lunes, 4 de junio de 2012

En la China una china se perdió


Para comprender lo que sucede en China basta con preguntarse a si mismo, el nombre de 5 ciudades chinas y el nombre de cinco politicos chinos en vida. Pocos uruguayos lo sabemos, pregunta dificil lo que nos indica que sabemos muy poco de China.
Para conocer la China actual es recomendado ademas del librito rojo de Mao que era una cita obligada a muchos militantes de izquierda nos recomendaban leer en la época de los 60, hoy 50 años después el libro "Conocer a China" del el ex secretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger, es un buen remedio.

 De hecho, hay tres libros en un volumen. La primera es un recorrido por la historia y cultura del Imperio Medio. Nos enseña cosas como: "Los chinos nunca han producido un mito de la creación cósmica Para ellos, el universo fue creado para ellos.". Esta civilización que se considera el centro del mundo y ha pasado por los 150 años de humillación, con hambrunas y guerras que consumieron 100 millones de personas. ¿Quién ha dejado esta parte confusa Zeng Guofan con Wei Yuan, no debe preocuparse. En el siglo 20 será más cómodo.

 El segundo libro cuenta la esencia de las cosas han cambiado en 70 años cuando Mao Zedong llegó a Occidente. Como Kissinger fue un personaje importante en este juego, su narrativa es rica, aun cuando reconoce sus errores, producidos por la ignorancia. Por ejemplo, cómo el Vietcong nunca se  ridieron, y fueron invencibles Mao hablaba en serio cuando dijo que no tenía miedo de una guerra nuclear.

La tercera parte de "Acerca de China" es el más valioso. Kissinger, que hizo más de 50 viajes a Pekín, construye un escenario en el que la incomprensión del nacionalismo occidental y china son los factores de las tensiones en el futuro. Cuando el compañero de Obama llegará a las alianzas estratégicas y militares de Asia, sabe que estimula el temor del Imperio Medio a ver rodeado de los "diablos extranjeros".

Al final del libro como un mandarin, Kissinger, recuerda la situación en Europa en 1907, cuando un diplomático británico habia realizado un trabajo sobre las relaciones con Alemania y China. En ese momento, ambos países fueron los principales socios comerciales, y todo lo que hizo fue Kaiser visto en Londres como una amenaza estratégica. Berlín tenía el mismo sentimiento hacia los británicos. Siete años más tarde, comenzó la Gran Guerra. Kissinger se presenta como un riesgo con extrema precaución. Su interés es demostrar que existe el peligro del "resultado lamentable".
 Richard Nixon (derecha) y el primer ministro chino, Chou En-lai, en Shanghai en 1972. / AP

Henry Kissinger (Fürth, Alemania, 1927) fue el gran artífice de la visita de Estado que el expresidente Richard Nixon efectuó a China en 1972, que marcó un parteaguas en las relaciones diplomáticas entre el gigante asiático y Estados Unidos. Su último libro, China (Random House Mondadori, 2012) analiza la creciente influencia de Pekín, que, a su juicio, no ha dejado de crecer desde los setenta. Kissinger apunta que desde los setenta la influencia de Pekín en el mundo se ha extendido de manera imparable. En este extracto, el exsecretario de Estado y premio Nobel de la Paz 1973, recuerda el primer encuentro entre Nixon y el líder chino Mao Zedong.
En el libro, el exconsejero nacional de EE UU y exsecretario de Estado durante los Gobierno de Richard Nixon (1969-1974) y Gerald Ford (1974-1976) examina la estrategia de la diplomacia del país asiático y la evolución de sus relaciones con Occidente: de un paisaje rural y atrasado a la actual potencia económica. La obra resume sus investigaciones sobre la poderosa nación e incluye una serie de entrevistas con numerosos funcionarios del Gobierno de Pekín.



