, respeto, autoridad, era
popular", fueron algunos de los atributos endosados al ex dictador
chileno por el entrevistado, representante del Partido de la Democracia
Cristiana.
En tanto, de Allende señaló que "terminó demostrando que no fue buen
político, porque si hubiera sido buen político no habría pasado lo que
le pasó (...) El golpe se habría producido sin la ayuda de Estados
Unidos. Estados Unidos lo empujó, pero la mayoría del país rechazaba la
política de la Unidad Popular, eso era evidente".
Quintana criticó las declaraciones de Aylwin y confió en que "la historia juzgue esos años desde otra óptica", al tiempo que estimó que "cuando se juzga a Allende de esa manera uno se pregunta por qué en tantas partes del mundo hay reconocimientos a su figura, hay grandes avenidas. Cuesta mucho comprender esas palabras". El presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, también reaccionó molesto por las palabras de Aylwin y subrayó que sin la intervención del gobierno estadounidense hubiera sido muy difícil un golpe de Estado en Chile.
Teillier consideró grave que un expresidente justifique un golpe de Estado justo cuando ciertos sectores ultraderechistas chilenos pretenden hacer un homenaje a Pinochet en el Teatro Caupolicán al igual que han querido hacer en el Parlamento aludiendo a la democracia como argumento.
Asimismo el Partido del Socialismo Allendista, a través de su presidente Esteban Silva y del abogado Roberto Ávila, querellantes en la causa por la muerte de Allende, respondieron severamente a las declaraciones formuladas por Aylwin a El País.
Ambos militantes manifestaron que no se puede negar la participación de la Democracia Cristiana en el derrocamiento del gobierno constitucional de Allende, tal como consta en informes senatoriales norteamericanos.
Los socialistas allendistas remarcaron que Pinochet y Aylwin respondieron políticamente a las necesidades del gran empresariado chileno y extranjero expresados en un modelo político neoliberal.
"El compañero Allende es una figura que los jóvenes han señalado como el chileno más importante de la historia de Chile, nada puede ya enlodar esta imagen gigantesca que inspira las luchas sociales del presente por un Chile mejor", enfatizaron.
Los Freistas fueron golpistas
Viernes, 01 de Junio de 2012
Rafael Luis Gumucio Rivas / Clarín
La
interpretación histórica de los tiempos cercanos no tiene,
necesariamente, que ser objetiva: cualquier persona, sea Presidente, ex
Presidente o simple “opinólogo” tiene derecho a calificar los gobiernos
de buenos o malos.
Para
algunos, los gobiernos de Jorge Alessandri y, más cerca, el de
Sebastián Piñera, han sido un desastre; lo mismo podría argumentarse
sobre los dos períodos de Carlos Ibáñez del Campo, o más recientemente,
el de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Que don Patricio Aylwin diga que el gobierno de Salvador “no fue bueno”
no es ninguna novedad, pues fue y sigue siendo un feroz opositor, tanto
a la figura, como a la gestión del Presidente mártir. Su gran mentor de
la época, Eduardo Frei Montalva, a partir de 1970, tenía la peor imagen
del extinto Presidente: lo consideraba superficial, fatuo y que iba a
conducir a Chile al peor de los desastres; de la forma en que recibió
en La Moneda al presidente electo, Salvador Allende, se manifestaba
tempranamente el desagrado que sentía al entregar la banda presidencial a
su opositor.
Es verdad que el gobierno de la Unidad Popular fracasó, en parte, a
causa de la imposibilidad de llegar a acuerdos con la Democracia
Cristiana, cuyo sector freísta, al poco andar, hizo lo imposible para
que el diálogo fructificara. Mi padre, Rafael Agustín Gumucio Vives, da
testimonio de esta situación: cada vez que se acordaba con Bernardo
Leighton y con Renán Fuentealba – o con otros líderes
democratacristianos abiertos al diálogo – llegaba una llamada del sector
freísta, que obligaba a los parlamentarios a retraerse.
En agosto de 1973, muy cerca del golpe militar, el Cardenal Raúl Silva
Henríquez quería un diálogo entre los dos grandes ex amigos – Eduardo
Frei y Salvador Allende – pero el primero se negó dejando a Patricio
Aylwin como representante de la Democracia Cristiana, partido que
planteó tal cantidad de condiciones que se hizo imposible el acuerdo
para llegar a una salida política.
El Parlamento sacó un acuerdo por el cual condenaba el gobierno de
Allende que sirvió, posteriormente, para justificar el golpe de estado y
la asunción de los militares al poder. Bernardo Leighton, en el
exilio, reconoció que fue engañado por su directiva para votar a favor
un acuerdo que conducía directamente a la intervención militar.