China y el nuevo sistema mundial

 

Cuando Henry Kissinger se sentó a hablar con el presidente Mao sobre la apertura de China en los años setenta, Estados Unidos estaba en la cima de su poder. Seguramente Kissinger no pensó que, menos de medio siglo después, ahora que el Partido Comunista Chino celebra, lleno de seguridad en sí mismo, su 90º aniversario, iba a estar de nuevo en Pekín, a sus 88 años de edad, para ceder el bastón de mando de la hegemonía mundial a sus anfitriones.
Hace un par de sábados, durante la inauguración de una reunión del principal think-tank chino sobre globalización, el gran estadista comparó la China de hoy con el Estados Unidos de 1947. Después de las guerras napoleónicas, observó Kissinger, Gran Bretaña se convirtió en la mayor potencia mundial, y lo fue durante más de un siglo. Sin embargo, en 1947, Ernest Bevin, ministro de Exteriores en el ocaso del Imperio, se sintió obligado a decirle a su homólogo estadounidense: "Estados Unidos es el primer acreedor mundial y, como tal, debe tomar la iniciativa a la hora de crear el nuevo orden". A partir de ahí, se sucedieron el Plan Marshall puesto en marcha por los estadounidenses para la reconstrucción tras la guerra, el papel dominante del dólar y el ascenso de EE UU durante el resto del siglo XX.

EE UU pudo asumir el liderazgo mundial en 1947 al ser el mayor acreedor. Ahora lo es el gigante asiático
Hoy, China es el mayor acreedor y está donde estaba Estados Unidos en 1947, a las puertas de un nuevo orden mundial. Kissinger aseguró a sus anfitriones que, aunque esta transición de un sistema a otro tardará probablemente 30 años en completarse, el papel de China crecerá sin cesar, porque está obligada, por su propio interés, a dar forma a un sistema mundial que se ha alejado del "polo del Atlántico Norte" para aproximarse al país asiático y las economías emergentes.
En opinión de Kissinger, China se verá arrastrada a ejercer el liderazgo a toda velocidad por la parálisis que sufre Occidente. Estados Unidos, dijo educadamente, "está absorto en un debate sobre el papel del Gobierno y las fuentes de vitalidad en nuestro país; cuánta intervención del Gobierno debe haber y quién debe pagarla". Y Europa está atrapada en "una crisis financiera y conceptual, suspendida entre un marco nacional y lo que debe sustituirlo".
"Es fundamental tener sentido de la cooperación", continuó Kissinger, "porque hemos entrado en una era nueva y compleja y estamos buscando un marco fundamental. Debemos adaptarnos a la incorporación de nuevos actores" en el escenario mundial. Y, para Kissinger, "el principal instrumento de adaptación es el G-20", en el que cada país debe incorporar sus aspiraciones nacionales a un acuerdo internacional, "que evite las rivalidades de suma cero en el crecimiento económico".
Kissinger tiene razón. En los dos últimos siglos, Gran Bretaña y Estados Unidos fueron las potencias hegemónicas que impusieron los "bienes públicos mundiales" de la seguridad, la estabilidad financiera, una divisa de reserva importante y el libre comercio. Hoy, Estados Unidos y las economías avanzadas del G-7 tienen cada vez más dificultades para garantizarlos. Y las economías emergentes, encabezadas por China, no pueden hacerlo todavía.
Por ese motivo, el G-20, que agrupa a las economías avanzadas y emergentes, debe ser el que, de forma colectiva, ofrezca esos bienes públicos mundiales. Es de prever que en un mundo verdaderamente multipolar, aunque China sea la primera economía en 2050, esto sea "lo normal".
El reto es si es posible establecer una gobernanza mundial sin una potencia dominante o una serie de intereses que controlen la situación. Una vía es la sugerida por Zheng Bijian, antiguo vicepresidente de la Escuela Central del Partido, autor de la doctrina del "ascenso pacífico" de China y confidente de las máximas autoridades del país. China, dice Zheng, solo puede alcanzar sus metas de "mejorar cualitativamente la vida de los chinos corrientes" y ascender en la escala de las rentas medias "en el contexto de la interdependencia".
Por consiguiente, dice Zheng, China debe dejar atrás la idea del "ascenso pacífico" para "ampliar y profundizar la convergencia de intereses con otros actores mundiales. Cuando haya una acumulación de intereses convergentes, habrá una base sólida para tener intereses comunes".
Esos "intereses convergentes" son los bienes públicos mundiales del siglo XXI. Zheng menciona en concreto la lucha contra el cambio climático y las iniciativas conjuntas sobre el crecimiento bajo en carbono, en especial con Estados Unidos.
También existen otros que el G-20 debe adoptar, como la estabilidad financiera mundial, la introducción gradual de un cesto mundial de reserva multidivisas (que incluya el renminbi, RMB) para sustituir al dólar, una nueva estructura de gobierno para el FMI que refleje el poder de las economías emergentes y una reanimación o reconfiguración de la ronda de negociaciones comerciales de Doha.
Un ámbito en el que China, como primer acreedor del mundo, podría desempeñar un papel crucial es el de ayudar a estabilizar los países de Oriente Próximo y el norte de África (MENA) mediante el desarrollo económico, algo que interesa a todo el mundo, entre otras razones por motivos de seguridad energética. Al fin y al cabo, China ya está cumpliendo una función muy importante en Europa al comprar bonos de los países que tienen más problemas.
Tras las revoluciones árabes, se habló mucho de un Plan Marshall para los países MENA. En la reciente reunión del G-8 en Deauville, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, obtuvo el compromiso de dedicar 20.000 millones de dólares a dicho fin. Pero es un compromiso que parece más bien hueco, dado que las economías avanzadas se encuentran sumidas en déficits y una crisis de la deuda soberana.
En vez de un Plan Marshall, ¿por qué no un Plan Hu Jintao auspiciado por el G-20, en el que China reutilice parte de su enorme excedente de reserva, junto con los Estados del Golfo, de manera beneficiosa para el sistema mundial?
¿Es posible, como sugirió Kissinger, que, igual que el Plan Marshall aunó las obligaciones y los intereses de Estados Unidos durante la implantación del orden mundial para la segunda mitad del siglo XX, haya llegado ahora el momento de que China asuma un nuevo papel de ese tipo? Los estadounidenses hicieron bien en escuchar a Ernest Bevin. A los chinos les convendría hacer caso a Henry Kissinger.

 http://elpais.com/diario/2011/07/05/opinion/1309816804_850215.html


China debera contener su poder "Henry Kissinger"


Kissinger dice que China tendrá que aprender a contener su creciente poder

"nos encaminamos hacia un nuevo orden mundial"


Toronto (Canadá), 17 jun (EFE).- El exsecretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, dijo hoy en Toronto que en el siglo XXI, China tendrá que aprender a "contenerse" y Estados Unidos a "redefinirse" para adaptarse al creciente poder de Pekín.

Kissinger, que lideró la política de apertura de Estados Unidos hacia China en la década de los años setenta, también se mostró categórico al señalar que el gigante asiático no se convertirá en la potencia dominante del siglo XXI por sus graves problemas domésticos.

Kissinger expuso sus ideas sobre China y Estados Unidos ante unas 2.700 personas en Toronto como parte de la serie Debates Munk que se celebran cada año en la ciudad canadiense  
 
 Kissinger y el periodista de CNN, Fareed Zakaria, defendieron la idea de que China no sustituirá este siglo a Estados Unidos como la principal potencial mundial. Mientras, el escritor Niall Ferguson y el economista chino David Li defendieron la tesis opuesta.

El evento de Toronto fue la primera vez en que Kissinger, de 88 años de edad, participa en un debate público.

Kissinger también señaló que Estados Unidos tiene que elegir con cuidado las "líneas rojas" que no permitirá que China sobrepase y dijo que "la libertad de navegación" en los mares del mundo, y específicamente en el Mar de la China, es algo ante lo que Washington no puede claudicar. 







El estadista estadounidense ideólogo también del Plan Cóndor y premio Nobel de la Paz también dijo que "nos encaminamos hacia un nuevo orden mundial", diferente al que estamos acostumbrados" en el que China jugará un creciente papel.

Zakaria en la India dijo que los graves problemas internos a los que se va a enfrentar China en los próximos años le impedirán convertirse en la principal potencia mundial.

Zakaria señaló que mientras que India ha conseguido solucionar un grave problema, "qué sistema político tendrá en 25 años, una democracia caótica", China ha resuelto problemas menores, "líneas de alta velocidad, carreteras, puentes" pero no el mayor, qué sistema político regirá en el futuro.



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