Posterior al Golpe, salvo los trece firmantes de un documento
condenatorio al golpe militar, encabezados por Bernardo Leighton y
Radomiro Tomic, la mayoría del partido Demócrata Cristiano apoyó el
golpe militar. La carta de Eduardo Frei a Mariano Rumor – presidente de
la Internacional democratacristiana, es clara, precisa y explícita, en
el sentido de apoyar el golpe militar.
Eduardo Frei Montalva, junto con Gabriel González Videla y Jorge
Alessandri asistieron al Tedéum, en la Gratitud Nacional, para agradecer
a Dios el triunfo del golpe militar y la caída de Allende. Podrá
argüirse que Frei lo hizo con cierta dosis de desagrado y a petición
del Cardenal, la realidad es que estuvo presente, en compañía de dos
derechistas.
Por cierto que Frei no tiene la culpa de que sus dos edecanes hayan
sido los líderes del golpe militar – Bonilla y Arellano - tampoco
Aylwin la tuvo al creer, ingenuamente, que podría defender a la radio
Balmaceda y, en nombre de la libertad de prensa, ante el ministro del
Interior Bonilla, quien le respondió groseramente – como corresponde a
la brutalidad castrense.
En este primer acápite, parece evidente que el freismo – no es lo mismo
que la DC – animó y apoyó el golpe, tal vez a la espera de que el poder
les cayera del cielo. Es una verdad, como una catedral, que se
arrepintieron, como buenos católicos, y el perdón de los pecados se
repite, domingo a domingo, en la misa, sin embargo, la responsabilidad
política, después de haber pedido perdón, exige reconocer el error y no
tratar de autojustificarse, como lo está haciendo el ex Presidente. Por
lo demás, la penitencia la cumplió, con creces, al convertirse en
aliado de los socialistas.
Nadie niega que los termocéfalos, el sectarismo y algún grado de
corrupción, además de una concepción dogmática del marxismo y, sobre
todo, del leninismo, muy propio de nuestra izquierda utópica y
subdesarrollada, colaboró al fin trágico de de la democracia.
El papel de Estados Unidos y la derecha militarista está comprobado y dilucidado hasta la saciedad.
Es una estupidez sostener que la política es solamente futuro, pues el
hombre es, apenas, presente y pasado; ninguna persona seria puede
predecir el futuro, por consiguiente, nuestra tarea consiste en mirar el
pasado para entender el presente; sin embargo desde el golpe militar
han transcurrido 40 años y el legado de la dictadura militar está a la
vuelta de la esquina como una herencia que en todas nuestras
instituciones huele a podrido.
Donde el ex Presidente, don Patricio Aylwin demuestra cierta dificultad
para entender la realidad es cuando alaba al tirano Augusto Pinochet,
uno de los seres más abominables y funestos que han existido por estas
latitudes. Nuevamente insiste en que el ex dictador Pinochet, convertido
en comandante en jefe y ex Presidente de Chile por su propia voluntad,
no atropelló la legalidad y respetó al Presidente en los “ejercicios de
enlace” y en “el boinazo”, y que no presionó a dos ex Presidentes
democratacristianos en el caso “pinocheques” para defender a su
primogénito de las manos de la justicia.
El famoso dicho “en la medida de lo posible”, una especie de
minimalismo político, que ha permitido a muchos responsables de
crímenes de lesa humanidad quedar impunes, y los peores de ellos están
en casinos, financiados por todos los chilenos, cuando no se dedican a
dictarle cátedra al Presidente de la República, desde el Hospital
Militar - Álvaro Corvalán -.
Cuando uno lee al ex Presidente, a sus ministros, a su vocero Enrique
Correa y otros tantos socialistas y democratacristianos, si no hubiera
vivido en Chile, creería que los “ejercicios de enlace” y otras
bravatas del tirano eran fiestas de la primavera o juegos de disfraces
para entretener a los niños, y que jamás levantó la voz para presionar a
los presidentes democráticos.
Es triste comprobar el grado de traición y complacencia con la
dictadura en que cayeron muchos líderes de la Concertación que, en su
servilismo inconsciente, terminan rindiendo pleitesía a su opresor, que
se llama “síndrome de Estocolmo”.
Por esta razón y otras más, la ciudadanía los expulsó del poder.
Rafael Luis Gumucio Rivas Del Colectivo Noticias Uruguayas
extraordinario, yo tenía 13 años para el golpe, esa mañana temprano nos devolvieron a nuestras casas, yo iba caminando con un compañero quien estaba feliz con lo que acontecía y me dijo algo que nunca he olvidado "los militares después llamarán a elecciones y Eduardo Frei será presidente de Chile" ¿cómo diablos sabía eso un joven de 13 años? es obvio que su padre se lo habría dicho. A casi 40 años la DC aun debe encubrir el pasado
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